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Bio-combustibles: mitos de la transici�n de los agro-combustibles
Eric Holt-Gim�nez, Ph.D.
Traducido por Georgina Catacora V.
Grupo Semillas � Colombia
Los biocombustibles evocan una imagen
de abundancia renovable que permite a la industria, pol�ticos, Banco Mundial,
Naciones Unidas e incluso al Panel Intergubernamental del Cambio Clim�tico,
presentar a los combustibles producidos a partir del ma�z, ca�a de az�car, soya
y otros cultivos como una suave transici�n de la c�spide de una econom�a del
petr�leo hacia otra basada en combustibles renovables. Los mitos sobre la
abundancia desv�an la atenci�n lejos de los poderosos intereses econ�micos que
se benefician de esta transici�n, evitando la discusi�n sobre el creciente
precio que los ciudadanos del Sur est�n comenzando a pagar para mantener el
estilo de vida consumista del Norte basada en el petr�leo. La obsesi�n por los
biocombustibles obscurece las profundas consecuencias de la industria de
transformaci�n de nuestros alimentos y sistemas energ�ticos� La transici�n de
los Agro-combustibles.
El boom de los agro-combustibles
Los pa�ses industrializados han dado lugar a un "boom de agro-combustibles" a
trav�s de la proclamaci�n de ambiciosas metas sobre combustibles renovables. Los
combustibles renovables deber�n proveer el 5,75% del combustible para transporte
de Europa hasta el 2010; y el 10% hasta el 2020. El objetivo de los Estados
Unidos es alcanzar los 35 billones de galones por a�o (aproximadamente 132
billones de litros por a�o). Estas metas sobrepasan significativamente la
capacidad agr�cola del Norte industrializado. Bajo este contexto, Europa
requerir�a destinar 70% de sus tierras agr�colas a la producci�n de cultivos
para la producci�n de agro-combustibles. Toda la cosecha de ma�z y soya de
los Estados Unidos necesitar�a ser procesada como etanol y bio-diesel. Los
pa�ses del Norte esperan que los pa�ses del Sur satisfagan sus requerimientos de
combustibles, y sus gobiernos parecen estar ansiosos por obedecer. Indonesia y
Malasia est�n deforestando aceleradamente sus bosques para expandir las
plantaciones de palma aceitera destinadas a suplir el 20% del mercado de bio-diesel
de la Uni�n Europea. En Brasil � donde los cultivos destinados a la producci�n
de agro-combustibles ya ocupan una superficie similar a la extensi�n conjunta de
los Pa�ses Bajos, B�lgica, Luxemburgo y Gran Breta�a � el gobierno est�
planeando incrementar en cinco veces la extensi�n dedicada a la producci�n de
ca�a de az�car con el fin de reemplazar el 10% de la gasolina del mundo hasta el
2025.
La r�pida capitalizaci�n y concentraci�n del poder dentro de la industria de los
agro-combustibles es asombrosa. Del 2004 al 2007, el capital invertido en
agro-combustibles se ha incrementado ocho veces. La inversi�n privada est�
invadiendo las instituciones p�blicas de investigaci�n, como evidencia est� el
medio bill�n de d�lares que la compa��a British Petroleum (BP) otorg� a la
Universidad de California. En una abierto desaf�o a las leyes nacionales anti-monopolio,
gigantes corporaciones de petr�leo, granos, veh�culos e ingenier�a gen�tica
est�n formando poderosas alianzas: ADM con Monsanto; Chevron y Volkswagen;
tambi�n BP con DuPont y Toyota. Estas corporaciones est�n consolidando la
investigaci�n, producci�n, procesamiento y canales de distribuci�n de nuestros
alimentos y sistemas de provisi�n de combustibles bajo un colosal techo
industrial.
Los defensores de los agro-combustibles nos aseguran que debido a que los
cultivos son renovables, los agro-combustibles son ambientalmente amigables,
pueden reducir el calentamiento global y promover el desarrollo rural. Pero el
tremendo poder de mercado de las corporaciones globales de agro-combustibles,
junto con la d�bil voluntad pol�tica de los gobiernos en regular sus
actividades, es la receta para un desastre ambiental e incremento del hambre en
el Sur. Es tiempo de analizar los mitos que alimentan este boom de los
agro-combustibles � antes que sea demasiado tarde.
Mito #1: Los agro-combustibles son limpios y "verdes"
Debido a que la fotos�ntesis de los cultivos destinados a la elaboraci�n de
combustibles remueven los gases de efecto invernadero de la atm�sfera y pueden
reducir el consumo de combustibles f�siles, hemos sido informados que los
cultivos destinados a la producci�n de combustibles son "verdes". Sin embargo,
cuando el ciclo de vida completo de los agro-combustibles es considerado � desde
la adecuaci�n y preparaci�n de la tierra hasta el consumo vehicular � el
moderado ahorro en las emisiones de gases efecto invernadero son sobrepasadas
ampliamente por una emisi�n mucho mayor originada en la deforestaci�n, quema,
drenaje de turba, cultivo, y p�rdida de carb�n del suelo. Cada tonelada de palma
aceitera producida resulta en 33 toneladas de emisi�n de di�xido de carbono � 10
veces m�s que el petr�leo [1]. Los bosques tropicales reemplazados por ca�a de
az�car para la producci�n de etanol emiten 50% m�s gases de efecto invernadero
que la producci�n y uso de cantidades similares de gasolina [2]. Con relaci�n al
balance global de carb�n, Doug Parr, cient�fico ingl�s en Greenpeace menciona
categ�ricamente: "Incluso si cinco por ciento de los biocombustibles son
generados de la destrucci�n de los existentes antiguos bosques, se pierde toda
la ganancia de carb�n".
Tambi�n existen otros problemas ambientales. Los agro-combustibles industriales
requieren amplias aplicaciones de fertilizantes petroqu�micos, cuyo uso global �
actualmente a una relaci�n de 45 millones de toneladas por a�o � tiene m�s que
el doble de la disponibilidad biol�gica de nitr�geno en el mundo, contribuyendo
intensamente a la emisi�n de �xido nitroso, un gas de efecto invernadero 300
veces m�s potente que el di�xido de carbono (CO2). In los tr�picos � donde la
mayor�a de los agro-combustibles del mundo ser�n cultivados pronto � los
fertilizantes qu�micos tienen 10 a 100 veces m�s impacto en el calentamiento
global en comparaci�n con las aplicaciones en suelos de climas templados [3]. La
producci�n de un litro de etanol requiere tres a cinco litros de agua de riego y
genera hasta 13 litros de aguas de desecho. Requiere una energ�a equivalente a
113 litros de gas natural para tratar dichos desechos, incrementando sus
requerimientos sucesivamente de forma tal que simplemente ser� liberado en el
ambiente y contaminar� las corrientes de agua, r�os y aguas subterr�neas [4]. El
cultivo intensivo de cultivos para agro-combustibles tambi�n dirigir� a altos
niveles de erosi�n, particularmente en la producci�n de soya � de 6,5 toneladas
por hect�rea in los Estados Unidos hasta 12 toneladas por hect�rea en Brasil y
Argentina.
Mito #2: Los agro-combustibles no resultar�n en deforestaci�n
Los proponentes de los agro-combustibles argumentan que los cultivos destinados
a su producci�n plantados en suelos ecol�gicamente degradados mejorar�n, en
lugar de destruir, el ambiente. Quiz�s el gobierno del Brasil tiene esto en
mente para re-clasificar aproximadamente 200 millones de hect�reas de bosques
tropicales secos, praderas y pantanales como "�reas degradadas" y aptas para la
producci�n de agro-combustibles. [5] En realidad, estos son ecosistemas
biodiversos de la Mata Atl�ntica, el Cerrado y el Pantanal, ocupados por
poblaciones ind�genas, agricultores de subsistencia y predios de producci�n
extensiva de ganado. La introducci�n de plantaciones de agro-combustibles
simplemente expulsar� a estas comunidades hacia la frontera agr�cola de la
Amazon�a, donde la deforestaci�n ser� intensificada. La soya suple 40% del
biodiesel del Brasil. La NASA ha correlacionado positivamente su precio de
mercado con la destrucci�n del bosque h�medo amaz�nico � actualmente, cerca de
325 mil hect�reas por a�o. El llamado "Diesel de la deforestaci�n", plantaciones
de palma aceitera para bio-diesel es la primera causa de p�rdida de bosques en
Indonesia, un pa�s con uno de los m�s altos �ndices de deforestaci�n en el
mundo. En el 2020, las plantaciones de palma aceitera de Indonesia se
triplicar�n hasta llegar a una extensi�n de 16,5 millones de hect�reas � un �rea
similar a la de Inglaterra y Wales juntos � resultando en una p�rdida del 98% de
la cobertura boscosa [6]. Su vecino pa�s, Malasia, es el primer productor de
palma aceitera del mundo y ya ha perdido 87% de su bosque tropical y contin�a
deforestando a una tasa del 7% anual.
Mito #3: Los agro-combustibles traer�n desarrollo rural
En los tr�picos, 100 hect�reas dedicadas a la agricultura familiar generan 35
empleos. La palma aceitera y la ca�a de az�car generan 10 empleos; el eucalipto
dos; y la soya tan s�lo medio jornal por 100 hect�reas. Todos ellos pobremente
remunerados. Antes de este boom, los agro-combustibles prioritariamente supl�an
los mercados locales, incluso en los Estados Unidos. La mayor�a de las plantas
de etanol eran peque�as y propiedad de agricultores. Los "grandes" del petr�leo,
granos e ingenier�a gen�tica est�n r�pidamente consolidando su control sobre
toda la cadena de valor de los agro-combustibles. Estas corporaciones gozan de
un inmenso poder de mercado. Cargil y ADM controlan 65% del comercio global de
granos; Monsato y Syngenta un cuarto de los 60 millones de d�lares de la
industria biotecnol�gica. Este poder permite a estas compa��as extraer las m�s
lucrativas ganancias y segmentos de la cadena de valor con bajo riesgo �
insumos, procesamiento y distribuci�n. Como resultado, los productores de
cultivos para agro-combustibles depender�n cada vez m�s del oligopolio de estas
compa��as. A largo plazo, los agricultores no son candidatos de recibir muchos
beneficios [7]. Los peque�os propietarios est�n destinados a verse forzados a
deshacerse de sus tierras. Cientos de miles ya han sido desplazados por las
plantaciones de soya en la "Rep�blica de la soya", un �rea de m�s de 50 millones
de hect�reas que incluye territorios del sur del Brasil, norte de Argentina,
Paraguay y el este de Bolivia [8]
Mito #4: Los agro-combustibles no causar�n hambre
El hambre, dice Amartya Sen, resulta no de la escasez, sino de la pobreza. Seg�n
la FAO, existe suficiente alimento en el mundo para suplir las necesidades
diarias de 3,200 calor�as por persona con una dieta basada en frutas frescas,
nueces, vegetales, productos l�cteos y carne. Sin embargo, debido a la pobreza,
824 millones de personas contin�an sufriendo hambre. En 1996, los l�deres
mundiales prometieron reducir a la mitad el hambre en el mundo hasta el a�o
2015. Muy poco se ha avanzado en ello. Las poblaciones m�s pobres del mundo
invierten del 50 � 80% del ingreso familiar total en alimentos. Ellos sufren
cuando el alto precio de los combustibles incrementa tambi�n los precios de los
alimentos. Ahora, debido a que los cultivos destinados a alimentos y
combustibles compiten por el uso de la tierra y recursos, los altos precios de
los alimentos de hecho incrementar�n el precio de los combustibles. Ambos
aumentar�n el valor de la tierra y agua. Este perverso espiral inflacionario
pone a los alimentos y recursos productivos fuera del alcance de los pobres. El
Instituto Internacional de Investigaci�n sobre Pol�ticas Alimentarias advierte
que el precio de los alimentos b�sicos puede incrementar de un 20 a 33% para el
a�o 2010, y del 26 al 135% para el a�o 2020. El consumo cal�rico t�picamente
declina a medida que el precio de los alimentos incrementa en una relaci�n de
1:2. Con cada 1% que incremente el costo de los alimentos, 16 millones de
personas son sometidas a la inseguridad alimentaria. Si las tendencias actuales
contin�an, cerca de 1,2 billones de personas pueden sufrir de hambre cr�nica
para el a�o 2025 � 200 millones m�s que lo prededicho anteriormente [9]. No se
espera que la ayuda alimentaria mundial venga al rescate ya que la producci�n
adicional ir� dentro de nuestros tanques de gas. Lo que es urgentemente
requerido es una masiva transferencia de los recursos productivos hacia el pobre
rural; y no la conversi�n de la tierra en productora de combustibles.
Mito #5: Una "segunda generaci�n" mejorada de agro-combustibles est� a
la vuelta de la esquina
Los proponentes de los agro-combustibles argumentan que los actuales
agro-combustibles est�n producidos por cultivos alimenticios y pronto ser�n
reemplazados por cultivos ambientalmente m�s amigables como los �rboles y
pasturas de r�pido crecimiento. Este mito, ir�nicamente est� referido como otro
dicho, hace que los combustibles basados en alimentos sean socialmente
aceptables.
La transici�n hacia agro-combustibles transforma el uso de la tierra a una
escala masiva, sumiendo a la producci�n de alimentos en una rivalidad por la
tierra, agua y recursos con la producci�n de combustibles. El tema de qu�
cultivo es convertido en combustibles es irrelevante. Plantas silvestres
producidas como agro-combustibles no van a tener una huella ecol�gica m�s
peque�a. Ellas emigrar�n r�pidamente desde bosquecillos y �reas de conservaci�n
hacia dentro de tierras arables para ser cultivadas de manera intensiva como
cualquier otro cultivo industrial, con todas las externalidades ambientales
asociadas.
La industria aspira hacia cultivos gen�ticamente modificados productores de
celulosa que se descomponga f�cilmente para liberar az�car, espec�ficamente,
�rboles de r�pido crecimiento. Los �rboles son perennes y esparcen polen a
mayores distancias que los cultivos alimenticios. Los candidatos para la
producci�n de celulosa son miscantus o eulalia, pasto varilla, y alpiste que
especies invasivas, virtualmente asegurando una contaminaci�n gen�tica. Los
agro-combustibles ser�n los caballos de Troya gen�ticos de Monsanto / Syngenta,
permiti�ndoles tener un control total de nuestros sistemas energ�ticos y de
alimentos.
El etanol celul�sico, un producto que ya ha demostrado tener ning�n ahorro en
carb�n, no va a reemplazar los agro-combustibles en los siguientes cinco a ocho
a�os � el tiempo necesario para evitar los peores impactos del calentamiento
global.
Se requieren mayores descubrimientos en fisiolog�a vegetal para identificar la
descomposici�n de la celulosa, hemi celulosa y lignina de manera econ�micamente
eficiente. La industria est� apostando a milagros o contando con la fianza del
contribuyente. Fe en la ciencia, no es ciencia. Fe selectiva en improbable y
posiblemente una inalcanzable segunda generaci�n de bio-combustibles� en lugar
de trabajar en la mejora de tecnolog�as solares, e�licas, o de conservaci�n � es
un sesgo a favor de los gigantes de los agro-combustibles.
Agro-combustible corporativo: �Una nueva revoluci�n industrial?
La Agencia Internacional de Energ�a estima que en los siguientes 23 a�os, el
mundo podr�a producir 147 millones de toneladas de agro-combustibles. Esta
producci�n estar� acompa�ada de la generaci�n de bastante carb�n, �xido nitroso,
erosi�n y producci�n de m�s de 2 billones de toneladas de aguas de desecho.
Sorprendentemente, este combustible a duras penas podr� reducir el incremento
anual de la demanda global de petr�leo, actualmente calculada en 136 toneladas
por a�o � y no reducir� nada de la demanda existente.
La transici�n hacia los agro-combustibles est� basada en una relaci�n de 200
a�os entre la agricultura y la industria que comenz� con la Revoluci�n
Industrial. El invento de la energ�a a vapor prometi� el fin del trabajo pesado.
A medida que los gobiernos privatizaron las tierras comunitarias, despojan a los
campesinos del aprovisionamiento de predios y jornales acesibles. Los
fertilizantes petroqu�micos baratos han abierto la agricultura a la industria.
La mecanizaci�n ha intensificado la producci�n, manteniendo los precios bajos y
el apogeo de la industria. El segundo siglo ha visto el triple cambio global
hacia la vida urbana con mayor gente viviendo en las ciudades que en el �rea
rural [10]. La masiva transferencia de riqueza de la agricultura a la industria,
la industrializaci�n de la agricultura y el cambio urbano-rural son parte de la
"Transici�n Agraria", que trasforma la mayor parte de los sistemas de
combustibles y alimentos; y estableciendo un petr�leo no renovable como el
cimiento de la actual multi trillonaria industria agroalimentaria.
Los pilares de la industria agro-alimenticia son las grandes corporaciones de
granos que incluye a ADM, Cargill y Bunge. De igual forma, ellos est�n rodeados
por una estructura formidable de compa��as de agro-qu�micos, semilla y
maquinaria, por un lado; y procesadores de alimentos, distribuidores y cadenas
de supermercados, por el otro. En conjunto, estas industrias absorben cuatro de
cada cinco d�lares del mercado de alimentos. Sin embargo, el margen de sus
ganancias se han estancado por un tiempo.
Los subsidios gubernamentales y objetivos establecidos para los
agro-combustibles son la raz�n para la reducci�n de las ganancias del
agronegocio; creciendo a medida que se reduce el petr�leo y concentrando el
poder de mercado en las manos de los actores m�s poderosos de la industria de
alimentos y combustibles. Similar a la original Transici�n Agraria, la
Transici�n Corporativa de los Agro-Combustibles "atrapar� a los bienes comunes"
mediante la industrializaci�n de lo que queda de los bosques y praderas del
mundo. Esto har� que los restantes peque�os propietarios, agricultores
familiares e ind�genas se dirijan a las ciudades. La complicidad entre los
gobiernos y la industria tiene el potencial de canalizar los recursos rurales
hacia los centros urbanos en forma de combustible, concentrando la riqueza
industrial. Pero esto puede empujar a millones de personas dentro de la pobreza
e incrementar las muertes por inanici�n de forma dram�tica.
La transici�n de los agro-combustibles padece de un defecto fatal � no existe
"nueva" revoluci�n industrial. No hay una nueva expansi�n del sector industrial
que pudiera recibir comunidades ind�genas, peque�os propietarios y trabajadores
rurales desplazados. No existen avances en la producci�n esperando a inundar el
mundo con comida barata. Esta vez, los combustibles no subsidiar�n la
agricultura con energ�a de bajo costo. Al contrario, los combustibles competir�n
con los alimentos por tierra, agua y recursos. Los agro-combustibles van a
colapsar el v�nculo entre alimentos y combustibles. La inherente entrop�a de la
agricultura industrial ha sido invisible todo el tiempo que el petr�leo ha sido
abundante. Ahora, los sistemas alimentarios y de combustibles deben cambiar de
una cuenta de ahorros a una de cuenta corriente. Los agro-combustibles nos
dirigen hacia un sobre giro. "Renovable" no significa "ilimitado". Mientras que
los cultivos pueden ser re-plantados, la tierra, el agua y los nutrientes son
limitados. Pretender lo contrario sirve a los intereses de aquellos que
monopolizan dichos recursos.
La propuesta de los agro-combustibles se basa en su potencial de prolongar un
sistema industrial basado en petr�leo. Con un estimado de un trill�n de barriles
de reserva de petr�leo restantes en el planeta, el precio de $100 por barril no
est� alejado [11]. Mientras mayor sea el precio del petr�leo, el costo del
etanol puede incrementar en cuanto se mantenga competitivo. A medida que el
petr�leo sea m�s caro, la primera generaci�n de los agro-combustibles ser� m�s
lucrativa, desmotivando al desarrollo de la segunda generaci�n de los bio-combustibles.
Si el petr�leo alcanza un valor de $80 por barril, los productores de etanol
tendr�n la capacidad de pagar $5 por aproximadamente 127 kg (� 32 L) de ma�z,
haci�ndola competitiva con la ca�a de az�car. La crisis energ�tica del planeta
significa una bonanza de $80 a 100 trillones de d�lares para las corporaciones
de alimentos y combustibles.
Las limitantes � no los incentivos � deben ser aplicados en la industria
corporativa de los agro-combustibles. Si los agro-combustibles van a ser
amigables con el bosque y la alimentaci�n, la industria de granos, ca�a y palma
aceitera requieren un manejo, regulaci�n y cumplimiento global estrictos.
Est�ndares fuertes y aplicables basados en la limitaci�n de las �reas plantadas
de agro-combustibles son una necesidad urgente, as� como suficientes leyes anti-monopolio
para prevenir la concentraci�n corporativa. Los beneficios a largo plazo para el
�rea rural, ser�n construidos s�lo si los agro-combustibles complementan los
planes de desarrollo rural sostenible a nivel local, regional y nacional.
Construyendo la soberan�a alimentar�a y energ�tica
La Transici�n Corporativa de los Agro-Combustibles no es inevitable. No existe
una raz�n inherente para sacrificar los sistemas y equidad de alimentos y
combustibles por la industria. Muchas de las alternativas exitosas enfocadas al
aprovisionamiento local, eficiencia energ�tica y bienestar humano, est�n
actualmente produciendo alimentos y energ�a en formas tales que no amenazan los
sistemas alimentarios, el ambiente ni la sobre-vivencia. La pregunta no es si el
etanol o el bio-diesel tienen un espacio en nuestro futuro; sino, si es que
vamos o no vamos a permitir que un pu�ado de corporaciones globales transforme
nuestros sistemas alimentarios y energ�ticos, destruyendo la biodiversidad del
planeta y empobreciendo a la mayor�a de sus habitantes. Para evitar esta trampa
debemos promover un estado de transici�n agraria estable, basada en la
re-distribuci�n de la tierra de tal forma que re-pueble y estabilice las
comunidades rurales deprimidas. Esto incluye una reconstrucci�n y
fortalecimiento de nuestros sistemas alimentarios locales y la creaci�n de las
condiciones para la re-inversi�n de la riqueza rural. Poner a la gente y el
medio ambiente � en lugar que a las mega - ganancias corporativas � al centro
del desarrollo rural requiere de soberan�a alimentaria: El derecho de la gente
de establecer sus propios sistemas alimentarios.
En ambas �reas, el Norte industrializado y el Sur, cientos de miles de
productores y consumidores est�n activamente organizados para la defensa de sus
derechos en la salud y de alimentos culturalmente apropiados producidos de
manera ecol�gica y por m�todos sostenibles. Ellos tambi�n est�n re-construyendo
un sistema local de alimentos de forma que la mayor parte los ingresos
econ�micos y beneficios de estos sistemas se mantengan a nivel local � no en los
cofres corporativos de las agroindustrias inmensas y distantes. Ellos est�n
haciendo a las corporaciones agroindustriales responsables por las
externalidades que sus industrias imponen sobre las personas en forma de hambre,
destrucci�n ambiental y salud debilitada por los alimentos procesados baratos.
Los movimientos sociales de reforma agraria, derechos de los ind�genas,
agricultura sostenible campesino a campesino, comercio �tico, mercados
campesinos, agricultura apoyada por las comunidades, agricultura urbana y
desarrollo de sistemas alimentarios en los barrios, son unos cuantos ejemplos de
los amplios y multifac�ticos esfuerzos por la soberan�a alimentaria.
Organizaciones como V�a Campesina, el Movimiento Sin Tierra (MST) del Brasil, la
Federaci�n de Cooperativas del Sur de Agricultores Afro-Americanos, y la
Coalici�n Comunitaria por Alimentos y Justicia (Estados Unidos) est�n
transformando la voluntad social desde estos movimientos rurales y urbanos en
voluntades pol�ticas � creando un cambio en sus visiones.
Los movimientos defensores de la soberan�a alimentaria est�n ya reclamando
justicia al boom de los agro-combustibles. Cuando el presidente de los Estados
Unidos, George Bush visit� Brasil para establecer una alianza sobre etanol con
el presidente Lula, 700 mujeres de V�a Campesina protestaron ocupando el molino
de ca�a de Cargill en Sao Paulo. Pero el desmantelamiento de la perversidad de
los agro-combustibles implica cambiar la Transici�n Corporativa de los
Agro-Combustibles por una transici�n agraria que beneficia a las comunidades
rurales � una transici�n que no drene el bienestar del �rea rural; pero que
ponga recursos en las manos de las personas rurales. Este es un proyecto de
largo impacto. Un buen siguiente paso ser�a una moratoria global en la expansi�n
de los agro-combustibles corporativos. Tiempo y debate p�blico son necesarios
para asesorar el impacto potencial de los agro-combustibles y desarrollar
estructuras reguladoras, programas e incentivos para la conservaci�n y
alternativas de desarrollo de alimentos y combustibles. Necesitamos tiempo para
fraguar una mejor transici�n � una transici�n agraria la soberan�a alimentar�a y
energ�tica.
[1] Delft Hydraulics in George Monbiot, "If we want to save the planet, we need
a five-year freeze on biofuels" The Guardian, 3/27/2007
[2] David Tilman and Jason Hill, Washington Post, 3/25/07
[3] Miguel Altieri and Elizabeth Bravo, "The ecological and social tragedy of
biofuels," 5/1/07, www.foodfirst.org
[4] The Ecologist, May, 2007
[5] Plano Nacional de Agroenergia 2006-2011, In Camila Moreno, "Agroenergia X
Soberania Alimentar: a Quest�o Agr�ria do s�culo XXI", 2006
[6] The Ecologist, Ibid
[7] Annie Dufey, "International trade in biofuels: Good for development? And
good for environment?" International Institute for Environment and Development,
2006.
[8] Bravo, E. 2006, Biocombustibles, cutlivos energeticos y soberania
alimentaria: encendiendo el debate sobre biocommustibles. Accion Ecologica,
Quito, Ecuador.
[9] C. Ford Runge and Benjamin Senauer, "How Biofuels Could Starve the Poor",
Foreign Affairs, May/June 2007
[10] "The World Goes to Town," The Economist, 5/11/07
[11] Caroline Lucas Mep, et al "Fuelling a Food Crisis: The impact of peak oil
on food security", The Greens/European Free Alliance, European Parliament, 12/06