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Argentina, la lucha continua....

Ana Guzzetti, Barone y la verdadera osadía en el periodismo

APE

8 de febrero de 1974. Olivos. Juan Domingo Perón presidía una conferencia de prensa. La periodista Ana Guzzetti la cubría para el diario El Mundo. Otro tiempo. Otro país. Otra historia. Otros intereses y otras fuerzas se dirimían en el escenario del poder. En la calle.

Ana Guzzetti: -Señor presidente, cuando usted tuvo la primera conferencia de prensa con nosotros, yo le pregunté qué medidas iba a tomar el gobierno para parar la escalada de atentados fascistas que sufrían los militantes populares. A partir de los hechos conocidos por todos, de Azul, y después de su mensaje llamando a defender al gobierno, esa escalada fascista se ha ampliado mucho más. En el término de dos semanas hubo exactamente veinticinco unidades básicas voladas, que no pertenecen precisamente a la ultraizquierda; hubo doce militantes muertos, y ayer se descubrió el asesinato de un fotógrafo. Evidentemente, todo esto está hecho por grupos parapoliciales de ultraderecha.

Perón: -¿Usted se hace responsable de lo que dice? Eso de parapoliciales lo tiene que probar. (Dirigiéndose al edecán aeronáutico dijo:) ¡Tomen los datos necesarios para que el Ministerio de Justicia inicie la causa contra esta señorita!

A.G.: -¡Quiero saber qué medidas va a tomar el gobierno para investigar tantos atentados fascistas!

P.: -Las que se están tomando, esos son asuntos policiales que están provocados por la ultraizquierda y la ultraderecha; la ultraizquierda, que son ustedes (señalando a la periodista con el dedo) y la ultraderecha, que son los otros. De manera que arréglense entre ustedes; la policía procederá y la Justicia también. Indudablemente que el Poder Ejecutivo lo único que puede hacer es detenerlos a ustedes y entregarlos a la Justicia; a ustedes y a los otros. Lo que nosotros queremos es paz, y lo que ustedes no quieren es paz.

A.G.: -Le aclaro que soy militante del Movimiento Peronista desde hace trece años.

P.: -¡Hombre, lo disimula muy bien!

"Los días de El Mundo estaban contados. El 23 de febrero, luego de un acto en el que habló Lorenzo Miguel, un grupo de militantes de la Juventud Peronista de la República Argentina cercó el diario y tiroteó durante 20 minutos el frente del edificio. La seguridad repelió el ataque. Los trabajadores que lograron entrar fueron detenidos por la policía", reconstruye el periodista Diego Rojas en la revista Contraeditorial, de mayo de 2010.

Dos días después, llegó la orden de clausura del diario. "Intentaron sacarlo con otro nombre -Respuesta Popular- pero la publicación duró un solo día. El archivo del diario, que incluía los ejemplares de la vieja época, fue resguardado por un tiempo por el ERP. Pero luego del golpe de Estado se le perdió el rastro a una colección que debería formar parte del patrimonio periodístico argentino", continúa Rojas.

Casi 40 años más tarde, el vínculo entre poder y medios, entre Estado y medios es completamente otro. Grandes corporaciones mediáticas, disciplinamientos, aparatos de propaganda mediática. Periodistas que se travisten e intentan vanamente reflejarse en espejos de rebeldía. Y que son capaces de acomodar tramos de la historia a su propio gusto. De desdibujar el coraje de Ana Guzzetti. De apropiarse de su valentía para transmutarla en una especie de buscado escándalo mediático. De desconocer las torturas y el secuestro que le valieron esas, sus palabras, en las aguas tormentosas de tiempos parapoliciales. Como osó hacer Orlando Barone desde 678.

Hoy hay un entramado extraño que juega sus piezas en una disputa política que le es ajena a los millones de desamparados en sus dolores y vidas cotidianas.

Que van y vienen según los vientos. Que hacen un guiño a empresariados potentes, que confrontan desde sus medios satélites o que juegan partidas ajedrecísticas desde el escueto abanico de la pauta oficial. Pero que hacen, unos y otros, un relato esquivo a los olvidados y a los desarrapados de todos los tiempos.

Fuente: lafogata.org