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Argentina: La lucha continúa


¡ Chau ale...deciles que me llevan...!!!

Nuevamente el Equipo de Argentino de Antropología Forense logró iden- tificar los restos de otro de los jóvenes asesinados por el Terrorismo de Estado en Argentina durante la década del setenta. Se trata de Stella Maris Bojorge , quien fue a secuestrada en la madrugada del 2 de julio de 1977 de su domicilio paterno y cuyos restos fueron hallados a fines del pasado año en el Cementerio de la ciudad de La Plata.

Carlos A.Bozzi*

El comienzo de la historia

Aún no había transcurrido la medianoche del 1° de julio de 1977, cuando un grupo fuertemente armado irrumpe en el domicilio de Stella Maris Bojorge Puricelli , 23 años, aterrando a esta tranquila familia domiciliada en la ciudad de Mercedes, Provincia de Buenos Aires,

Stella Maris, se había recibido en la Escuela Normal de su ciudad natal en el año 1971 y posteriormente ingresó a la Facultad de Medicina de la Universi- dad Nacional de La Plata, cursando hasta el tercer año. Cuando cinco años más tarde abandonó la carrera, retornó a casa de sus padres y al momento del se- cuestro viajaba periódicamente a la Capital Federal donde estudiaba inglés en las "Academias Pitman".

Ese primer viernes de julio,hacía solo unas pocas horas que había regresa- do a Mercedes para hacerse atenderse por un problema de salud,cuando es sor- prendida en su propia casa por el referido grupo.

"Para sorpresa de los secuestradores,se encontraban en la vivienda va rios familiares: Stella, sus padres, cinco hermanos, un cuñado y una sobrina a quién el día siguiente le festejarían su primer año de vida...Los hombres fueron llevados a una habitación, los obligaron a colocarse de rodillas ,les ataron manos y pies y cubrieron sus rostros con fundas. Posteriormente fueron trasladados a un dormitorio y atados a los elásticos de las camas. Las mujeres fueron encerradas en el baño y en otras habitaciones.." narra en su relato el padre de Stella Maris ante la Conadep.

Ya al ingresar, preguntaron por "Pepón" y "Perica", dos amigos de la joven, que estudiaban en la Facultad de Agronomía de La Plata. Intensificado el interrogatorio sobre Stella Maris, otra de sus hermanas que ingresó a la vivienda sin percatarse de lo que ocurría, también escuchó cuando inquirían por estos dos estudiantes universitarios. Fue la última en ver a Stella Maris, cuando aproxima- damente a la una de la madrugada, se retiran los secuestradores con su botín. Con suma entereza, la joven atinó a decir: ¡Chau Ale!...Deciles que me llevan...!!!

Arturo Carlos Bogorje, en busca de su hija, inmediatamente acudió al Regimiento 6 de Infantería de la ciudad de Mercedes, a cargo del Teniente Coro- nel Justo J. Rojas Alcorta, quién lo recibió el 4 de agosto, sin aportar ninguna solución a la angustia familiar.

A los cuatro días de esta infructuosa entrevista, el señor Bojorge recibe dos llamados telefónicos, citándolo a una entrevista en la ciudad de Luján para negociar la libertad de la muchacha. En la oportunidad, tres personas abordaron su automóvil portando armas largas y equipo de radio comunicación, asegurando tenerla cautiva y proponiendo liberarla a cambio de información sobre el parade- ro de un familiar a quién buscaban. Aseguraron que Stella Maris "no tenía cargos graves y no militaba de un año y medio atrás, después de la muerte de una compañera", por lo que era factible su libertad siempre y cuando se les proporcionen los datos que necesitaban.

Ante la negativa del hombre, el grupo se retira, no sin antes amenazarlo con nuevos secuestros. Es así que cumpliendo su promesa, el 31 de agosto lo secuestran junto a dos familiares más. Durante un día entero es sometido a tortu- ras para que proporcione el paradero de la persona a quien decían buscar, pero al no obtener información deseada, todos son liberados.

Obviamente la familia recurrió a la justicia, pero sin resultado alguno. También se acudió a la Iglesia Católica, institución que a través de la Conferencia Episcopal Argentina respondió el 26 de mayo de 1978 en nombre y representa- ción del Cardenal Raúl F. Primatesta. En dicha misiva el secretario del Cardenal lamenta que al prelado le resulte imposible conceder audiencias en Buenos Aires, dado que por su residencia permanente en Córdoba, cuando venia a la Capital lo hacía fugazmente y solo por asuntos atinentes a la Conferencia Episcopal.

Y concluye el acongojado prelado: "De todas maneras, las autoridades eclesiásticas poco pueden hacer en angustiosos problemas como el de Uds. Aun que se han obtenido algunos resultados generales, en nuestras intervenciones por casos particulares los esfuerzos han sido siempre infructuosos. Dios les ayude y les conforte en tan penosos momentos".


Y dios ayudo...

El 4 de enero del año 1984 se difunden públicamente relatos de sobrevi- vientes del Centro Clandestino de Detención "La Cacha" y en el listado de personas vistas aparece el nombre de Stella Maris. Allí había estado cautiva "La Ratona", apodo con que se la llamaba familiarmente.

En ese listado, se menciona a Carlos Alberto Weber (Pepón),joven por el que habían preguntado los secuestradores aquel 1° de julio de 1977 y novio de Stella Maris desde hacía años. Los testimonios brindados en el Juicio por la Verdad de la Ciudad de La Plata a partir del año 1999 y las investigaciones realizadas por la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos de la Argentina, aportaron los datos faltantes, pudiéndose así develar también la identidad de "Perica", la otra estudiante buscada.

Se trataba de Stella Maris Giourgas, 23 años, quién había sido secuestra- da en la ciudad de La Plata el 22 de junio de ese mismo año. En cambio, el secuestro del soldado conscripto en ese entonces, se había producido en las inmediaciones del "Batallón de Comunicaciones Comando 601", en la localidad de City Bell, provincia de Buenos Aires, seis días más tarde cuando sus superiores le "ordenan realizar una diligencia fuera del cuartel".

Y la familia triunfo

Todos los datos reunidos coincidían: Stella Maris había estado cautiva en "La Cacha" al menos hasta finales de septiembre de 1977. Varios sobrevivientes lo aseguraron e incluso habían conversado con ella.

Con impresionante tenacidad los hermanos de la joven reunieron peque- ñas pistas, entrevistaron a numerosas testigos, buscaron en libros de hospitales y en registros de cementerios de los alrededores de la ciudad de La Plata y también pidieron a la Cámara Federal de La Plata poder acceder a toda actuación judicial relacionada con personas cautivas por aquella época en "La Cacha".

A partir de todos estos datos lograron ubicar ocho cuerpos ingresados co- mo "NN al Cementerio platense en la madrugada del 22 de septiembre de 1977 y que fueron "encontrados" por la policía en las cercanías de la localidad de Be razategui, sospechándose que dichas muertes correspondían al resultado de un "traslado de prisioneros" retirados de "La Cacha" para su ejecución.

Tal la técnica de "la inteligencia militar" y el marco de desinformación a que se sometía a la sociedad durante el gobierno civico-militar, las 8 personas -to dos jóvenes entre 25 y 30 años- habían sido asesinadas en distintos grupos y en ca lles cercanas entre sí.

Así uno de ellos estaba compuesto por dos masculinos y un femenino, el otro grupo incluía a dos femeninos y un masculino y el tercer grupo era una pare- ja. Con ello se simulaba el escenario de un importante operativo antisubversivo y el abatimiento de toda una célula extremista, aunque las actas de defunción en- contradas por la familia Bojorge denunciaban otra realidad al consignar la causa de las muertes de la siguiente manera: "Destrucción de masa encefálica por múltiples heridas de bala". Según las Actas del Registro Civil el hecho aconteció a las 4,30 de la mañana y llamativamente seis certificados de defunción están firmados en forma entrecruzada por dos médicos. Se pretendía conformar el esce- nario de un crimen perfecto.

Así las cosas, en octubre del pasado año, por orden de la Cámara Federal de La Plata el Equipo de Antropología Forense comenzó con los estudios de ADN sobre los 8 cuerpos. Uno de ellos aún presentaba restos de la vestimenta que llevaba Stella Maris la madrugada de su secuestro. Coincidían pulover, pantalón y calzado. Era un indicio alentador que se confirmó cuando a media- dos de febrero los exámenes científicos dieron resultado positivo: uno de los cuer pos hallados era el de la joven mercedina, que desde la primera semana de marzo descansa en su ciudad natal.

La historia deja más de una enseñanza, pues en el caso, el esfuerzo y la te nacidad de toda una familia logró reunir una impresionante cantidad de datos, que -vaya paradoja- estaban en poder del mismo Estado que asesinó a la joven secues trada. Es bueno que el ejemplo sirva para que muchos otros sigan similar camino y quizás se obtengan mejores resultados , en esta búsqueda que ya lleva largos y penosos años .

Aunque tambien, el tema merece otras reflexiones. Una dedicada al Esta do Nacional y otra sobre el actuar de las Fuerzas Armadas en la década del 70, que merecen una amplia discusión.

Desde hace años la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sostenido que el Estado debe garantizar el derecho a la verdad y la obligación del respeto al cuerpo y del derecho al duelo, siendo su obligación investigar y castigar a los responsables de todo crimen sobre personas desaparecidas, arbitrando las medi- das necesarias para determinar el modo, tiempo y lugar del secuestro y la poste- rior detención y muerte y el lugar de la inhumación de los cuerpos de todas ellas.

Y "...si el aparato del Estado actúa de modo que tal violación quede im- pune y no se restablezca en cuanto sea posible a la víctima la plenitud de sus derechos, puede afirmarse que ha incumplido el deber de garantizar su libre y pleno ejercicio a las personas sujetas a su jurisdicción" (Extraído del fallo de la CSJN en los autos . "Suarez Mason, Carlos Guillermo s/ homicidio, privación ile- gal de la libertad, etc (causa 450). Aguiar de Lapacó, Carmen s/recurso extraordi- nario".13 de agosto de 1998).

Es obvio que ejemplos como este, muestran que la actividad del Estado en este sentido, es al menos tibia e indecisa para colaborar en la enorme tarea que aún resta realizar, quedando la iniciativa siempre en manos de familiares u orga- nismos de derechos humanos.

La segunda reflexión apunta al accionar de las Fuerzas Armadas en la dé- cada del 70, cuando aplicaron la metodología no solo del asesinato de personas indefensas, sino también la del ocultamiento de los cuerpos, en un hecho sin pre- cedentes en la historia de la humanidad, aun hoy sin justificación teórica o doc- trinaria posible.

El derecho de enterrar a los muertos en el pensamiento de casi todos los pueblos antiguos había sido concedido aún con relación a los condenados a una muerte infamante o a los enemigos de la guerra y era juzgado como un castigo te- rrible el desconocer el destino de los restos de una persona lo que la asimilaba a un animal. Los pueblos civilizados , ya desde la misma Ilíada , prestaban suma atención al destino de los cadáveres, considerado esto como un rasgo distintivo frente a otras tribus a las que calificaban de impías por despreciar el cuidado de aquéllos.

La muerte en la guerra no era obstáculo para la devolución de los cadáve- res de los parientes medida adecuada a los usos y costumbres tanto del mundo helénico como del romano, considerándose una profanación cuando no se actuaba conforme a esos usos. Los orígenes de la tradición cristiana giran en torno a la devolución del cuerpo de Jesús por Poncio Pilatos y las reliquias de los muertos en la persecución eran tenidas en gran aprecio a punto tal que la reunión de lo cristianos alrededor de las reliquias de los santos y de las iglesias construidas sobre ellas, se convirtió en un rasgo específico de la civilización cristiana... (Del voto del Dr. Bossert en el fallo citado)

"Se trata de un principio moral reconocido desde la antigüedad, el dere- cho de los familiares de enterrar a sus muertos, que proviene de leyes no escritas y firmes de los dioses que no son de hoy ni de ayer sino de siempre y nadie sabe a partir de cuándo pudieron aparecer" (Sófocles, "Antígona", v. 455-459. ed. Ma drid, Alianza Ed. 1997, versión de José M. Lucas de Dios, p. 185. Voto del Dr. Bossert ).

Esta es otra de la cuestiones pendientes y al no cerrarse definitivamente se afecta un... "Derecho cuya vulneración configuró en todos los tiempos la perpe- tración de una impiedad. Es una noción que el hombre opone al salvajismo... Cuestionar ese derecho implica negar que un sujeto posee una dignidad mayor que la materia. Y ello afecta, no sólo al deudo que reclama, sino a la sociedad ci- vil, que debe sentirse disminuida ante la desaparición de alguno de sus miem- bros, "una sociedad sana no puede permitir que un individuo que ha formado parte de su propia sustancia, en la que ha impreso su marca, se pierda para siempre (Robert Hertz, "La muerte", Alianza Editorial Mexicana, 1990, p. 91). (Id. Anterior).

Por ello, nunca más acertadas las palabras del distinguido jurista, cuando concluye en sus apreciaciones, manifestando: "El juicio del tiempo sobre cada conducta puede ser variable en el plano político, porque a la luz de la experien- cia es dable ver quién acertó y quién equivocó el camino. Pero el juicio en el pla- no moral es inequívoco. Hubo quienes defendieron y quienes menospreciaron la dignidad humana".

La noche de las escopetas

Pero la historia no termina aquí. ¿ Que suerte corrieron los jóvenes Carlos Alberto Weber , "Pepón" y Stella Maris Giourgas, "Perica" por quienes tam- bien habían preguntado los secuestradores aquellas ultimas horas del 1° de julio de 1977 ?.-

Otras investigaciones, pudieron determinar que fueron ejecutados la noche del 19 de julio de aquel mismo año en el camino que une la Ruta de la Costa hacia la localidad de Santa Clara del Mar y la Ruta Nacional Numero Dos, en los alrededores de la ciudad de Mar del Plata.

Habían sido sacados del Centro Clandestino de "La Cacha" y transporta- dos en un automóvil Ford Falcon que resultó "interceptado" por una patrulla militar. En el asiento delantero se encontró el cuerpo de Weber, en el trasero el de la joven Giorguas y amordazado y vendado en el baúl de ese vehículo estaba yo. De ahí me sacaron unos soldados. El "Ford Falcon" pertenecía al Doctor Nor- berto Centeno ,asesinado siete días antes en el Centro Clandestino "La Cueva", instalado en la Base Aérea de Mar del Plata, en el hecho que se conoció como "La Noche de las Corbatas".

La prensa aludió a la noticia como un triunfó sobre la subversión y el Esta do en una misma acción sumó: una liberación, le atribuyeron mi secuestro a Mon toneros, mataron secuestrados, recuperaron el automóvil del Dr. Centeno reforzando la teoría de que también había sido muerto por dicha organización y se vendió la operación como un éxito de las fuerzas legales.

A más de ello, las Fuerzas Armadas pretendían atribuir a "organizaciones extremistas" el cautiverio del resto de los abogados secuestrados en "La Noche de las Corbatas", que en ese momento permanecían prisioneros en "La Cueva" y que aún hoy se encuentran todos desaparecidos.

La mayoría de los tiros fueron de escopeta y el hecho, a la luz de la histo ria, resulta ser un homicidio, cuya autoría ha sido confesada públicamente por sus propios ejecutores, al difundir por los diarios la noticia de "un enfrentamiento armado" que solo fue uno de los tantos crímenes de la época.

Las víctimas en este caso, son los testigos vivientes de este fraude y su "palabra" nunca podrá ser desvirtuada.

Pero, aún queda la incógnita ¿ cómo y porqué estos jóvenes fueron trasla- dados hasta Mar del Plata para semejante simulación? ¿en dónde encaja una y otra historia? ¿que mecanismo perverso ideó tremendo sistema de eliminación de personas?,.

A pesar de todo, siempre alguna luz se enciende. La más importante -por ahora- es la de Stella Maris Bojorge que brilla sobre su cielo de Mercedes. Es seguro, también, que pronto se develará el misterio de lo acontecido con sus com pañeros en aquel siniestro camino marplatense.

*Carlos A.Bozzi
Sobreviviente de La Noche de las Corbatas.

Fuente: lafogata.org