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Argentina, la lucha continua....

La Inmolaci�n de Tartagal
La Muerte y Agon�a de Tartagal

Daniel Enrique Y�pez

El incontenible aluvi�n que el lunes pasado arras� Tartagal, tajo por donde la naturaleza herida se desangr� enlodando sin piedad y cubriendo de desesperaci�n a una ciudad desprevenida, represent� �a modo de gredoso manto mortuorio� un acto m�s de la interminable tragedia que agobia a esa comunidad.
La otrora ciudad cabecera de unos de los polos industriales m�s importantes de la regi�n y del pa�s, asiste hoy a los estertores de sus exuberantes yungas floridas que en otro tiempo la adornaron, con flora y fauna subtropical de la que disfrut� entra�ablemente durante mi primera infancia en San Pedrito. Este genocidio natural no casual, sino causal, es fruto directo y catastr�fico del sistem�tico desguace de su parque industrial y de la enajenaci�n de sus recursos minerales. La perla del Departamento San Mart�n no s�lo vive prisionera de su desgracia hist�rica, sino tambi�n de las compa��as extranjeras que le vampirizan las riquezas de su subsuelo, de una clase pol�tica inepta, ego�sta y sin futuro, de un poder provincial c�mplice de ese latrocinio, mientras engulle insaciable las regal�as que produce su riqueza petrolera y de un gobierno nacional con una pol�tica petrolera vacilante y err�tica.
En este presente aciago, Tartagal se ha transformado en el escenario propicio de la reacci�n devastadora de un paisaje natural que se niega morir sin defenderse y que involuntariamente la agrede, del mismo modo le chupan la sangre las multinacionales, los narcotraficantes, la corrupci�n de los funcionarios y la hipocres�a pol�tica de los tecn�cratas, en complicidad con la indolencia de ciudadanos sin conciencia, incapaces de defender lo suyo. Cr�nica anunciada, escenario dantesco y prueba irrefutable de un genocidio pol�tico, social y ecol�gico, que paradojalmente representa otro acto m�s de su agon�a, luego de su muerte social.
Bueno es decirle al lector que la inmolaci�n de Tartagal y de sus zonas aleda�as fue perpetrada impunemente por el menemismo, cuando su pol�tica de privatizaciones resolvi� la destrucci�n de Yacimientos Petrol�feros Fiscales (YPF). Con la enajenaci�n de la empresa nacional de hidrocarburos se le parti� el espinazo productivo y laboral a una comunidad que hab�a logrado, como modelo de desarrollo sustentable en la regi�n, la exploraci�n, explotaci�n e industrializaci� n de un mineral estrat�gico para el desarrollo aut�nomo de la naci�n. Desde entonces la tragedia de Tartagal, es la tragedia de YPF, signada por la destrucci�n del Estado y de sus econom�as regionales en los noventas.

La Devastaci�n Ecol�gica

A fin de refutar a falacia esgrimida por el gobernador de responsabilizar a la naturaleza de la sistem�tica devastaci�n ecol�gica de la regi�n en los �ltimos 20 a�os, es necesario decir que resulta dolorosamente desmoralizador observar cuando el viajero llega al cruce de Pichanal, como el monte natural que tupidamente se ergu�a al borde de la ruta 34 ha desaparecido totalmente. A lo largo de un trayecto de m�s de 100 Km., es terrible constatar como la irracionalidad de la agricultura extensiva, estimulada por las transnacionales de granos, fertilizantes y agroqu�micos, altamente contaminante por el uso irracional de estos venenos �taxativamente prohibidos por la legislaci�n agraria del primer mundo�, sin planificaci�n y sin ning�n tipo de control por parte del Estado, ha desmontado sistem�ticamente la selva chaco-oranense que hasta ayer soberanamente reinaba en el pedemonte salte�o de esa regi�n. Del mismo modo en que la naturaleza fue destruida por la acci�n incontrolada de intereses an�nimos y extra-nacionales que nada tienen que ver con el peque�o productor, el campesino o con las comunidades abor�genes de la zona, la fauna tambi�n ha dejado de existir. Y las corzuelas, acutis, chanchos del monte, tapires, zorros, mulitas, vizcachas, pumas y dem�s especies vern�culas, que poblaban el lugar han desaparecido o se encuentran en serio proceso de extinci�n, en consonancia con la destrucci�n de su h�bitat natural. A lo largo del camino, el paisaje se asemeja a un interminable desierto verde o parece una tundra amarillenta, si nos toca recorrerlo en �pocas posteriores a la trilla, cuando el rastrojo cubre los campos.
Atendiendo al nuevo llamado de un pa�s des-industrializado, de econom�a primaria y atado al monocultivo de la soja, segunda versi�n de rep�blica agro-exportadora (esta vez manejada por las multinacionales), la selva fue sistem�ticamente sacrificada por las topadoras de los acaparadores de tierras, de los pooles de siembra y de los especuladores nacionales y extranjeros. Mart�nez de Hoz, Hargunideguy, Macri, (encubiertos por sus respectivos testaferros) , junto a innumerables pol�ticos locales, son los m�s grandes.
Tambi�n es importante acotar que expertos en el tema predijeron que otra hecatombe natural se avecinaba sobre la regi�n, pero no fueron escuchados por el gobierno. Los due�os del poder y la partidocracia gobernante nada hicieron para evitarla, pues miran para otro lado cuando se trata de no afectar intereses ni inversiones que los comprometen. Dos cuestiones graves los inculpan: a) en 2007 hubo un incremento infame en las autorizaciones de tala, otorgadas por el anterior gobernador Romero, quien permiti� que m�s de 400 mil hect�reas fueran desmontadas en la zona, sin que la gesti�n actual nada hiciera para detenerla; b) tratando de parar el genocidio de los bosques nativos se sancion� en 2007 una Ley Nacional de Bosques, de por s� un tanto ingenua en sus prop�sitos, ya que ordenaba una moratoria total de talas, hasta que cada provincia hiciera un inventario de bosques y regulara la actividad. Como complemento, estableci� un fondo para premiar el mantenimiento de las �reas boscosas y otras nobles intenciones. La reglamentaci� n de la misma a�n est� pendiente, cajoneada por el mismo lobby que antes demor� su sanci�n: los legisladores de las provincias donde ocurren estos desastres. 
De ah� su infinita hipocres�a, cuando p�blicamente se rasgan las vestiduras lamentando el drama. Como es sabido y a pesar de las advertencias que dej� el 2006 (cuando tuvo lugar el mismo fen�meno), no hubo respuestas, ni prevenciones por parte del poder y tampoco se concluyeron las obras m�nimas de canalizaci�n del antiguamente denominado ca�ad�n Seco. Sin la vegetaci�n propia del lugar, la estructuras de las laderas se vuelven cada vez m�s inestables. Sin retenci�n suficiente, se acelera el escurrimiento superficial. Con poca retenci�n y excesivo escurrimiento, las crecidas no se regulan. Con grandes crecidas, no hay puentes ni caminos que resistan. El ecosistema es din�mico y se repone, pero ante la explotaci�n descontrolada muchas veces no tiene capacidad de cicatrizaci�n para mitigar el impacto de copiosas lluvias en tan escaso tiempo.
Lo anterior genera lo que especialistas denominan el fen�meno de la "c�rcava". La c�rcava es una estructura en el suelo que se forma, antes que nada, por la ausencia de cobertura -pastos, �rboles- que protejan al mismo del golpe de las gotas de lluvia. Destruido y lavados as� los primeros mil�metros del suelo, el agua acumulada va concentr�ndose en la zona m�s baja y empieza a correr por all�, ayudando a socavar m�s profundamente. Una vez quitada la primera capa, si se trata de un suelo mineral pobre en arcillas y en materia org�nica, el derrumbe de material es muy f�cil y ocurre en cortes verticales. La c�rcava es retrogradante, es decir, va zigzagueando y cre�ndose a s� misma. La ca�da de agua dentro de ella excava el material que le permite crecer y avanzar y el aumento de tal trinchera engrosa el caudal que puede captar.
Entonces no es de extra�ar que la crecida del casi siempre R�o Seco o R�o Tartagal, haya arrastrado a su paso el puente ferroviario y amenazado seriamente al carretero, cuando no encontr� un escape en su descontrolado viaje por la pendiente. Como dejaron de existir las contenciones y absorciones naturales que la vegetaci�n ofrec�a, los deslaves y las crecientes se concentraron a lo largo del precario terrapl�n ferroviario a�n existente en Villa Guemes. Cuando encontr� la boca de salida por dicho ca�ad�n, el puente vol� en pedazos. Cr�tica situaci�n ecol�gica que no s�lo se manifiesta en Tartagal, sino que se extiende desde Aguaray hasta Embarcaci�n. Si miramos este panorama trepando por los primeros faldeos del pedemonte de las sierras sub-andinas que por el poniente bordean la ruta 34, encontraremos situaciones similares. A lo largo de este circuito, las extensas propiedades utilizadas para la producci�n de citrus y el incontrolable saqueo de la explotaci�n maderera, produjeron un destrozo similar a la tala sistem�tica de la vegetaci�n natural. Esto fue el comienzo.

La Devastaci�n del Estado y de las Tierras P�blicas

Cuando el menemismo privatiz� la administraci� n norte de Yacimientos Petrol�feros Fiscales (YPF) en 1992-1993, la zona fue licitada en 23 lotes y adjudicadas a diferentes consorcios nacionales y multinacionales del rubro. Obviamente toda la infraestructura, la cultura, los emprendimientos sociales, sanitarios y educativos que hab�a construido la empresa nacional en el eje Vespucio-Mosconi- Campo Dur�n desaparecieron, del mismo modo que desapareci� el trabajo calificado y el salario estable, cuando ese ramal productivo fue entregado al vampirismo de las privatizadas. De este modo las tierras oficiales fueron enajenadas y los pobladores, muchos de ellos antiguos campesinos y peque�os productores ganaderos que desde anta�o libremente transitaban las sendas que comunicaban San Pedrito, Acambuco, Tablillas, Ramos y otras localidades aleda�as, fueron expulsados de sus dominios. Los lotes fueron alambrados con p�as y sus per�metros custodiados con guardias.
Nuestros coterr�neos pasaron a ser seres extra�os en sus propias tierras y una enorme masa de trabajadores se transform� en mendigos o cuentapropistas. Una vez en posesi�n de los predios, otra devastaci�n sigui� su curso. En el codicioso af�n de encontrar petr�leo a como d� lugar, el primer paso fue apelar al desmonte sin ning�n tipo de control o sanci�n por parte del Estado. En esas tierras de nadie, las privatizadas no escatimaron ning�n recurso para lograrlo. Si hab�a que abrir picadas, caminos y contaminar arroyos y r�os, se lo hac�a. Si hab�a que cavar grandes zanjones para instalar oleoductos o gasoductos, se hac�a. Si hab�a que usar irracional e irresponsablemente explosivos para mover tierra y socavar las estructuras geol�gicas del suelo, se hac�a. Al fin y al cabo esa tierra ya no era de los argentinos. Si hab�a que dejar incontables y peligrosos socavones yermos del preciado mineral �sin se�alizaciones ni avisos y colmados de desechos o aguas contaminadas� tambi�n se hac�a, total si alg�n chaque�o (as� le dicen al campesino de esa zona) se ca�a y ahogaba en esas profundidades, nadie reclamar�a. Por otra parte, y en voz ya no tan baja, se sigue comentando que tambi�n el monte fue dinamitado para construir innumerables e ilegales pistas de aterrizaje demandadas por el narcotr�fico creciente.
La naturaleza de esta zona no s�lo fue agredida, sino asesinada impiadosamente. Y ese asesinato es producto de la desaparici�n del Estado y de YPF. El da�o es irreversible y las consecuencias est�n a la vista. Esto explica porqu� cuando llueve en los cerros orientales, los tartagalenses rezan, ya que s�lo les queda encomendarse al Supremo. Pero como el proceso es creciente y acumulativo, los da�os a la poblaci�n son cada vez mayores. Y el pr�ximo deslave, si esto no se para de una vez, no se llevar� la mitad de Tartagal, como ahora, sino que arrasar� toda la ciudad. Es importante acotar que el gobierno provincial fue informado de esta situaci�n, pero la trama de influencias, coimas, fraudes y violaciones sistem�ticas al pueblo y a los intereses de la regi�n, con que se manejan estos nuevos encomenderos del petr�leo, generaron un silencio c�mplice que cubre de culpa a sociedad pol�tica salte�a.
Por eso los estudiantes de la Sede Regional Tartagal, de la Universidad Nacional de Salta, en charlas informales propon�an que el Departamento San Mart�n se segregara del desp�tico poder central salte�o, erigi�ndose en una nueva provincia. Ellos dicen que son inmensamente ricos, que est�n parados sobre una gigantesca bolsa de gas y de petr�leo, de la cual fueron sistem�ticamente despojados y que -adem�s- est�n hartos de la ineptitud y corruptela de las intendencias que no los defienden. Ambas situaciones le depara al pueblo tartagalense una constante pobreza y abandono por parte de los poderes provinciales y nacionales, ya que son tratados como "kelpers" argentinos. Verdaderos "olvidados de esta tierra", parafraseando a Franz Fanon, que s�lo sirven para que sus riquezas sean constantemente saqueadas. Los sucesivos piquetes y cortes de ruta lo dicen todo.
El desmantelamiento del ferrocarril p�blico es el otro condimento imposible de ignorar en esta tr�gica historia. Su destrucci�n perjudic� enormemente a esta zona lim�trofe de la naci�n, pues los productos que importan sus pobladores se encarecen en demas�a por el costo de los fletes viales. Pero la conspiraci�n de las privatizadas que controlan los peajes y se apoderaron de las rutas nacionales, las corporaciones de fabricantes y due�os de camiones y neum�ticos, m�s el marcado desinter�s del gobierno nacional por re-nacionalizar los ferrocarriles y reinstalar en la sociedad un sistema de transporte ecol�gico, no contaminante, barato y m�s seguro, perjudica a los m�s pobres y a las regiones perif�ricas del pa�s. La frutilla de este amargo postre, fue la ca�da del puente ferroviario de Tartagal, el cual, obviamente, al igual que los ferrocarriles del estado, seguir� postrado.
Por �ltimo, si bien es l�cito y necesario rogar a Dios, o encomendarse a la Virgen de la Pe�a , para que esta tragedia acabe, tambi�n es necesario que el pueblo de Tartagal oriente su acci�n y reflexi�n en la b�squeda de las verdaderas causas que ocasionaron este presente aciago. Es hora de que comiencen a recuperar lo que dolorosamente perdieron en 1993, cuando el polo petrolero m�s importante del norte del pa�s se transform� en tierra de nadie, arrasada por las privatizadas. En funci�n de la dolorosa coyuntura es l�cito preguntarse �qu� hacer?

Pensar, Reparar y Debatir

Si bien la asistencia y reparaci�n dada a la poblaci�n es imprescindible para recuperar condiciones m�nimas de calidad de vida, no debemos olvidar que es un paliativo que no evitar� colapsos naturales futuros. Si el 2006 fue un aviso del que pocos tomaron nota, espero que el 2009 sirva de punto de partida, no s�lo para reparar lo destruido, sino para comenzar a imaginar un futuro diferente para la regi�n.
Tartagal s�lo podr� salir de la muerte civil que la condena a una agon�a interminable, si su sociedad se pone de pie para debatir abierta y p�blicamente su devenir. En todos los �mbitos hay que comenzar por informarse de las causales del drama. Es hora que en escuelas y colegios se hable de aquello que se calla y oculta. Es hora de que en clubes sociales, deportivos, iglesias, sindicatos y reuniones abiertas se corra la voz y se descubra el velo de mentiras que oculta una realidad que ya ha golpeado dos veces a este pueblo.
En el marco de ese debate hay que comenzar a exigir la creaci�n de una nueva empresa petrolera nacional, y la reinstalaci�n de ella en la regi�n, emulando a la vieja y querida YPF, fuente de progreso y desarrollo. Su correlato debe ser impulsar la restituci�n del Ferrocarril del Estado, como sistema de transporte alternativo. El paso siguiente debe ser rescindir los contratos y expulsar a las privatizadas, no sin antes demandarlas judicialmente por da�o ecol�gico grave. Luego y sin descanso se debe suspender de facto y hasta nuevo aviso la concesi�n de tierras a las multinacionales de la soja y a los pooles de siembra, al mismo tiempo que debe suspenderse la explotaci�n maderera descontrolada. Es un imperativo condenar a penas sever�simas de c�rcel inmediata a quien derribe un �rbol, como lo hacen legislaciones del primer mundo. Es hora que el inter�s p�blico y colectivo se imponga y predomine sobre las ambiciones particulares y las codicias personales.
En consonancia con ello, se debe bregar para reinstalar progresivamente a los campesinos y pobladores expulsados de sus tierras y establecer zonas de reservas ecol�gicas para proteger y reproducir la fauna en extinci�n. Asimismo, deben recuperarse las antiguas pr�cticas de agricultura conservacionista donde el campesino, "amichado" con la naturaleza, la proteg�a antes que someterla. Lo antedicho s�lo ser� un compendio de buenas intenciones si no contamos con la decisi�n pol�tica de la sociedad, en consonancia con el auxilio de la ciencia, los avances tecnol�gicos y la formaci�n de recursos humanos calificados.
Por lo mismo es hora que la sociedad civil de la regi�n reclame en�rgicamente la creaci�n de una s�lida filial de la Universidad Nacional de Salta, en la cual se abra una Facultad de Ciencias Naturales y Agrarias, con carreras como Geolog�a, Miner�a, Biolog�a, Ecolog�a, Agronom�a, Zootecnia y Veterinaria. Sus egresados, como ciudadanos responsables y comprometidos con su pueblo, su tiempo y su entorno, deber�n emprender la tarea de aplicar los saberes cient�ficos aprendidos para investigar y restaurar los da�os ecol�gicos infligidos a los ecosistemas naturales y tambi�n culturales. Las Ciencias Exactas y la Arquitectura tambi�n son fundamentales para replanificar, reconstruir su infraestructura y reordenar un territorio que se ha desarrollado an�rquicamente, al igual que una poblaci�n condenada a la supervivencia primaria.
A su vez en el campo de las ciencias humanas y sociales no pueden estar ausentes de la regi�n carreras como Antropolog�a, Sociolog�a, Ciencias Pol�ticas, Psicolog�a, Educaci�n y Trabajo Social, entre otras, cuya funci�n no s�lo es ayudar a la gente a comprender y actuar en la sociedad en la que viven, sino que deben trabajar entramadamente con las ciencias duras y de la naturaleza. Los problemas son complejos y requieren de la complejidad de saberes interdisciplinarios. Las Universidades P�blicas y gratuitas son el Estado y si pretendemos recrear el mismo, deben actuar como complemento cultural y formativo de la refundaci�n productiva de la regi�n.
La Educaci�n y la Ciencia no son herramientas m�gicas, sino variables dependientes de la acci�n pol�tica, de la econom�a, de las relaciones sociales y productivas, como as� tambi�n del protagonismo de los pueblos. En consecuencia, el denominador com�n que debe orientar el proceso re-fundacional de la estructura productiva y cultural de la regi�n, debe estar basado en un proyecto de desarrollo regional consensuado pol�ticamente por la poblaci�n, que lo encuadre y lo vincule en t�rminos de igualdad y respeto con otras �reas de la provincia y obviamente del pa�s. Debe atender relaciones e interacciones materiales y culturales con pa�ses hermanos como Chile Bolivia y Paraguay, fortaleciendo el MERCOSUR, en la marco de la patria grande latinoamericana. Dicho en otras palabras, lo que queda por hacer es arrancar de ra�z las atrocidades heredadas del neoliberalismo, que como se puede comprobar en los medios, no s�lo arras� con los pueblos perif�ricos, sino que est� tumbando las econom�as del primer mundo.
No s� si ser� posible hacer realidad este cambio.

Eso s�, nadie podr� decir que no lo intentamos.

San Miguel de Tucum�n, 9 de Febrero de 2009

Fuente: lafogata.org

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