Argentina, la
lucha continua....
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El olor de la desidia
N�stor Sappietro
APE
Un volcadero repleto de residuos, el pesado vaho que traslada el humo de basura quemada, una p�rdida de l�quidos cloacales que se derraman sobre calles rotas...
Sin dudas, todo un c�ctel de aromas que ahuyentar�a cualquier posibilidad de gente viviendo en el lugar. Eso suceder�a si el sentido com�n no estar�a perdiendo cada una de las batallas que sostiene contra el desamparo.
Por eso, entre todas las ausencias, tambi�n debemos contar al sentido com�n.
La informaci�n llega desde Paran�, Entre R�os.
En barrio Balbi, a menos de una cuadra del Volcadero municipal, hay un sal�n comunitario donde van en busca de alimentos unos 200 chicos.
La cr�nica period�stica es m�s que elocuente para describir el tama�o del abandono:
"Descalzo, los pies chiquitos, cubiertos de barro, se mov�a r�pido con su cuerpo menudo y bien liviano de ropas esquivando restos de basura. El nene de no m�s de diez a�os, junto a otros ni�os y a un grupo de mujeres, esperaba en la tardecita fr�a un plato de comida en la sede de la vecinal del barrio Balbi. La casa -y la cola de gente- est� a menos de una cuadra del predio del Volcadero municipal y casi a la misma distancia de basura acumulada y de una p�rdida abundante de l�quidos cloacales. El olor fuerte a residuos quemados se mezclaba con el de las aguas servidas, que corr�an terreno abajo y cruzaban justo frente al ingreso de una vivienda precaria".
El paisaje de la desolaci�n se completa con las inmensas columnas de humo que se alzan en el basural y se confunden con adultos y pibes que revuelven y revuelven, como si intentaran encontrar el futuro que les arrancaron.
Son los que viajan trepados al �ltimo vag�n en el tren de la supervivencia.
"En buena parte de barrio Balbi viven familias pobres, con necesidades b�sicas sin atender. Seg�n informaron los vecinos, hay �desnutrici�n� y problemas respiratorios principalmente entre los menores".
Unos 200 pibes y algunos adultos acuden a la sede vecinal en busca de alimentos. Dos d�as a la semana van por la cena y otros tres d�as, por la merienda. El comedor no alcanza para evitar los problemas nutricionales.
Lo cierto es que en barrio Balbi, all� donde habitan unas 400 familias, se encuentra una de las m�s feroces postales de la orfandad.
Un comedor al que acuden 200 pibes situado en medio de un foco infeccioso, con basura quem�ndose, cloacas obstruidas, calles rotas y el olor pestilente de la miseria m�s cruel.
Para cuando nos pregunten por el olvido, tendremos que tener a mano esta postal de la verg�enza.
A quienes nos pregunten por el paradero de la indiferencia, habr� que mostrarles las caritas de los pibes descalzos que buscan comida entre l�quidos cloacales, basura y humo.
A quienes duden sobre la deserci�n del Estado cuando se trata de cuidar y mejorar las condiciones de vida de los que menos tienen, habr� que llevarlos a sentir los olores del desamparo en las calles rotas de barrio Balbi.
A los part�cipes necesarios de tanta inequidad, habr� que, al menos, condenarlos al desprecio.
Habr� que borrarles la sonrisa absurda que aparece estampada en cada afiche desde donde se postulan, una y otra vez, para multiplicar la angustia.