VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Argentina, la lucha continua....

Argentina: Crisis energética y debilidad estratégica

Carlos Andrés Ortiz

La crisis energética implica una grave debilidad estratégica de Argentina. Es de lógica muy elemental, pero debe ser enfatizado; la energía en todas sus formas es la esencia vital que mueve todas las actividades.

Un país sin un buen abastecimiento energético, sin reservas estratégicas suficientes, y sin el pleno dominio y propiedad de las fuentes energéticas, resulta muy vulnerable a las presiones externas, a las crisis petroleras, y a las maniobras disolventes de determinados grupos de presión interno que solo buscan los beneficios propios sin importarles el conjunto ni menos la continuidad y prosperidad de La Nación.

El Sector Energético en Argentina sufrió en forma muy acentuada los avatares político – económicos que padeció nuestro país. Su descripción histórica es muy gráfica y permite precisar el concepto descrito, pero por su extensión excede los límites de este artículo. Será analizado en mi próximo libro referente al tema.

Pero brevemente puede afirmarse que la actual crisis energética –la peor de toda la Historia Argentina- tiene su origen en la implementación de medidas político – económicas neoliberales, las cuales se exacerbaron en la década del '90, con los desastrosos resultados conocidos.

Las ausencias de inversiones básicas por más de un quinquenio (usinas eléctricas), y en algunas áreas por hasta década y media (redes de alta tensión, gasoductos), o más de dos décadas (refinerías petroleras); o prospecciones marcadamente insuficiente (exploración petrolífera y gasífera), y otros faltantes de inversiones; forman en conjunto un panorama muy acentuado de atrasos en las inversiones energéticas básicas, cuya reversión requiere un plan muy coherente de fuertes inversiones anuales durante un largo período de años, seguramente bastante más de una década.

Siempre es importante contar con un plan estratégico de largo plazo, priorizando las más importantes inversiones y aquellas que de no concretarse pueden formar cuellos de botella que ocasionen inconvenientes muy serios o que obliguen a realizar de apuro soluciones no óptimas o menos convenientes, como las dos mega centrales termoeléctricas adjudicadas contra reloj en 2006/07 (Timbúes y Campana).

Pero más importante aún es desarrollar y concretar un cuidadoso plan de inversiones, cuando la crisis nos limita y condiciona severamente. Cabe afirmar que si no se evalúa con objetiva precisión la profundidad y gravedad de la crisis en la cual nos hallamos sumidos –consecuencia de años de políticas energéticas erróneas o peor aún de ausencia de políticas energéticas con visión estratégica-, la situación en los próximos años será caótica y puede no solo frenar toda política de desarrollo, sino también provocar severas crisis socio – políticas de imprevisibles consecuencias.

Además del severo riesgo que entraña no asumir en su real magnitud la crisis energética, resulta muy grave que los diagnósticos de los especialistas opinantes en los medios de comunicación, e incluso de los funcionarios políticos del área y los funcionarios de carrera, sean equivocados o tergiversados. Y esto último es particularmente grave, pues siembra confusión y hace perder valioso tiempo, irrecuperable para concretar las alternativas de inversiones más favorables a los Intereses Nacionales.

Las opiniones de especialistas, consultores y periodistas, suelen pecar de falta de profundidad y de carencia de contexto general actual y falta de soporte histórico, con lo cual sus proyecciones o son de corto alcance (casi nunca más de cinco años), o de escasa profundidad político – energética (se ciñen a lo actual sin referencias concretas o menos aún exactas de las causas básicas de la crisis), y casi siempre sesgadas en función de intereses sectoriales muchas veces contrapuestos a los Intereses Nacionales. Esto amerita otro artículo.

Preocupante es que muchos funcionarios intermedios de los pocos entes estatales energéticos sobrevivientes a la larga noche neoliberal, estarían –de acuerdo a los hechos-, consustanciados con las políticas neoliberales que tanto daño hicieron, o con sus apéndices funcionales, que son los dictados dogmáticos de las ONGs ultraambientalistas, siempre atentas para entorpecer –bajo presiones ambientalistas por lo general carentes de real sustento técnico- o para impedir todas las inversiones que nos conduzcan a salir de las tenazas de la dependencia hidrocarburífera y del subdesarrollo.

La estatización de YPF y Gas del Estado, son materias pendientes imprescindibles para que el Estado Argentino vuelva a manejar efectivamente tan estratégicas áreas energéticas y maneje las cuantiosas rentas –estimadas como mínimo en U$S 12.000 millones que hoy se dilapidan fuera de nuestras fronteras.

La refundación de Agua y Energía Eléctrica es necesaria para volver a manejar las prospectivas y concreciones hidroeléctricas y de abastecimiento de agua a todo el Territorio Nacional.

La anulación de las extensiones de las concesiones de los principales yacimientos de petróleo y gas es otra medida clave para los Intereses Nacionales.

Por supuesto que la anulación de todo el entramado constitucional, legal y reglamentario de neto cuño neoliberal (extranjerizante y antiestatista, amén de perjudicial a los consumidores y empresas argentinas), debe realizarse con mucho cuidado pero a la vez con extrema urgencia, pues apenas se modificaron algunas pautas de ese andamiaje sobre el cual se consumó el saqueo a casi todo el Sector Energético Argentino.

La recomposición de las reservas de petróleo y gas es de prioridad acuciante, debiendo suspenderse toda exportación de tan importantes y escasos bienes.

La ampliación de los gasoductos, sobre todo a regiones largamente postergadas, como todo el NEA, es otra materia pendiente de gran relevancia.

La capacidad de refinación hoy marcadamente insuficiente también requiere prontas y grandes inversiones.

En la parte eléctrica, operar sin reservas como sucede desde el estallido de la crisis, es un riesgo latente enorme y potencialmente caótico. Pero a la vez, debe tomarse conciencia que en los próximos diez años la Potencia Instalada del servicio público eléctrico, deberá incrementarse en el orden de 29.000 MW (equivale a diez obras como Corpus Christi), más los reemplazos de viejos equipos térmicos obsoletos (otros 7.500 MW), más unos 6.000 MW necesarios como reserva del sistema. Ello suma la friolera de 42.500 MW adicionales, un esfuerzo enorme ¡para concretar en solo una década! Difícil y complejo, pero no imposible.

También es cuantioso el cuadro de inversiones en Transmisión (líneas de alta y media tensión), tanto en necesidades largamente postergadas, como en reparaciones y reemplazos de líneas al filo de sus vidas útiles o ya obsoletas.

Los Planes Hidroeléctrico y Nuclear, vueltos a poner en marcha, deben acelerarse sustancialmente, rechazándose de plano los condicionamientos exagerados o burdos impuestos por los fundamentalistas de la ecología, acicateados por las transnacionales del sector.

Queda además por enfatizar el reemplazo de hidrocarburos por biocombustibles, alternativa que podrá proveer parte de la solución al abastecimiento de combustibles.

Compleja situación que requiere un diagnóstico muy certero de la realidad actual y de las proyecciones previsibles, además de cobertura ante imprevistos geopolíticos que la volátil situación mundial puede provocar.

Estamos ante un cuadro de inversiones del orden de U$S 7.500 millones a U$S 10.000 millones por año; lo cual demandará un gran esfuerzo pero no es imposible.

La alternativa es caer en severos condicionamientos a toda política de desarrollo socioeconómico, o peor aún en un gravísimo caos socio político de imprevisibles consecuencias.

¡Argentinos, manos a la obra!

Carlos Andrés Ortiz es Ex Docente – Investigador. Facultad de Ciencias Económicas. UNAM Especialista en Gestión de Producción y Ambiente. Cursante de la Maestría en Gestión de la Energía.

Fuente: lafogata.org