Nuestro Planeta
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Entrevista a Francisco Báez Baquet sobre Amianto: un genocidio
impune (I)
"Abogo por una prohibición mundial, que debería ser absoluta, sin excepciones"
Salvador López Arnal
Rebelión
Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del
pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del
sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el
amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito
editado en las páginas de rebelión).
***
-Creo que esta es la segunda edición de su libro -¡muchas felicidades!-
"Amianto: un genocidio impune". Antes de entrar propiamente en los capítulos de
su libro déjeme ubicarme en sus alrededores ¿Genocidio? ¿No exagera usted usando
un término así?
-Hay dos vertientes a considerar: la cuantitativa, y la cualitativa. Por lo que
respecta a la primera, las cifras cantan. La inclusión del término "genocidio"
en el título del libro, y por lo que respecta a esa vertiente cuantitativa, se
justifica en atención a los datos de muertes originadas por el amianto, que en
la obra se reseñan. Por lo que respecta a la vertiente cualitativa de la
justificación del susodicho término, yo no tengo mejor forma de expresarlo que
recurriendo a reproducir aquí lo que tengo escrito, en lo que pretende ser
continuidad del libro que ya ha sido publicado:
"Aquí sí parece quizás de lo más oportuno traer a colación… mutatis mutandi,
lo que ya estuvo expresado en su día por Federico Engels (1845) en La
situación de la clase obrera en Inglaterra (1845), en las páginas 155-6 de
mi edición:
Cuando un individuo hace a otro individuo un perjuicio tal, que le causa la
muerte, decimos que es un homicidio; si el autor obra premeditadamente,
consideramos su acto como un crimen. Pero cuando la sociedad pone a centenares
de proletarios en una situación tal, que son necesariamente expuestos a una
muerte prematura y anormal, a una muerte tan violenta como la muerte por la
espada o por la bala; cuando quita a millares de seres humanos los medios de
existencia indispensables, imponiéndoles otras condiciones de vida, de modo que
les resulta imposible subsistir; cuando ella los obliga por el brazo poderoso de
la ley a permanecer en esa situación hasta que sobrevenga la muerte, que es la
consecuencia inevitable de ello; cuando ella sabe, cuando ella sabe demasiado
bien, que esos millares de seres humanos serán víctimas de esas condiciones de
existencia, y sin embargo permite que subsistan, entonces lo que se comete es un
crimen, muy parecido al cometido por un individuo, salvo que en este caso es más
disimulado, más pérfido, un crimen contra el cual nadie puede defenderse, que no
parece un crimen, porque no se ve al asesino, porque el asesino es todo el mundo
y nadie a la vez, porque la muerte de la víctima parece natural, y que es pecar
menos por comisión que por omisión. Pero no por ello es menos un crimen.
Un ingrediente indispensable para que, por analogía, se pueda razonar de forma
parecida en relación al amianto, es el hecho de que haya mediado una deliberada
ocultación de sus efectos nocivos. A poner en evidencia ese extremo, se consagra
la totalidad del contenido de la obra, a excepción del capítulo dedicado al
llamado "mesotelioma familiar", al que podemos considerar como el cénit de
malignidad, entre las diversas patologías asociadas a la exposición al asbesto.
-Le preguntaré más tarde sobre ello. "Impune" añade. ¿Por qué impune? ¿No ha
habido resoluciones positivas hasta estos momentos en España o en otros países
afectados?
-Digo "impune" por dos motivos. En primer lugar, porque, como se pone de
manifiesto a lo largo de toda la obra, son innumerables los casos en los que tal
impunidad ha sido manifiesta. Y en segundo lugar, porque el daño causado es tan
inmenso, que no hay justicia humana capaz de equilibrarlo mínimamente.
-¿A quién puede afectar el amianto? ¿A los trabajadores de la industria?
¿Sólo a ellos?
Puede afectar a los trabajadores, a sus familiares, a los vecinos del entorno de
los focos de emisión, a los usuarios de los productos que lo contienen, y,
cuando ya media degradación por obsolescencia del amianto instalado,
indiscriminadamente a toda la población general, esto es, afectando al
medioambiente.
-"Asesino silencioso e invisible, no aflora hasta décadas después" escribe
también usted. ¿Hasta cuándo después? ¿Aflora en todo el mundo que haya
contactado con él?
-El record de tiempo de latencia, entre el inicio de la exposición y el
momento de aparición de los síntomas, en el caso del mesotelioma se cifra en 75
años, pero evidentemente se trata de una distribución gaussiana, en la que lo
más frecuente es que esa cifra quede comprendida entre los 30 y los 40 años, sin
que quepa descartar surgimientos por debajo de los 20 años, ni, hacia el otro
extremo de la distribución, a los 50 o 60.
Sólo una minoría de los expuestos resulta afectado por el mesotelioma. No existe
umbral de exposición, en intensidad y/o en duración, por debajo del cual se
pueda comprobar que el riesgo es nulo. No obstante, la probabilidad en la
afectación, es proporcional a la intensidad acumulada en la exposición.
Sin embargo, esta "espada de Damocles", no viene aislada. Otras patologías
"benignas" del amianto, presentan síntomas similares a los del mesotelioma.
Concretamente, los engrosamientos pleurales, los derrames pleurales no malignos,
y en algunos casos, las placas pleurales hialinas, imitan, por así decirlo, al
mesotelioma, siendo precisos varios años de seguimiento médico, en el caso de
los derrames, para poder descartar un diagnóstico de malignidad. En cualquier
caso, nunca cabe descartar una ulterior transformación maligna, aunque, por
fortuna, se trate de una posibilidad poco probable. Como es fácil de comprender,
la inquietud y consiguiente aprehensión está extendida, entre una población
mucho más amplia que la que, en definitiva, resulta afectada por el mesotelioma,
y que ha podido acceder a esa siniestra condición, sin que ello suponga
necesariamente que con anterioridad se haya sido partícipe de los síntomas que
originan esa transitoria indeterminación en el diagnóstico certero; "limbo" en
el que, como queda dicho, se puede llegar a permanecer hasta tres años.
-Habla usted de que mundialmente más de cien millones de personas han sido
expuestas y que, anualmente, fallecen más de 100.000. ¿De dónde esos datos? ¿Son
reconocidos por todos los investigadores y poblaciones afectadas?
-Se trata de estimaciones formuladas por la Organización Mundial de la Salud
(OMS), que además son concordantes con el reparto de las cifras anuales
correspondientes a las diversas naciones que cuentan con registros. Si alguna
duda cabe, es por subregistro. A ello conduce, por una parte, el descarado
ocultamiento que practican algunas naciones que exportan el mineral, como es el
caso notorio de Rusia, y por otra parte, por la existencia de países, donde o
bien las estadísticas son inexistentes, o bien son tan deficientes, que su
fiabilidad es prácticamente nula. Desgraciadamente abundan; no son pocos.
-¿Cómo cree usted que se puede indemnizar a las víctimas de tanta muerte, de
tanta irresponsabilidad industrial?
-Se aboga por la constitución de un fondo de compensación, que evite la
necesidad de los procesos judiciales. No obstante, ese tipo de solución también
tiene sus inconvenientes. Por citar sólo al más evidente, digamos que una
importante fracción de las cantidades disponibles, terminan en los bolsillos de
abogados, gestores, actuarios, contables, profesionales de la Medicina, etc.
-¿En qué países sigue el amianto sin estar prohibido? ¿Desde cuándo lo estuvo
en España?
-Sólo algo más de cinco decenas de países lo han prohibido. Grandes naciones,
con extensos territorios y nutridas poblaciones, como China, Rusia, India,
Brasil o Indonesia, permiten su comercio y uso industrial. En algunas
importantes naciones, como Canadá o los Estados Unidos, impera un desuso casi
completo, pero sin que exista una verdadera prohibición generalizada; sólo
algunos usos específicos están expresamente prohibidos. Incluso en naciones en
las que se cuenta con una prohibición, como es el caso de las integrantes de la
Unión Europea, la misma contempla excepciones, como es el caso notorio de la
industria del cloro.
En el caso de la prohibición de todos los tipos de amianto (y, por lo tanto,
incluyendo al amianto blanco o crisotilo), España fue una de las últimas
naciones de la Unión Europea en incorporarse a ella, siendo efectiva a partir
del año 2001. Eso fue así, indudablemente –hay evidencias-, por la acción de
lobby de la industria española del asbesto.
-¿Es, como usted afirma, la mayor catástrofe industrial de la historia de la
Humanidad? ¿Aboga usted por la prohibición mundial? ¿Parcial o estaría prohibido
en todos los casos?
-Lo es, en primer lugar, atendiendo a la extensión de la afectación, pero
también por la intensidad del sufrimiento que genera. Difícilmente cualquier
otro contaminante podría disputarle ese siniestro primer puesto.
Abogo, evidentemente, por una prohibición mundial, que debería ser absoluta, sin
excepciones.
-En un plano más personal, si me lo permite. ¿Cuándo empezó a trabajar usted
en empresas que operaban con amianto? ¿Por qué?
-Sólo lo hice en una, Uralita, y lo hice, evidentemente, por los mismos motivos
que tantas personas: como medio de subsistencia, en lo que era una ocupación
acorde con mi preparación. Cuando ingresé en la empresa, y durante mucho tiempo
después, ignoraba que en ella se utilizara amianto, sustancia que no conocía,
más allá de lo que supone una cultura a nivel universitario o de enseñanza
secundaria. En cualquier caso, en mi centro de trabajo –una oficina comercial,
fuera de la fábrica-, no se trabajaba con amianto de una manera ostensible,
limitándose su presencia, como componente de productos ya elaborados con él, a
los fabricados de amianto-cemento, almacenados allí para su venta.
-¿Era entonces consciente de su peligrosidad? ¿Cuándo lo fue?
-No lo era, puesto que, como queda dicho, ni siquiera sabía que se trabajara con
dicha materia prima. Mucho después sí supe que se hacía, pero ni aun entonces
tuve conocimiento de su peligrosidad, al igual que ocurría con la inmensa
mayoría de la plantilla de toda la empresa, en la totalidad de sus centros de
trabajo. Mi primer conocimiento de esa cuestión, lo tuve en el año 1969, a
través de una noticia publicada en la prensa generalista, en la que se
mencionaban los estudios de los investigadores Selikoff y Wagner, en los quedaba
demostrado, fuera de toda duda razonable, el carácter de cancerígeno de todas
las variantes de amianto.
-No conozco estos estudios. Nos da noticias de ellos por favor. ¿Van en la
línea de lo que sabemos actualmente?
-El trabajo del equipo del doctor Wagner, fue el que determinó, en el año 1960,
el nexo causal entre mesotelioma y amianto. Las publicaciones del doctor
Selikoff, a lo largo de toda su trayectoria profesional, basadas en cohortes de
expuestos, inusitadamente amplias –y, por lo tanto, con una formidable evidencia
epidemiológica-, sentaron las bases, junto con el trabajo de Doll, relativo al
nexo del cáncer pulmonar con la exposición al asbesto, sobre las cuales se ha
edificado toda la extensa bibliografía científica relativa a la nocividad del
amianto. Otros desarrollos ulteriores, evidentemente, se han venido a incorporar
a esa temática básica.
-¿Cuándo dejó su trabajo en Uralita? ¿Lo hizo por enfermedad?
-Hacia principios de la década de los años 80 del pasado siglo, pasando a
trabajar en una empresa del grupo Uralita, filial dedicada a la fabricación de
tejas de hormigón. Hasta el presente, no se ha manifestado síntoma alguno de que
esté afectado por ninguna patología específicamente asociada a la exposición al
asbesto (otra denominación del amianto). Eso no excluye, en el caso concreto del
mesotelioma –cáncer de pleura, peritoneo, túnica vaginal de los testículos,
pericardio, o, con una incidencia ya sensiblemente menor, el mesotelioma maligno
primario, asentado en hígado, apéndice, bazo, páncreas, íleon, omento o epiplón
mayor-, no excluye, repito, el riesgo de que en un futuro pudiera resultar
afectado. Eso es así, porque en el caso concreto de esa patología maligna, está
demostrado que pueden bastar exposiciones puntuales, muy débiles o esporádicas,
que en mi caso sí se produjeron, lo que sería prolijo de explicar.
Digamos que, en teoría, una única fibrilla microscópica, actuando sobre una
única célula, podría desencadenar un mesotelioma. Ni la epidemiología, ni los
estudios experimentales, jamás han podido identificar umbral alguno, por debajo
del cual no haya evidencia de riesgo. Es eso lo que determina y justifica el
hecho de que en muchos países se haya optado por la prohibición del uso del
amianto, al tratarse de un problema prácticamente intratable, salvo con esa
drástica medida.
-Perdone mi ignorancia: ¿asbesto es lo mismo que amianto entonces?
-Efectivamente. En las lenguas derivadas del latín –español, francés, italiano,
portugués, rumano-, se suele usar exclusiva o preferentemente el término
amianto, mientras que en las anglosajonas, germánicas y eslavas, se suele
emplear exclusivamente el de asbesto, en sus respectivas variantes
nacionales. En mi caso, suelo recurrir indistintamente a ambos términos, como
medio estilístico de no abundar en repeticiones.
-Hemos hablado ya un poco de ello en términos mundiales, pero ¿sabe usted
cuántas personas, cuántos trabajadores han sido afectados por el amianto en
España? ¿Y en Europa?
-Los afectados por el amianto, desgraciadamente no son sólo los trabajadores,
como le he dicho antes, aunque ellos constituyan el grueso. También resultan
afectados sus familiares, y los vecinos del entorno de los focos industriales de
exposición (muelles de descarga, fábricas, talleres, canteras, etc.). En el caso
del mesotelioma, los estudios epidemiológicos evidencian que esa afectación
difusa alcanza radios expresables en kilómetros completos, también en
concordancia con la dirección de los vientos predominantes.
Los datos, en el caso de España, son diferentes según la fuente consultada. Esto
pone ya de manifiesto que existe un reconocido problema de subregistro, en
ausencia de una estadística oficial fiable y científicamente idónea, de
generalizada aceptación. Es proverbial –y así ha sido denunciado a nivel
internacional en el ámbito científico-, nuestra exhibición de irreales cifras de
afectación y de mortalidad, netamente incompatibles con nuestro pasado de
importante utilización del amianto, en condiciones higiénicas no precisamente
ejemplares. Esto no puede ser meramente casual.
En cuanto al conjunto de Europa, y limitándonos al mesotelioma (que permite
eludir toda confusión con el efecto del hábito de fumar, dado que para esa
patología maligna no existe efecto potenciador, a diferencia de la gran sinergia
observada en el caso del cáncer pulmonar), se observó por Tossanaiven una
proporción de una muerte por cada 170 toneladas/año consumidas. Las cifras
respectivas de cada país, en términos generales concuerdan con esa estimación.
Sin embargo, teniendo en cuenta el dilatado tiempo de latencia del mesotelioma
(esto es, el intervalo temporal entre el inicio de la exposición y el
fallecimiento del afectado), cifrada en varias décadas, determina que, puesto
que en Europa llegó un momento en el que ya no se utilizó amianto (con
excepciones), todo ello origina que la curva representativa del número de casos
registrados, no haya alcanzado todavía su punto máximo, que se espera que
suceda, aproximadamente, en la próxima década. Las sucesivas cifras anuales
crecientes, así lo atestiguan.
Como quiera que sea, desgraciadamente, la prohibición de uso del amianto, no es
de alcance mundial, por ello, niños que todavía no han nacido, seguirán muriendo
por el amianto, en años y décadas sucesivos, allí donde éste todavía no se lo
prohibió.
-Una pregunta delicada, discúlpeme. ¿Tiene miedo por lo que puede suceder en
el futuro en su caso?
-En general, no. Pero a todos aquellos a los que el amianto se nos cruzó alguna
vez en nuestras vidas, un simple dolor de costillas flotantes, por un
enfriamiento o por una mala postura en el descanso nocturno, puede,
evidentemente, desencadenar de inmediato nuestra alarma.
-Hablando de la enfermedad, ¿cómo opera concretamente el amianto en los seres
humanos?
-Pues generando diversas patologías: desde los molestos cuernos cutáneos
o callos del amianto, hasta el mesotelioma familiar –en el que dos o más
miembros de una misma familia resultan afectados por ese incurable y mortal
cáncer de los tejidos con origen embrionario en el mesotelio, y que evidencia
una etiología prácticamente exclusiva respecto de la exposición al amianto.
Entre ambos extremos de gravedad, tendríamos: a la asbestosis (fibrosis del
parénquima pulmonar), al cáncer de pulmón, al cáncer de laringe, al cáncer de
ovarios, a la paquipleuritis, al derrame pleural "benigno", a las placas
pleurales calcificadas –también las hay peritoneales-, a las atelectasias
redondas, a las adherencias pleurales, a la obliteración de los ángulos
costofrénicos, a las alteraciones de la línea de unión pleural, a la fibrosis
mediastínica o retroesternal, al cor pulmonale (de fatal desenlace), a la
pericarditis constrictiva no neoplásica (fibrosis pericárdica), al derrame
pericárdico "benigno", a las adherencias pericárdicas, a la acropaquia, a la
EPOC, a las bronquiectasias por tracción, y a la fibrosis retroperitoneal.
Algunas de estas patologías asociadas, cuentan con reconocimiento como
enfermedad profesional en algunas legislaciones extranjeras, sin que ocurra lo
propio en la nuestra.
Después tendríamos a las patologías asociadas inespecíficamente, como las
alteraciones del sistema inmunológico, tales como las adenopatías o
linfadenopatías, la vasculitis no paraneoplásica, la artritis reumatoide, o la
gammapatía monoclonal de significado incierto, etc. También han de considerarse
los daños iatrogénicos generados en el diagnóstico o en el tratamiento, y no
necesariamente originados por una mala praxis médica, sino por la propia
agresividad de la terapia paliativa aplicada.
Finalmente…
-¿Hay más?
-Hay más. Tendremos finalmente a un incremento en la tasa general de todo tipo
de cánceres, una reducción de la esperanza de vida, una tasa de mortalidad
elevada, y un daño moral, angustia o padecimiento psíquico, que algunas
sentencias van ya reconociendo, y que en algunos casos incluso ha llegado hasta
a determinar el suicidio.
Cuando, en relación con los efectos de la exposición al amianto, se habla de
enfermedades pleuropulmonares, se está incurriendo en una grosera
simplificación, que hurta la apreciación de la verdadera dimensión del asunto.
Las neoplasias más frecuentes en su asociación al asbesto –el mesotelioma y el
cáncer pulmonar-, son determinantes, a su vez, de metástasis y de síndromes
paraneoplásicos asociados, que afectan, respectivamente, a las más diversas
partes del organismo.
Citemos, como ejemplo de estos últimos, y entre los más invalidantes o con una
incidencia más negativa en la calidad de vida del enfermo (si es que cabe hablar
así), a la trombocitosis, a la coagulación intravascular diseminada, al
embolismo pulmonar, al taponamiento cardíaco, a la degeneración cerebelosa
paraneoplásica, a la encefalitis límbica paraneoplásica, al síndrome de la
persona rígida, del hombre rígido, o síndrome de Moersch – Woltman, a la
endocarditis trombótica no bacteriana o endocarditis marántica, a la vasculitis
leucocitoclástica paraneoplásica, a la osteoartropatía pulmonar hipertrófica,
etc., etc.
Estos síndromes paraneoplásicos, eventualmente pueden surgir varios de ellos, en
simultaneidad, en un mismo enfermo, en adición a la neoplasia maligna que los
originó.
-Conoce muy bien el tema. ¿Se ha especializado en el tema? ¿Ha estudiado
Medicina?
-Mi afán de consolidar conocimientos, es continuo y a tiempo completo, hoy ya
jubilado. En ello persevero, desde que comencé a reunir bibliografía, con la
indispensable ayuda de mi sindicato, Comisiones Obreras, allá por el principio
de la década de los años 70 del pasado siglo. Actualmente, con ordenadores,
Internet, bases de datos, acceso "on line" a resúmenes o a textos completos,
etc., las facilidades son incomparablemente superiores a las vigentes cuando
empecé esta andadura, reuniendo una bibliografía –hoy depositada en la
Universidad de Granada y en el Archivo Histórico de Comisiones Obreras de
Andalucía-, que en su momento no tenía parangón en España. Lo importante,
evidentemente, era asimilar adecuadamente su contenido. No he estudiado
Medicina, aunque mis preferencias han versado mayormente hacia la Biología, en
general. La asimilación se facilita, a medida que crece la familiarización con
el tema. Como decía jocosamente el doctor Cruz Caballero –médico de empresa de
la fábrica de Uralita en Sevilla-, yo "juego con ventaja", al no tener que
ocuparme más que un único grupo de patologías (las relacionadas con la
exposición al amianto), pero eso, evidentemente, también tiene sus limitaciones,
inconvenientes y riesgo de inexactitudes, que procuro soslayar. Además,
actualmente, en todo ello me ayudan algunos profesionales –de oncología,
neumología, radiología, epidemiología, o historia de la Medicina, etc.-, tanto
de nuestro país como de otras naciones, y con los que mantengo asiduas consultas
sobre temas puntuales y concretos.
-Paso ahora a preguntarle por las dedicatorias del libro -¡más de 18
páginas!- y por la semblanza personal que en él se incluye. ¿Le parece?
-Me parece.