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Argentina, la lucha continua....

La adequidad como lastre de la revolución bolivariana

Por Humberto Trómpiz Valles

Los desastrosos resultados electorales del 6D, han ocasionado dentro del chavismo diferentes interpretaciones que corresponden a los diferentes intereses ideopolíticos que se mueven dentro de este movimiento histórico. La alta burocracia bolivariana le ha achacado tal desmadre, a dos supuestos enemigos: la guerra económica y la ingratitud del pueblo que se ha beneficiado con el asistencialismo de la revolución. De otra parte, el chavismo crítico, si bien no deja de reconocer los nocivos efectos políticos de la guerra económica, pone el acento principal en las equivocadas decisiones tomadas por la alta gerencia de la revolución, entre ellas, la castración del Plan Patria 2013-2019, a fin de darle un definitivo perfil socialdemócrata. A partir de este análisis, el chavismo crítico propone el relanzamiento de la revolución socialista, como expediente necesario para recuperar el enamoramiento perdido de las grandes mayorías nacionales. Para muchos chavistas de la izquierda radical, lo que más resultó triste y frustrante, fue ver en las caravanas festivas de la MUD, a los eternos y ancestrales humildes de siempre exhibiendo las dadivas materiales obtenidos del gobierno madurista.

Es una realidad indiscutible que dentro de la MUD militan personas que lo único que poseen es su fuerza de trabajo, en su mayoría fuerza de trabajo simple y, por consiguiente, destinadas a ingresar en la categoría del marginalismo social, típico de los países subdesarrollados. Para el teórico comprometido con el socialismo y estudioso de la realidad sociopolítica, este fenómeno reclama urgentes respuestas, pues, no creemos que tal comportamiento obedezca a una tara genética heredada. En todo caso, las respuestas deben encontrarse en la propia historia del pueblo venezolano y sobretodo, en la aluvional transformación que experimentó el país con la llegada de la cuestión petrolera.

El pueblo venezolano que se constituyó después de la llegada del invasor hispánico, a partir de los elementos que se conjugaron: el aborigen, el español y el africano esclavizado, siempre vio en el trabajo una especie de maldición que apenas alcanzaba para la sustentación alimenticia, pero no para lograr altos niveles de ascenso social. El español que vino a América, trajo una idea bastarda del trabajo y su meta era descubrir las montañas de oro del escurridizo Dorado. El indio y el negro fueron sometidos por el blanco europeo al sufrimiento de la esclavitud, donde todo lo producido con su sudor se acumulaba en las manos del esclavista. Estos dos pueblos, por razones obvias, no podían tenerle amor al trabajo que los condenaba a un eterno infierno. Durante toda la época agraria que va a morir en la primera mitad de la pasada centuria, las clases humildes sólo veían como expediente para la mejora económica, los tratos con el mundo sobrenatural, los entierros, el juego de azar y la montonera. Ni pensar en la educación como palanca para la redención social, pues, el atraso de nuestra agricultura no exigía mayores conocimientos para lograr la raquítica productividad que afectó al cacao y al café.

Las clases dominantes de la época agraria: la burguesía comercial y los latifundistas, estuvieron bien lejos de representar, a los capitanes de empresa que dieron origen al capitalismo desarrollado de Europa u USA. Los grandes comerciantes (casas comerciales y judíos) se conformaron por ser la correa de trasmisión entre la Europa noratlantica y Venezuela y las ganancias que obtenían la enviaban, a su casa matrices y/o paisanos en el capitalismo avanzado. Jamás este sector concibió una reforma agraria, ni una política industrialista para el país en los años que corrieron entre 1830 y 1940.

Los latifundistas del cacao y del café, se conformaron con captar una escuálida renta diferencial y fueron reacios, a introducir mejoras tecnológicas en sus explotaciones, a fin de incrementar la productividad. Para la tercera década del siglo XX, la agricultura criolla estaba herida de muerte por las anquilosadas relaciones de producción que la aprisionaban. Esta era la Venezuela agraria que recibió a los adelantados del petróleo y que en menos de treinta años, abrazó el capitalismo rentístico, alimentado por la renta petrolera internacional caída sobre el país a partir de 1920 aproximadamente.

La renta petrolera internacional propició en Venezuela el tránsito evidentemente pacifico hacia la modernidad o modo de producción capitalista. La clase dominante de la Venezuela agraria, se apoderó de la parte del león de estos proventos, y con ello, se dio a la tarea de impulsar el capitalismo agrario y la sustitución fácil de los productos industriales importados. Las clases trabajadoras no tuvieron la misma suerte con la renta petrolera, incluso los obreros petroleros a pesar de la cojonuda huelga de 1936, fue poco lo que lograron en materia salarial en los primero veinticinco años de explotación petrolera. El campesinado antes que enfrentar a sus ancestrales explotadores: los señores de la tierra, optaron por venirse a las ciudades donde se estaba invirtiendo parte del ingreso petrolero. En síntesis, la renta internacional hidrocarburera la bajó la intensidad a la lucha de clases internas, y al mismo tiempo, planteó un nuevo tipo de conflicto interclasista internacional desconocido hasta entonces por el país: el de las clases dominantes internas con el capitalismo petrolero internacional y sus empresas arrendatarias. Este conflicto que cubre toda la vida petrolera del país, ha sido profundamente desconocido por el pueblo venezolano.

La renta petrolera hizo del Estado un ente capaz de amasar siderales masas de petrodólares y repartirlos sin ningún criterio económico. El desconocimiento de la cuestión petrolera, hizo que la población percibiera al estado como un organismo mágico, al que se debía accesar para redimir la situación económica personal.

El encumbramiento financiero del Estado rentista, nadando sobre una sociedad miserable económicamente, llevó a los intelectuales orgánicos del bloque dominante (P.M. Arcaya, Gumersindo Torres, Adriani, Uslar Pietri, et al) a venderle al país la tesis de que los proventos del petróleo debían otorgársele al bloque dominante, pues eran estos personajes los verdaderos creadores de la riqueza social, y así, la renta petrolera sería transformada en capital productivo interno (la siembra del petróleo). Esta tesis respondía a evidentes perfiles fisiocráticos, pues, veía en el petróleo una riqueza efímera y en la agricultura la base material eterna de la sociedad venezolana.

A la tesis de sembrar el petróleo de las clases dominantes, se le opuso Rómulo Betancourt, personaje político que para inicios de los años cuarenta del siglo pasado, ya había descifrado la cuestión petrolera, y por consiguiente, vio en la renta petrolera la locomotora económica remolcadora del país por lo que restaba del siglo XX y más. Para Betancourt, la modernización capitalista de Venezuela con democracia política incluida, sería posible alcanzarla con una nueva redistribución de la renta petrolera. Lo novedoso de esta tesis fue que el líder adeco incluyó de manera decisiva a las clases humildes en el reparto de la renta petrolera. Por primera vez en quinientos años el gasto social aparecía en la historia de Venezuela(Constitución de 1947). Obviamente, esta tesis estaba llamada a triunfar en la política venezolana, llevándose por delante el progresista gobierno de Isaías Mediana Angarita.

Con Rómulo Betancourt la idea de vivir del petróleo se hizo conciencia nacional, quedando la agricultura y la industria como meros anexos de la cuestión petrolera. Lo económicamente decisivo sería la defensa de la renta petrolera como variable estratégica de la economía.

La petrolizaciòn del país que impusieron Betancourt y su partido, tuvieron sobre las distintas clases de la sociedad venezolana efectos psicosociales que devinieron en un sui generis comportamiento del ciudadano común, denominado por los estudiosos del asunto como ADEQUIDAD1. Este fenómeno tiene su modo específico de manifestarse tanto en las clases dominantes como en las clases explotadas. En el Bloque de clases dominante, la adequidad se concretizó en el empresario que dio origen al llamado capitalismo rentístico, cuyos rasgos más prominentes son: a) Acumular capital por la vía mafiosa de la corrupción en contubernio con altos funcionarios públicos; b) Obtener créditos del estado que jamás serán honrados; c) Desenvolverse siempre en un mercado interno protegido por el estado; d)Conseguir dólares del estado a precios preferenciales para luego enviarlos a la banca exterior; e)Un profundo desdén por el desarrollo delas fuerzas productivas internas; y f)en las fases más avanzadas del rentismo, utilización de la inflación como uno de los expedientes fundamentales para la acumulación de capital. Esta burguesía parasitaria si bien ha llegado a alcanzar tasas de ganancias obscenas durante la revolución, le ha decretado la muerte a este proceso de cambio histórico, obedeciendo las directrices del gobierno mundial del capital.

En las clases dominadas la adequidad se ha caracterizado por los siguientes perfiles: a)Recibir del gobierno dádivas sin contraprestación ninguna, sólo se les pide el voto por el partido de turno; b) Pérdida de la noción del trabajo productivo como creador de quizá y redención social; c)Ignorancia de la noción del valor económico de los objetos materiales necesarios para la existencia diaria; d)Aceptación de la ideas de que lo que reciben como asistencialismo es su derecho a disfrutar de la gota de petróleo que les pertenece; e)Ver la educación como patente de corso para entrar en la piñata distributiva del estado y no como campo para la creación de ciencia, tecnología y conocimiento humanístico; f)Ejercicio del reposerismo como manera de evitar cumplir con las exigencias de la Lay del Trabajo; g)El ascenso social sigue percibiéndose ligada a la suerte en los juegos de azar; h)No ver en el empresariado su enemigo de clase, al contrario hacen causa común ideológica con esta clase social para obtener prebendas del estado; y i) Sus metas individuales es llegar a ser un pequeño propietario, un gran funcionario público o irse del país a probar fortuna en los países desarrollados. Esta adequidad fue la que mantuvo el Puntofijismo por cuarenta años y luego le dio la espalda, cuando el estado entro en una fase de raquitismo financiero, producto de la llamada Apertura Petrolera. Con El Caracazo, esta adequidad se tiró a la calle en búsqueda del asistencialismo perdido y de un nuevo líder que garantizara lo percibido en los años dorados del Puntofijismo.

Esta adequidad fue la que inventó al Comandante Chávez, quien llega al poder con la idea de que Venezuela es una rica nación pero mal administraba por unos pillos adecocopeyanos, quienes utilizando la corrupción administrativa habían despojado el pueblo de sus derechos sociales fundamentales. Por supuesto, también dentro de esta adequidad no podemos soslayar a cierto sector de la burguesía apabullado por los Amos del Valle. El PRIMER Chávez intentó darle solución a las exigencias sociales de esta adequidad dentro de los moldes del capitalismo rentístico, dada su ignorancia de la cuestión petrolera. No sabía el Comandante que ya la renta petrolera estaba llegando a su final de ciclo. Por consiguiente, la política económica de la Revolución Bolivariana estuvo sesgada hacia la recomposición del extractivismo y así, se dio origen al llamado asistencialismo socialista. En la medida que los precios petroleros experimentaron un sideral subida, el gasto social de la revolución alcanzó volúmenes astronómicos y la adequidad respondió con un fervoroso apoyo político-electoral. La idea de vivir del petróleo sin el más mínimo esfuerzo, siguió adquiriendo carta de ciudadanía. Poco hizo la revolución por modificar el perfil clientelar de la adequidad de las clases trabajadoras. Lo que ignoraron los líderes del bolivianismo fue que el apoyo de la adequidad de los humildes era un mero intercambio: asistencialismo por votos. Cuando la renta petrolera se vino a menos y arreció el expediente mafioso de la burguesía parasitaria, el asistencialismo mostro sus grietas y el apoyo popular a la revolución hizo aguas. El resultado electoral del 6D es parte de la concretización de las desavenencias del matrimonio de la adequidad con la revolución bolivariana.

En atención a lo expuesto y siguiendo las orientaciones ideológicas del ÚLTIMO Chávez, el relanzamiento de la Revolución Bolivariana para lograr una nueva conexión con las clases trabajadoras del país y avanzar hacia el cambio epocal socialista, deberá enfrentar la adequidad en sus tres grandes niveles de concreción; en las clases dominadas, en la burguesía parasitaria y en la dirigencia chavista preñada de adequidad. Esta enorme tarea ideopolìtica sólo podrá llevarse a cabo con un inmenso esfuerzo en el desarrollo de un marco teórico e histórico que propicie la emergencia de un nuevo liderazgo de corte netamente anticapitalista. La educación formal e informal, devienen así en los resortes fundaméntales que deben darle solución de continuidad a la adequidad y sustituirla por la necesaria conciencia socialista que hoy está ausente en las masas trabajadoras y explotadas de este país petrolizado. Para que este proceso que lideró el comandante Chávez sea revolucionario, bolivariano y socialista se debe purgar la adequidad hecha conciencia nacional en el pueblo de Venezuela.

NOTAS

1.-ACOSTA ESPINOZA NELSON. http://produccioncientificaluz.org/index.php/espacio/article/view/2100

Fuente: lafogata.org