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Acerca de la iniciativa del CNI y el EZLN para las elecciones de 2018
Por Carlos Ferra
"Que retiemble en sus centros la tierra": con estas palabras comienza
el manifiesto del Quinto Congreso Nacional Indígena celebrado del 9 al 14 de
octubre del año en curso y que firman el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el
Ejército Zapatista De Liberación Nacional (EZLN). Después de denunciar en 27
parágrafos las agresiones del capital contra los pueblos indígenas, el documento
concluye que el "Congreso Nacional Indígena determinó iniciar una consulta en
cada uno de nuestros pueblos para desmontar desde abajo el poder que arriba nos
imponen y que nos ofrece un panorama de muerte, violencia, despojo y destrucción".
Y se declara en Asamblea Permanente para consultarse en "cada una de nuestras
geografías, territorios y rumbos" el acuerdo del Congreso "para nombrar
un Consejo Indígena de Gobierno cuya palabra sea materializada por una mujer
indígena, delegada del CNI como candidata independiente que contienda en nombre
del Congreso Nacional Indígena y El Ejército Zapatista de Liberación Nacional en
el proceso electoral del año 2018 para la presidencia de este país". Llama a
los pueblos originarios y a la sociedad civil a "organizarnos" para detener la
destrucción, fortalecer resistencias y rebeldías y construir la paz y la
justicia. En el párrafo final del documento se proclama la construcción de una
nueva nación, y fortalecer el poder de abajo y la izquierda anticapitalista.
El pronunciamiento del Congreso Nacional Indígena y del EZLN se produce en
momentos en que el país atraviesa por una de las crisis más dramáticas de las
últimas décadas. A una economía casi estancada desde hace varios sexenios,
durante los cuales los líderes políticos de la burguesía prometieron tasas de
crecimiento espectaculares (Fox prometió un 7% de crecimiento anual, Calderón
prometió bajar los precios de la gasolina y generar empleos y el actual jefe del
Estado un país en pleno crecimiento gracias a sus contrarreformas estructurales)
hay que sumarle un mar de corrupción del cual no se avizora el fondo; la
violencia de la delincuencia organizada y no organizada, solapada por sus
agentes incrustados en el aparato estatal; la polarización de la sociedad en una
masa cada vez más grande de pobres más pobres y una minoría cada vez más pequeña
y más rica. Hace pocos días Pablo González Casanova afirmó, refiriéndose a la
situación que vive el país, que "estamos en plena tormenta de una crisis
económica, moral, intelectual, política y social". (La jornada, 20 de octubre de
2016). La apreciación de González Casanova sobre la situación del país, es muy
similar a la que tenemos millones de trabajadores del campo y la ciudad, miles
de profesores de todos los niveles, intelectuales, artistas, desempleados,
víctimas de la represión o de la delincuencia.
Aun considerando la enorme importancia de las explosiones sociales provocadas
por la desaparición de 43 normalistas en Iguala y por la mal llamada reforma
educativa, que mantuvieron en vilo la vida nacional durante meses, a los que hay
que sumar muchas otras movilizaciones de carácter local, como la de los
jornaleros de San Quintín y la tribu Yaqui de Sonora, es sorprendente que el
país no haya vivido aún una conmoción mayor. Aunque no es el único factor, una
buena parte de la explicación se encuentra en el fraccionamiento de la izquierda
revolucionaria, la ausencia de un partido revolucionario y las dificultades para
construir un polo de atracción que permita establecer lazos organizativos entre
todas estas fuerzas que se han manifestado de manera tan importante a nivel
local, regional o sectorialmente.
A partir de esta apreciación podemos plantearnos la primera cuestión con
relación al manifiesto del Quinto Congreso Nacional Indígena. A pesar de las
diferencias que corrientes y organizaciones de la izquierda revolucionaria hayan
tenido o que pudieran tener aún ahora con las fuerzas representadas en el Quinto
Congreso del CNI, sin lugar a dudas la mayoría de esas corrientes y
organizaciones atribuyen una gran autoridad moral y política al EZLN y al CNI.
Las reacciones ante las resoluciones del Congreso Nacional Indígena comenzaron a
manifestarse inmediatamente después de que se dieron a conocer a través de las
redes y demás medios de comunicación. Algunos, incluso al interior de las
fuerzas de apoyo del zapatismo, consideran que esta propuesta representa un
viraje de 180° en la política del EZLN con relación a los procesos electorales.
Entre los adherentes a la Sexta Campaña, sólo algunas voces hasta ahora, han
considerado que la participación del EZLN-CNI en el proceso electoral representa
un riesgo de contaminación. Otros plantean que, ya que no se trata de luchar por
el poder, sino de aprovechar la coyuntura electoral para promover la
organización de fuerzas anticapitalistas, hay que apoyar la iniciativa. Entre
los partidos registrados ha sido la posición de AMLO, que no sabemos en qué
medida es compartida por sus seguidores, la más lamentable. Quizá los otros han
dado la bienvenida a esta iniciativa con la intención de aprovechar la
oportunidad para hacer un doble juego, conducta que no debe sorprendernos pues
la burguesía y sus agentes políticos siempre se han movido de esa manera. Entre
los intelectuales las opiniones también han sido diversas. Desde la derecha y la
izquierda ha habido manifestaciones de apoyo a la iniciativa.
Entre los intelectuales de izquierda hay quien propone no precipitarse y
considerar la opción del "voto útil" por AMLO, si tuviera alguna posibilidad de
ganar. Otros han apoyado incondicionalmente la idea. Luis Hernández Navarro
afirma que el documento del EZLN y el CNI "representa un cambio de posición de
los rebeldes, pero no de 180°, porque nunca han sido abstencionistas." (La
Jornada, 18 de octubre de 2016). Manuel Aguilar señala en cambio que la política
de los neozapatistas y sus aliados se caracterizaba "por su completo
abstencionismo electoral y sus coqueteos anarquistas". Pero a pesar de estas
consideraciones y muchas otras que se han hecho, desde la izquierda
revolucionaria la mayoría parece coincidir en que esta política del EZLN y del
CNI podría representar un gran paso hacia la organización de un frente nacional
contra el capitalismo. La candidatura anticapitalista encabezada por una mujer
indígena, dice un saludo de la Coordinadora Socialista Revolucionaria, "abre
las posibilidades de que se construya una propuesta anticapitalista amplia que
sea abrazada por las diferentes resistencias que se han generado a partir de la
aplicación de las medidas neoliberales". Por su parte la Liga de Unidad
Socialista dice en una declaración del 17 de octubre que la "campaña
anticapitalista a la que convocan el CNI y el EZLN puede y debe ser el momento
adecuado para convocar a la fundación y fortalecimiento de un frente nacional
con las organizaciones de los trabajadores (…), de los estudiantes y los
campesinos e indígenas que lleve a todos los rincones del país un mensaje
unitario de esperanza." Muchas otras organizaciones de izquierda han
manifestado opiniones similares. La izquierda revolucionaria debería sumarse a
esta iniciativa y unir sus esfuerzos a los de sus promotores por construir un
gran frente nacional anticapitalista.
Desde luego que este nuevo planteamiento del CNI y el EZLN representa un cambio
importante en su política con relación a los procesos electorales. Tiene poca
relevancia señalar si se trata de un viraje de 180, o menos o más grados. Lo
importante es que este planteamiento, viniendo de organizaciones que han sabido
mantener una importante autoridad moral y política ante amplios sectores de la
población mexicana, e incluso más allá de nuestras fronteras, puede representar
una vía para avanzar hacia la construcción de un polo aglutinador de los
movimientos sociales y organizaciones políticas que no han sido integradas al
régimen político imperante.
¿Por qué apoyar esta iniciativa? En primer lugar, por el significado que tiene
la candidatura de una mujer en un país donde las mujeres son víctimas de
discriminación y de agresiones que van desde la ofensa verbal y el acoso hasta
el asesinato. En segundo lugar, porque esta mujer será indígena y formará parte
de alguna de las minorías étnicas sometidas a la explotación, despojo, represión
y discriminación en los mismos territorios que en origen fueron suyos y que
resisten todos los días las agresiones del capital que pretende despojarlos de
lo poco que aún conservan. En tercer lugar porque las organizaciones que hacen
la propuesta son organizaciones de base de la resistencia o tradicionales de
tribus, pueblos y comunidades. En cuarto lugar porque una candidatura de esta
naturaleza podría aglutinar suficientes fuerzas para disputar a la burguesía y
sus instituciones un espacio de acción política que consideran exclusivo.
Finalmente, porque esta iniciativa puede representar un paso adelante hacia la
construcción de un gran frente que aglutine a las fuerzas que luchan contra el
capitalismo y por una sociedad mejor.
Que estos esfuerzos tengan éxito o no, dependerá de una correcta política de
alianzas, sin sectarismos, de todas las fuerzas anticapitalistas. La propuesta
debería buscar la integración de todas las fuerzas sociales y políticas, desde
las más amplias hasta las más pequeñas, que combaten por diversas vías la
explotación y la opresión capitalista. La situación social y política del país,
de crisis económica, política, moral, social, etcétera, y el descontento cada
vez más amplio contra la injusticia, la represión, la corrupción, etcétera, son
factores para la realización de una tarea de este nivel. Y en ello la
responsabilidad de las fuerzas convocantes es fundamental. Desde luego que no
debemos precipitarnos. El anuncio de este acuerdo del Quinto Congreso Nacional
Indígena abre inmediatamente la discusión con relación a la participación de la
izquierda revolucionaria en el proceso electoral del 2018. Pero es necesario
esperar los resultados de las consultas que tendrán que realizarse según los
acuerdos del mismo congreso, y los planteamientos que sustentarán las fuerzas
que promoverán en primer término la candidatura indígena.
Plantear, como hacen el CNI y el EZLN, participar en un proceso electoral
burgués no será una experiencia inédita. Se trata de retomar las experiencias de
las grandes revoluciones de los siglos XIX y XX. Decía Lenin, refiriéndose a la
historia de la revolución rusa de 1917, que la historia del bolchevismo "está
llena de casos de maniobra, de acuerdos, de compromisos con otros partidos." Y
comparaba a quienes se oponían a alianzas y compromisos con aquellos que
pretendían ascender una montaña inexplorada renunciando de antemano a hacer
zigzags, a volver a veces sobre sus pasos, a prescindir de la dirección elegida
al principio y a probar diferentes direcciones." Las revoluciones son sin duda
los fenómenos sociales más complejos. No hay caminos preestablecidos, no hay
recetas, no se pueden planear, decía Trotsky, pero se pueden prever y podemos
prepararnos para incorporarnos a esos procesos en función de nuestras
previsiones. Debemos sumarnos pues a esta iniciativa, renunciando a actitudes
sectarias, sin que ello signifique abandonar los principios fundamentales que
nos definen como revolucionarios socialistas. Y paso, finalmente, a indicar lo
que considero algunos de los retos teórico-políticos más grandes a los que debe
enfrentarse la izquierda revolucionaria en el futuro inmediato.
El EZLN-CNI llama organizar a los pueblos y a los anticapitalistas. Tal vez sea
válido en una situación de resistencia autodenominarse con un nombre cuyo
prefijo sea "anti". Pero ¿quiénes son los anticapitalistas? Todos rechazan la
injusticia, la represión, la explotación, la discriminación, la destrucción de
la naturaleza. Pero aquí caben desde los que quieren regresar a la aldea pre-capitalista
hasta quienes imaginan una nueva sociedad donde la actividad económica se
planifique democráticamente, utilizando los recursos tecnológicos y científicos
alcanzados hasta ahora por la humanidad, para garantizar a todos los que vivimos
en este mundo y a quienes seguirán en él después de nosotros un mundo nuevo, sin
hambre, ni discriminación, ni desigualdad, sin guerras y sin la amenaza de una
destrucción total que haga inviable al planeta para sustentar la vida. El mundo
cambió mucho desde que Rosa Luxemburgo planteó el conocido dilema entre
revolución o barbarie. Entonces las amenazas que se cernían sobre la especie
humana podrían ser diferentes. Pero este dilema aparecerá una y otra vez
mientras la sociedad siga organizada con base en la explotación, en la voracidad
y el egoísmo de las clases dominantes que no vacilarán en vivir una vida
dispendiosa, depredadora, sin preocuparse por el futuro de miles de millones de
seres de su propia especie que sufrirán las consecuencias de este sistema sino
es barrido por revoluciones.
Concluyo con lo siguiente: abordemos las tareas de la coyuntura en torno a la
candidatura de una mujer indígena que propondrán el EZLN y el CNI. Esperemos la
plataforma que sostendrá esta candidatura y veamos la posibilidad de
enriquecerla si se nos permite, y sumarnos a ella por lo que representa en las
circunstancias por las que atraviesa ahora la vida política de México. Asumamos
los retos de largo plazo identificando los rasgos que definen la etapa actual
del capitalismo, pues sólo sobre esa base podremos planear las acciones
revolucionarias del futuro, sin repetir los errores que llevaron al trágico
desenlace de las grandes revoluciones del siglo XX, las cuales un día
representaron las más grandes esperanzas para millones de trabajadores,
campesinos, estudiantes, mujeres, jóvenes y ancianos por construir un mundo
mejor.
Carlos Ferra es miembro de la Coordinadora Socialista Revolucionaria y
profesor de la Universidad de Chapingo