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Latinoam�rica

Definitivamente llegamos al llegadero

Roland Denis

Aporrea

Buscando elementos que en estos momentos nos permitan establecer criterios en funci�n de una clara visi�n de la situaci�n, ubicamos tres principios que pueden ser fuentes de debate y sobretodo de organizaci�n y acci�n en la actual coyuntura:

Los "escualidos" (es decir, los mismos sujetos e intereses pol�tico-econ�micos envueltos en el golpe del 2002, el proyecto liberal-olig�rquico) pueden retomar el poder:

No es un problema en s� de n�mero de votantes a favor de Capriles aunque la crisis interna del mando oficial bolivariano se devela con ello, de hecho desde el 2006 las votaciones en Venezuela siempre estuvieron muy cerradas, solo la figura de Ch�vez-candidato romp�a esta continuidad. El problema es que en medio de la involuci�n del esp�rutu y la �tica revolucionaria dentro del proceso oficialmente proyectado, renace un ambiente pol�tico-cultural, perfectamente ajustado a las estrategias medi�ticas mundiales y nacionales que gu�an en forma de pautas de conciencia y comprensi�n lo que es la visi�n de realidad de un enorme contingente de la poblaci�n, proclive al "odio contrarevolucionario" y la movilizaci�n respectiva. En otras palabras, los grandes descontentos sociales perfectamente justificables dentro del orden burocr�tico y mercantilista que nos domina, no se convierten en una decisi�n de radicalizaci�n de la revoluci�n misma, sobretodo si hablamos de sectores trabajadores y comunidades pobres, de insurgencia y rebeli�n antiburocr�tica. Todo lo contrario, deviene en un deseo de sumisi�n y fe ciega a la figura del jefe-patr�n enfurecido que amenaza con confrontar abiertamente al gobierno "rojo" que ha perdido fortalezas y restablecer el orden tradicional, expulsar los valores y sujetos que lo niegan, garantizando un demag�gico progreso en obediencia plena al orden global e institucional reestablecido: la democracia del patronato. La reaparici�n de esta subjetividad del odio y la obediencia al amo forja el piso del fascismo como pr�ctica reaccionaria asesina que va directamente contra el cuerpo desobediente odiado, creando todas las condiciones pol�ticas y medi�ticas para ello, lo que ayuda a su vez a enfermar un segmento importante de la poblaci�n que calla y hasta siente placer con la aparici�n de estos fen�menos de odio y sangre, d�ndole piso a un nuevo ciclo conspirativo ya comenzado.

De todas formas es imposible que est� sola circunstancia pueda tener �xito pol�tico si no cuenta con un s�lido apoyo interno dentro de factores de estado. Sin duda esta situaci�n ya esta en movimiento y evoluci�n dentro de los laberintos oficiales, plagados en este caso por intereses econ�micos concentrados en la corrupci�n, la boliburgues�a y la hegemon�a burocr�tica de gentes abiertamente derechistas o simplemente conservadores, herederos directos de la escuela anticomunista sembrada en la IV rep�blica: caso emblem�tico de Corpoelec, las directivas educativas y de salud, sindicatos gansterizados (ej, los de la construcci�n en Bol�var amparados por el gobernador Rangel), la inmensa parte de la tecnocracia corporativa del estado, otra buena parte de oficiales de la FFAA ni se diga en la Guardia Nacional, la plaga de estos patrones dentro del poder judicial y policial, agentes sin principio alguno ya incrustados dentro de los aparato pol�ticos del chavismo; lugar de honor que ocupa el PSUV, etc.

Cuadro ya conocido y derrotado en el 2002 pero que vuelve a renacer produciendo las condiciones para una conspiraci�n efectiva que puede dependiendo de las circunstancias hacerse m�s violenta o legal, es la canalizaci�n natural del llamado "golpe suave". De todas formas, una u otra salida es muy poco lo que se decide en Venezuela, ya veremos lo que pasa con el Tribunal Supremo y la petici�n de anulaci�n de las elecciones, donde puede perfectamente manifestarse una sorpresa encausada por este elemento y llamar a nuevas elecciones. Adem�s tenemos encima un modelo econ�mico llam�moslo "Giordani" por su evidente autor�a que dentro de los ensue�os del esquema burocr�tico-corporativo de distribuci�n vertical de la renta petrolera al interno de una econom�a rentista, no ha hecho mas que subsidiar la ganancia del capital financiero e importador parasitario, la fuga mafiosa de capitales, lo que ha puesto al l�mite del quiebre a la econom�a nacional y la justicia social ganada. En todo caso, desde el comportamiento ampliado de odio y obediencia, hasta estos aspectos internos directa o indirectamente conspirativos y contrarevolucionarios internos, el conjunto hace que este bloque "escu�lido" liderizado por un sifrino hist�rico y repugnante como Capriles hasta donde lo necesiten esta nuevamente en condiciones de retomar el poder.

La respuesta est� dentro del pueblo en lucha y este se constituye definitivamente fuera del estado.

Dentro de esta situaci�n que la retratan los hechos del d�a a d�a, se produce una pol�mica que ya ha convocado a la formaci�n de varios bloques y frentes de debate y reagrupamiento pol�tico a la izquierda del chavismo que empiezan a mostrar en una y otra intervenci�n y documentos la encrucijada cr�tica en que nos encontramos y donde el proceso en su conjunto finalmente no le queda m�s que develar verdades que empez� a reconocer el propio Chavez con el "golpe de tim�n". El error a nuestro parecer que cometen estas iniciativas venidas de la inevitable angustia es que presionan en funci�n de una archinecesaria radicalizaci�n del proceso pero no rompen con el discurso "para el gobierno", en funci�n de las medidas a adoptar sin ubicar con nombre y apellido los nudos mas castrantes dentro del proceso (pol�tica monetaria, gesti�n de PDVSA, gesti�n agr�cola, modelo de industrializaci�n dependiente, burocratismo corporativo, etc; tragedia de la autocensura) cosa que es imprescindible poner en n�meros e impugnaci�n directa a los modelos de mando y pol�ticas econ�micas y de planificaci�n emprendidas. La critica gen�rica vuelve a prevalecer, el sujeto popular sigue siendo una met�fora discursiva y el capitalismo de estado radicalizado (nacionalizaci�n bancaria, comercio exterior bajo monopolio de estado, entre otras medidas pedidas) pareciera ser el paso de manual del cual no salimos, cayendo de nuevo en el sue�o de un gobierno que nos saque decreto tras decreto del capitalismo como si este fuera un sistema externo a nosotros y no un modo de producci�n social absolutamente dominante. Entre estos escenarios y las resistencias populares reales que si denuncian realidades y personeros propios de la opresi�n (caso ejemplar de la resistencia Yukpa y el legado del cacique Sabino), se forja entonces un vac�o de pol�tica que nos sigue teniendo amarrados a la democracia burguesa, sus instituciones, leyes y sobretodo sus modelos propios de reforma justiciera que en nuestro caso suenan muy bonito por ejemplo cuando se habla de las misiones sociales, pero al hundirse en la gesti�n y cooptaci�n burocr�tica se transforman en un espejismo revolucionario que ha ido despolitizando y apagando la voluntad de lucha del bloque social enorme sobre el cual se sostiene este proceso. Es por all� donde renace el fascismo, inmensas franjas de la poblaci�n que constatan que ni las bases populares del chavismo responden a sus demandas, prefiriendo entonces el polo odioso, suicida y reaccionario como amparo a sus propias denuncias y reivindicaciones.

Raz�n por la cual ya a estas alturas es condici�n para la sobrevivencia del proceso revolucionario el hecho que el "poder popular" deje de manifestarse como un ala m�s dentro de un esquema que lo restringe a la presencia domada de miles y miles de organizaciones de base que sirven de sost�n a un estado viejo, corrupto e in�til, para ir perfil�ndose como un PODER SUPERIOR a cualquier instituci�n, estructura de mando, ley y cultura pol�tica consecuente. Es decir, comience a comportarse como un verdadero poder del pueblo que va ganando espacio, capacidad de gerencia, voluntad de mando, disposici�n de lucha y movilizaci�n, desechando o poniendo a su disposici�n y decisi�n todas las estructuras que a�n componen el poder constituido. Es un poder colectivo cuya relaci�n equivalente, en principio, con el estado como m�quina burguesa de direcci�n la va derrotando en forma pac�fica hasta donde de la cuerda (la paz como principio pero preparada a cualquier guerra inevitable), imponi�ndose en una calidad pol�tica y constituyente, capacidad productiva, base �tica y generadora de verdaderos valores y realizaciones emancipatorias, que se hacen superiores desde todo punto de vista al orden burocr�tico y corrupto que a�n nos domina, ayudando en ese sentido a la generaci�n de nuevas relaciones de producci�n no capitalistas.

�Hay pueblo para ello?. Por supuesto que no si lo vemos como creaci�n espont�nea y milagrosa fraguada dentro del enorme laberinto de espacios de organizaci�n que hoy componen el movimiento popular inspirado en el legado libertario de Chavez, eso ser�an casi imposible, aunque ojal� este equivocado. La ruptura verdadera necesita en principio de dos cosas: de la iniciativa firme y org�nica de una vanguardia colectiva que haga de esta l�nea de ruptura continua y progresiva con el poder constituido su pol�tica, es decir, su l�nea de formaci�n, sus iniciativas amplias de organizaci�n, su disposici�n de lucha, su conversi�n en un sujeto de producci�n de bienes materiales e inmateriales que empiece a responder a necesidades colectivas y producir su propia econom�a, su tejido comunicacional y de defensa. M�s all� a�n que la premisa estrat�gica pico: "Comuna y territorio" se asuma como espacio y poder superior, se convierta en una l�nea de trabajo que penetre el movimiento obrero, comunal, campesino, ind�gena, como fuerte de subversi�n activa y no un romaticismo bonach�n. Y en segundo lugar, aunque esto si suene a petici�n de milagro, de un polo hegem�nico o al menos influyente dentro del gobierno que por compromiso revolucionario y responsabilidad por el lugar que ocupan, entiendan que nadie les regal� ese privilegio para jugar con palabras y el destino de un pueblo, que si no quieren ser los primeros responsables de que esto se hunda en el fascismo y el dominio definitivo de las castas m�s par�sitas de la burgues�a, asuman que su pol�tica m�s all� de compromisos globales, con sectores del empresariado nacional o sus equilibrios internos entre fracciones de poder -eso que ahora llaman "direcci�n pol�tico-militar"- es obligaci�n pensarse y hacer desde esta circunstancia de ruptura, de lo contrario o claudican con gestiones "decorosas y populistas" que finiquitan su revoluci�n o ni siquiera eso y nos comi� el odio fascista sembrado a todos. Sin embargo, ning�n proceso esta condicionado absolutamente a estas necesidades ya que este se da a trav�s de los acontecimientos que el mismo genera y donde lo impensado como lo fueron desde el 27 de febrero hasta el 13 de abril, cortan las continuidades y abren nuevos horizontes y verdades, pero en raz�n a la pol�tica misma la construcci�n org�nica y la exigencia sin contemplaciones autocensuradoras son en nuestra consideraci�n premisas b�sicas de este momento. Ya veremos...

3. Definitivamente es la etapa de vencer y convertir en realidad el socialismo nuestramericano y libertario

Lo que se desprende de acuerdo a la experiencia en proceso dentro de esta enorme tensi�n situacional en que nos encontramos y tomando como premisa la superioridad del poder constituyente del pueblo sobre cualquier orden constituido (pol�tico o econ�mico), los dos puntos anteriores nos invitan a situarnos de una vez por todas mucho m�s all� del mero pensamiento cr�tico y el devaneo antiburocr�tico, para ubicarnos positiva y afirmativamente en el campo de otra pol�tica, de la fabricaci�n real y precisa, con la "ciencia del pueblo en mano", del orden emancipatorio y autogobernante que es la revoluci�n misma.

El accionar contrarevolucionario y los s�ntomas fascistas que lo acompa�an siempre, hoy en d�a se sostiene fundamentalmente del el imperio medi�tico que esconde su horror y lo traslada a las espaldas de cualquier obra pol�tica que logre socializar el deseo emancipatorio en cualquier lugar del mundo (suprema inversi�n cuyo mejor ejemplo es el caso de la lucha del pueblo Palestino). Horror impuesto a un mundo soberano de seres libres e iguales. Pero esto ser�a imposible mantener si no contiene un sustrato material que le permitiera recoger de all� una materia prima manipulable, es decir, de la vida real de individuos y colectividades los desencantos y rabias que efectivamente existen. A estas alturas el problema que vivimos, estando en principio inmersos en un proceso revolucionario, es que dentro los espacios sociales concretos "la revoluci�n" en una inmensa cantidad de veces se muestra como un claro despotismo burocr�tico (a Nicol�s se lo dijeron muy claramente estos d�as en Los Teques y nuevamente la agarra contra el denunciante, cayendo para no romper la costumbre de estos a�os en los miedos y criminalizaci�n a la critica directa propios de la debilidad del arrogante), fen�meno que explica en gran parte la crisis surgida. Pero esto tiene una raz�n de ser m�s all� de la burocracia. El problema es la relaci�n concreta entre las realidades territoriales (visto el territorio como un todo singular y espec�fico desde lo natural a su realidad social, cultural, productiva) y la construcci�n revolucionaria como tal. El poder popular y el hecho revolucionario en s� seguir�n siendo una ficci�n en la medida en que dentro de tales territorios no se rafirme un "poder otro" que haga nacer el nuevo mundo y finiquite el viejo ( de all� su superioridad). Ya no es solo "una rep�blica" lo que hay que refundar como anunciamos en el 98 (ya no es problema de constituciones, leyes, nuevo gobierno) en este caso hay que refundar los territorios reales que la constituyen, capaces de crear un eco de esperanza y pasi�n colectiva con la fuerza para superar cualquier desilusi�n colectiva y la involuci�n reaccionaria consecuente. Necesitamos entonces de una estrategia territorial que de cuenta tierra por tierra del surgimiento de "otra rep�blica" popular y autogobernante.

Muchos han querido atrapar este camino con la idea del "estado comunal". Nada mas absurdo -y que nos perdone el comandante Kleber Ram�rez, desaparecido creador de la idea y maravilloso revolucionario- que el de un estado que organiza una sociedad comunal o comunista para hablar mas claro. Puede haber un estado que ayude a la transici�n para no ser totalmente anarquistas y mucho mas marxistas, pero que a su vez se diluye en ella; sue�o de Lenin o de Mao. La Comuna o el poder real y territorial del pueblo, no es un poder peque�o y legalizable, base de una pir�mide que se comprime en el orden de un estado y de manera vertical como todo estado. Redundando en el principio, es otro poder superior, que no est� ni abajo ni aparte, mas bien se despliega sobre el conjunto nacional, se articula de acuerdo a los potenciales pol�ticos, productivos, comunicacionales, tecnol�gicos, defensivos, que va acumulando, y de all� se convierte en un poder estrictamente insurgente constituido de abajo hacia arriba. La rep�blica se reorganiza entonces dentro del espacio de un nuevo poder por que no es un "uno-estado" es un "no-estado" que se ramifica como la hiedra y se condensa en los consejos asamblearios y de coordinaci�n propios de todo poder obrero y popular, en nuestro caso desde un horizonte no solo nacional sino nuestramericano.

En la situaci�n en que nos encontramos, aparentemente cr�tica y muy peligrosa, �hay la posibilidad de avanzar firme y realmente sobre esta ruta?. Dir�amos que finalmente el propio contexto cr�tico y los avances de 14 a�os nos permiten decir que s�, definitivamente "llegamos al llegadero". En estos momentos hay entonces una tarea que la hemos estructurado de la siguiente forma:

. Determinaci�n de los corredores territoriales (espacios continuos desde el punto de vista geol�gico, social y cultural, mas cortos en el espacio urbano, mas extensos en el espacio rural) sobre los cuales se determinar� una estrategia de organizaci�n, unificaci�n del pueblo en lucha y apertura del proceso popular constituyente.

. Divisi�n de este corredor en los territorios o espacios socio-productivos mas coherentes e iniciaci�n del proceso donde favorezcan las condiciones pol�ticas para ello.

. Reuni�n de la comunidad militante y popular m�s amplia posible de manera que la iniciaci�n de la tarea en funci�n de la creaci�n de los poderes del pueblo comience teniendo un conocimiento y una formaci�n sobre el territorio lo m�s completa desde el punto de vista geol�gico, poblacional, cultural, estructural, pol�tico, comunicacional, militar.

. Debatiendo y teniendo estos conocimientos en mano es posible completar una "carta de lucha" que determine qui�nes somos y estamos, que queremos, como lo queremos lograr, como lo defenderemos.

. Si las condiciones en el tiempo inmediato est�n dadas proceder entonces a la constituci�n de la "Comuna" o forma organizativa fundamental del poder revolucionario dentro del territorio que tenga como meta el cumplimiento de la carta de lucha aprobada y la lucha por ello. La cual no necesita apegarse a ninguna "ley de comuna", de por s� terriblemente complicada, verticalista y delegativa, sino a la legitimidad colectiva de su proceso; art.71 de la constituci�n, si se prefiere no romper con el orden constitucional y mas bien cualificarlo.

. Dentro de este poder por supuesto deben ir form�ndose las bases de una legalidad, una justicia, una cultural pol�tica de democracia de la calle y directa, una noci�n orgullosa del quienes somos y que es lo fundamental para lo cual hemos procedido a dar este paso que es lo que esto supone en todos los rangos de la vida colectiva.

. Es condici�n obviamente para garantizar la sustentabilidad de este proceso que la comuna o como se llame este poder tenga una base productiva importante existente y por desarrollar, de manera de garantizar su autonom�a frente al chantaje econ�mico de toda burocracia y la presi�n potancialmente fascista de las burgues�as. Pero de la misma manera, mientras no existan las razones para ninguna ruptura definitiva, es clave el encuentro con todos los aliados institucionales posibles, estableciendo una negociaci�n y formas de ayuda mutua donde ahora s� entramos en equivalencia de poderes, como tantas veces lo pidi� el mismo Ch�vez.

Es igualmente si no fundamental al menos altamente necesario que este proceso cuente con las condiciones macroec�micas y de pol�ticas de gobierno que le permitan explayarse sobre el territorio e ir creando las condiciones socialistas necesarias. Reiteramos lo expuesto muchas veces: la generaci�n de mercados autogestionarios con cr�dito directo y favorable, el acceso preferencial a la divisa extranjera de manera de multiplicar los lazos con otros pueblos, tecnolog�as y saberes, la apertura total del sistema educativo formal como respaldo permanente a este proceso constituyente, el traspaso de las misiones sociales a la gesti�n directa del poder popular, el avance hacia la socializaci�n de la tierra y el respeto total al control obrero. Pero estas y muchas otras medidas espec�ficas tendr�n que lucharse con mucha insistencia ya que son muchos a�os en que el grueso del gobierno perdi� esta visi�n inicial.

En nuestra opini�n si este proceso comienzo a activarse lo m�s pronto, superando definitivamente la confrontaci�n maniquea oposici�n-gobierno para ir a la esencia del proceso revolucionaria para lo cual "ya hay patria", en no m�s de dos o tres a�os el cantar de gallos ver� la aurora y podremos al menos atrevernos a decir que esta revoluci�n por la cual nos toc� luchar definitivamente dej� su eco irreversible.

jansamcar@gmail.com

Fuente: http://www.aporrea.org/actualidad/a165356.html

Fuente: lafogata.org
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