Argentina, la
lucha continua....
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La clase media y la crisis pol�tica
Por Mariano Massaro
El tablero pol�tico se reconfigura con impensada vitalidad. La velocidad de este evento y los actores involucrados sorprenden solo a los distra�dos. Es que el macrismo comienza a ver debilitado un flanco impensado, constituido por porciones de clase media heterog�nea, como el sector Pyme que representa el 80% del entramado productivo, comerciantes, asalariados de altos ingreso, as� como el sector universitario. A esta acumulaci�n debe consignarse el desplazamiento de sectores del movimiento obrero que ejercieron como ariete contra el bloque popular que condujo el kirchnerismo hasta diciembre pasado, ahora forzado a una defensa corporativa y pragm�tica de sus intereses sectoriales, alternando el rol opositor y conciliador.
La clase media, sector con alta injerencia en el humor social por su eficacia como caja de resonancia del sentido com�n, a la cual le asiste probada capacidad de inclinar la balanza electoral, comienza a manifestar algunas preocupaciones, tales como el miedo a la perdida del empleo. Un 64.7% manifiesta tener miedo a perder el trabajo (Fuente Guiada), y un 82,1% expresan la insatisfacci�n respecto de la lucha contra la inflaci�n (Fuente CEOP). Con una inflaci�n proyectada que supera holgadamente el 40%, y una par�lisis en el crecimiento, en la antesala de la estanflaci�n, �ste sector comienza a cuestionar si sus intereses podr�n ser o no representados por Cambiemos.
El punto de inicio com�n entre el neoliberalismo camuflado del PRO y los sectores medios, parece remoto; ya no se pondera el consenso y coincidencias sobre las quejas al kirchnerismo, vinculadas a nuevas demandas o demandas insatisfechas nacidas del proceso de la d�cada ganada.
Dar�a la impresi�n que nuevamente se pone en marcha el movimiento pendular hist�rico de las clases medias; Resulta que la obscenidad de haber estado discutiendo la eliminaci�n de la cuarta categor�a del impuesto a las ganancias y unos meses despu�s asistir a la sanci�n y veto de una ley Anti-despidos resuena como una sinfon�a descompuesta que los medios no pueden ocultar.
El impacto de la bater�a de medidas producidas por el oficialismo van acumulando cierta energ�a hacia un reproche a Cambiemos, el cual, en esta etapa se expresa solo como queja sin atribuci�n de responsabilidades. Si bien es cierto, que el neoliberalismo les ha concedido un objetivo prioritario, como es el hecho de distanciar los estratos sociales, es decir, ha detenido e incluso, ha hecho retroceder el avance de las clases populares, rompiendo cierto estado de equiparaci�n que las un�a a las clases medias, permitiendo que estas reafirmen su identidad precisamente sosteniendo que son clase media porque no son clase popular, el resto de su abanico de expectativas se ha frustrado hasta el momento.
Asegurada esta segmentaci�n social, la clase media pone el acento en una recomposici�n econ�mica acorde a su estatus social confirmado; �ste hecho les esta siendo negado, atento que las medidas econ�micas, ajuste, no han sido segmentadas, golpeando de igual forma a los dos sectores sociales. Esto no estaba en el plan, afirman.
El impacto sobre los actores integrantes de esa entelequia denominada clase media es diverso: PYMES, cuentapropistas, profesionales y trabajadores con altos salarios. Parecer�a que la medida del reproche de estos sectores contra el macrismo es acorde a la espalda que le asiste a cada uno para aguardar ese famoso "tercer semestre". Aqu� y en consecuencia, las "expectativas" son diversas.
Pero cuando termine de cristalizar esta situaci�n, y as� lo indica la historia, ese malestar tornara sensible el entramado altamente complejo de la identidad clase media, que acorralada econ�micamente suele volver a un esquema axiol�gico progresista. Los ruegos presidenciales solicitando tiempo hasta el tercer semestre en el cual la bonanza llegar� parecen tener o�dos sordos. Despu�s de todo se trata del divorcio m�s anunciado de todos, el de las clases medias con las �lites, puesto que no alcanza la vocaci�n y/o deseo de ascenso, la aspiraci�n de pertenecer para efectivamente pertenecer, y al andar se comienzan a ver los hilos de la operaci�n que forz� a que sectores medios act�en intereses que no le son propios.
Retrasa, circunstancialmente, el cambio de posici�n, una cuesti�n de fe, una convicci�n aspiracional, en �ltima instancia el deseo de no ser traicionado por esa derecha acomodada a la cual se quiere pertenecer, pero tambi�n una cuestionamiento personal que implica asumir el error electoral. Sin embargo, tarde o temprano ese tabique caer� dando paso a la frustraci�n y posteriormente a la bronca, contexto hist�rico donde se consumar� nuevas nupcias con los sectores populares para ejecutar la venganza por el despecho y desatenci�n sufrido. Novela, triste y previsible por cierto, en la cual la dimensi�n simb�lica se torna central, y como cachorro herido se busca reconfigurar la figura protectora del Estado.
Esta operaci�n se base en el deterioro salarial para unos y en la ca�da de las ventas para otros, sean estos los comerciantes o las Pymes; unifica el descontento el enfriamiento de la econom�a y la transferencia de recursos desde los sectores productivos y asalariados a los sectores concentrados de la econom�a. No es el punto desarrollar las variables macro econ�micas que se encuentran involucradas, sino describir los efectos sociol�gicos que �stas liberan. Aqu� se inoculan y fermentan los reto�os de la crisis pol�tica, entendiendo a esta como el desmoronamiento de las relaciones sociales y pol�ticas que sostienen al gobierno.
Complementariamente se encuentra la crisis social que suele ser m�s rudimentaria, m�s lineal y viene desde el barro de la pobreza que se expande exponencialmente. No se trata de ninguna variable simb�lica, sino de una crudeza insoportable a causa de la negaci�n econ�mica del bienestar de los sectores populares, o de la expulsi�n de estas grandes mayor�as populares de las mieles de sus derechos.
Podemos hacer predicciones sobre los tiempos involucrados para que se produzca la unidad de acci�n de ambos sectores, pero en �ltima instancia, con la lecci�n del 2001 fresca, la resoluci�n hist�rica pasar� por los instrumentos pol�ticos que puedan representar ese malestar; es decir, que lo que se debate, es si se ha logrado construir o no un instrumento eficiente para contener esa potencia en queja. Y preguntarnos si la pol�tica que nos damos puede tambi�n sumar a la din�mica del movimiento obrero organizado. Por aqu� pasa la pol�tica con may�scula del momento.
Mariano Massaro. Referente del sindicato de judiciales y miembro fundador Grupo Walsh (Fpv). Nota publicada en Contexto XXI (www.contextoxxi.wordpress.com)