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Argentina, la lucha continua....

Fue en Catamarca hace 42 a�os..., y sus asesinos siguen impunes
La guerra sucia de los�70 comenz� en Catamarca
en Agosto del 1974

16 guerrilleros del Ej�rcito Revolucionario del Pueblo fueron masacrados luego de rendirse

Por
Daniel Benjam�n Saseta
El Ancasti

La llamada "Masacre de la Capilla del Rosario" fue ordenada por el segundo jefe del Tercer Cuerpo de Ej�rcito, general Antonio Vaquero. Las autopsias y testimonios acreditan que 1
4 guerrilleros fueron acorralados y asesinados salvajemente, luego de rendirse ante la superioridad num�rica de su enemigo. La presencia de "tupamaros" en Catamarca. El l�der del fallido intento decopamiento al RI 17,
Hugo Irurzun, fue quien asesin� a Anastasio "Tachito" Somoza, el dictador nicarag�ense asilado Paraguay. La investigaci�n que hoy sigue y las posibles imputaciones que pueden surgir de ella.  
Esta no es una afirmaci�n antojadiza.
Est� respaldada por investigaciones hist�ricas y por testimonios como el de Enrique Gorriar�n Merlo y por Gustavo Plis Sterenberg, en su libro "Monte Chingolo". La llamada "Masacre de la Capilla del Rosario" marc� un antes y un despu�s en la guerra subversiva en el pa�s y abri� un cheque en blanco para el terrorismo de Estado que dej� entre otras heridas un saldo de 30 mil desparecidos en el pa�s durante la �ltima dictadura militar.  
Pero la masacre ocurrida en el "Ca�ad�n de los Walther", como realmente se conoce al lugar ubicado al oeste de la ruta provincial N� 1 y a unos 15 kil�metros de la capital provincial, se produjo un par de a�os antes de la dictadura militar iniciada el 24 de marzo de1976, en pleno gobierno constitucional, que ten�a en la provincia a Hugo Mott como gobernador y en la Naci�n a Isabel Mart�nez de Per�n como presidenta. Eran tiempos de la temible "Triple A", que comandaba "El Brujo" Jos� L�pez Rega, una sombra temible encaramada en las espaldas de la primera magistratura.  
Todo empez� el 9 de agosto 1974, cuando medio centenar de integrantes del
ERP y del Partido Revolucionario de los Trabajadores iniciaron una temeraria operaci�n armada que consist�a en robar de los cuarteles del Regimiento 17 de Infanter�a Aerotransportada de Catamarca pertrechos de guerra. La operaci�n se llevar�a a cabo en forma simult�nea con otra similar en la f�brica de p�lvora de Villa Mar�a, C�rdoba, que a diferencia de la intentona local tuvo relativo �xito y no termin� en desastre.

El grupo hab�a partido del campamento base "La Horqueta", de la compa��a de monte "Ram�n Rosa Jim�nez", en plena selva tucumana. Eran 47 j�venes que no superaban los 30 a�os y estaban bajo el mando del santiague�o Hugo Alfredo Irurz�n, cuyo nombre de guerra era "Capit�n Santiago".  
Irurz�n sobrevivi� a la masacre y se convertir�a luego en un icono de la guerrilla desplegada en Am�rica Latina, a tal extremo que particip� activamente del atentado que a�os m�s tarde en Paraguay termin� con la vida del dictador nicarag�ense Anastasio "Tachito"Somoza.  
La misi�n del llamado "intento de copamiento" consist�a en ingresar sorpresivamente a la base militar que contaba con una dotaci�n de soldados que
superaba el medio millar. El plan iba a contrapelo de lo que indicaban los reglamentos de la guerrilla que dictaban los movimientos del ERP, una idea que estaba destinada al fracaso total y absoluto.

La intentona

El grupo lleg� a Catamarca a bordo de un �mnibus Mercedes Benz alquilado y en las proximidades de Banda de Varela el chofer fue reducido. All� deb�a hacer contacto con una camioneta Chevrolet y un cami�n frutero en el que viajaba oculto el armamento para llevar a cabo la operaci�n. �ste inclu�a fusiles FAL, escopetas Itaca y pistolas ametralladoras PAM.
En el lugar escogido para hacer base los guerrilleros comenzaron a cambiar sus ropas y en esos momentos fueron observados por dos j�venes que pasaban circunstancialmente en bicicleta. Los saludaron y siguieron su camino. Y cometieron el primero error: dejaron ir a quienes los delatar�an ante la polic�a minutos despu�s.  
Polic�as pertenecientes a la Direcci�n de Investigaciones y de la comisar�a Tercera se trasladaron hasta el lugar a observar qu� pasaba y entonces se produjo el primer enfrentamiento armado, que dej� un saldo de dos guerrilleros muertos y varios polic�as heridos.

El plan para robar las armas hab�a comenzado a desandar el camino del fracaso. El repliegue fue inmediato y desordenado, en tres grupos que correr�an distinta suerte. Irurz�n y varios de los guerrilleros emprendieron la hu�da por la ruta provincial N� 1. En el camino despojaron de sus autom�viles a una mujer y a un cura y en ellos llegaron hasta la base "La Horqueta", en la selva del sur tucumano.

Otros guerrilleros se dispersaron y trataron de salir de la provincia por distintos medios. La mayor�a, trece en total, fueron aprehendidos en la Terminal de �mnibus y en otros sectores del Valle Central. Siete a�os despu�s ser�an sometidos a juicio, en un proceso judicial que como todos los llevados acabo durante la dictadura militar vulner� el derecho de defensa en juicio: los condenados ni siquiera vieron la cara del juez que los conden� ni se les inform� de qu� estaban acusados. S�lo se les hizo saber que hab�an sido condenados.

Muerte en el ca�ad�n

La tercera fracci�n del grupo que intent� la operaci�n militar, entre 16 y 18guerrilleros, quedaron al mando de Antonio del Carmen "Negrito" Fern�ndez, un integrante del bur� pol�tico del PRT-ERP cuya participaci�n en una operaci�n armada ser�a objeto de una severa autocr�tica en el seno de la agrupaci�n pol�tica de izquierda.

El reducido grupo qued� aislado en las lomadas adyacentes a la Capilla del Rosario. En un acto de ingenuidad, dos de sus integrantes bajaron hacia San Jos� de Piedra Blanca a comprar pan y fueron detenidos y obligados mediante torturas a informar el lugar en el que se encontraban sus compa�eros.  
Cuando la polic�a se acerc� a las proximidades de la Capilla del Rosario el oficial de polic�a Ram�n Acevedo, que guiaba a las fuerzas de seguridad porque conoc�a la zona, cay� muerto de un balazo disparado por los miembros del ERP.  
La muerte del polic�a Acevedo se transform� en la excusa ideal para tomar represalias desmedidas. En Catamarca confluyeron efectivos del RI 17 y del Tercer Cuerpo de Ej�rcito con sus helic�pteros y armamento sofisticado para la �poca. Tambi�n participaron del ataque al grupo insurgente polic�as locales y de la Federal.

Los diarios de la �poca informaron sobre la refriega armada: 1
4 guerrilleros hab�an sido abatidos por el Ej�rcito y otros tantos se encontraban detenidos. Entonces no se indag� c�mo ocurrieron los hechos. Los vencedores fueron tratados como h�roes de la Naci�n e incluso recibieron las felicitaciones de la entonces presidenta Isabelita.

Sin embargo, a partir de ese momento, sobrevol� el fantasma de la masacre. Las heridas que presentaban los guerrilleros fallecidos denotaban que hab�an sido masacrados. En los protocolos de autopsia confeccionados en aquella �poca tres m�dicos forenses indicaron claramente las lesiones que presentaba cada uno de los cad�veres: todas eran sugestivamente realizadas con armas de fuego en zonas frontales o vitales, a corta distancia e incluso varias en los miembros superiores, un claro indicador de que las v�ctimas hab�an intentado cubrirse con sus manos y brazos, protegerse ya inermes de una ejecuci�n.

Investigaci�n

Pasar�an casi treinta a�os de aquel episodio. Reci�n entonces un grupo de miembros de asociaciones ligadas a la defensa de los Derechos Humanos en Catamarca present� una denuncia formal en el Juzgado Federal de Catamarca en la que se solicit� formalmente que se investigue aquel episodio y, adem�s, que se identifique a cinco cad�veres que hab�an sido sepultados como NN en el cementerio municipal.

Ana Radusky, Guillermo D�az Mart�nez, Mirta Cl�rici y Jorge Alberto Perea, con el patrocinio de los abogados Mart�n Fresneda y Claudio Oroz presentaron una denuncia escrita ante el entonces juez federal interino, Pedro Armando Navarro, en la que se aseveraba la existencia de una masacre, producida cuando el grupo guerrillero ya hab�a depuesto sus armas ante la superioridad num�rica de las fuerzas armadas.

Durante los �ltimos a�os tanto Navarro como su sucesor, Ricardo Antonio Moreno, tomaron medio centenar de testimonios e incorporaron pruebas al expediente, como una colecci�n de fotograf�as tomadas entonces. En las gr�ficas se observa el modo en que eran llevados los cad�veres y la presencia de helic�pteros del Ej�rcito (esto en alg�n momento fue negado por la ex autoridades que declararon), como as� tambi�n algunas de las personas que participaron del acto represivo.

Asimismo, el Equipo Argentino de Antropolog�a Forense exhum� los cuerpos de los cinco guerrilleros sepultados sin nombre en el cementerio municipal y logr� identificar a uno de ellos: Dardo Rutilio Betancour Roth, un "tupamaro" uruguayo que se hab�a sumado a la lucha armada clandestina en el pa�s. Su cuerpo fue repatriado y ya descansa en tierras orientales.

Aunque todav�a no fueron identificados mediante pruebas gen�ticas, los otros cuerpos pertenecer�an a quienes en vida se llamaron Hugo Cacciavillani �tambi�n "tupamaro" uruguayo-, Alberto Rosales S�nchez o Cresencio Molina Iba�ez y Francisco Scocimarro.

Entre los testimonios recogidos durante la investigaci�n unos se destacan m�s que otros. El ex conscripto Fernando Gambarella claramente expuso que los 16guerrilleros fueron acribillados a balazos luego de rendirse, cuando no ten�an posibilidad alguna de defensa.

Mario Marca, un abogado tucumano que ejerc�a la profesi�n particular en Catamarca, en el estudio del entonces ministro de Gobierno Alberto del Valle Toro, brind� en la causa un testimonio revelador. Enterado de que un grupo de guerrilleros del ERP hab�a sido acorralado en las lomadas adyacentes a la Capilla del Rosario intuy� que se iba a producir una masacre y corri� hasta el despacho del ministro para ofrecerse como mediador para evitar un seguro ba�o de sangre.

"Toro me aconseja que no me meta, que no sea pelotudo �el consejo de siempre-.Entonces yo insisto en que trate de hacer algo y se pone en contacto con el coronel (Eduardo) Cubas, jefe del Regimiento 17, y lo pone al tanto de lo que yo ped�a. Entonces Cubas le responde que era imposible cualquier arreglo o mediaci�n, porque el general (Antonio) Vaquero, segundo jefe del Tercer Cuerpo de Ej�rcito, ya hab�a dado la orden de "aniquilar". Y as� ocurri�: fueron, los rodearon y los mataron", recordar�a Marca a�os despu�s.

Al d�a siguiente el abogado fue detenido y pas� los siguientes nueve a�os en varias c�rceles del pa�s. Nunca se le inform� sobre las razones de la detenci�n ni fue sometido a juicio por delito alguno. Poco antes del advenimiento de la democracia recuper� su libertad y opt� por el exilio voluntario.

Por estos d�as la causa transita etapas decisivas. El juez federal Ricardo Moreno est� por fijar fecha para indagar a las dos �nicas personas que todav�a viven y a las que podr�a endilg�rseles alguna responsabilidad en la masacre: los ex militares Mario Nakagama y Eduardo Carrizo Salvadores, quienes fueron sindicados por varios testigos como las autoridades militares que impartieron las �rdenes directas de disparar sobre los guerrilleros rendidos, en el mismo teatro de los acontecimientos.

Los delitos que se investigan son considerados de lesa humanidad y por lo tanto imprescriptibles para la ley penal. Mucho tiempo pas� desde aquel episodio tr�gico. El 12 de agosto pasado se cumplieron 41 a�os, demasiados quiz�s, aunque no tantos si lo que se busca realmente es conocer la verdad de lo sucedido. Y para castigar a los responsables.

Compa�eros fusilados despu�s de rendirse: Mario Lescano, Juan de Olivera, Rogelio Guti�rrez, Jos� M. Molina, Luis S. Billinger, Carlos M. Anabia, Ra�l E. Sainz, Juan C. Lescano, Luis R. L�pez, Silverio Orbano, Roberto Jerez, Rutilo D. Betancour Roth, Alberto Rosales y Hugo Caccivillani Caligari.

Compa�eros, hasta la victoria siempre.....

Fuente: lafogata.org

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