Argentina, la
lucha continua....
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El d�a que Goebbels revivi�
Por Eduardo Latino
Combate al enemigo insignia. Bajar la guardia y sentir que un escalofr�o recorre la m�dula espinal de un soldado que no despierta de la noche de vigilia. La noche adormece el sentido patri�tico y cuenta los segundos de valent�a de h�roes de papel. El significado queda entramado en una hojarasca de seda, que muestra puntas aterciopeladas en la corrida final, en la huida. Dos centenarios que se parecen a una batalla de soldaditos de pl�stico en un fuerte al descubierto, como una burda imitaci�n marca acme, de alg�n fort�n del lejano oeste, pero es tan s�lo una simulaci�n en una ordenada cancha de polo. S�, el deporte m�s popular del pa�s, tan popular como la accesibilidad a una cancha de golf en la etapa menemista. La tortilla se da vuelta, aunque es la misma cara tost�ndose sin freno alguno.
Los actos del bicentenario terminaron con una fiesta que dej� de serlo desde el minuto cero de partida. Sin empacho y dilaciones, la avanzada cara pintada, payasesca, dalt�nica presumi� el avance de una derecha que busca ocupar un espacio m�s hegem�nico que nunca. Aldo Rico al frente de la retaguardia y la sonrisa c�nica propia de la posmodernidad que vivimos. El mismo que mostr� su ineptitud en Malvinas. El mismo que hoy es festejado como h�roe de una supuesta gesta, como lo hiciese tambi�n Ra�l Alfons�n luego del levantamiento carapintada y su discurso oficial desde la Casa Rosada: ni felices pascuas, ni la casa en orden. Alfons�n dec�a unas palabras enmara�adas donde reconoc�a a h�roes de Malvinas en ese levantamiento. Algunos sectores le atribuyeron un reconocimiento a Rico, que no le correspond�a. El periodista Enrique Vazquez escribi� en su cuenta de facebook un texto que desnuda lo que sucedi� con el valeroso carapintada:
"H�roe, las pelotas"
Hay mucha gente convencida de que el repugnante
Cierta frase confusa del presidente Ra�l Alfons�n, al clausurar la Semana Santa de 1987 -"los amotinados, algunos de ellos, h�roes de Malvinas"- les permiti� a los ac�litos del carapintada inferir que uno de esos supuestos "h�roes" era, precisamente, el canalla Aldo Rico.
Nada m�s lejos de la verdad.
Cuando se produjo el desembarco, el 2 de abril de 1982, Rico permaneci� en Campo de Mayo a cargo de la instrucci�n de un grupo de noveles comandos del batall�n 602. Los veteranos viajaron a las islas bajo la jefatura de Mohamed Al� Seineld�n.
Rico lleg� a Puerto Argentino a bordo del �ltimo H�rcules que pudo aterrizar en la capital isle�a, el 25 de mayo. Estuvo "aclimat�ndose" unos d�as y el 8 de junio le asignaron la que ser�a su primera y �nica misi�n de combate: proteger la ladera oriental del monte Harriet. Lleg� a la elevaci�n a media tarde del d�a 9, al mando de un comando mixto del ej�rcito y la gendarmer�a. El 10 amanecieron rodeados de comandos brit�nicos, que mataron a dos subalternos de Rico: los sargentos Mario Antonio Cisneros y Ram�n Gumersindo Acosta. O sea: mandaron a Rico para evitar sorpresas, y les coparon el monte. �Qu� pas�? Rico y los suyos se quedaron dormidos. Cuando vio caer a los dos sargentos peg� el raje hacia Puerto Argentino, donde se rindi� junto al general Men�ndez cuatro d�as m�s tarde.
La historia es que Chiche Gelblung, ni lerdo ni perezoso, lo invita a su programa por un canal de cable. Al presentarlo lo hace con palabras de reconocimiento a su gesta en Malvinas: "tuvo una destacada intervenci�n, una arriesgada intervenci�n". Al consultarle sobre la pol�mica que hab�a desatado su desfile junto a veteranos de Malvinas al finalizar el desfile militar de los actos del 9 de julio en la CABA, dijo: "Hac�a 16 a�os que las fuerzas armadas no desfilaban (�) no hab�a mucha organizaci�n y las unidades se convocaron y desfilaron como lo hicimos nosotros. �Por qu� le �bamos a pedir permiso? Yo soy un civil, soy un hombre libre. A m� no me da �rdenes ni el Ministro de Defensa ni el Jefe del Estado Mayor". Sin dudas Aldo Rico siente que goza de la impunidad del poder. Impunidad que se expresa en un raid medi�tico por canales, radio y redacciones de peri�dicos. Aldo Rico un hombre de la democracia dicen algunos: un hombre de una democracia burguesa que reprime y aprieta hacia abajo, hacia las mayor�as. Gelblung sabe de eso, sabe de lo beneficioso que es titular para el poder. Lo hizo durante la �ltima dictadura c�vico-eclesi�stico-militar, desde la revista Gente, donde ocupaba la direcci�n de un medio que marc� toda una �poca y encubri� desde cada tapa los asesinatos y las desapariciones de militantes de izquierda en el pa�s. Gelblung y Rico son hijos de la democracia. De una democracia que necesit� de dictaduras para fundamentarse en una forma de distribuci�n de la riqueza donde asegura negocios y rentabilidades fant�sticas para los de arriba, que siempre son unos poquitos, y hambre para quienes desde abajo hacen de la subsistencia sus vidas. Ambos conocen bien las ventajas del Ford Falcon, si es verde mejor, para transitar las calles de una ciudad que oscurece sus luces para no ser reconocida. Tal vez, el mismo Falcon que desfil� provocativamente en ese mismo acto por la 9 de julio porte�a. Mientras Rico se regodea en su impunidad para aseverar que no necesita autorizaci�n de nadie para marchar con los veteranos de guerra, el mismo estado nacional reprime a civiles (como gusta decir al carapintada a grafito) que intentan expresarse en el acto por el d�a a la Bandera en Rosario. �Por qu� el gobierno de Macri, en la figura de Patricia Bullrich, reprime a quienes se movilizan en una jornada de festejos cuando se trata de trabajadores, trabajadoras, estudiantes y militantes sociales?, �acaso Aldo Rico no es un militante pol�tico? Lo dijo con claridad en algunas de las entrevistas que dio y es posible su retorno a la arena pol�tica con sus 73 a�os. Lejos de la condena, el reconocimiento desde el gobierno nacional. El mismo gobierno que habilita una caza de brujas de baja intensidad en los lugares de trabajo dentro del propio estado, como as� tambi�n fundamenta simb�licamente la represi�n continua a quienes desde abajo reclaman lo que les corresponde.
Mientras tanto, el macrismo se llena la boca de palabras declamatorias en favor del "combate a la pobreza", sin�nimo no reconocido de "pobreza cero". Es que hay muchas relaciones entre ese Falcon Verde en el desfile y las pol�ticas en orden a plantear un esquema b�lico en relaci�n a la pobreza. En Brasil es bien conocido este accionar en las favelas: razias y militarizaci�n para eliminar y hacer limpieza racial y de clase en asentamientos urbanos, donde el sistema se ha ocupado de crear espacios delimitados para la pobreza. Pero, �qu� tiene que ver el Falcon verde con el combate a la pobreza? La respuesta es Robert MacNamara. Fue un Harvard boy que sirvi� en la Segunda Guerra Mundial a la fuerza a�rea de EEUU. Pasada la guerra ingresa a trabajar en la automotriz Ford, donde es el encargado de la expansi�n de la empresa en la post-guerra y lo erigi� como el primer presidente de la Ford que no proven�a del linaje familiar. En 1961, Jonh Kennedy lo nombra director del Pent�gono hasta 1968, donde es nombrado presidente del Banco Mundial. Durante su paso por el Pent�gono, MacNamara plante� el estudio de Mao Tse Tung y el Che Guevara dentro de las lecturas obligatorias en el mundo castrense para comprender la l�gica de la guerra de guerrillas, que se extend�a por todo el Tercer Mundo como forma de resistencia e insurrecci�n y como v�a hacia la revoluci�n socialista. El periodista uruguayo Ra�l Zibechi, en su libro Movimientos y Emancipaciones. Del desborde obrero de los �60 al "combate de la pobreza", dice que "el eje de la gesti�n de MacNamara en el Banco fue la estrecha conexi�n que estableci� entre desarrollo y seguridad. En su libro La esencia de la seguridad, escrito durante su �ltimo a�o en el Pent�gono, sostiene que entre 1958 y 1966 hubo 164 conflictos violentos en el mundo, que s�lo 15 fueron enfrentamientos militares entre dos estados y que ninguno fue una guerra declarada. Su conclusi�n era que < (Mendes, 2009: 113). Comprendi� que la pobreza y la injusticia social pod�an poner en peligro la estabilidad y la seguridad de los aliados de su pa�s, y convertirse en factores de inestabilidad que le dieran a sus adversarios, la oportunidad para hacerse con el poder". De aqu�, las famosas teor�as del derrame en el marco del capitalismo que asegurar�a a los pa�ses del Tercer Mundo salir de la pobreza estructural y neutralizar el avance del bloque socialista, conocido como el segundo Mundo y que amenazaba avanzar a nivel planetario a partir de los procesos revolucionarios que se multiplicaban en los pa�ses del sur. Las bases de las dictaduras sangrientas en todos nuestros pa�ses estaban sentenciadas desde las recetas del Banco Mundial y su conglomerado de intelectuales, quienes conformaron a partir de esta etapa un verdadero polo de producci�n de conocimiento y pol�tica para el capitalismo, que comenzaba a ser global.
Para los a�os 80, hay un viraje importante en las pol�ticas del Banco Mundial y pasa de la teor�a del derrame al ajuste estructural, que son los proleg�menos del neoliberalismo en la regi�n. Como comenta Zibechi, MacNamara ya estaba en retirada pero a�n a esa fecha segu�a con el planteo de la pobreza y la equidad, al advertir que pod�an ser desestabilizantes. Sin embargo, es una etapa de disciplinamiento hacia el campo popular a partir de la irrupci�n de las ONGs en la vida social, las cuales se convierten, en muchos casos, en las canalizadoras de la protesta social. El periodista uruguayo muestra que a partir de la relator�a sobre Desarrollo Mundial de 1990 del Banco Mundial, "el binomio ajuste/compensaci�n focalizada de la pobreza como dos caras de un mismo proceso de implantaci�n del neoliberalismo, buscando abordar los < del ajuste para evitar cualquier inestabilidad pol�tica". Esto ha tendido a la fragmentaci�n propia del capitalismo a partir de pol�ticas focales que pierden de vista los contextos y, con ello, reproducen las l�gicas de dominaci�n a partir de lo que Fukuyama llam� el "fin de la historia", el fin de los grandes relatos. Un paso decisivo hacia la desidiologizaci�n a partir del ocultamiento de los procesos hist�ricos y la reafirmaci�n de lo que el fil�sofo croata Slavoj Zizek llama "cinismo posmoderno".
El Macrismo intenta pisar fuerte y dar un giro hacia una combinaci�n de la primera y segunda etapa que describimos. La vuelta al mundo, como anuncia prof�ticamente Mauricio Macri, significa una profundizaci�n de lo que ven�a siendo. Una dependencia de los pa�ses centrales y, en particular, del Banco Mundial que es quien manda en esta pir�mide de poder. La represi�n comienza a ser moneda corriente en nuestro pa�s y es ocultado por los medios de des-comunicaci�n masiva. La propagandizaci�n de las recetas magistrales las conocemos a flor de piel en nuestra historia, en particular en el 2000-2001; que expres� un hartazgo generalizado hacia las pol�ticas de ajuste que sosten�a sin pausa el neoliberalismo en Argentina y que mostraba que las compensaciones no resuelven los problemas de injusticia social, porque el tema de fondo est� dado por la distribuci�n de la riqueza y ese punto no se discute desde la banca imperial. Han pasado poco m�s de seis meses desde la asunci�n de Macri y el cacerolazo, en todos los rincones del pa�s durante el atardecer del d�a jueves, pone en evidencia que las pol�ticas con recetas de ajuste y compensaci�n ya no dan respuestas, son recetas viejas.
El jefe de Gabinete, Marcos Pe�a, el Subsecretario de la Juventud, Pedro Robledo, y la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley recibieron en la Casa Rosada a integrantes del partido neonazi Bandera Vecinal, que est� encabezado por Alejandro Biondini, conocido por su adscripci�n al nazismo, para dialogar en la Mesa de Juventudes Pol�ticas Partidarias sobre la necesidad de acortar la brecha generacional entre sociedad y dirigentes pol�ticos. Sarasa en tiempos de ajuste y palo. Tanto Robledo como Pe�a salieron a despegar al gobierno nacional y dijeron no haber invitado al partido neonazi, sin embargo desde Bandera Vecinal afirmaron haber sido invitados a participar de la mesa por parte de Robledo. Suena todo bastante similar a la controversia p�blica que tuvo que enfrentar el macrismo por el desfile de Aldo Rico y los planteos de autoconvocaci�n al desfile de parte de Rico para despegar a Macri de la invitaci�n a desfilar. Salta a las luces las complicidades y las relaciones de Cambiemos con la derecha m�s recalcitrante del pa�s. Biondini y Rico son expresi�n de esa vieja pol�tica que a�n se mantiene de pie y domina, pero que justifican esa idea de MacNamara de desarrollo y seguridad. Desarrollo que ha significado dolor en los pueblos del sur, como la represi�n a los y las trabajadoras de Ledesma en jueves pasado, mientras estamos a pocos d�as del 40� aniversario del Apag�n de Ledesma que es uno de los cap�tulos m�s oscuros de la historia del pa�s y del movimiento obrero en lucha. Aranguren es sostenido con el �ltimo aliento de un piol�n que no sujeta, mientras millones de personas se movilizan en todo el pa�s para decir con indignaci�n y rebeld�a: basta de tarifazos, basta de apretar hacia abajo. La sabidur�a popular emerge en tiempos de crisis, en tiempos donde la vida se pone en juego y las dignidades intentan ser atropelladas desde el poder. Los versos de Bertol Brech m�s presentes que nunca: "Hay hombres que luchan un d�a y son buenos. Hay otros que luchan un a�o y son mejores. Hay quienes luchan muchos a�os, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles".
Editorial del programa de radio Percepciones (Mendoza)