Argentina, la
lucha continua....
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Las marcas territoriales de la memoria
Memoria, Olvido y Territorio en Tucum�n
Rub�n Kotler
Edici�n De Igual A Igual
�D�nde
habitan la memoria y el olvido? Las sociedades contempor�neas parecen
obsesionadas por las efem�rides. Cientos de fechas nos riegan el calendario de
fastos que deben ser recuperados en nuestra memoria. Sin embargo estas son
imposiciones oficiales que contribuyen a la narraci�n que el propio Estado
burgu�s quiere construir de su historia. En la vereda de en frente una
contramemoria desaf�a al "olvido oficial" de determinados asuntos e impone
una nueva agenda rememorativa. Pero m�s all� del calendario, la memoria y el
olvido habitan dentro de nuestras sociedades en marcas territoriales claramente
visibles e identificables en la ciudad. Forman parte del callejero, de la
arquitectura, del paisaje urbano en constante transformaci�n y es perfectamente
reconocible en fotos de �pocas, cuando se contraponen con fotos actuales, y
donde el blanco y negro deja paso al color, consiguiendo que aquellos lugares de
"celebraci�n pol�tica" en a�os de rebeld�a, hoy se hayan vaciado de contenido,
procurando hacer que la ciudadan�a de a pie olvide. Estos lugares enaltecen a
los "padres de la patria" y ocultan las luchas sociales por medio de las cuales
se fue desafiado al poder de turno. Se construye una narrativa a partir de estas
marcas donde el Estado juega un rol central, pero tambi�n "las sociedades"
pueden (y deber�an) tener un papel protag�nico.
Entre Roca y la memoria en el parque
Una de las principales entradas a la ciudad es la Avenida Julio Argentino Roca.
Quien llegue a
Tucum�n por el sur entrar� a la ciudad por esta
arteria, una de las principales, que adem�s de unir el este con el oeste camino
a los valles, es una de las cuatro avenidas que separan el casco c�ntrico de los
suburbios de la ciudad capital. Pero el tema aqu� en cuesti�n no es solo la
geograf�a urbana sino el nombre que una de las principales avenidas de la ciudad
capital en Tucum�n tiene: el nombre de
un genocida, exterminador del aborigen en la d�cada
del 80 en el siglo XIX. Roca, distinguido general tucumano, es homenajeado en su
provincia y su nombre ha sido estampado en una de las arterias centrales de la
ciudad capital. Exaltaci�n de lo militar, exaltaci�n de una naci�n surgida sobre
el exterminio del otro, del originario de estas tierras. El General genocida de
la patria tiene estampado su nombre en su provincia natal, como premio al
patrioterismo de exterminar al aborigen. Esta es una de las marcas urbanas
m�s fuertes en una ciudad cuyo callejero deber�a ser revisado alguna vez, porque
la exaltaci�n de estos padres
nefastos de la patria burguesa es la exaltaci�n al
exterminio del "otro".
Sobre la Avenida Roca, se erige un parque. Popularmente conocido como el
parque "El Provincial" pues all� se encontraba la estaci�n de trenes de "El
Provincial", estaci�n que hoy es una construcci�n que se derrumba entre
vagabundos y fantasmas que la habitan. El parque es uno de los pocos pulmones
verdes de la ciudad. All�, la actual administraci�n provincial y municipal
decidi� levantar en 2004 un monumento que recuerde la memoria de los 30.000
desaparecidos de la �ltima dictadura militar. Un "mamotreto" inexpresivo que se
supone recuerda a la generaci�n setentista. Mientras Roca observa de reojo desde
una esquina con su nombre estampada, los desaparecidos de la �ltima dictadura
militar, responden con la mirada desde el "monumento". Vale aqu� recordar que la
�ltima dictadura argentina se autodenomin� "Proceso de Reorganizaci�n Nacional",
pues pretend�an los militares en sus fueros �ntimos una vuelta al pasado
glorioso y genocida de los hacedores de la patria. Julio Argentino Roca y cia.
Las marcas de la memoria se imprimen aqu� en una confrontaci�n claramente
visible. Roca y el proyecto liberal burgu�s de exterminio del otro, de un lado.
La memoria de los desaparecidos, aquellos que buscaron construir "la patria
socialista", del otro.
El escrache de HIJOS en 1998 y el parque de los 30.000
1998. Otro genocida est� en el poder.
Antonio Domingo Bussi, otrora represor de la dictadura
es ahora gobernador elegido por medio de los votos en 1995. Con cierta
conciencia de lucha en la batalla por la memoria, una organizaci�n, hija de los
desaparecidos por Bussi y cia. aparece en escena. Esta generaci�n es hija de los
estudiantes y obreros de la resistencia de los "Tucumanazos".
H.I.J.O.S. nace en 1995, cuando el genocida triunfa en elecciones burguesas y
ocupa la casa de gobierno "legalmente".
HIJOS,
decide entonces escrachar a Bussi en Tucum�n. Y lo
hace en 1998, cuando Bussi ostenta todo el poder p�blico y pol�tico en sus
manos. Es el momento del apogeo del dictador en democracia. E HIJOS recupera la
memoria de sus padres desaparecidos con un escrache en la provincia.
El escrache tuvo su proleg�meno en el campamento nacional de HIJOS llevado a
cabo en los d�as previos al 12 de octubre de 1998, fecha elegida para la
manifestaci�n. El campamento nacional que reun�a a los miembros de HIJOS de todo
el pa�s se llev� a cabo en el campus universitario "la
Quinta Agron�mica", lugar
emblem�tico de la lucha en los a�os setenta, sitio de la resistencia
estudiantil contra el cierre de los comedores universitarios y donde ocurri� el
�ltimo acto de rebeld�a de la juventud, previo al genocidio, en ese proceso
conocido hoy como los Tucumanazos. El
Quintazo hab�a sido en junio de 1972 un acto popular
que hab�a congregado a los estudiantes universitarios para manifestar contra la
dictadura encabezada entonces de Lanusse (continuadora de la dictadura de
Ongan�a). Vale prestar atenci�n a lo simb�lico una vez m�s. HIJOS en tanto
agrupaci�n que re�ne a hijos e hijas de los desaparecidos, generaci�n de los
militantes que hab�a participado tambi�n del Quintazo, se re�ne previo al
escrache a Bussi, en el territorio de la rebeld�a de sus padres. Las marcas de
la memoria se van estableciendo entre lo real y lo simb�lico, pero dejan
impresas fuertes huellas en la percepci�n de los participantes. Aqu� el pueblo
recupera el espacio de lucha. Los j�venes se apropian del lugar de sus padres y
retoman un camino de militancia que parec�a olvidado.
Pero la lucha por la memoria tiene a su contraparte. El Estado no permitir� el
recuerdo. Mientras HIJOS organiza la marcha que buscaba llegar a la plaza
principal, all� donde habitan los poderes de turno,
Bussi propone sitiar la ciudad con m�s de
5.000 polic�as y evitar los que los j�venes lleguen a
la Plaza Independencia. Los c�lculos de la organizaci�n entonces hablaban de
1000 participantes, es decir que por cada manifestante, el "Bussi de la
democracia" dispuso el despliegue de cinco polic�as. Una vez m�s: cinco polic�as
por manifestante, para impedir que HIJOS ocupe la plaza y escrache al genocida.
Desde el ayuntamiento de la capital (af�n al gobernador tucumano) se decide
rebautizar un parque colindante con el centro de la ciudad. El nombre asignado
era el de "Parque Operativo
Independencia", recordando los comienzos del genocidio
argentino, aquel que acab� con la generaci�n de los tucumanazos. El Operativo
Independencia hab�a supuesto en 1975 la prueba de ensayo del plan sistem�tico de
represi�n y exterminio del r�gimen, instaurado tras el golpe el 24 de marzo de
1976. El parque dej� de llamarse El Provincial por unas horas y en clara actitud
provocativa del gobierno de Bussi, les recordaba ahora a los HIJOS que la
Reorganizaci�n Nacional no hab�a culminado. Una vez m�s las marcas territoriales
mostraban la disputa por la memoria contra el olvido. Memoria popular de los
HIJOS contra el olvido oficial de Bussi y sus secuaces.
HIJOS
en su camino a plaza Independencia habr�an de pasar por el "parque El
Provincial". Al llegar al parque e impedidos de ingresar a la ciudad por el
amplio operativo policial deciden realizar la manifestaci�n all�. Primer acto de
rebeli�n popular: "Rebautizar el parque". Quitaron los carteles con el nombre de
"Operativo Independencia" y colocaron los nuevos carteles anunciando el nuevo
nombre del predio: "Parque 30.000 detenidos desaparecidos". Con la mirada de
"Roca" de los polic�as custodiando la entrada en la ciudad, HIJOS y las
organizaciones populares que los acompa�aban no dejaban de entonar consignas
contra el genocida. "Como a los nazis, les va a pasar, a donde vayan los iremos
a buscar". Vale recordar que el Bussi todopoderoso, amo de la vida y la muerte
de los tucumanos en los �70, huy� de la provincia el d�a del escrache. Solo la
cobard�a de los generales argentinos les impide enfrentarse con el poder popular
y rendir cuentas de sus actos. El mismo Bussi que diez a�os despu�s
se echar�a a llorar
en la sala de un juzgado sentado en el banquillo de los acusados. Roca sentir�a
verg�enza de este militar argentino llor�n.
Desde el 2004 el parque fue rebautizado "Parque de la Memoria"
El comedor universitario y el olvido territorial
Siempre cuento la an�cdota, sobre todo para quienes no vieron el
documental. Cuando
comenzamos a trazar ideas sobre el Tucumanazo, nos plantamos en la puerta de la
casa donde hab�a funcionado uno de los comedores universitarios durante los a�os
70. La premisa era preguntarle a los ocasionales transe�ntes si ten�an
conocimiento sobre el funcionamiento del comedor universitario en aquel sitio.
Con sorpresa descubrimos que m�s del 90% de los entrevistados desconoc�an no
solo la existencia del comedor en los a�os 60 / 70 sino que desconoc�an la
historia misma de los Tucumanazos. Ubicado sobre la calle Mu�ecas al 200, frente
a la Escuela Normal, el comedor hab�a sido en esos a�os centro de importantes
debates pol�ticos. Los estudiantes universitarios no solo se reun�an all� a
comer por poco dinero, sino que en el comedor se organizaban importantes
tertulias pol�ticas donde las discusiones sobre el poder, la violencia pol�tica,
la lucha armada, el cambio social, entre otros temas, estaban a la orden del
d�a. Con nuestra improvisada encuesta corroboramos la hip�tesis de uno de los
entrevistados del documental; un viejo militante setentista nos afirm�
categ�rico: "Ni los tucumanos recuerdan el Tucumanazo".
El
espacio urbano visiblemente modificado ha contribuido con este olvido al borrar
toda huella territorial de lo que fueron las luchas de esos a�os de rebeld�a
obrero estudiantil. Pero no solo han sido borradas las huellas territoriales de
esos a�os. Mientras los libros y manuales oficiales de historia nada dicen de
los Tucumanazos o tergiversan la historia narrada desde Buenos Aires para
solaparla detr�s de otros movimientos en apariencia m�s importantes, quienes
deben sostener el recuerdo de esos a�os asumen actitudes de complicidad y
callan. En las universidades tucumanas no se ense�a historia de Tucum�n, en las
escuelas mucho menos. No existe en el callejero de la ciudad una marca que
recuerde los Tucumanazos, como no existe pr�cticamente se�ales en la ciudad de
aquellas protestas ni de los militantes de esos a�os. Asoman ciertas
remembranzas cuando se suceden las proyecciones del documental, estrenado en
septiembre de 2007 y con el cual nos propusimos salir a "militar" en la memoria
de nuestra historia. Porque creemos que solo recordando y analizando
cr�ticamente nuestro pasado, ser� posible pensar en la transformaci�n de nuestro
propio presente y la construcci�n de otro futuro distinto, como el que so�aron
los j�venes setentitas de la generaci�n de los "Azos". Al menos hoy puedo
afirmar con cierto optimismo, que aquella premisa sobre el olvido de nuestra
propia historia comienza a cambiar, cuando nos llaman y nos invitan a pasar el
documental en un colegio, en una universidad o en un congreso. La marca de la
memoria al menos quedar� impresa en un DVD para se�alar aquellos lugares por
donde se "escribi�" nuestra historia. Quiz�s alg�n d�a podamos por ejemplo,
conseguir que el ayuntamiento capitalino recupere la dignidad y reemplace el
nombre de la Avenida Roca por el de alguno de los luchadores sociales de los
Tucumanazos. O simplemente por el de los 30.000.
Entre la "Cosechera" y el "Postino", el Patio Lorca
El 13 de septiembre de 2007 se estren�
el documental El Tucumanazo. El lugar elegido para la
presentaci�n fue un bar cultural denominado Patio Lorca. Esa noche
debieron organizarse dos proyecciones dado que la masiva asistencia de p�blico
desbord� la sala. Antes de dar comienzo a la primera proyecci�n se hizo una
presentaci�n y luego de la misma se dej� un espacio para el debate. Al salir de
la sala una ex militante sententista sentenci�: "convirtieron al Patio Lorca en
la �Cosechera�". Esta imagen se repiti� tras varias proyecciones
posteriores en los m�s diversos �mbitos, todas proyecciones seguidas de debates
entre los realizadores y el p�blico, donde muchas veces se mezclaban j�venes con
ex militantes setentistas. Los primeros �vidos por conocer la historia nunca
contada; los segundos deseosos de contar esa historia. Pero �qu� fue aquella
Cosechera mencionada por la tertuliana?
La Cosechera hab�a sido un bar tradicional de Tucum�n, que junto al "Buen Gusto"
reun�a a los j�venes politizados y donde se improvisaban tertulias pol�ticas en
los 60 / 70. Toda la gama de militantes de la izquierda de esos a�os se reun�a
en la Cosechera a discutir, a debatir, a intercambiar ideas, repitiendo algunas
de las experiencias que se daban tambi�n en el Comedor Universitario. Hasta hace
algunos a�os uno pod�a transitar por la intersecci�n de la calle Jun�n y San
Mart�n y en la esquina se encontraba con un "pedazo" de historia llamado "La
Cosechera". El bar no hab�a perdido su identidad y si el paseo se hac�a de la
mano de alg�n ex militante de aquellos a�os, raro era que no contara alguna
experiencia de las vividas all�.
Angelita Nassif, recordada militante de esos a�os, y
activa participante de los tucumanazos, me confi� antes de fallecer que su sue�o
era volver a reunir en La Cosechera "a la barra". Sin embargo el paso del tiempo
parece implacable y consigue borrar incluso estas marcas de la memoria.
Reconvertido en un "bar resto" posmoderno, hoy la Cosechera ha cambiado de
aspecto y nombre. Se llama "Il Postino" y tan solo queda como recuerdo parte de
su mobiliario. El resto fue borrado de un plumazo, como si la memoria que all�
habitaba deb�a tambi�n ser eliminada.
Pero al olvido que supone el aniquilamiento arquitect�nico y simb�lico de la
historia, la memoria le responde con nuevas marcas y nuevas huellas. Si La
Cosechera hoy no existe, el Patio Lorca podr� erigirse en santuario de la
memoria, no ya para repetir las experiencias de los a�os 60 / 70 sino para
narrarlas. No hay mera evocaci�n nost�lgica de una lucha que se recuerda como
deseable que se repita, sino evocaci�n de lo que fue, para la construcci�n de
nuevas formas de lucha que permitan pensar, sobre la experiencia pasada, la
conjunci�n de nuevas modalidades acordes a los tiempos que corren. El esp�ritu
de La Cosechera est� presente en El Patio Lorca, pero con las implicancias de
nuestro tiempo presente. En medio, el recuerdo y la memoria de quienes militaron
narrando a las nuevas generaciones sobre lo que fue. La memoria de los 30.000
que se impone como relato y como necesidad. Como relato, una de esas voces
pretende serlo el documental en este art�culo comentado. Como necesidad de
impedir que el olvido oficial siga avanzando, para prevenir nuevas formas
represivas, o que oscuros personajes como Bussi ganen la calle, no vaya a ser
cosa, que dentro de unos a�os, el callejero tucumano bendiga al represor, como
lo hizo con Roca. Escribir esta historia nos corresponde a nosotros, porque si
dejamos en mano del Estado burgu�s la narraci�n de nuestro pasado, lo m�s
probable es que la goma estatal borre de un plumazo toda marca o huella pasada.
La lucha hoy es esta, preservar lo poco que queda de estas marcas y recuperar la
memoria de aquellas marcas que han sido "aniquiladas".
Una Posdata: Mientras termino de escribir estas reflexiones me entero que
hoy comienza el juicio
contra el �ltimo dictador argentino, Reynaldo Benito Antonio Bignone.