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Argentina, la
lucha continua....
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Las marcas territoriales de la memoria
Memoria, Olvido y Territorio en Tucumán
Rubén Kotler
¿Dónde
habitan la memoria y el olvido? Las sociedades contemporáneas parecen
obsesionadas por las efemérides. Cientos de fechas nos riegan el calendario de
fastos que deben ser recuperados en nuestra memoria. Sin embargo estas son
imposiciones oficiales que contribuyen a la narración que el propio Estado
burgués quiere construir de su historia. En la vereda de en frente una
contramemoria desafía al "olvido oficial" de determinados asuntos e impone
una nueva agenda rememorativa. Pero más allá del calendario, la memoria y el
olvido habitan dentro de nuestras sociedades en marcas territoriales claramente
visibles e identificables en la ciudad. Forman parte del callejero, de la
arquitectura, del paisaje urbano en constante transformación y es perfectamente
reconocible en fotos de épocas, cuando se contraponen con fotos actuales, y
donde el blanco y negro deja paso al color, consiguiendo que aquellos lugares de
"celebración política" en años de rebeldía, hoy se hayan vaciado de contenido,
procurando hacer que la ciudadanía de a pie olvide. Estos lugares enaltecen a
los "padres de la patria" y ocultan las luchas sociales por medio de las cuales
se fue desafiado al poder de turno. Se construye una narrativa a partir de estas
marcas donde el Estado juega un rol central, pero también "las sociedades"
pueden (y deberían) tener un papel protagónico.
Sobre la Avenida Roca, se erige un parque. Popularmente conocido como el
parque "El Provincial" pues allí se encontraba la estación de trenes de "El
Provincial", estación que hoy es una construcción que se derrumba entre
vagabundos y fantasmas que la habitan. El parque es uno de los pocos pulmones
verdes de la ciudad. Allí, la actual administración provincial y municipal
decidió levantar en 2004 un monumento que recuerde la memoria de los 30.000
desaparecidos de la última dictadura militar. Un "mamotreto" inexpresivo que se
supone recuerda a la generación setentista. Mientras Roca observa de reojo desde
una esquina con su nombre estampada, los desaparecidos de la última dictadura
militar, responden con la mirada desde el "monumento". Vale aquí recordar que la
última dictadura argentina se autodenominó "Proceso de Reorganización Nacional",
pues pretendían los militares en sus fueros íntimos una vuelta al pasado
glorioso y genocida de los hacedores de la patria. Julio Argentino Roca y cia.
Las marcas de la memoria se imprimen aquí en una confrontación claramente
visible. Roca y el proyecto liberal burgués de exterminio del otro, de un lado.
La memoria de los desaparecidos, aquellos que buscaron construir "la patria
socialista", del otro.
El escrache de HIJOS en 1998 y el parque de los 30.000
1998. Otro genocida está en el poder.
emblemático de la lucha en los años setenta, sitio de la resistencia estudiantil contra el cierre de los comedores universitarios y donde ocurrió el último acto de rebeldía de la juventud, previo al genocidio, en ese proceso conocido hoy como los Tucumanazos.
El Quintazo había sido en junio de 1972 un acto popular que había congregado a los estudiantes universitarios para manifestar contra la dictadura encabezada entonces de Lanusse (continuadora de la dictadura de Onganía). Vale prestar atención a lo simbólico una vez más. HIJOS en tanto agrupación que reúne a hijos e hijas de los desaparecidos, generación de los militantes que había participado también del Quintazo, se reúne previo al escrache a Bussi, en el territorio de la rebeldía de sus padres. Las marcas de la memoria se van estableciendo entre lo real y lo simbólico, pero dejan impresas fuertes huellas en la percepción de los participantes. Aquí el pueblo recupera el espacio de lucha. Los jóvenes se apropian del lugar de sus padres y retoman un camino de militancia que parecía olvidado.
HIJOS
en su camino a plaza Independencia habrían de pasar por el "parque El
Provincial". Al llegar al parque e impedidos de ingresar a la ciudad por el
amplio operativo policial deciden realizar la manifestación allí. Primer acto de
rebelión popular: "Rebautizar el parque". Quitaron los carteles con el nombre de
"Operativo Independencia" y colocaron los nuevos carteles anunciando el nuevo
nombre del predio: "Parque 30.000 detenidos desaparecidos". Con la mirada de
"Roca" de los policías custodiando la entrada en la ciudad, HIJOS y las
organizaciones populares que los acompañaban no dejaban de entonar consignas
contra el genocida. "Como a los nazis, les va a pasar, a donde vayan los iremos
a buscar". Vale recordar que el Bussi todopoderoso, amo de la vida y la muerte
de los tucumanos en los ’70, huyó de la provincia el día del escrache. Solo la
cobardía de los generales argentinos les impide enfrentarse con el poder popular
y rendir cuentas de sus actos. El mismo Bussi que diez años después
se echaría a llorar
en la sala de un juzgado sentado en el banquillo de los acusados. Roca sentiría
vergüenza de este militar argentino llorón.
El
espacio urbano visiblemente modificado ha contribuido con este olvido al borrar
toda huella territorial de lo que fueron las luchas de esos años de rebeldía
obrero estudiantil. Pero no solo han sido borradas las huellas territoriales de
esos años. Mientras los libros y manuales oficiales de historia nada dicen de
los Tucumanazos o tergiversan la historia narrada desde Buenos Aires para
solaparla detrás de otros movimientos en apariencia más importantes, quienes
deben sostener el recuerdo de esos años asumen actitudes de complicidad y
callan. En las universidades tucumanas no se enseña historia de Tucumán, en las
escuelas mucho menos. No existe en el callejero de la ciudad una marca que
recuerde los Tucumanazos, como no existe prácticamente señales en la ciudad de
aquellas protestas ni de los militantes de esos años. Asoman ciertas
remembranzas cuando se suceden las proyecciones del documental, estrenado en
septiembre de 2007 y con el cual nos propusimos salir a "militar" en la memoria
de nuestra historia. Porque creemos que solo recordando y analizando
críticamente nuestro pasado, será posible pensar en la transformación de nuestro
propio presente y la construcción de otro futuro distinto, como el que soñaron
los jóvenes setentitas de la generación de los "Azos". Al menos hoy puedo
afirmar con cierto optimismo, que aquella premisa sobre el olvido de nuestra
propia historia comienza a cambiar, cuando nos llaman y nos invitan a pasar el
documental en un colegio, en una universidad o en un congreso. La marca de la
memoria al menos quedará impresa en un DVD para señalar aquellos lugares por
donde se "escribió" nuestra historia. Quizás algún día podamos por ejemplo,
conseguir que el ayuntamiento capitalino recupere la dignidad y reemplace el
nombre de la Avenida Roca por el de alguno de los luchadores sociales de los
Tucumanazos. O simplemente por el de los 30.000.
El 13 de septiembre de 2007 se estrenó
el documental El Tucumanazo. El lugar elegido para la
presentación fue un bar cultural denominado Patio Lorca. Esa noche
debieron organizarse dos proyecciones dado que la masiva asistencia de público
desbordó la sala. Antes de dar comienzo a la primera proyección se hizo una
presentación y luego de la misma se dejó un espacio para el debate. Al salir de
la sala una ex militante sententista sentenció: "convirtieron al Patio Lorca en
la «Cosechera»". Esta imagen se repitió tras varias proyecciones
posteriores en los más diversos ámbitos, todas proyecciones seguidas de debates
entre los realizadores y el público, donde muchas veces se mezclaban jóvenes con
ex militantes setentistas. Los primeros ávidos por conocer la historia nunca
contada; los segundos deseosos de contar esa historia. Pero ¿qué fue aquella
Cosechera mencionada por la tertuliana?