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Argentina: La lucha continúa

¿Qué nos está pasando a los argentinos que, de pronto no podemos dejar de obviar al campo?

Jorge Eduardo Rulli
Horizonte sur

Editorial del domingo 20 de abril de 2008

¿Qué nos está pasando a los argentinos que, de pronto no podemos dejar de obviar al campo? Durante años fuimos un "planeta urbano" en el que había que embaldosar la quinta del abuelo, sacar el limonero para poner la pelopincho, encementar las plazas y pavimentar las calles… y ahora es como que el campo se nos cayó sobre las cabezas…. Resistimos cuanto pudimos para no darnos cuenta que ese otro mundo hostil y abominablemente bárbaro, estaba más allá de los límites de la ciudad. Reprimimos todo lo posible la conciencia, nos negamos a comprender los orígenes de las enfermedades que de pronto, comenzaron a pegar fuerte en las poblaciones urbanas: la lejhmaniasis, el dengue, el hanta, hasta las garrapatas , todas ellas arrancados de  sus ecosistemas de jungla o de bosque y que ahora junto con sus vectores naturales, se hospedaban en el tejido urbano. Nos negamos a comprender que los hermosos pájaros nativos que ahora pueblan nuestras plazas, estaban allí, no tan solo para alegrarnos la vida, sino porque no tenían otra opción para sobrevivir más que colonizar nuestras ciudades, debido a que, tanto para ellos como para todos, el campo se había tornado un territorio hostil. Nos acostumbramos sin quejarnos a comer la carne de feedlot con hormonas y engordada en base a soja y cama de pollo saborizada, y dejamos de recordar los hermosos y jugosos bifes de nuestra infancia. Nos olvidamos de la leche fresca que nos dejaban en la cocina de la casa familiar cuando éramos pibes y aceptamos darles a nuestros hijos esa porquería reconstituida que nos venden en sachet.

De vez en cuando comentábamos algo, como que Uhyyy! si parece que todo tiene el mismo gusto…. Claro que tiene el mismo gusto. Si todo está industrializado por las mismas cadenas agroalimentarias y la base es la soja transgénica  y la carne de corral de engorde alimentada con el mismo veneno. Y qué ¿es mala la soja?   Tantas veces nos hicieron la misma pregunta… pregunta de país jardín de infantes. Las cosas deben ser malas o buenas y una vez que nos las califican es como que  recobramos el equilibrio, nos quedamos tranquilos y dejamos que todo sigue igual. En el fondo, da lo mismo que la soja sea mala o que sea buena. ¿Cuántas milanesas de soja se comieron? Y después de comérselas nos preguntaban ¿Qué es un transgénico? Un transgénico es….es eso que estas comiendo cada día en el país laboratorio, probablemente te saldrán pechos de mujer, se te achicará la frente, los ojos se te acercarán a la base de la nariz y… eso si, ya pocas cosas van a molestarte y todo te parecerá mejor y tal vez seas un poco más feliz… feliz, claro, como pueden ser felices los cretinos…

Y llegó el paro agropecuario y se acabó la fiesta, se cerraron las carnicerías y nos racionalizaron los fideos y la harina en los supermercados. Solamente dos paquetes por persona. Comentaban las doñas…Qué vergüenza que estas cosas ocurran en la granja del mundo, en el país que tiene la mejor carne del mundo… ¿Qué granja del mundo? ¿Qué mejor carne del mundo? No se dieron cuenta todavía que hace diez años somos una republiqueta sojera? ¿Cuantas veces lo dijimos y no nos creyeron, o acaso les entraba por un oído y les salía por el otro? Pero ahora la Señora presidenta luego de un curso de conciencia veloz, nos habla con solvencia de la sojización y del glifosato. ¡Qué maravilla! Qué ha pasado que descubrimos de golpe y porrazo que el día de los trífidos no era solamente una novela que leímos en nuestra adolescencia cuando la ciencia ficción estaba cargada de significantes movilizadores y no, tal como ahora, de presagios aterradores? La Señora Presidenta no solo descubre el Glifosato, ese liquido supuestamente inocuo que Trucco, el presidente de AAPRESID, en la película "Soja: panacea alimentaria o arma silenciosa", que filmara en el 2003 Nicolás Sarquís, afirmaba que podía beberse como el agua… Y del que la Argentina gracias al SENASA ha usado como herbicida altamente sistémico, tal vez más de ciento ochenta millones de litros anuales, durante los últimos diez años ininterrumpidamente… sino que también, descubre la traición a sus afectos, ya que el Senador Urquía que la acompañara tanto con su comprensión y con su amistad en los últimos años, rápidamente pone ahora distancia y opta decididamente por preservar los negocios que según esta probando nuestro amigo Mario Cafiero ante la justicia, realizaba con impunidad desde sus altas posiciones en el Senado, siendo a la vez juez y parte, y legislando a favor de su propia empresa aceitera y de producción de Biocombustibles.

Y luego de los piquetes y del paro agropecuario, y después del golpeteo de las cacerolas, de teflón, tal como dicen algunos, llegó el humo. Como si fuéramos pocos parió la abuela. Y estamos muy preocupados, no porque se están achicharrando centenares de cervatillos únicos propios de los ecosistemas de islas, innumerables carpinchos, nutrias y pajaritos maravillosos, no, estamos preocupados porque se agotaron los barbijos… ¿Cómo vamos a vivir sin barbijos, con este humo que nos irrita las vías respiratorias? El Gobierno debería hacer algo al respecto, dicen los muy osados que llaman a las radios, y algunos periodistas nos apuran pidiéndonos que expliquemos qué está pasando, cómo se originaron los focos de incendio? Quieren comprender… ahora quieren comprender… diez años llevan de retraso pero ahora quieren comprender…. Y no solo quieren comprender, sino que además nos reclaman saber cuáles son las soluciones. Sí, nos demandan saber qué pasa y ¿qué se puede hacer? En medio de la enorme autoridad con la que exponen todos aquellos comunicadores que hasta ayer ni sabían pronunciar la palabra transgénico ni habían oído hablar del glifosato, algún periodista se molestó cuando le confesé que no terminaba de entender lo que pasaba… ¿Cómo que no entiende? ¿No es usted uno de los expertos en el tema de la soja? No, no soy un experto en nada, soy tan solo un pensador que se formó en la persecución y en la cárcel y que cultivo mis plantas medicinales y mis lechugas, mis zapallos y mis papas chuchú… no termino de comprender tal como se dice, por qué razón los ganaderos quemarían el pasto ahora, en esta época del año, lo que se les volvería en contra ya que quemarlo ahora podría significar que no van a tener suficiente pasto en el invierno para la hacienda, no comprendo porque razón los ganaderos van  a quemar el bosque y a la vez algunos dejarían sus rodeos atrapados por el incendio, me duelen las innumerables colmenas quemadas en las islas donde se refugiaban, porque ya no tienen otro lugar dónde estar en un país invadido por la soja. No comprendo, no. Qué problema existe en no comprender cuando sobran en este país los personajes asertivos que todo lo saben y que improvisan tan  bien sobre aquello que descubrieron hace un par de días…

Y los funcionarios… que pretenden que los ayudemos, como si algún funcionario se preocupara por hacer algo al respecto, más que dar manotazos de ahogados y responder a cada estímulo con un gesto de supuesta autoridad y de aparente sensatez que pueda tener buena imagen en los medios. En la reunión entre los sellos de goma que pretenden expresar el problema agrario argentino y el antiguo "apparachik" de los setenta que como en los mejores buenos viejos tiempos conserva el arma sobre el escritorio, cuando se le menciona al joven ministro de Economía el Secretario de Comercio comenta: "ese pendejo tiene menos calle que Venecia"… y los viejos patricios reblandecidos reniegan entre sí en sus comunicaciones privadas, a las que por casualidad tuvimos acceso: "qué lenguaje tan impropio para un alto funcionario…". Se horrorizan …Si es como para alquilar balcones… si no fuera por el humo que nos ahoga y porque comemos  tan mal esto de haber nacido argentinos seria para morirse de risa… pero en realidad es una tragedia, es la tragedia argentina por excelencia, la de ser tan mestizos, y a la vez el habernos conformado tantos años con decir que descendíamos de los barcos… y tal vez por esa cosa tan portuaria e impostada, nos negamos a saber que más allá de lo urbano existía el campo y ahora que el campo se nos desplomó sobre la cabeza, pretendemos encontrarle soluciones rápidas al problema.

No hay solución alguna mientras continuemos sin asumir el necesario rol del Estado, y no podremos asumir el rol del Estado mientras en el área de Agricultura e incluyo la SAGPyA, el INTA y el SENASA, dominen las instituciones los funcionarios ineptos o acaso cooptados por las empresas del Agronegocio y por las Corporaciones. El área es como un foco infeccioso de la Argentina  institucional, y cuando hablamos de ausencia del Estado en realidad estamos faltando parcialmente a la verdad o encubriendo con pudor nuestras vergüenzas. Todo el modelo biotecnológico que nos convirtió en Republiqueta sojera se armó desde la CONABIA y desde el INASE bajo la mirada de sucesivos Secretarios de Agricultura y Ministros de Economía, todos los insumos tóxicos que envenenan a nuestros niños y a nuestros ríos son habilitados con impudicia por el SENASA, y todas las tecnologías y modelos productivos con dependencia a insumos que subordinaron el agro a los nuevos colonialismos de la Globalización, fueron concebidos y ensayados cuidadosamente por el INTA, incluyendo la alimentación del ganado en encierro con la cama de los criaderos de pollos saborizada con químicos para recordarle al pobre animal el gusto de la alfalfa… pobre animal es una expresión piadosa pero escapista, en realidad deberíamos apenarnos de nosotros mismos que comemos esa basura como carne y que tenemos esos funcionarios increíblemente contumaces, renegados, inescrupulosos, venales y entregados con pasión a servir los nuevos parámetros de la gran escala, de la dependencia tecnológica y de las ingestas de comida chatarra.

Hablemos claro, el modelo biotecnológico de producción de commodities es la nueva colonización de la Argentina, y esa colonización ha sido respaldada por los viejos militantes setentistas sin pudor alguno, para peor, justificándose con los viejos manuales, tanto del marxismo como del pensamiento nacional, y además, batiendo ahora el parche del golpe de estado liderado por los fantasmones, los sellos de goma y algunos empresarios que hasta ayer eran la burguesía lúcida a la que se respaldaba para que extendieran sus negocios en los países hermanos de América latina unidos por el sueño de un Socialismo del siglo XXI. No pueden eludir su extrema responsabilidad, se ceguera y su porfía progresista, durante años nos invisibilizaron, y menoscabaron todas las denuncias que realizábamos sin descanso y por todos los medios a nuestro alcance.

Los efectos de ese modelo son devastadores tanto o más que el humo que nos ahoga y que "… provoca la contaminación más grave de la historia", según titulares de Clarín en el día de ayer, que, como multimedio dedicado a los agronegocios no ha hecho en los  últimos años sino alentar y profundizar, un modelo de agricultura industrial sin agricultores y sin gente en el campo. Los efectos del modelo son devastadores sobre la salud de las poblaciones condenadas al infierno de las fumigaciones constantes con tóxicos avalados por el SENASA, bajo la expresión hipócrita de fitosanitarios, y sin respeto alguno por los derechos precautorios reconocidos por nuestro país en los tratados internacionales. Los efectos del modelo son devastadores en relación a los suelos argentinos que, saturados de tóxicos, se degradan irremisiblemente en la medida en que desaparece la complejísima vida biológica que los sostiene. Los efectos del modelo son devastadores sobre la cultura de los argentinos, en la medida en que desaparece la población rural, y con ella se extravían los patrimonios culturales y los imaginarios, y se borran los paisajes ancestrales que motivaron los cantos y la música con que interpretamos durante generaciones nuestro estar en el mundo. Ahora que el folklore agoniza, puede por ejemplo, ser interpretado con singular maestría y éxito por el gran sojero Gustavo Grobocopatel, que suele acompañarse por eximios intérpretes, y hasta permitirse cultivar la memoria de Atahualpa Yupanqui, pero en realidad, son tan solo cantos fantasmales que evocan un país que ya no existe.

Tememos con fundadas razones que esta crisis del campo, sea el preludio de males mayores. Porque este modelo es una bomba de tiempo, porque vienen por delante la producción de Agrocombustibles y los fondos de inversión. Porque detrás del humo y de las quemas podemos dar por seguro la instalación del modelo de la soja en las islas lechiguanas y de San Pedro, y ello significa que el modelo sojero continúa avanzando hasta los límites en que no se preveía la posibilidad de agricultura industrial. Porque los cortes de ruta y la protesta han ocultado el papel de los Exportadores, el que operen como cobradores del tributo de exportación en nombre del Estado, y que además, triangulen y subfacturen. Toda devolución de retenciones tal como ahora se intenta, no solo no son ninguna solución, sino que no va a hacer más que fortalecer la sojización a la vez que subsidiar aún más todavía a Cargill, a Bunge y al resto de los exportadores. Sencillamente, porque le aseguran al productor el poder continuar haciendo soja como hasta ahora,  y porque los exportadores continuarán reteniendo el cuarenta por ciento, pero cuando conviertan los porotos en biocombustibles subsidiados o en carne de feedlot, tributarán mucho menos y la diferencia que le sacarán al productor y que ahora repondrá el Estado no es poca. Repetimos, este modelo es una bomba de tiempo y no sabemos todavía cuantas amenazas entraña. Pretender desarmarlo en Santiago del Estero o en Formosa como algunos intentan, no solo es ilusorio sino que hasta puede ser funcional al modelo mismo, en especial cuando confundimos, tal como se confunde, la resistencia al modelo con el desarme del modelo. Bastaría que el Gobierno, le pusiera límite a la expansión de la frontera agrícola en las provincias del norte para que muchas construcciones de pensamiento contestatario, tradicionales desde la izquierda, quedaran sin razón de ser.

Este modelo no se desarma en los límites, en los límites se resiste y se deberían proponer desarrollos locales y Ecolocalismo. Este modelo  debería ser desarmado en la zona núcleo y en especial en sus complicidades dentro del Estado, y para ello necesitamos depurar la Secretaría de Agricultura, el INTA y el SENASA, así como los organismos de investigación científica que los respaldan tales como el CONICET y la UNIVERSIDAD, desde una ciencia que han puesto al servicio de las empresas. Necesitamos auditar la exportación de granos y avanzar en el control de los puertos, cortando la hemorragia de riqueza y energía del trabajo argentino que se llevan impunemente las Corporaciones granarias. Necesitamos, asimismo, respaldar las producciones destinadas al mercado interior con precios sostén, con zonas protegidas y con ferias locales. No es complicado, tan solo se requiere una cierta capacidad de decisión y abrir el juego de los nombramientos de funcionarios, escapando a los corralitos de los remotos años setenta, los propios de la provincia de Santa Cruz y los enroques permanentes de cuadros que ponen en evidencia tanto la desconfianza como la inseguridad, pero sobre todo, la tremenda incapacidad para generar un Proyecto Nacional tal como el que necesitamos.

Fuente: lafogata.org