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Argentina, la lucha continua....

Caminos hacia la autodeterminación
La organización en red y lo comunitario

 Colectivo La Fogata

Resultado de imagen para dibujos zapatistasSomos muchos los grupos políticos que estamos recorriendo caminos en la búsqueda de construir otras relaciones sociales, alternativas a las que nos impone el sistema capitalista.

  Aunque no siempre lineales ni constantes, los caminos que se van abriendo son diversos y también lo son los haceres colectivos que se generan.

Si trazamos el mapa de lo que en forma muy amplia podríamos llamar autonomía podemos incluir colectivos tales como:

Asambleas regionales en distintos lugares del país, agrupadas alrededor de las problemáticas locales; Colectivos autoconvocados integrados a su vez por varios grupos; Bibliotecas populares como punto común de reunión e intercambio de ideas; Asambleas barriales urbanas organizadas también alrededor de lo local; Proyectos autogestivos relacionados con la producción de alimentos como huertas comunitarias, panaderías, etc.; Autoconstrucción de viviendas; Programas de radio y Publicaciones políticas autogestionadas; Centros culturales y muchas otras etcéteras y combinaciones de todas ellas.    

Los diferentes haceres se desarrollan con algún grado de forma asamblearia, con debate y toma de decisiones colectiva. En la raíz de todos ellos, existe un común fundamental, y ese común es la búsqueda de la autodeterminación de la vida, de juntarse para autogestionar el hacer tratando, al mismo tiempo, de romper con la imposición de trabajar para otros por un salario.

Esa búsqueda, esa tendencia a autodeterminarnos, aunque no siempre ni en todos los casos es totalmente consciente, es el punto de partida y el motor para la transformación radical de la sociedad.

Se hace camino al andar

Podríamos decir entonces que en estos pequeños grupos políticos existe una intención de crear otra cosa, crear otra forma de vida diferente, contraria al capitalismo.

Una creación que es antagónica con el poder y su organización coercitiva de la sociedad, una creación que rechaza al Estado ya que este es una parte importante del poder del capital.

El Estado en sí mismo es una relación social y juega un papel determinante en la reproducción de las relaciones sociales que el capital necesita para controlarnos. 

Por lo tanto podemos pensar también, que a medida que se generen relaciones comunales, el poder tendería a disolverse o transformarse.

Esta transformación, que en principio es muy difícil de ver, la podemos detectar en los lugares donde los procesos revolucionarios han avanzado en y desde lo comunitario y cuyos ejemplos más notorios son los zapatistas y los kurdos.

Pero donde las transformaciones no están tan desarrolladas y por lo tanto no son tan visibles, exigen agudizar la mirada para reconocerlas, como es el caso de las pequeñas autoorganizaciones que estamos describiendo.  

Estos grupos políticos, que no están conformados por muchas personas, se encuentran además bastante aislados y este es un problema que adquiere mayor dimensión si pensamos que, al mismo tiempo, cada uno de quienes los integramos estamos inmersos en la enajenación constante que el trabajo cotidiano nos impone.

El aislamiento se potencia entonces con la reproducción de las relaciones enajenantes a las que estamos obligados a vivir mediante el trabajo asalariado.

Las contradicciones que nos generan estas relaciones de coerción, sumisión y jerarquización, con los intentos de crear otra forma de vida, constituyen la principal causa de la que derivan muchos de los problemas que encontramos en las experiencias de nuestros grupos autonomistas:

La aparición de jerarquías y los obstáculos tanto para llegar a acuerdos por consenso como de respetarlos; las dificultades para sostener los proyectos productivos comunitarios que permitan obtener alimentos dentro de las relaciones mercantiles dominantes; los problemas para emplear el tiempo y las energías necesarias para la autoorganización teniendo en cuenta que ese mismo tiempo y energías son demandados permanentemente por el trabajo asalariado, y así podríamos seguir.

Redes y grietas

Las dificultades, como vemos, son muchas y muy grandes. Sin embargo pensamos que, aunque aún estamos lejos de resolverlas, en todos los casos estamos generando grietas en el sistema de dominación del capitalismo. 

Las grietas son momentos de ruptura con las relaciones de dominación y, al mismo tiempo, de creación de otras relaciones.

Los haceres antes mencionados son pequeñas grietas al capitalismo que en principio nos abren la posibilidad de darnos cuenta de que tenemos la capacidad de autoorganizarnos en torno a necesidades y objetivos comunes.

Pero, como decíamos, el aislamiento de los grupos hace que estas grietas se cierren y que nuestros haceres se debiliten.

Entonces, una necesidad tan importante como urgente es la creación o ampliación de redes, de vasos comunicantes entre los grupos ya sea que estén geográficamente cercanos o lejanos.

Cuando las distancias son grandes, las formas de conectarse no siempre pueden ser presenciales, por eso pensamos que las redes deben organizarse a partir de las cercanías territoriales para luego ir extendiendo conexiones con nodos más lejanos.

El cara a cara debe ser el principal medio para conectarnos cuando la geografía lo permite y en caso contrario, la comunicación puede ser por medios digitales y ocasionalmente con asambleas presenciales más esporádicas.

Las maneras de comunicarse dependerán por supuesto de lo que establezcan en la práctica los grupos, pero lo más importante es que se vayan creando y fortaleciendo conexiones entre los nodos.

Las redes generan una articulación política que posibilita primero romper con el aislamiento, y a partir de ahí, intercambiar experiencias entre los grupos para enriquecerse mediante el conocimiento de los haceres y de la ayuda mutua; Poder debatir sobre los problemas y las formas de encararlos y sobre todo, ir creando otra forma de vida.

En ese sentido, la red posibilita interconectar experiencias de lucha, generando un proceso de deconstrucción/construcción de unas y otras relaciones sociales y profundizar las grietas dentro y contra la estructura de dominación capitalista.

La autoorganización de nuestras rebeldías, la creación de formas comunitarias de vida, son al mismo tiempo las grietas que le vamos creando a este sistema.  

La articulación en red es una forma de organización política horizontal que puede ir creando un colectivo diverso interconectado, y tal vez sea una forma embrionaria de lo comunal o comunitario, de una nueva sociabilidad.

Organización comunal

A partir de estas ideas relativas a la autoorganización en red, podemos animarnos a proyectar el imaginario de una vida basada en una organización comunal.

Si nos abstraemos por un momento de la omnipresencia del poder del capitalismo, y de la obligación de trabajar para ese poder, tal vez podamos sacar la conclusión de que no es tan difícil imaginar un sistema de vida comunitario, comunista o como lo queramos llamar; Un sistema en el que nos organicemos libremente para reproducir la vida.

Este ejercicio imaginario nos permitiría, por un momento al menos, quitarnos la visión fetichista del capitalismo, que nos dice que la forma natural de organización del ser humano, es la enajenarse vendiendo su fuerza de trabajo al capital por un salario (y esto es en el mejor de los casos ya que, como sabemos, cada vez más personas en el mundo quedan directamente fuera de este engranaje y no pueden subsistir siquiera). 

Luego de este paréntesis, es preciso volver a situarnos en la actualidad del trabajo asalariado capitalista y desde ahí pensar como abrir caminos desde dentro y en contra de este sistema, desde una posición de antagonismo con el mismo.

No sería entonces un imaginario en el vacío; No solo porque partimos de nuestras luchas y haceres, sino porque sabemos que existieron y existen intentos importantes de organizarse comunitariamente sin el Estado. Desde la comuna de Paris, pasando por las comunidades de muchos pueblos originarios, las experiencias de autogobiernos comunales del comunismo libertario durante la guerra civil española, hasta los caracoles zapatistas y los cantones kurdos en la actualidad.

Pensamos entonces que partiendo de la base de articulación en red, la forma más natural de organizarse socialmente tendría que ser a partir de comunas regionales autónomas, que abarquen geografías nucleadas alrededor de necesidades y posibilidades productivas locales.

Estas comunas no deberían ser demasiado grandes porque de lo contrario no se podrían mantener estructuras horizontales y habría más tendencias a centralizar la toma de decisiones con la consecuente jerarquización de las relaciones sociales.

 Siguiendo con ese imaginario, tendríamos una organización basada en pequeñas comunas autónomas y autosuficientes en cuanto a la resolución de la producción de la vida local de las mismas. Pero como decíamos, la autonomía no debe ser sinónimo de aislamiento y aquí es donde el funcionamiento en red puede cumplir un rol fundamental en la organización comunal. 

La interacción en red permitiría el intercambio no solo de los “productos” generados por las comunas, sino también de los saberes colectivos que constituyen la verdadera riqueza de una sociedad libremente asociada.

Se iría constituyendo de esta manera, una federación de comunas locales interconectadas, donde la toma de decisiones y el funcionamiento en general, serían descentralizados.

Esta construcción de unas otras relaciones sociales es una creación colectiva que al mismo tiempo, deconstruye las relaciones de dominación y control impuestas por el capital y el trabajo asalariado.

Al deconstruir el trabajo asalariado y reemplazarlo por la libre asociación de los haceres, se erosiona la base celular del capitalismo, la coerción de trabajar y generar valor y plusvalor para el capital y los capitalistas. Se rompería así con la fetichización del trabajo, de nuestro hacer, de la vida.

Resultado de imagen para kurdistanCaracoles y cantones. Dos realidades actuales de avance comunal

La organización comunal tiene un desarrollo importante tanto en

los caracoles zapatistas como en los cantones rebeldes del Kurdistán sirio.

En ambos casos la auto-organización se basa en pequeñas comunas autónomas interconectadas en red. En ambos casos se rechaza al Estado, la misma construcción comunal es anti estatista y anti capitalista.

La organización de los caracoles autónomos zapatistas incluye tres niveles de gobierno autónomo: comunidad, municipio y Juntas del Buen Gobierno. Los primeros dos se basan en asambleas de base mientras que los Juntas del Buen Gobierno se eligen, pero con la intención de conseguir que el máximo número de personas participe en el gobierno a lo largo de los años a través del principio de rotación. Tienen su propio sistema educativo, de sanidad y justicia, así como cooperativas produciendo café, ganadería, artesanía, etc.

Utilizan el principio de “mandar obedeciendo”, según el cual quienes son elegidos autoridades, siempre deben obedecer a aquellos que los designaron como tales.

Es un principio consejista de rendición de cuentas, donde la autoridad es rotativa, y puede ser revocada inmediatamente por la comunidad.

El sistema de auto-gobierno generado por los revolucionarios kurdos se denomina Confederalismo Democrático y se organiza desde el Komin (común, comuna – especie de asamblea ciudadana), la mínima unidad a nivel cantonal, a partir de la cual se toman las principales decisiones.

La democracia del Confederalismo Democrático se basa en la participación de base. Sus procesos de toma de decisiones yacen en la comunidad. Los niveles superiores sólo sirven a la coordinación e implementación de la voluntad de las comunidades que envían sus delegados a las asambleas generales.

Las comunas tienen a su cargo sus propias unidades de autodefensa, y se caracterizan por tener copresidencias (una mujer y un hombre) y por ser rotativas para evitar el surgimiento de élites políticas.

Este sistema de organización kurdo establece redes de pequeñas unidades productivas (cooperativas agrícolas y ganaderas, y pequeñas industrias) autogestionadas.

Habría mucho para profundizar sobre estas dos experiencias situadas tan lejos una de la otra, tanto geográfica como culturalmente. Pero este pequeño resumen intenta evidenciar las similitudes en la organización comunal que ambos están desarrollando en situaciones diferentes.

Horizontes

Estas y muchas otras experiencias más pequeñas, señalan un cambio en el pensamiento revolucionario.

Comienza a visualizarse al Estado como una parte importante del capitalismo, cuya función es de control y represión social. Es decir se ve al Estado como un lugar desde donde se ejerce el poder del capital. Se lo empieza a ver como parte del problema y no de la solución.

 Como contrapartida, se comienza a comprender la enorme potencialidad de la auto-organización desde las bases, y sobre todo, de la creación de relaciones sociales comunales.

En esta nueva concepción, se comienza a crear una nueva forma de vida desde dentro y en antagonismo con el capitalismo, y por eso mismo ya no se busca la toma del poder sino su disolución o destrucción.

Como decíamos, deconstrucción de las relaciones de control del capitalismo sobre nuestras vidas y construcción de nuevas relaciones de sociabilidad, comunitarias, comunistas, simultáneamente.

 Caminos que necesitamos y debemos seguir abriendo.

Fuente: lafogata.org