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Medio Oriente - Asia - Africa

El triángulo Estados Unidos, Arabia Saudita, Israel, y la doctrina de guerra Dahiya en Gaza

Gustavo Herren

ARGENPRESS.info

A medida que Israel se expande desde hace 66 años, ha reconfigurado la densidad de la población palestina en regiones no conexas dentro del mismo país, por ocupación directa, asentamientos de colonos apoyados por el ejército, muros divisorios y demás, cuya superficie actual es el 12% del territorio palestino asignado por las Naciones Unidas en 1947, que fue dividido aproximadamente por mitades entre judíos y árabes. Las sucesivas colonizaciones con expulsiones y desplazamientos de palestinos, han sobresaturado de habitantes y refugiados la Franja de Gaza, por encima del crecimiento demográfico (5000 habitantes/ kilómetro cuadrado). Pero hay un hecho fundamental. Tel Aviv nunca va a permitir que surja como rival un Estado Palestino soberano e independiente, con Fuerzas Armadas fuertes y misiles (como los de Israel) en su propio borde.

Como corolario, va a impedir por todos los medios toda unidad palestina, con guerras en que cada pacificación es el principio de otra guerra. Pero Hamas, es un movimiento social que cuenta con un apoyo activo y pasivo de una parte relevante de la población, de modo que para definir el conflicto a su favor Israel no deberá suprimir uno o varios grupos de la Resistencia armada sino, a gran parte del pueblo palestino. En estas condiciones, solo los muertos verán el fin de la guerra.

Actualmente, en la Franja de Gaza hay aproximadamente 1,8 millones de palestinos, las sucesivas hostilidades con Israel han producido una fracción de bajas incluídos los asesinatos de civiles, mucho menor que el total de la población, de modo que la solución final de Tel Aviv está orientada a crear condiciones de vida insostenibles, que sumado al bloqueo desde hace 7 años, configuran una cárcel infernal a cielo abierto. Es necesaria la inviabilidad de formar un Estado, para facilitar la expulsión y el éxodo de la mayor parte del pueblo árabe que quiera abandonar Gaza o sea hostil a Israel, habiendo exterminado previamente a todos los enemigos armados, para finalmente en el mediano, largo plazo anexar el territorio como colonia y llegar a un Estado judío puro. Tal como lo explica Moshe Feiglin vicepresidente del parlamento israelí, en un plan de 7 etapas, cuatro de las cuales ya se están cumpliendo. Otro plan con objetivos similares, está planteado para Cisjordania. El desplazamiento de la población de Franja de Gaza podría ser hacia Egipto (Sinaí). El ex ministro egipcio de Relaciones Exteriores, Ahmed Abul Gheit, afirmó que Washington había presionado al ex presidente Hosni Mubarak para recibir a los expulsados palestinos, y que la revuelta que produjo su dimisión (2011) fue inducida a causa de su oposición al plan israelí. Nuevamente hasta el golpe militar de al Sisi, la Hermandad Musulmana financiada por Arabia Saudí y por Estados Unidos, intentó promover junto al presidente Mohamed Mursi una enmienda de la Constitución egipcia con un carácter divisionista, que apuntaba a un Estado Islámico, excluyendo a la población de cristianos, del sur de Egipto y abriendo el Sinaí a los palestinos y a Hamas.

La influencia del los capitalistas estadounidenses de ideología sionista es relevante sobre los sucesivos gobiernos de Estados Unidos, en los bancos privados que forman la Reserva Federal y en el conglomerado financiero de Wall Street. Esta oligarquía sionista que controla buena parte de las grandes transnacionales y más de la mitad de la economía y finanzas, está compuesta en su mayoría por judíos pero también por cristianos y no judíos. Después de la Segunda Guerra Mundial, estos lobbys comenzaron a ponerse en evidencia. Al retirarse el presidente Truman comentó que, las fuertes presiones que había recibido para que los Estados Unidos influenciara sobre otros países en la Organización de Naciones Unidas (ONU) a favor de la partición de Palestina para la fundación del Estado de Israel (1947), fueron por los sectores pro sionistas. El rol de estos lobbys de presión explica en parte la simbiosis entre Tel Aviv y Washington en asuntos militares, política exterior e intereses geopolíticos. El principal lobby que opera en la Casa Blanca y el Congreso, es el poderoso Comité de Asuntos Públicos de Estados Unidos e Israel (AIPAC; American Israel Public Affairs Committee). Así a modo de ejemplo, la Casa Blanca condenó el ataque del Ejército israelí contra una escuela de la ONU para los refugiados palestinos en el campo de refugiados en Jabaliya (Gaza), donde fueron asesinados más de 19 civiles palestinos. Pero poco después, Washington confirmó que suministrará a las fuerzas militares de Israel municiones para su campaña en Gaza, incluidas granadas de mortero, municiones para lanzagranadas y fondos para fortificar el escudo antimisilístico. Mientras el contralmirante John Kirby, portavoz del Departamento de Defensa decía '...Estados Unidos está comprometido con la seguridad de Israel, y es vital para los intereses nacionales ayudar a Israel a desarrollar y mantener una capacidad de autodefensa fuerte y disponible'.

A pesar de que el gobierno israelí asegura que el sistema de defensa antiaérea Cúpula de Hierro (Iron Dome) contra los cohetes de Hamas tiene una eficiencia en el 86% de las intercepciones, y de la propaganda de Washington que aumentará los fondos para suministrar más misiles interceptores, un trabajo científico del físico estadounidense Theodore Postol (1), demuestra que el sistema solo puede interceptar el 5% de los cohetes, y asocia el escaso número de bajas israelíes a la alta eficiencia del sistema de alerta civil ante ataques aéreos y a la amplia red de refugios de rápido acceso impenetrables para los cohetes de Hamas, que a su vez aunque son lanzados sobre áreas con población civil y sobre los asentamientos israelíes que ocupan tierras palestinas, caen en sitios aleatorios por carecer de sistema de guiado. Parecen ser un arma psicológica mas que letal, ya que han producido un desplazamiento de miles de colonos israelíes de esos asentamientos, pero no así de bajas. Israel también responde tomando como blanco a población civil, pero la asimetría es tal que los misiles de sus drones que sobrevuelan 24 horas, y su bombardeo por tierra, aire y mar no caen aleatoriamente sino que sus puntos de impacto son cuidadosamente elegidos, causando una carnicería humana e incluso dirigidos hacia los más débiles, niños, ancianos, mujeres y enfermos. En general el bombardeo a la población civil produce en ésta, consecuencias psicológicas devastadoras, y fueron muy utilizados durante la Guerra Mundial II por ambos lados. Esto no es casual es intencional, ya que Israel vuelve a aplicar la terrible doctrina de guerra llamada Dahiya, como ya lo hizo en la ofensiva anterior de Plomo Fundido.

La estrategia fue desarrollada por el general israelí Gadi Eizenkot, y ensayada en 2006 en el barrio chiita de Dahiya (Beirut, Líbano) que quedó reducido a escombros y muerte. La doctrina israelí Dahiya se aplica para el combate de fuerzas regulares contra fuerzas irregulares urbanas mezcladas con la población civil. Este es el caso de Hezbollah y de Hamas, en que una masa crítica relevante de la misma población apoya a la organización en forma activa y pasiva de modo que no presenta un frente de combate bien definido. La estrategia consiste en no solo dirigir la ofensiva contra los civiles, sino también aplicar una superioridad de fuego totalmente desproporcionada respecto de las acciones del enemigo, causándole a la población civil un brutal daño y destrucción. Los objetivos son la disuasión y evitar una guerra de guerrillas prolongada, como le sucedió a Estados Unidos con la Resistencia en el empantanamiento de Irak. Pero también, la estrategia apunta a que la población no solo culpe de su desgracia mayor al agresor, sino que comience a culpar a sus propios dirigentes, debilitándolos y creándose las condiciones para su caída. En esta doctrina, la población es considerada como objetivo militar y por otro lado, se usa a la Franja de Gaza como campo de pruebas para la poderosa industria militar israelí. Esta estrategia de guerra también se aplica en Ucrania, con el 'castigo' de Kiev a los pueblos independentistas de la región del Donbas.

Por otro lado, se puede observar de manera evidente, la alianza entre Tel Aviv y Washington. En un principio Israel fue neutral, pero durante los 50's comenzó a aproximarse a Estados Unidos con una postura fuertemente anticomunista, que actuaría contra la ola de los nacionalismos árabes laicos de mediados de esa década de la Guerra Fría. Liderados por Egipto y el anticolonialismo de Nasser, el panarabismo atendía reivincaciones populares en la línea del socialismo. Washington también utilizaba en su contra y para contener a la URSS en la región, a Arabia Saudí. Así John F. Kennedy comenzó a suministrar armamento a Israel, y a partir de su asesinato (1963) se formalizó una alianza militar estratégica de hecho, que se fortaleció a lo largo de la década y cristalizó en los 70's cuando Estados Unidos alcanzó su máximo en la producción petrolera interna, y Tel Aviv pasó a ser aliado garante militar de los intereses de Washington en la región. Desde su creación, Israel siempre recibió un aporte económico significativo de Estados Unidos, lobby hebreo imperial mediante, desde 1979 cuando firmó la paz con Egipto la ayuda militar anual era en promedio de 1800 millones de dólares, y a partir de 2007 pasó a ser 3000 millones .

Pero Israel no es el único aliado de Washington en Oriente Medio. La historia de la casa Saud de Arabia Saudí fué reconstruída para el público en función de la enorme riqueza petrolera en tiempos de la compañía nacional de petróleo Aramco, que poco tenía de nacional, ya que fue fundada a partir de una derivación de la Standard Oil, de Rockefeller. El origen de la familia Saud no es noble, ni descendiente del profeta Mahoma como se quiere hacer creer.

En el siglo XVIII cuando Arabia era parte del Imperio Turco Otomano, la tribu nómada de los Saud se asoció con el clan de los reconocidos fundamentalistas y asesinos wahabitas (salafistas o tafkiristas). Su pensamiento en contradicción con el Islam, es intolerante, autoritario y racista, ideal para manipular a sus seguidores. Hacia principios del siglo XIX, Gran Bretaña ocupó Bahrein y se alió con Ibn Saud jefe de la tribu Saud aliada a su vez de los asesinos wahabitas, porque justamente los británicos necesitaban utilizar el odio de los fundamentalistas contra los otomanos, para derrotarlos. En realidad cuando el imperio Británico puso en el poder a la familia Saud y a sus socios seculares los wahabitas, nació Arabia Saudí, que luego aspiraría a controlar toda la región. A principios del siglo XX, todavía no se conocía el volumen enorme de los yacimientos de petróleo en Arabia, las petroleras inglesas comenzaron a explotar el crudo iraní y llegaron a controlar casi todos los campos petrolíferos de Oriente Medio, sin embargo no arreglaron con los Saud que pretendían regalías de explotación más altas. En 1932 los británicos dieron la independencia a Arabia Saudí, que al año siguiente acordó con Rockefeller y su petrolera la Standard Oil. Cuando se descubrió que 1/4 de la reservas mundiales de petróleo estaban en su subselo, Arabia Saudí pasó a ser un país vital y estratégico para Washington. En 1945, luego de la Guerra Mundial II, el presidente Roosevelt y el rey Ibn Saud (fundador y primer rey de Arabia Saudita) firmaron un acuerdo en el largo plazo en que Arabia Saudí suministraría a Estados Unidos petróleo barato a cambio de su protección militar, y la supervivencia y estabilidad en el poder para la familia Saud.

Así Estados Unidos fué reemplazando a los colonialistas europeos beneficiándose del crudo barato, y los Saud recibiendo grandes masas de dólares. Los petrodólares, que cerraban el ciclo volviendo a Estados Unidos indirectamente mediante deudas externas eternas que contraían las dirigencias cipayas de los países, y por enormes ventas de armamentos a Arabia Saudí que utilizaba para mantener el régimen, para el control y represión social, y que en gran parte derivaba hacia los grupos fundamentalistas que encubría. El territorio de Arabia Saudi se fue constituyendo en el mayor sistema de generadores de extremistas yihadistas de la región.

La estrategia que usa el régimen monárquico Saudí en el frente interno para sobrevivir, y en el externo para proyectar su influencia y poder, asegurando sus intereses y los de sus socios, es fomentar la desestabilización y la división (fitna) en el Oriente Medio. Sus manifestaciones son entre otras, impulsar divisiones étnicas (como entre árabes y persas (Irán)), religiosas (como entre islámicos y cristianos), confesionales (como entre sunitas y chiitas), fomentar la violencia sectaria y utilizar cualquier diferencia para amplificar conflictos. Esta estrategia de la inestabilidad, la guerra y la política de división es la misma que usa Israel, como el racismo contra los árabes, y la misma que en forma de caos controlado aplica el referente imperial de ambos, y que es difundida al menos a Africa y sudoeste de Asia.

Este conjunto de grupos terroristas yihadistas con sus versiones degeneradas del Islam basadas en la intolerancia, tienen una doble función. Para la alianza Saudí/Washington son funcionales en crear inestabilidad, divisiones y un caos ordenado tal que, en última instancia sus intereses comunes y la geopolítica imperial en la región obtengan un beneficio neto. Se trata de que las crisis desatadas contra el Imperio y sus aliados, a su vez les dan la oportunidad de alcanzar sus objetivos. Después de la Guerra Mundial II, los enemigos de la alianza fueron el panarabismo, el nacionalismo anticolonial árabe laico nasserista con características socialistas, así como el comunismo de la URSS contra los que se utilizó el panislamismo extremista y los yihadistas engendrados y difundidos por Arabia Saudí. Pero su acción vá mas allá de Oriente Medio, como en Yugoslavia, Chechenia, China y antes del colapso de la URSS en Afganistán, donde había sido elegido un gobierno proUnión Soviética que estaba tomando medidas socialistas a favor del pueblo, como una reforma agraria. Estados Unidos recurrió entonces entre otros, a los combatientes yihadistas wahabitas formados por su socio Saudí para desestabilizar al gobierno afgano, lo que disparó la intervención de Moscú, para el público de occidente llamada 'la invasión soviética', que llevó a la guerra en Afganistán.

Al colapsar la URSS, Washington reemplazó la amenza comunista por la amenaza del terrorismo internacional y de las nuevas asimetrías, en que los distintos grupos yihadistas incubados en Arabia Saudí cumplen el doble rol, aparentemente excluyente, de terroristas anti-occidentales pero indirectamente funcionales a Estados Unidos y sus socios en Oriente Medio. Los fundamentalistas wahabitas odian a los alauitas, como el gobierno sirio de al Assad un país laico, es decir que acepta y promueve la convivencia pacífica entre las distintas religiones, una tolerancia que induce a la unidad, al igual que Irán y Libia en época de Kadafi, países atacados por el amplio espectro de estos grupos entrelazados con Arabia Saudí y aquellos que necesitan una política de división, como son sus aliados Estados Unidos/Israel, y los atlantistas europeos. En un colectivo social, la división provoca debilidad, corrupción, caos y desorganización y permite que elementos externos unidos y bien organizados penetren y tomen el control, el campo propicio para la gran industria militar que junto a las grandes corporaciones transnacionales succionarán los recursos de los países víctimas, donde los hidrocarburos y el agua dulce encabezan la lista para el Oriente Medio.

La alianza Saudí perdió alguna vigencia en el 2007, cuando Washington cambió su centro de gravedad estratégico de Oriente Medio a Asia, es decir China y Rusia, y cuando anunció un próximo autoabastecimiento de hidrocarburos por el descubrimiento de grandes yacimientos no convencionales, lo cual está en dudas ya que incluso podría ser una maniobra contra Rusia por Ucrania y el abastecimiento de gas a Europa, además de intentar sabotear a la OPEP y Venezuela. (2)

A su vez, el triplete se cierra con la relación entre Arabia Saudí e Israel. Cuando después de la Guerra Mundial I, las potencias colonialistas europeas Inglaterra y Francia se repartieron Oriente Medio, y los británicos dibujaron en un papel las fronteras que tendrían los países, de hecho gestaron a Arabia Saudí e Israel, aunque sus independencias dieran a luz después de una década. Pero el rol de ambos países en Oriente Medio tiene puntos en común en cuanto a sus intereses y los de su aliado, el Imperio. Entre otros, deben mantener control sobre los hidrocarburos, rutas energéticas y asegurar el libre acceso a su mandante, restringir el acceso y la influencia regional en su momento de la URSS, hoy principalmente de Rusia y China, y luchar contra el comunismo hoy reemplazado por la guerra contra un terrorismo internacional prefabricado. También tienen enemigos históricos comunes entre los países con carácter laico, como se mencionó entre otros Irán, Siria, Libia (con Kadafi), Egipto (nasserista). Arabia Saudí e Israel tienen un pacto temporario implícito de no agresión y son armados y apoyados por Estados Unidos. Si bien el acuerdo debe evitar que Irán emerja como potencia regional junto a sus aliados y cualquier otra forma de resistencia significativa, opera simultáneamente como frente de los Estados Unidos/OTAN, pero tiene también una cota superior y es que Israel debe evitar que surja Arabia Saudí como potencia rival y viceversa. Por eso Washington ha armado fuertemente a otros como Qatar, Jordania y Turquía.

El triángulo de pactos encubiertos y alianzas de conveniencia entre Estados Unidos- Israel- Arabia Saudí se va observando en los hechos. En 2006, el general de la OTAN, Wesley Clark, que participó en la carnicería de civiles en la ex Yugoslavia, reveló el plan neocon llamado 'de los 5-años', invadir siete países en cinco años (en principio desde 2007 a 2012) : Irak, Siria y Líbano, luego Libia, Somalia y Sudán, finalmente Irán. Lo que está en sintonía con las intervenciones militares que se vienen sucediendo, Arabia Saudí en Yemen, Bahréin, Siria y las de Israel en Líbano, Sudán, Siria e indirectamente en Irán, y otros.

Apantallado en la opinión pública mundial por el genocidio en Gaza, están llevándose a cabo otro genocidio no menor, el de la tríada gobierno de Kiev/ Estados Unidos/ OTAN que aplica una doctrina de guerra devastadora similar a la Dahiya, contra el pueblo del Donbas, al Este de Ucrania. El bloqueo a la región, el sitio y bombardeo militar de Kiev a las ciudades ha producido una catástrofe humanitaria con la matanza de población civil, y hasta el momento más 700.000 desplazados que se han refugiado en Rusia y más de 100.000 dentro de la misma Ucrania. Detrás de los crímenes de guerra de Gaza y Ucrania aparece un factor común, Estados Unidos, en un caso culpando a la organización social Hamas etiquetada como terrorista, y por otro a Rusia por la guerra civil y la desgracia ucraniana, cuando el golpe de Estado de Kiev a partir del Euromaidán esta siguiendo el guión de Washington y la Alianza Transatlántica. Lo que se está consiguiendo en Gaza y Ucrania luego del horror y del terror, es un espiral creciente de odio que se realimentará en los bandos enfrentados con nuevas venganzas, y que trascenderá los tiempos del conflicto armado, transmitiéndose por generaciones.

Casualmente, dos carnicerías más, tapan los salvajes genocidios del sionismo israelí en Gaza y el fascismo de Kiev en Ucrania. La primera en Irak. El grupo extremista wahabita sunita del Estado Islámico de Irak y Siria, Daesh (en árabe), 'pariente' de al Qaeda y por consiguiente de Arabia Saudí, que es apoyado por ésta y Qatar con armas, por Estados Unidos y Gran Bretaña con entrenamiento y financiamiento, y por Israel que entrenó militarmente a su líder al Bagdadí, intensifica oportunamente una ofensiva de exterminio étnico religioso al norte del Irak kurdo, y Obama anuncia la tradicional ayuda humanitaria del Imperio con una intervención militar bombardeando con drones y aviación naval a Daesh, para proteger a los refugiados yezidi acorralados en las montañas, evitar un posible genocidio, y ayudar a las fuerzas iraquíes protegiendo a los civiles. Aunque omitió decir, que Estados Unidos y sus aliados habían asesinado directa o indirectamente a más de un millón de civiles iraquíes con sus guerras desde 2003 para la liberación de Irak. Sin embargo aseguró también, que la intervención es por solicitud del gobierno iraquí y de carácter estratégico para hacer retroceder al grupo islámico terrorista y afirmó '...pero solo podemos hacerlo si sabemos que tenemos sobre el terreno socios que son capaces de llenar el hueco'. Esto significa la exigencia, junto con sus aliados de la Unión Europea, para que el primer ministro iraquí al Maliki resigne su cargo y sea formado un nuevo gobierno de 'unidad' con chiitas, sunitas y kurdos, lo que al Maliki rechazó asegurando que sería un golpe de Estado contra la Constitución y el proceso político en el país.

El problema para Washington, Arabia Saudí e Israel sus 'guardaespaldas' en la región, y sus socios europeos es que, su influencia sobre Irak comenzó a decrecer con la gestión de Maliki. Su gobierno chiita, no solo tiene buenas relaciones con al Assad de Siria (de religión islam alauí, que tiene puntos en común con el islam chiita), sino también con Irán (persas chiitas). Washington y sus foragidos consideran que el actual gobierno de Irak incrementa la influencia de Irán en la región, y han recurrido a las oportunidades que les brindan sus enemigos funcionales, los yihadistas del Daesh. El avance sangriento de este grupo sobre el norte Irak y Siria, debilitó al premier Maliki preparando un cambio de gobierno pro-occidental contrario a Teherán, y justifica la intervención de Washington en lo político y militar, no solo en Irak, sino dirigida a Siria. Aunque su prolongada acción militar al menos mientras gobiernen los demócratas será tercerizada todo lo que sea posible, según las lecciones del empantanamiento en la invasión neocon a Irak.

El plan imperial está desarrollándose. El gobierno iraquí presionado por el avance terrorista y oportunamente por Washington, cede a cambio de recibir 'ayuda ' militar de éste. Así, Al Maliki acaba de ser destituído por el presidente iraquí Fuad Masum, y nombrado Haidar al Abadi como primer ministro encargado de formar un gobierno de 'unión nacional'. Ambos fueron inmediatamente felicitados por funcionarios de Estados Unidos, como su vicepresidente Joe Biden y por la Unión Europea. Washington, está realizando intensos bombardeos selectivos en las posiciones de los extremistas de Daesh que están afectando sus intereses petroleros, como en las proximidades de Erbil, capital del kurditán iraquí que concentra las sedes de las grandes multinacionales petroleras y las agencias de desarrollo estadounidenses, lo que no tiene nada que ver con la protección a civiles. Es más, los ataques están produciendo el repliegue de los terroristas hacia Siria, que muy probablemente reanudarán la desestabilización para el derrocamiento de al Assad.

La segunda carnicería, en Libia, era previsible. Saddam Hussein mantenía en el país un equilibrio inestable. Cuando en víspera de la guerra de 2003 que lanzó el gobierno de G.W. Bush y sus aliados europeos para destruir las armas de destrucción masiva de Irak, Saddam Hussein acusó al rey Abdullah de Arabia Saudí de traidor a los árabes y servil a Washington, el odio y la venganza quedaron abiertos. Cuando en 2011, la OTAN lanzó el furibundo bombardeo sobre Libia, liderado por Francia con Estados Unidos en un segundo plano, Arabia Saudí fue uno de los que más presionó para ejecutarlo, especialmente dentro de la Liga Arabe, y anteriormente había suministrado a los rebeldes de Cirenaica armas compradas a Washington. Con el asesinato de Kadafi y el cambio de régimen, el Consejo Nacional de Transición pro-occidental no puede evitar la confrotación tribal, ni mantener la estabilidad de Libia que había logrado Saddam Hussein.

El triángulo de alianzas Estados Unidos- Israel- Arabia Saudí es en realidad una cara visible de un tetrahedro invisible, donde el cuarto vértice oculto está dado por una multiplicidad de grupos fundamentalistas yihadistas entrelazados con Arabia Saudí. Esta complejidad de grupos extremistas anti-occidentales, enemigos declarados y combatidos por Estados Unidos, son generadores de inestabilidad y divisiones en los países. La habilidad está, en que este caos no es un desorden ni una falta de control total, no es aleatorio e impredecible sino que tiene un grado de orden que dá a quienes lo saben encontrar y manipular, oportunidades y ventajas, en este caso a favor de los intereses de Estados Unidos y sus aliados.

La Triple Alianza Washington- Riad- Tel Aviv y sus socios de la Alianza Transatlántica necesitan en Oriente Medio países divididos e inestables tal como se está observando. Es el proyecto del Gran Oriente Medio a la medida de un Estados Unidos que está comenzando a decaer, aunque no en lo militar, adaptado a los nuevos tiempos de un mundo que dejó de ser dipolar, pero tampoco es unipolar...

Notas

1) Theodore Postol del Instituto Tecnológico de Massachusetts. El paper fue publicado en The Bulletin of Atomic Scientists

2) Louis Sahagun, 'U.S. officials cut estimate of recoverable Monterey Shale oil by 96%', May 20, 2014, http://www.latimes.com/business/la-fi-oil-20140521-story.html

Fuente: lafogata.org