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Latinoamérica

"América del Sur está inestable: no se sabe cómo evolucionará Colombia"

Entrevista a Luiz Alberto Moniz Bandeira, politólogo e historiador brasilero
Con cincuenta años de guerra civil, gran dependencia de EE.UU. y una economía negra mucho mayor que la legal, Colombia es hoy factor de desequilibrio regional. Con Cuba pueden hacerse pronósticos mejores.
 
Eleonora Gosman
Clarín.

El brasileño Luiz Alberto Moniz Bandeira es reconocido hoy como uno de los mayores historiadores sudamericanos. Es doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de San Pablo. Fue profesor de política exterior en la Universidad de Brasilia y consejero del ex presidente Joao Goulart y del ex gobernador Leonel Brizola, con quien fundó el Partido Democrático Trabalhista. Estuvo preso en los 60 y 70 durante la última dictadura. Retirado de la cátedra en 1995, fue destinado como diplomático a Alemania y escribe e investiga en la Universidad de Heidelberg.

A la luz de sus libros -donde desmenuza las relaciones de Brasil y Argentina con Estados Unidos, y la visión "sudamericanista" de Brasil, que históricamente vio el continente como su "área de influencia" y el Amazonas como eje de las hipótesis de conflicto de las Fuerzas Armadas brasileñas- se llegan a entender las complicaciones que representa el reciente conflicto de Colombia con Ecuador y Venezuela.

Moniz Bandeira no se hace ilusiones: no ve que esté resuelto. Su última publicación, Cuba de Martí a Fidel, muestra optimismo respecto de los recientes cambios en la isla. Para él, el gobierno de Raúl Castro iniciará una rápida apertura económica con gran aproximación a Brasil y al Mercosur. Marca también como un dato histórico notable el papel de la guerra de Malvinas en el cambio de la relaciones entre Brasil y Estados Unidos.

Las Fuerzas Armadas brasileñas modificaron hace años sus hipótesis de guerra. Ahora estarían centradas en la Amazonia...

Hasta la guerra de Malvinas, las hipótesis de guerra del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas brasileñas eran las guerras internas o de guerrilla; los conflictos regionales, con uno u otro país de América del Sur (la Argentina entre los principales); las guerras en otro continente, donde Brasil debería enviar contingentes, como en la República Dominicana en 1965; y, finalmente, la posibilidad de ataque de países comunistas y una conflagración generalizada. Desde la guerra de Malvinas, la hipótesis de guerra con los Estados Unidos se tornó objeto de estudio en las Fuerzas Armadas. El entonces ministro de la Aeronáutica del gobierno del presidente Joao Figueiredo, el brigadier Délio Jardim de Matos, admitió en 1982 que el conflicto en el Atlántico Sur introdujo una nueva hipótesis de guerra no prevista hasta aquel momento. Se trataba de "un conflicto que involucrara a Brasil y un país del bloque occidental, situado en el hemisferio norte, mucho más poderoso económica y militarmente, debiendo Brasil en tal situación contar con sus propios recursos". Por lo tanto, la defensa de la Amazonia es fundamental para las Fuerzas Armadas brasileñas. Cualquier tentativa de invasión y ocupación por una potencia extranjera constituye un casus belli.

¿Usted cree que se cerraron las heridas del reciente conflicto entre Colombia, Ecuador y Venezuela? ¿Cómo puede afectar a la integración de América del Sur?

La crisis tiene causas diversas y complejas. Y pese al acuerdo, el problema no fue y no será resuelto porque no interesa en Colombia, y mucho menos al presidente Álvaro Uribe, acabar con la guerra civil que dura hace más de 50 años bajo la forma de guerrillas. «él y la elite colombiana ganan con los recursos que les proveen Estados Unidos, que a su vez gana con la venta de material bélico y con la presencia y asistencia militar en defensa de los oleoductos. Colombia es el tercer mayor exportador latinoamericano de petróleo para los Estados Unidos, debajo de Venezuela y México, y ocupa el sexto lugar en el ránking mundial. Por eso, son varios los intereses que hay en la situación de Colombia, y a veces son contradictorios; involucran a toda la sociedad colombiana y el tráfico de droga. La economía negra en Colombia es mucho mayor que la economía legal.

¿No podría ocurrir que la acción colombiana en Ecuador fuera por una circunstacia puntual, como por ejemplo impedir la liberación de Ingrid Betancourt? ¿Teme un cambio de la política exterior norteamericana respecto de América del Sur?

Todo indica que el presidente Álvaro Uribe ordenó la invasión del Ecuador para matar a los guerrilleros, porque también le interesaba al presidente George W. Bush obstaculizar la política del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, con respecto a América del Sur. Es evidente que no hizo esta acción sin el aval de Estados Unidos. Por otra parte, con la liberación de los rehenes, incluso de Ingrid Betancourt, el presidente Hugo Chávez podría beneficiarse en la medida en que se presenta como mediador. Al presidente Uribe no le interesa ningún acuerdo humanitario por los motivos que le enumeré. En cuanto a la política de Estados Unidos, ésta sigue igual; con una variación solamente en el énfasis que el presidente George Bush da a lo que llama guerra contra el terrorismo. No le interesa ningún acuerdo humanitario ni la pacificación con las FARC. Le interesa su aplastamiento por causa de los ataques que los guerrilleros hacen a los oleoductos y que en los últimos diez años causaron pérdidas de cerca de 1 billón de dólares. Entre 1999 y 2000, el presidente Bill Clinton fue presionado para invadir Colombia, pero él pretendía contar con la participación de los países vecinos. Estados Unidos daría el apoyo aéreo y de los barcos de guerra en el litoral. Pero no encontró el respaldo de Brasil, Venezuela y Panamá. Y desistió tanto por eso como por la oposición que había dentro de su gobierno.

¿Cómo ve entonces la evolución colombiana si no hay perspectivas de pacificación?

La situación tanto en América del Sur como en el mundo es inestable, está en rápida mutación y no se puede prever cómo será la evolución de la crisis en Colombia. Hay en ese país 4 millones de personas desplazadas, miles y miles de muertos y desaparecidos. No veo una posibilidad de una pacificación que incluya a las FARC, porque éstas son virtualmente un Estado dentro de Colombia, donde predominan en más del 30% de su territorio.

En ese contexto, el gobierno de Lula impulsa ahora la Junta de Defensa Sudamericana; una iniciativa que cuenta con el consenso del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. ¿Es viable?

Creo que sí. Esto ahora depende más de Argentina. Si la presidente Cristina Fernández de Kirchner acepta, podrá constituirse el Consejo, aunque no entre un país como Colombia, bastante dependiente de la financiación de Estados Unidos.

Sin un proceso de pacificación en Colombia, ¿usted cree que eso puede amenazar el Amazonas brasileño?

Primero, no creo que un proceso de pacificación pueda evitar la permanente presencia militar en la Amazonia. Por diversos motivos a Estados Unidos le interesa mantenerla. Hay petróleo y biodiversidad. Además, el militarismo es un proceso de acumulación de capital y los Estados Unidos necesitan de la guerra o, por lo menos, de avivar la amenaza de guerra para mantener su economía, actualmente basada en gran medida en la industria bélica.

Usted hizo mención a una suerte de "simbiosis" entre el Estado y la industria bélica en Estados Unidos. ¿Cómo se expresaría esa situación en un eventual futuro gobierno demócrata? ¿Cuáles serían los nuevos grupos en el poder?

Lo que puede llevar a Estados Unidos a retroceder en su expansión militar es la crisis económica, como consecuencia de la combinación del déficit comercial con el déficit fiscal, que cada vez se agrava más y para el cual el militarismo contribuye fundamentalmente. A pesar de las dimensiones y diferencias, la situación de los Estados Unidos, con estos dos problemas -déficit fiscal y de balanza comercial- es similar a la que llevó a la Argentina al colapso en 2001-2002. En mi libro La formación del Imperio Americano justamente busco entender ese fenómeno, porque la mejor forma de comprenderlo es saber cómo empezó. Sin embargo, para resumir lo que pienso sobre la política de un eventual gobierno demócrata, voy a reproducir lo que dijo el ex jefe de Estado de Alemania, el socialdemócrata Helmut Schmidt, en una entrevista a la televisión alemana: "Quien lea los discursos de Hillary Clinton, quien lea los discursos de Barack Obama, quien lea los discursos de John McCain verá que todos ellos dicen la misma cosa". Lo que los Estados Unidos necesitan comprender es que no se puede exportar e imponer democracia a ningún país por medio de las armas.

Aun así, ¿un próximo gobierno de Estados Unidos no buscaría soluciones más diplomáticas? ¿Cómo puede influir eso en América del Sur?

Los Estados Unidos son un país muy complejo, contradictorio y no creo en cambios esenciales. Sus intereses económicos, políticos y geopolíticos son inmensos y condicionan la política de cualquier gobierno, sea demócrata o republicano. Un presidente de la república no hace lo que quiere o lo que promete. Hace lo que puede, lo que se le permite, dentro de las limitaciones de las relaciones reales de poder, que son las relaciones económicas, sociales y políticas. Pero la economía de Estados Unidos está en franca declinación. La crisis en que se debate es muy profunda y sus consecuencias afectarán a todo el mundo, porque el sistema capitalista es un sistema mundial.

Fuente: lafogata.org