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Latinoamérica

Pro y contra de la devaluación

Víctor Álvarez R.
La Pupila Insomne

Mientras unos consideran que la devaluación de 4.30 a 6.30 Bs/$ todavía es insuficiente para corregir la sobrevaluación acumulada a lo largo del anclaje cambiario, otros voceros la presentan como el "paquetazo rojo" y anuncian el comienzo del fin. Para contribuir al debate que permita al lector encontrar nuevos elementos para sacar sus propias conclusiones, ofrecemos el siguiente análisis sobre los pro y contra de la reciente devaluación.

¿Cuáles fueron las medidas tomada por el Gobierno?

La tasa de cambio subió de Bs. 4.30/$ a Bs. 6.30/$, lo cual equivale a una devaluación del 46,5

Se eliminó el Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera (SITME)

Creación de un Órgano Superior de Optimización Cambiaria para fijar prioridades en la asignación de divisas, equilibrar flujos de caja y velar por la eficacia

Se flexibilizó el uso de las cuentas en dólares abiertas en el país

Se mantiene el tipo de cambio de 4.30 Bs/$ para las solicitudes parta casos de salud, estudiantes y remesas realizadas antes del 8 de febrero

¿Quién produce y quien gasta las divisas en el país?

De las exportaciones totales que ascienden a casi 97 mil millones de dólares, el 95% las produce Pdvsa. El sector privado produce apenas 3 mil millones de dólares, pero demanda 30 mil millones.

Al comienzo, la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) atendía el 96% de las importaciones que se realizaban en el país. Pero los retrasos en la aprobación y liquidación de divisas llegaron a superar los 180 días, obligando a comprar divisas en el mercado paralelo, profundizar la brecha cambiaria y convertir la tasa no oficial en el precio marcador del dólar en la economía.

Para corregir estas distorsiones se creó el Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera (SITME) el 9 de junio de 2010, el cual proveía entre 15% y 20% de las divisas a un precio de 5.30-5.60 Bs/$.

Mientras en el 2012 Cadivi aprobó un monto de 33.154,37 millones de dólares, un incremento de 5,2%, en comparación con el 2011, cuando se aprobaron 31.398 millones de dólares, el SITME suministró 7.864 millones de dólares y el promedio anual estuvo en torno a los 7.000 millones de dólares.

La eliminación del SITME

En gran medida, el Sitme operaba con las transacciones de los bonos de deuda denominada en dólares de Pdvsa y del Gobierno Central, los cuales eran adquiridos y negociados por el sector privado a través de la banca. Luego de dos años de funcionamiento se elimina, toda vez que la creciente brecha entre la tasa de cambio oficial y la del mercado paralelo es una demostración de que no pudo cumplir con los objetivos y metas que inicialmente le fueron asignados.

¿Por qué se devalúa?: orígenes, razones y consecuencias

Para responder a esta pregunta expondré cuatro usos posibles de la política cambiaria, así como cuatro mecanismos de distribución de la renta petrolera para poder reflexionar sobre los orígenes, razones y consecuencias de la devaluación del bolívar.

1.1. Política cambiaria como instrumento de política industrial

La política cambiaria puede utilizarse como un instrumento de política industrial cuando se trata de inducir y promover las transformaciones estructurales en el aparato productivo. De hecho, este es unos de los argumento con los que se suele justificar la medida de devaluación: su efecto en la sustitución de importaciones y en la promoción de exportaciones.

Una de las críticas más fuertes que ha hecho el gobierno venezolano ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha sido justamente la relacionada con la perniciosa práctica de los multimillonarios subsidios que las principales potencias le conceden a sus exportaciones agrícolas y manufactureras. Mucho se cuestionó, también, en las negociaciones del ALCA que esos subsidios a las exportaciones de los EE.UU. y la Unión Europea resultaban ruinosos para las economías de los países pobres, toda vez que significaban una competencia desleal contra el aparato productivo de los países subdesarrollados.

Contradictoriamente, la sobrevaluación del tipo de cambio en Venezuela se traduce en un subsidio al dólar y, en consecuencia, un subsidio a las importaciones que se hacen con esa moneda barata. Estas crecientes importaciones compiten y desplazan a la producción agrícola y manufacturera nacionales del mercado interno. Por si fuera poco, castiga de manera muy severa la competitividad cambiaria de las exportaciones venezolanas diferentes al petróleo, que son las únicas exportaciones que puede aguantar ese tipo de cambio.

Devaluar no es suficiente para exportar. Tampoco la reducción de aranceles y de las barreras al comercio. Conquistar un espacio en los mercados internacionales exige competir con calidad, cantidad, precios y oportunidad de entrega. Pero también requiere la creación de un adecuado ambiente para la actividad productiva y exportadora que incluye tanto la estabilidad macroeconómica, como adecuados servicios de agua, luz, gas, telecomunicaciones, plantas de tratamiento y otros servicios de apoyo a la producción; carreteras, autopistas, ferrovías, puertos y aeropuertos; la formación técnica y productiva de los trabajadores; las capacidades gerenciales, tecnológicas e innovativas; así como el buen funcionamiento de las aduanas y los organismos públicos que administran el marco legal que rige las operaciones e incentivos al comercio exterior. Cuando uno de esos eslabones falla se altera un sistema que debe funcionar cada vez mejor, y por lo tanto, se dificulta y entorpece el esfuerzo exportador.

Por lo tanto, si esta medida de devaluación no se complementa con otras decisiones en materia de política fiscal, monetaria, e incluso, de la propia política cambiaria, de política de precios y sobre todo con el diseño de una política agrícola, industrial y tecnológica que permita fortalecer la calidad, productividad y competitividad del aparato productivo, el efecto esperado de la devaluación se desvanecerá en el tiempo; y, por si sola, no generará los resultados y efectos que se le atribuyen, de cara a la transformación de una economía rentista e importadora en una economía productiva y exportadora de una amplia gama de bienes de servicios de alto contenido tecnológico y de creciente grado de transformación industrial.

1.2. Política cambiaria como un instrumento de política antiinflacionaria

La política cambiaria también puede ser utilizada como un instrumento de política antiinflacionaria. De hecho, es lo que se hizo en los últimos años cuando -a través del anclaje cambiario y la sobrevaluación del bolívar-, se utilizó justamente la política cambiaria y se subsidió el dólar para abaratar las importaciones; medida que al final tuvo efectos contraproducentes y muy negativos sobre el propio aparato productivo interno, el cual se vio desplazado por un creciente volumen de importaciones realizadas con un dólar subsidiado y cada vez más barato.

La viabilidad de impulsar la transformación de la economía a partir del uso del instrumento de la política cambiaria es parcialmente cierto, toda vez que esa medida aislada verá anulado sus efectos si se reedita el fenómeno de una inflación en Venezuela superior a la de sus principales socios comerciales y no se ajusta de inmediato el tipo de cambio para corregir este diferencial, el cual tiende a sobrevaluar el tipo de cambio y la corrección parcial de ese diferencial inflacionario que con esta nueva devaluación se ha logrado, se vería volatilizado en el curso del año, justamente por el auge inflacionario que la propia devaluación origina.

Al comparación la inflación de enero 2013 vemos que Venezuela, con una inflación de 3.3%, se ha encarecido mucho más que sus principales socios comerciales en América Latina: Chile 0,2%; Colombia 0,3%; México 0,4%Ecuador 0,5 %; Brasil: 0,86%. Con un tipo de cambio anclado se refuerza comprar las mercancías en aquellos países donde se han encarecido menos, prolongando así la propensión importadora que en Venezuela se ha instalado.

1.3. Política cambiaria como instrumento de política fiscal

La política cambiaria, además de los usos antes comentados como instrumento de política industrial o de política antiinflacionaria, también puede tener aplicaciones y efectos muy concretos en materia de política fiscal. La devaluación le posibilita al fisco obtener más bolívares al vender el ingreso petrolero de más de $ 95.000 millones en 2012 no a 4.30 sino a 6.30 bs/$. No olvidemos que la principal fuente de ingresos fiscales sigue siendo el ingreso fiscal de origen petrolero. El Petróleo se vende en el mercado internacional en dólares y luego esos dólares se convierten en bolívares, antes a 4.30 Bs/$ y ahora a 6.30 Bs/$.

Al ser el Estado venezolano el perceptor del 95% ó más del ingreso en divisas, esa situación provoca que cualquier medida que se adopte de vender los dólares más caros, se traduce de inmediato en una transferencia de recursos del resto de la sociedad que tiene bolívares, a favor del Estado que es el dueño del 95 % de los dólares.

Cualquier medida de devaluación opera entonces como un impuesto cambiario que nutre e inyecta ingresos fiscales adicionales. De hecho, cuando empeora el déficit fiscal como porcentaje del PIB, cuando cae el precio del petróleo y se derrumba el ingreso fiscal de origen petrolero, cuando se contrae la economía y se recauda menos IVA e ISR, se apela a la devaluación como un impuesto cambiario que permite conjurar los problemas de flujo de caja en la Tesorería que amenazan el pago de nómina, contratistas y proveedores. La necesidad de generar más ingresos fiscales para reducir el déficit y sostener el creciente nivel de Gasto Público es una de las razones de más peso que subyace en la reciente decisión de devaluar de 4.30 a 6.30 Bs/$.

Sin embargo, el peso de la deuda externa puede anular el efecto positivo de la mayor recaudación fiscal que se obtiene gracias a la devaluación. Los saldos de la deuda pública hasta el 2012 son:

· Deuda interna bruta: más de Bs. 200.000

· Deuda interna extranjerizable (bonos vendidos en bolívares pero cuyo pago es exigible en dólares) y la deuda externa: más de $ 100.000 millones.

Si bien la devaluación asegura una mayor cantidad de bolívares por cada dólar, lo cual conviene a los efectos de cancelar la deuda interna; en el caso de la deuda interna extranjerizable y la externa, el efecto de la devaluación es negativo, toda vez que se requerirán más bolívares para adquirir los dólares que se necesitan para cancelar capital e intereses.

1.4. Política cambiaria como instrumento de política exterior

Una cuarta aplicación que puede tener la política cambiaria es como un instrumento de política exterior para impulsar procesos de integración económica. Esto sería más efectivo aún si al nuevo sistema de cambio dual se le añadiera un tipo de cambio preferencial para los exportadores que colocan sus productos en aquellos países que pudieran resultar de importancia estratégica en la política exterior del Gobierno venezolano, como es el caso del Mercosur, Alba y Celac.

Desde hace tiempo se ha planteado el efecto inhibidor que tiene la sobrevaluación del tipo de cambio sobre la integración comercial y las metas de promoción de exportaciones no tradicionales. Estas sufren un tipo de cambio fijado sobre la base de la productividad de la industria petrolera, el cual no expresa la verdadera productividad de los demás sectores transables de la economía, particularmente de la agricultura y la industria, los cuales necesitarían un tipo de cambio mayor para poder cubrir los crecientes costos que se derivan de una mayor inflación en Venezuela que la que reflejan los países que forman parte de los acuerdos de integración antes nombrados. Tan desfavorable es el tipo de cambio oficial para las exportaciones no tradicionales, que ni siquiera expresa la productividad de las industrias básicas que supuestamente aprovechan las ventajas comparativas que el país tiene en materia de recursos naturales, mineros y energéticos, pero que con un bolívar cada vez más sobrevaluado tampoco lograr cubrir sus costos de producción a la hora de exportar.

Una tasa de cambio competitiva es una condición necesaria para estimular las exportaciones diferentes al petróleo. Pero no es suficiente para garantizar y sostener el desarrollo de un sólido sector exportador. Las experiencias de promoción de exportaciones exitosas demuestran que el tipo de cambio jugó un importante papel en el incremento de las exportaciones debido a que formó parte de un conjunto integral de políticas macroeconómicas, agrícolas, industriales y tecnológicas bien articuladas.

2. Agotamiento de los mecanismos de distribución de la renta

En relación con los mecanismos de la distribución de la renta que a continuación voy a exponer, su agotamiento o revitalización dependen de ese recurrente ciclo que tiene la economía venezolana de entrar en períodos de sobrevaluación-devaluación-sobrevaluación, los cuales tienden a ser más o menos prolongados según sea el comportamiento de los precios de petróleo y de los niveles de la renta petrolera. El 5 de febrero de 2003 se fijó la tasa de cambio a 1,60 bolívares por dólar, la cual subió a 1,92 bolívares en 2004 y un año después, en 2005, pasó a 2,15 Bs/$. Desde entonces, el ajuste anual dejó de hacerse y esta última tasa se ancló durante cinco años, a pesar de la inflación considerablemente superior a la de los principales socios comerciales de Venezuela. En enero de 2010 se aumentó el precio del dólar a 2,60 bolívares para productos preferenciales y a 4,30 para el resto de las importaciones, las cuales sufrieron el impacto de una maxidevaluación del 100%. Esa tasa se mantuvo congelada por tres años, hasta que se anunció el incremento a 6,30 Bs/$, equivalente a una devaluación de 46,5 %.

2.1. La sobrevaluación del bolívar

Sin lugar a dudas, la sobrevaluación del bolívar es un mecanismo de distribución de la renta petrolera. El hecho de permitir durante varios años que el tipo de cambio se sobrevalue -aún cuando implique sacrificar ingresos fiscales adicionales que el Gobierno pudieran obtener si ajustara anualmente el tipo de cambio para corregir el diferencial inflacionario entre Venezuela y sus principales socios comerciales-, constituye un mecanismo para la distribución de la renta petrolera.

2.2. La baja presión fiscal

La baja presión fiscal que durante muchos años se ha observado en Venezuela, también es un mecanismo de distribución de la renta petrolera. Un Estado o un Fisco necesitado de más recursos para cubrir el gasto público, para cubrir las necesidades internas, seguramente tendría en vigencia un Impuesto de los Activos Empresariales o tendría una tasa de Impuesto al Valor Agregado más alta, un mayor Impuesto sobre la Renta o tendría impuestos indirectos a la gasolina, a los licores y a los cigarrillos mucho más altos. Esta baja presión fiscal también expresa un mecanismo de distribución de la renta petrolera que, como planteaba antes, se puede revitalizar en períodos de auge rentístico, cuando los precios del petróleo suben y el país obtiene un abundante ingreso petrolero. En esas circunstancias, el Gobierno no necesita afincársele a los contribuyentes para obtener los recursos fiscales que la abundante renta petrolera le provee. Pero cuando se hacen insostenibles las presiones fiscales deficitarias, se suele apelar al recurso de la devaluación como un impuesto cambiario.

2.3. La alta nómina de empleados públicos y los subsidios

Hay otros mecanismos de distribución de la renta que también se fortalecen o se debilitan dependiendo de ese comportamiento errático de los precios del petróleo. Son los que tienen que ver con la posibilidad de contratar una creciente nómina de empleados públicos cuyos sueldos, salarios y beneficios laborales se pagan con la renta petrolera.

También se financian con la renta los subsidios, no solamente a la gasolina, sino también al agua, a la luz, el gas. Al igual que los demás, este mecanismo también colapsa cuando se desploma la renta. Como quiera que sea, el hecho de que pese tan poco la factura de agua, electricidad y gas en los presupuestos de los hogares o incluso en la propia estructura de costos del aparato productivo, induce a un uso muy irracional que raya casi en el desperdicio y despilfarro de estos recursos. Este es un rasgo característico de la cultura rentista.

2.4. El gasto público

Y, por supuesto, otro mecanismo de distribución de la renta tiene que ver con el gasto público, con la inversión en infraestructura, con el financiamiento a los sectores productivos y con el gasto social, en particular, el alto peso que tienen las Misiones sociales dentro de ese gasto social. Entonces, desde mi perspectiva, la medida de devaluación tiene sus orígenes en los vaivenes y avatares del ciclo: auge rentístico-sobrevaluación-caída del ingreso externo-crisis fiscal-necesidad de devaluar-inflación-auge rentístico-sobrevaluación.

3. Las consecuencias de la devaluación

Las consecuencias de la devaluación están, entonces, muy asociados a los cuatros usos que describí anteriormente en relación con las aplicaciones de la política cambiaria como instrumento de política industrial, antiinflacionaria, fiscal y de política exterior.

3.1. Sobre la transformación del aparato productivo

La cultura rentística nos lleva a utilizar buena parte del ingreso petrolero para comprarle al resto del mundo lo que aquí se pudiera producir internamente. Desde años atrás se ha estado planteando la necesidad de ajustar el tipo de cambio de cara a la tarea largamente pospuesta de crear las condiciones para facilitar la transformación de una economía rentista en una economía productiva.

Como ya lo dije antes, el problema de la sobrevaluación del tipo de cambio castiga de manera muy severa la competitividad de los exportadores no tradicionales, incluido el sector que se llegó a llamar en una oportunidad de «exportaciones tradicionales» como el café y el cacao, hasta la propia competitividad de los sectores de las industrias básicas.

La economía venezolana creció 5,6 % en el 2012, lo cual es una buena noticia en medio de la crisis económica internacional que ha dejado sin empleo a millares de trabajadores. Pero cuando uno analiza la estructura del PIB para evaluar la calidad de ese crecimiento, descubre que es un crecimiento de baja calidad que se sustentó sobre todo en los sectores del comercio, los servicios, el comercio importador, la actividad financiera y en la dinámica del sector telecomunicaciones. Pero no fue un crecimiento sustentado en la expansión, en el crecimiento sostenido de la agricultura y de la industria. De hecho, más bien, se puede apreciar cómo, en los últimos años, el aporte relativo al PIB tanto de la agricultura como de la industria se redujo como consecuencia del desplazamiento que sufrió la producción nacional por las crecientes importaciones realizadas con un dólar barato y subsidiado.

Y en períodos de recesión, la caída de la demanda interna ha sido parcialmente compensada con las exportaciones, contrarrestando así el desplome del consumo y la caída de las ventas en el mercado doméstico. Pero más allá de breves períodos de auge, las exportaciones privadas de nuevo se desinflan y nunca han registrado un crecimiento significativo y sostenido que valga la pena destacar.

Con la anterior devaluación que llevó la tasa de cambio de 2.15 a 4.30 Bs/4 se argumentó que la decisión de devaluar el bolívar traería como consecuencia la transformación del aparato productivo, el cambio de una economía importadora en una economía productiva y exportadora. Pero el anclaje cambiario, la sobrevaluación del bolívar y el consiguiente incremento de las importaciones que desplazaron la producción nacional y castigaron la competitividad de las exportaciones no petroleras, demostraron todo lo contrario. Y esto es y será así mientras en Venezuela el manejo inteligente de la política cambiaria no termine de formar parte de una estrategia para la transformación del modelo rentista. Las devaluaciones siempre han respondido a la necesidad de encarar los desequilibrios fiscales que se han hecho insostenibles. Los dólares se venden más caros para compensar el deterioro del ingreso fiscal. Pero si la medida de devaluación no se acompaña de políticas industriales y tecnológicas que refuercen, que complementen el impacto positivo que pudiera tener la política cambiaria en ese sentido, sencillamente las buenas intenciones de transformar la economía rentista e importadora en una nueva economía productiva y exportadora una vez más se verán frustrados y postergados.

3.2. Sobre el comportamiento de los precios y la distribución del ingreso

El fenómeno inflacionario en Venezuela está muy asociado al ciclo sobrevaluación-devaluación del tipo de cambio. Cuando el Gobierno entra en problemas fiscales, el déficit en las cuentas públicas termina siendo la gota que desborda el vaso, el verdadero detonante de la devaluación. Aunque haya otras razones que se van acumulando y ejercen presión para ajustar el tipo de cambio, éstas nunca terminan de ser lo suficientemente fuertes para que se tome la decisión. Como razones adicionales se suman las pérdidas del BCV por traspasos al Fonden; el diferencial de inflación entre Venezuela y el resto del mundo; el irracional y desmesurado aumento en la demanda de divisas, la demora en su liquidación y la consiguiente la escasez, acaparamiento y especulación con los productos importados. Pero sólo cuando hay crisis fiscal es que se adopta la medida. Con un déficit fiscal de 15% del PIB era previsible una devaluación con fines fiscales y así poder sostener la expansión del gasto público, sobre todo para atender los programas sociales, mantener al día las remuneraciones y pensiones, la inversión en salud, educación, cultura, recreación, así como la Gran Misión Vivienda Venezuela.

Así pues, la devaluación termina reproduciendo y agravando el problema inflacionario y volvemos entonces al mismo círculo vicioso de sobrevaluación-devaluación-inflación-sobrevaluación-devaluación. La devaluación va a tener indudablemente un impacto inflacionario. Por lo tanto, un importante impacto de la devaluación recaerá sobre el poder adquisitivo de los trabajadores, como consecuencia de la inflación de los alimentos, las medicinas, artefactos electrodomésticos y automóviles. En el año 2012, los sectores que recibieron más divisas fueron alimentación, con $ 7.254,26 millones; salud, con $ 4.017,99 millones; y, automotriz, con $ 2.692,58 millones. Estas importaciones se hicieron a 4.30 Bs/$ y en adelante deberán hacerse a 6,30 Bs/$, una devaluación equivalente al 46,5 % que, con toda seguridad, será trasladada al precio final que pagan los consumidores.

Una de las consecuencias es esa. Por lo tanto, para que la inflación no anule el efecto deseado del ajuste cambiario, se requiere el diseño y ejecución de una acertada estrategia antiinflacionaria que pueda compensar el inevitable impacto que la propia devaluación genera sobre la estructura de costos del componente importado y el comportamiento de los precios.

Obviamente, se va a producir una redistribución del ingreso. La medida de devaluación supone esa transferencia de recursos a favor del sector estatal que prácticamente monopoliza el ingreso en divisas, en desmedro del sector que compra las divisas. Igualmente desencadenará una transferencia de parte del ingreso de los sectores que viven de un sueldo o ingreso fijo hacia los sectores empresariales que manipulan la fijación de los precios. Por supuesto, ese ingreso fiscal adicional que recibirá el Gobierno permitirá este año aumentar los sueldos y salarios, mantener los niveles de empleo procurando mantener al día los pagos a contratistas para que las obras y las construcciones en el interior del país no se paralicen en un año electoral en el que se elegirán concejales y alcaldes.

Entonces, ese ingreso adicional en bolívares que se deriva de la medida de devaluación le va inyectar al gobierno suficientes recursos para aumentar el gasto y crear un ambiente que de alguna manera conjure las amenazas de abstención, de decepción y voto castigo que eventualmente pudiera presentarse, compensando el auge inflacionario por la vía de aumentar los sueldos y salarios y mantener el actual nivel de empleo y así evitar la conflictividad laboral.

3.3. Devaluar para pagar pasivos laborales

Cuando uno ve, por ejemplo, los conflictos que en estos momentos tienen las empresas básicas donde los trabajadores están reclamando el pago de pasivos laborales, de aumentos de sueldos que están pendientes, de bonos que todavía no se han cancelado, comprende claramente como al tipo de cambio de 4,30 Bs/$ el ingreso en divisas de empresas básicas como Ferrominera del Orinoco, Sidor, Alcasa, Venalum, Proforca, etc. no rendía lo suficiente y, por lo tanto, no alcanzaba para cubrir todos esos crecientes gastos de operación y compromisos laborales denominados en bolívares. Ese tipo de cambio anclado desde hace tres años estaba no solamente comprometiendo la competitividad externa de estas empresas, sino incluso, su propia viabilidad interna. Esa altísima conflictividad laboral y social, de alguna forma encuentra una máscara de oxígeno con la devaluación, porque va a permitir que estas empresas conviertan ahora buena parte de su ingreso en divisas al nuevo tipo de cambio de 6,30 Bs/$. Esto significará una mayor cantidad de bolívares para poder ponerse al día no solamente con los compromisos labores, sino también con buena parte de las deudas que tiene pendientes con proveedores, con contratistas, sin excluir, por ejemplo, los aportes que las empresas básicas hacen a la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) para alimentar los presupuestos que esta Corporación tiene para invertir en las obras de infraestructura en la región.

Principales impactos de la devaluación sobre los diferentes agentes económicos

Sobre el gobierno:

· Al vender los dólares más caros el gobierno obtiene un ingreso mayor en bolívares, lo cual le permite reducir el déficit fiscal en términos reales y como porcentaje del PIB.

· Al aumentar su ingreso fiscal disminuye las necesidades de endeudamiento interno.

· Sin embargo, para pagar la deuda externa deberá comprar los dólares más caros y, por lo tanto, necesitará una mayor cantidad de bolívares para cancelar el capital e intereses de la misma.

· Para calcular el peso de la deuda como porcentaje del PIB se debe convertir el monto de PIB en bolívares al nuevo tipo de cambio de 6.30 Bs/$, lo cual dará un monto menor en dólares y por lo tanto aumentará el ratio de la deuda externa como porcentaje del PIB

· Como el fisco obtendrá más bolívares por cada dólar, seguramente se producirá un aumento de los depósitos del gobierno.

Sobre la banca

· Reducción de la demanda de bonos del Estado denominados en bolívares y dólares.

· Aumento en bolívares de los intereses en dólares percibidos por la banca.

· Disminución real de la cartera de crédito.

Sobre el BCV

· Incremento en bolívares del valor de las reservas internacionales, compensando parte de las pérdidas por traspasos al Fonden.

· Aumento en bolívares de los intereses en dólares sobre reservas en divisas.

Sobre las empresas:

· Las importadoras resentirán el encarecimiento de la divisa con la consiguiente caída en la demanda de productos importados.

· Las exportadoras se verán estimuladas al recibir una mayor cantidad de bolívares por cada dólar exportado

· En general, tanto las importadoras como las exportadoras sufrirán un incremento en los costos del componente importado.

Sobre los hogares:

· Un aumento del valor en bolívares de los ahorros e intereses para aquellos hogares que han comprado bonos del Estado en divisas o tienen capacidad de ahorra en divisas.

· La devaluación del 46,5 % encarece el componente importado que se traslada al precio que pagan los consumidores y, por lo tanto, es previsible una inflación superior a la proyectada para el año 2012

4. Propuestas para un manejo inteligente de la política cambiaria

Se ha pretendido atribuir a la devaluación un efecto mágico, automático, sobre la transformación productiva. Pero la anterior maxidevaluación de 100 % que llevó el dólar de 2,15 a 4.30 corroboran que la devaluación cada vez que es utilizada única y exclusivamente para aumentar el ingreso fiscal, si no va acompañada de otras medidas complementarias pierde totalmente su efecto y se vuelven a reeditar, entonces, todos los fenómenos asociados a una economía rentista que cae en ese ciclo vicioso de dejar que el dólar se sobrevalue, exacerbando así la tendencia a importar de otros países lo que se debiera estar cubriendo con producción nacional.

El ajuste cambiario: necesario más no suficiente

Ya explicamos que al congelar el tipo de cambio se subsidia el dólar y, por lo tanto, también se subsidian las importaciones que desplazan la producción nacional. En consecuencia nos mantenemos en un círculo vicioso: importamos porque no producimos y no producimos porque importamos.

En tales circunstancias, el ajuste cambiario de 4.30 a 6.30 Bs/$ es una medida necesaria más no suficiente. Esta devaluación ha sido tardía, parcial e incompleta, toda vez que se trata de instrumentar una política cambiaria integral que realmente contribuya a la transformación del capitalismo rentístico en un nuevo modelo productivo socialista. Esto será posible sí y sólo sí la devaluación es complementada con otras decisiones en materia de política fiscal, en materia de política cambiaria, en materia de política de precios y en materia de políticas sectoriales, agrícolas, industriales y tecnológicas.

Diseñar políticas agrícolas, industriales y tecnológicas

No es cierto que la devaluación va a permitir automáticamente el tránsito de la economía rentista importadora al nuevo modelo productivo exportador. Si bien la devaluación encarece las importaciones que compiten con la producción nacional y mejora el ingreso en bolívares de los exportadores, la competitividad cambiaria es una condición necesaria más no suficiente para sostener el esfuerzo exportador. Es necesario construir una competitividad auténtica basada en el desarrollo de ventajas competitivas de tipo tecnológico que permitan que esa dotación de factores que el país tiene en materia de petróleo, gas, recursos naturales y materias primas sea efectivamente aprovechada. El ingreso en divisas que se obtiene al exportar estos recursos, en lugar de ser consumido por la vía de las importaciones, debe ser reorientado hacia la inversión productiva y al fortalecimiento de las capacidades tecnológicas e innovativas que a la larga permitan transformar el petróleo, gas, recursos mineros y naturales en productos de mayor valor agregado y contenido tecnológico.

El pobre desempeño de las exportaciones no tradicionales venezolanas no se debe solo a la ausencia de un tipo de cambio competitivo, sino a la falta de una política integral de promoción de exportaciones. No obstante, la corrección de la sobrevaluación estructural del bolívar es un requisito para superar el sesgo anti-exportador de la economía venezolana. La asignatura pendiente -además de encontrar una tasa cambiaria de equilibrio que evite el efecto negativo de la sobrevaluación estructural del bolívar-, sigue siendo la definición de políticas macroeconómicas, agrícolas, industriales y tecnológicas coherentes que hagan posible un desarrollo sostenido de la economía real. Sin producción nacional no es posible sustituir importaciones. Mucho menos exportar.

Para que sea sostenible el impacto positivo de la devaluación sobre la transformación productiva, para que sea creíble y se demuestre que no fue solamente tomada con el fin de cubrir el déficit fiscal, tendrá que ser respaldada con un conjunto de medidas complementarias en materia de política macroeconómica, agrícola, industrial y tecnológica.

Tipo de cambio para promover las exportaciones no tradicionales

Para facilitar los objetivos del gobierno de profundizar la integración de Venezuela a la economía latinoamericana como un exportador de productos con un creciente valor agregado, el nuevo tipo de cambio de 6,30 Bs/$ luce todavía sobrevaluado. Este puede expresar efectivamente la competitividad del sector petrolero, pero aún no expresa la verdadera productividad y competitividad de los demás sectores de la economía. Su impacto negativo sobre producción nacional -particularmente sobre la oferta exportable-, pudiera ser compensado con otro tipo de cambio que remunere de mejor manera el esfuerzo productivo que hacen los exportadores.

Si los exportadores venezolanos pudieran retener el equivalente al valor agregado que generan y venderlo en el mercado paralelo, reintegrando al BCV única y exclusivamente el porcentaje que corresponde al componente importado que es financiado con las divisas que Cadivi les entrega, seguramente ese estímulo cambiario, aunado a las demás medidas de política sectorial que antes mencioné, pudieran reforzarse entre sí para profundizar y acelerar la transformación estructural de la economía venezolana.

Los exportadores necesitan un estímulo adicional, un incentivo mucho más poderoso que el que se acaba de otorgar con la devaluación. Todos sabemos que los exportadores están obligados a cambiar el 70 % de sus divisas al tipo de cambio oficial. Plantearía, entonces que los exportadores retengan y puedan vender en el mercado paralelo el porcentaje de divisas equivalente al valor agregado que generan, reintegrando al BCV el monto equivalente a lo que Cadivi les otorga para cubrir el componente importado.

Por esa vía estaríamos aumentando la oferta de divisas en ese mercado paralelo. Esta medida estimularía las exportaciones no tradicionales y sustentaría una mayor oferta de divisas por parte del sector privado exportador, lo cual aliviaría de alguna forma la presión que hay sobre el BCV de quemar reservas internacionales con el fin de cerrar la brecha entre el tipo de cambio oficial y el mercado paralelo, cuando la razón del aumento de la demanda y de la cotización del dólar en el mercado paralelo es el retraso de Cadivi a la hora de liquidar oportunamente las divisas que requieren los sectores productivos para cancelar a tiempo las deudas con sus proveedores.

Si bien es cierto que la devaluación puede tener un efecto positivo, toda vez que las importaciones se encarecen y le pueden dar un margen de maniobra al aparato productivo para competir en precios con las importaciones encarecidas, esa es una condición necesaria más no suficiente para asegurar ese efecto de sustitución de importaciones y promoción de exportaciones que se le atribuye a la medida de devaluación. Si la devaluación se queda como una medida aislada, su potencial efecto positivo se va debilitando y disolviendo como resultado de la propagación de la inflación que la propia medida de ajuste cambiario va a generar.

Entonces habría que atacar el problema por la vía de aumentar una oferta que no ha sido lo suficientemente dinámica como para estar a la altura del aumento de la demanda, del aumento de la liquidez. No se trata de una medida aislada sino de toda una política para dinamizar el aparato productivo y así sustituir importaciones y diversificar la oferta exportable.

La devaluación le da cierta competitividad al aparato productivo, pero para que vaya más allá de una competitividad espuria, transitoria, provisional, efímera en el tiempo, que termine siendo un espejismo, el papel regalo con el cual se envolvió la medida de devaluación fiscalista y se justificó desde el punto de vista comunicacional, habría que ejecutar otra serie de medidas que permitan cumplir, entre otros, los siguientes objetivos:

• En primer lugar, un objetivo de reactivación de todas las empresas que están trabajando por debajo de su capacidad instalada debido al desplazamiento que sufre la producción nacional por las importaciones; evitar que esas empresas cierren, se desmantelen y terminen entonces vendiéndose e instalándose sus equipos a otros países; me refiero al impulso de un programa de reactivación con distintos incentivos para salvar el patrimonio productivo que todavía queda. Esa reactivación de esas industrias permitiría entonces aumentar la oferta nacional de bienes y servicios e ir logrando ese efecto sustitución.

• Para lograr el aumento de las exportaciones, generar nuevas fuentes de divisas que compensen la caída del ingreso petrolero y corrijan el monopolio que tiene el Estado en el mercado de divisas con una creciente oferta privada, planteo el diseño y ejecución de una política de reconversión tecnológica; porque en los mercados no vamos a competir solamente con la competitividad cambiaria que nos da la devaluación, esos mercados se van a conquistar con productos de buena calidad, cuando la entrega sea oportuna y en las cantidades requeridas; entonces, ese programa de reconversión estaría apuntado a fortalecer la calidad, la productividad y la competitividad del aparato productivo y así complementar el efecto positivo que tiene la devaluación en términos de competitividad cambiaria.

• Pero también se requiere una política de reindustrialización para aumentar la densidad empresarial del país. Nosotros tenemos apenas 0.25 establecimientos manufactureros por cada 1.000 habitantes; Colombia tiene 1.2 establecimientos por cada 1.000 habitantes y México, tiene 1.7 establecimientos manufactureros por cada 1.000 habitantes. Esos países tienen una capacidad productiva que no solamente permite atender las necesidades crecientes del mercado nacional sino que también tienen una oferta exportable permanente, no exportan excedentes. Como no viven de una renta petrolera o minera, son países que tienen toda una estrategia exportadora y en determinados sectores han logrado posicionarse de manera continua y estable en los mercados internacionales. Entonces nosotros deberíamos al menos trazarnos en los próximos 5-10 años la meta de alcanzar un establecimiento por cada 1.000 habitantes; todavía estaríamos por debajo de Colombia, todavía estaríamos por debajo de México pero subiríamos nuestro parque industrial de los 7.000 establecimientos que tenemos ahora a por lo menos 28.000. Por esa vía estaríamos aumentando entonces la producción nacional, atacar el problema inflacionario por la vía estructural; es decir, aumentando la oferta, sustituyendo las importaciones con producción nacional y diversificando y aumentando nuestra oferta exportable de manera permanente.

Por supuesto, todo esto debe ir acompañado de una medida de reorganización institucional donde Cadivi, que ya ha dado muestras de agotamiento, se vea ahora reforzado por el nuevo órgano cambiario que ha sido creado y así poder mejorar los plazos en los que aprueba y liquida las divisas, el cual tiene las siguientes funciones:

1. Fijar prioridades en la asignación de divisas

2. Direccionar la calidad y cantidad de las importaciones

3. Equilibrar los flujos de disponibilidad de divisas a las necesidades del Plan nacional de Desarrollo Económico y Social

4. Crear un sistema integrado automatizado

5. Orientar la aplicación de los certificados de no producción

6. Proponer políticas de importación y promoción de exportaciones

8. Velar por la eficiacia, eficiencia

9. Coordinar el flujo de divisas provenientes de los hidrocarburos y otras fuentes.

Fuente: http://victoralvarezrodriguez.blogspot.com.es/2013/02/pro-y-contra-de-la-devaluacion.html

Fuente: lafogata.org