VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Argentina, la lucha continua....

Rige muerte en Argentina

CORREPI

Cuando aún no finaliza febrero, otros cinco jóvenes ejecutados en Burzaco, Temperley, Quilmes, Corrientes y Puerto Madryn se suman a los muchos fusilamientos policiales de los que ya dimos cuenta en el mes de enero.

En casi todos los casos, se los ha justificado bajo la versión del enfrentamiento tras supuestos intentos de robo. Descartando que los policías argentinos tengan la mejor puntería del mundo y que siempre resulten ilesos en los "intercambios de disparos", estos cinco casos ratifican cómo el estado protege el gatillo fácil y promueve su accionar, desde el momento mismo del fusilamiento, alterando el lugar con armas plantadas y testigos puestos por sus compañeros de fuerza, hasta ser juzgados por homicidio en legítima defensa por el poder judicial.

Basta observar el parte médico, que hacia el final de las notas de los diarios, luego de detallar el historial de robos a la propiedad informado por la misma versión policial que pretende encubrir el fusilamiento, nos ilustra, por ejemplo, en el Diario de Madryn: "una persona, en su apreciación, menor de edad, que estaba muerto en el interior de una propiedad (...) tenía una herida de bala cuyo ingreso era de atrás hacia delante, con salida a la altura de la axila". Luego, habla de "un hombre con una bala que ingresó a la altura de la segunda dorsal de su columna, en su recorrido el proyectil atravesó de forma transversal el cuerpo y tras romper la clavícula salió por el hombro izquierdo". No hace falta ser especialista para darse cuenta que los policías los ejecutaron por la espalda y que por mucha versión de enfrentamiento, los perseguidos no disparan con la región posterior de sus cuerpos.

En tanto, en Virrey del Pino, Maximiliano Sosa (18) fue fusilado por tres policías, al menos dos de la federal, cuando junto a dos de sus amigos, fue detenido luego de salir de bailar. Los redujeron y torturaron en el piso, hasta que Maximiliano recibió un disparo de arma calibre 9 mm de parte de un cabo de la división de defraudaciones y estafas de la Policía Federal. Los familiares de la víctima, los sobrevivientes representados por abogados de CORREPI y el barrio entero, se encuentran movilizados, reclamando por la detención de los tres homicidas y denunciando la política de gatillo fácil para los jóvenes de las barriadas pobres.

Mientras una integrante de la corte suprema, la misma que niega que la tortura exista en nuestro país, le pide al sector de la sociedad dominado por el discurso sobre la inseguridad, que "bajen un cambio" en cuanto sus pedidos de pena de muerte, estos crímenes de estado se multiplican.

Fuente: lafogata.org