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Argentina, la lucha continua....

Estado ideológicamente represivo

Daniel E. Benadava

En la mayoría de los países latinoamericanos, para que puedan implementarse políticas de exclusión social y concentración de las riquezas, existen estados ideológicamente represivos presididos por líderes que -parafraseando a Eduardo Galeano- tienen un doble lenguaje y una doble moral; una moral para decir, otra moral para hacer.
 
Así, por ejemplo, Néstor y Cristina Kirchner plantean que es hora de redistribuir la riqueza por el bien de los que menos tienen pero, paradójicamente, no implementan políticas que modifiquen la injusta estructuración de la sociedad argentina.  Según la Central de los Trabajadores de la Argentina  entre estas posibles medidas que no son aplicadas en favor de los pobres pueden mencionarse la implementación de la Asignación Universal por Hijo y un Seguro de Empleo y Formación para todos los desocupados;  la finalización del saqueo del petróleo y minerales argentinos que están realizando las multinacionales;  y la instauración de retenciones sobre las ganancias excepcionales de los sectores rurales oligopólicos y no sobre los pequeños y medianos productores.
 
Además, sabiendo las pasiones que despierta el fútbol entre los argentinos, Cristina Kirchner anunció que los partidos de primera división serán emitidos por el canal estatal y paralelamente, mientras algunos creían ver en este hecho un triunfo popular sobre las grandes corporaciones, el ministro de economía argentino dejó en claro que su gobierno no busca alejarse del sistema capitalista internacional y afirmó que el país "nunca se fue del Fondo, porque siguió pagando la cuota. Ahora hay que ir dialogando para encontrar una intersección entre sus intereses y los nuestros. Y algún camino vamos a encontrar para tener una relación normal como socios del club… Nuestro objetivo final no es volver al Fondo, sino regresar al mercado financiero internacional".
 
En relación a esta cuestión habría que recordar las preguntas que Adolfo Perez Esquivel, en una carta que escribió el año pasado, le realizó a la presidenta argentina: "¿Qué esperas de esa política? ¿Que si haces bien los deberes que te imponen los que mandan, recibirás como regalo que el país sea aceptado en el sistema financiero capitalista y recibir préstamos que el país deberá devolver con intereses y la deuda seguirá creciendo hasta lo infinito  y que las nuevas generaciones deberán pagarla?. Hay que pedir al Tata Dios que nos libre de semejante suicidio político y económico.  En ese circuito vicioso el que siempre pierde es el pueblo."
 
Por último, y más allá de los bellos discursos de algunos presidentes que hacen emocionar a más de un alma noble, cabe ser destacado que desde el año 1983 hasta la actualidad cientos de hombres y mujeres murieron o desaparecieron por el accionar del aparato represivo del estado argentino.  
 
Entre estas personas se encuentran, por ejemplo, Claudio Lepratti, que en diciembre del 2001 fue asesinado por las fuerzas argentinas de seguridad mientras les pedía que no disparasen contra chicos;  Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, quienes a mediados del 2002 fueron asesinados por policías mientras marchaban reclamando la construcción de un país mas justo;  Julio López, quién desapareció en septiembre del 2006 después de haber dado testimonio en el juicio que condenó a reclusión perpetua al represor Miguel Etchecolatz;  Luciano Arruga, quién luego de negarse a robar para miembros de la Policía Bonaerense fue secuestrado y visto por última vez con vida siendo torturado en un destacamento policial;  y Mabel Guerra, que el pasado 19 de agosto fue asesinada por un miembro de la Prefectura Naval Argentina quién aludió haber actuado así en "defensa personal" aunque, según numerosos testigos, la joven en ningún momento intentó robarle ni tenía armas.
 
En este contexto cada vez son mas los cristianos que, recordando las palabras dichas décadas atrás por los Obispos Latinoamericanos en Medellín, le solicitan a sus dirigentes que no se valgan de la posición pacífica del Pueblo de Dios para oponerse, pasiva o activamente, a las transformaciones profundas que son necesarias. Si se retienen celosamente sus privilegios y, sobre todo, si los defienden empleando ellos mismos medios violentos, se hacen responsables ante la historia de provocar "las revoluciones explosivas de la desesperación".

Fuente: lafogata.org