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Nuestro Planeta

Alimentos, art�culos de lujo

Frei Betto
ALAI AMLATINA

�Qui�n se imagin� que tendr�a que entrar en una butique para comprar arroz, frijoles, verduras y carne? Pues quiz�s no estemos lejos de ello. El precio medio de los alimentos se triplic� en los �ltimos doce meses.

El a�o pasado los due�os del mundo invirtieron en la industria de la muerte -la fabricaci�n de armamentos- US$ 134 mil millones, un 45 % m�s que hace diez a�os, seg�n el Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz. En gastos militares los gobiernos invirtieron el 2.5 % del PIB mundial. Por cada habitante del planeta se destinaron US$ 202 a alimentar las bestias del Apocalipsis con misiles, bombas, minas y artefactos nucleares. En resumen: seg�n la FAO, comparado con los gastos en alimentos, el valor consumido por los armamentos lo super� �191 veces!

Los Estados Unidos facturaron en el 2007 un 45 % de la venta de armas en el mundo. Este mercado hoy d�a es dominado por 41 empresas estadounidenses y 34 de Europa occidental. En los �ltimos diez a�os los gastos militares de los EE.UU. aumentaron un 65 %, sobrepasando todo lo que se invirti� durante la Segunda Guerra Mundial. Es el precio de las intervenciones en Iraq y en Afganist�n.

Adem�s de esa desproporci�n brutal entre lo que se invierte en la muerte (armas) y lo que se aplica a la vida (alimentos), la crisis del petr�leo, con el barril por encima de los US$ 130, eleva terriblemente el precio de los alimentos. En los �ltimos 50 a�os se industrializ� la agricultura, lo que aument� un 250 % la cosecha mundial de cereales. Pero eso no signific� que se pusieran m�s baratos y llegaran a las bocas de los hambrientos.

La agricultura pas� a consumir petr�leo en forma de fertilizantes (�stos representan 1/3 del consumo de energ�a en la producci�n y aumentaron un 130 % en el �ltimo a�o), pesticidas, m�quinas agr�colas, sistemas de irrigaci�n y de transporte (desde los camiones que hacen llegar el alimento al mercado hasta el motorista repartidor de pizzas).

La agricultura industrializada consume 50 veces m�s energ�a que la agricultura tradicional, pues el 95 % de todos nuestros productos alimenticios exigen la utilizaci�n de petr�leo. S�lo para criar una vaca y ponerla en el mercado se consumen seis barriles de petr�leo, de 158.9 litros cada uno.

La subida del precio del petr�leo abre un nuevo y vasto mercado para los productos agr�colas. Antes ellos eran destinados al consumo humano. Ahora son empleados tambi�n para alimentar m�quinas y veh�culos. El precio del petr�leo aumenta el de los alimentos sencillamente porque si el valor del combustible de una mercanc�a excede su valor como alimento, se convertir� en agrocombustible.

�Qui�n va a invertir en la producci�n de az�car si con la misma ca�a se obtiene m�s ganancia generando etanol? Es obvio, el az�car no desaparecer� de los estantes del supermercado. Pero ser� ofrecido como art�culo de lujo a fin de compensar las inversiones de quien dej� de producir agrocombustible.

No se trata de ponerse contra el etanol, sino de ponerse a favor de la producci�n de alimentos, de modo que sean accesibles a la renta media mensual del brasile�o corriente, que gana unos US$ 300. Adem�s, nadie desconoce el trabajo esclavo o semiesclavo que predomina en los ca�ales del Brasil, seg�n una reciente denuncia de Amnist�a Internacional. Es urgente que el Congreso Nacional apruebe la PEC 438/2001 contra el trabajo esclavo. Desgraciadamente, Planalto acaba de editar la Medida Provisional que no obliga al cumplimiento de inscripci�n del trabajador hasta despu�s de los tres meses de contratado. �Cu�ntos trabajadores eventuales no van a quedar condenados al r�gimen perpetuo -y legal- de trimensualidad laboral y sin derechos laborales?

Algunas empresas de producci�n de etanol obligan a sus trabajadores a recoger hasta 15 toneladas de ca�a al d�a y les pagan no por las horas trabajadas sino por la cantidad recogida. Seg�n especialistas, tal esfuerzo causa serios problemas de columna, calambres, tendinitis y enfermedades en las v�as respiratorias debido al holl�n de la ca�a, deformaciones en los pies por el uso de gruesos zapatos y da�os en las cuerdas bucales por tener el cuello torcido durante el trabajo.

En la cosecha los trabajadores est�n empapados de sudor debido a las altas temperaturas y del excesivo esfuerzo. Para cortar una tonelada de ca�a hay que dar mil machetazos. Los salarios pagados por producci�n son insuficientes para garantizarles alimentaci�n adecuada, pues, adem�s de los gastos de alquiler y transporte desde sus lugares de origen hasta el interior de S�o Paulo y de Minas, env�an parte de lo que ganan a sus familias.

El actual r�gimen de trabajo reduce el tiempo de vida �til de los cortadores a unos 12 a�os. En 1850, en que el tr�fico de esclavos era libre y la oferta de mano de obra abundante, la vida �til de esos trabajadores era de entre 10 y 12 a�os. A partir de la prohibici�n de importar negros, el trato mejor dispensado a los esclavos ampli� su vida �til a entre 15 y 20 a�os.

Si el gobierno federal desea promover el crecimiento econ�mico con desarrollo sustentable, sin antagonizar esas dos metas de nuestro proceso civilizatorio, es preciso evitar los males apuntados, adem�s de hacer la reforma agraria, de modo que se multipliquen las �reas destinadas a la producci�n de alimentos, balance�ndolas con las que hoy d�a est�n ocupadas por el agrocombustible. (Traducci�n de J.L.Burguet)

- Frei Betto es escritor, autor de "Calendario del poder", entre otros libros.

Fuente: lafogata.org

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