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Argentina, la lucha continua....

Elecciones: algo más que una renovación parcial del Congreso

Eduardo Lucita
La Arena

El proceso electoral que concluyó el domingo muestra una situación contradictoria: ha sido la campaña más hueca y argumentalmente más pobre desde la recuperación democrática, sin embargo los resultados modifican hacia delante el tablero político del país.

Si se exceptúan las declaraciones e intervenciones del "Pino" Solanas, candidato por la Ciudad de Buenos Aires, cuyas propuestas al menos intentan recuperar los recursos naturales y los servicios públicos perdidos por las privatizaciones de los '90, a la mayoría de los candidatos es difícil encontrarles alguna idea superadora de la crisis actual, y muchas veces ni siquiera una idea. Más aún la pobreza político-cultural y discursiva es inferior aún a la de muchos capitostes del período menemista. Esto no hace mas que poner en evidencia, por si hiciera falta, la crisis de los partidos y la mediocridad de campañas basadas en personalidades, las más de las veces simples productos mediáticos montados en una enorme masa de dinero.

Un nuevo mapa político

Ahora, los resultados han cambiado efectivamente el mapa político del país. El oficialismo recoge una derrota política de proporciones, impensada por su envergadura semanas atrás, incluso para sus mayores opositores. Perdió en 21 de los 24 distritos electorales del país incluyendo el feudo de Santa Cruz y la derrota fue más pronunciada en las grandes concentraciones urbanas.

El peronismo K pierde el control del Congreso y es primera minoría, con un 30% de los votos totales del país. Lo que es una base nada desdeñable, pero ha perdido hegemonía y tendrá que someterse a negociaciones, acuerdos y concesiones diversas si quiere mantener la gobernabilidad. Por el contrario la reacción conservadora, que comenzara a corporizarse con el conflicto por la resolución 125, ha tomado en estas elecciones formas políticas concretas, ya sea bajo la forma de la derecha empresarial o la forma demo-liberal. El peso que en esto ha tenido el conflicto con el campo es innegable.

Claro está que no todo es reacción conservadora, hay mucho de voto castigo, de descontento social, de cansancio frente a promesas distributivas que no se concretan. Pero no puede omitirse que los descontentos han optado por opciones políticas que están claramente a la derecha del gobierno, lo que no significa que éste sea de izquierda. Pero sí que tiene una concepción de la intervención estatal, del consumo y del mercado interno diferenciada. Tampoco puede obviarse que el camino a la reacción conservadora ha sido pavimentado por el propio gobierno. Menos aún que la derecha empresarial sacó votos en zonas del segundo cordón del conurbano, donde anida la pobreza de los más pobres y también en zonas obreras. Y vale preguntarse si no estamos frente a una reedición de la alianza entre ricos y pobres, que fuera base de sustentación del menemismo.

Unos y otros

El radicalismo, montado en la Coalición Cívica, segunda fuerza nacional, da muestras de recomponerse, mientras que el macrismo pareciera encontrar su límite en la fuerte deserción de votos que sufrió en capital, donde tiene peso propio la ineficiencia de su gestión.

El futuro presidencial del esquema K en cualquiera de sus variantes ha sido puesto entre paréntesis, el ciclo kirchnerista se está agotando aunque venderá cara su derrota. Por el contrario, los presidenciables opositores han salido bien parados y se proyectan con peso propio para el 2011.

Este panorama muy poco alentador es apenas compensado por la gran elección capitalina de Solanas, cuyas proposiciones si bien remiten al nacionalismo del peronismo original es en este cuadro visto como de izquierda. A lo que hay que sumarle la buena perfomance de Sabbatella, que sin diferenciarse demasiado del oficialismo, pero apoyado en una gestión municipal exitosa, logró instalarse en la provincia. Son aún realidades muy parciales, pero con potencialidad.

Recomposición del peronismo

No sólo estaban aquí en juego la renovación parcial de los congresales, transformada en plebiscito por el oficialismo, estaba también en disputa la interna del Partido Justicialista, entre el peronismo K y el disidente.

La jugada de los llamados "barones" del conurbano se inscribe en esta disputa y muestra que la lealtad peronista ha quedado para la liturgia. Asumieron las candidaturas testimoniales; con las listas colectoras garantizaron su continuidad y con el corte de boleta liberaron el voto al peronismo disidente. Resultado: retuvieron el control sobre sus feudos municipales y jugaron a dos puntas a nivel nacional.

Así la renuncia de Néstor Kirchner a la presidencia del partido no es sólo producto de asumirse como el mariscal de la derrota sino también de la presión de los intendentes del conurbano y de los gobernadores triunfantes, interesados en la reorganización del PJ de cara a las elecciones del 2011. Con Scioli en la presidencia se facilita el diálogo con el peronismo disidente y la coherencia ideológica. No necesariamente será un cielo sereno, fuertes disputas y contradicciones para seleccionar una nueva dirección y por las candidaturas futuras están en el horizonte. Sin embargo las clases dominantes conocen que el peronismo es el único que puede garantizar la gobernabilidad del país.

La economía

La crisis mundial no pareció estar presente en la campaña, pero subyace por debajo de los resultados. Estos incidirán también en cómo enfrentar su impacto en una economía local que marcha al estancamiento, y también se reflejará al interior del PJ. Las corporaciones se sienten reconfortadas. El bloque agrario se ve triunfador y retomará el embate por las retenciones, mientras que los industriales, descartada ya la macrodevaluación, discuten ahora sobre una rebaja salarial directa o su contrapartida, dejar librado el empleo a las fuerzas del mercado.

Los gobernadores buscaran modificar el manejo de las finanzas públicas: una mejor coparticipación federal y recibir parte de lo recaudado por el impuesto al cheque. La oposición triunfante volverá con sus propuestas de achicar el gasto público, reducir las cargas impositivas y los subsidios y cubrir el bache financiero regresando al FMI, aceptando los condicionamientos que sean. El gobierno debilitado deberá resolver estas presiones, mientras que pasado el proceso electoral ha comenzado ya el reacomodamiento de precios y la recuperación económica no está a la vista. Mientras los trabajadores volverán a presionar por las paritarias y los aumentos, en tanto que el secretario de la CGT se siente también presidenciable, y necesitará logros concretos.

La crisis y los resultados electorales amenazan con convertir a los trabajadores y sectores populares en los verdaderos derrotados de estas elecciones. En el semestre que estamos iniciando veremos si hay respuesta del movimiento social. Pero ésta será siempre parcial hasta tanto no logre construir su propia alternativa política.

Eduardo Lucita es integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).

Fuente: lafogata.org