La reconciliación con Estados Unidos marcha a ritmo veloz y
Wayne está otra vez como amigo
Emilio Marín La Arena
La pelea que comenzó en diciembre último entre los gobiernos de Argentina y
Estados Unidos por las derivaciones del caso de la valija voladora parece haber
sido una tormenta de verano, pasajera. Amigos son los amigos.
La fecha del cortocircuito fue el 12 de diciembre último, cuando la justicia de
Miami y el Departamento de Justicia norteamericano filtraron que los 800.000
dólares portados por Guido Antonini Wilson habrían tenido por destino la campaña
de Cristina Fernández de Kirchner.
Y el entuerto terminó en lo esencial el 31 de enero, cuando la presidenta
recibió en su despacho al embajador Earl A. Wayne y fumaron la pipa de la paz.
Como cada uno se mantuvo en sus posiciones originales, puede suponerse que según
como evolucione esa causa en Miami, habría algún coletazo ulterior. Hoy la
distensión parece consolidada pues el juicio contra los supuestos espías
venezolanos pasó para junio, y algunos de los letrados aseguraron que puede ir
más allá.
En ese paréntesis político, los dos gobiernos acordaron volver a una relación
estrecha no exenta de diferencias por la línea belicista de George Bush o por
cuestiones de comercio mundial caras tanto a demócratas y republicanos, y que
mantienen paralizada a la Ronda de Doha.
El artífice de la reconciliación fue de este lado el jefe de Gabinete, invitado
junto al canciller Jorge Taiana a visitar "el gran país del Norte" como se solía
mentar a EEUU en las crónicas obsecuentes. De allá vendrá el subsecretario de
asuntos hemisféricos del Departamento de Estado, Thomas Shannon, quien tenía
fecha anterior de viaje y debió desarmar las valijas.
En este ambiente relajado de principios de año, volvió a moverse como pez en el
agua el embajador Wayne, quien reanudó sus visitas de lobbista de lujo a varios
ministerios. En medio del diferendo le habían recortado las alas y sólo podía
entrar a Cancillería; ahora vuela alto otra vez y se mete en todos los huecos
oficiales. Se entrevistó con Aníbal Fernández y Martín Lousteau, por separado.
Con el primero analizó la cooperación en justicia y lucha contra el terrorismo y
el narcotráfico, como dice la jerga norteamericana hábil para pintar enemigos y
anudar negocios con quienes tendrían esos problemas. Con el ruludo ministro de
Economía, estudió alternativas para el pago de la deuda con el Club de París, lo
que habla por sí mismo. El interés es que nuestro país pague esa factura de
6.200 millones de dólares, parte de los cuales irán a Washington y no a la
Ciudad Luz. El otro tópico fue favorecer la exportación de empresas de
servicios. ¿De qué empresas? Obviamente de las 450 que tienen matriz
norteamericana y están agrupadas en Buenos Aires en la Amcham (Cámara de
Comercio Argentino-Americana), presidida por Juan Brochou, titular del Citibank.
Como los pistoleros famosos del Far West, este Wayne donde pone el ojo, pone la
bala y se lleva el botín.
Divisas que se van
El accionar de Wayne no lo explica todo, pero contribuye a que las perspectivas
de las multinacionales radicadas en Argentina sean en 2008 aún más favorables. Y
lo que a éstas les conviene no necesariamente le cae bien al país. La teoría de
la dependencia, mal que les pese a los que viven a la sombra de la
superpotencia, mantiene su vigencia.
Una información del Banco Central, a cargo de un político para nada sospechado
de antiimperialista, como Martín Redrado, y en un diario que tampoco tiene
mínima conexión con esa tendencia, como "La Nación", lo plantea descarnadamente.
"En 2007, el giro al exterior de utilidades y dividendos y otras rentas -a las
casas matrices de las multinacionales instaladas aquí y, en menor medida, a los
accionistas no residentes de empresas locales- alcanzó los 1921 millones de
dólares, un 21,1 por ciento más que el año anterior", se lee allí.
Esa sangría de dólares permite visualizar quiénes son los grandes ganadores de
este modelo que la presidenta maquilla como "de inclusión social y de matriz
diversificada". Esa descapitalización es siempre preocupante, pero mucho más lo
es ahora, cuando la economía mundial crecerá menos según los pronósticos
optimistas y directamente puede entrar en recesión, según los pesimistas.
El director gerente del FMI, Dominique Strauss-Khan, ha hecho declaraciones
asegurando que las conmociones económicas serán globales y no dejarán ninguna
playa tranquila. En particular criticó la teoría del "desacople", tan
reivindicada por economistas cercanos al gobierno K y/o a las entidades del
empresariado más concentrado. Estos habían asegurado que esos ventarrones
nacidos en la geografía estadounidense apenas despeinarán a la economía
doméstica, supuestamente robusta por los altos precios de la soja, petróleo y
demás commodities.
Hablando del poroto famoso, emblema del modelo agroexportador, las últimas
noticias dan cuenta de que la siembra volvió a aumentar hasta las 17 millones de
hectáreas, la mitad de la superficie cultivada del país. Pero en granos no todo
lo que se siembra se cosecha, o dicho en otros términos, no todo lo que se
cosecha paga los impuestos correspondientes. Esto se desprende de la palabra de
Santiago Montoya, el recaudador de Buenos Aires, que aseguró que en el campo se
evaden dos tercios de la producción. El monto que falta en el pago de impuestos
oscila entre los 800 y los mil millones de pesos anuales, dijo, y se ofendieron
Luciano Miguens y otros directivos de la Sociedad Rural.
Tienen que repartir
Si por remisión de utilidades a las casas matrices se van casi 2.000 millones de
dólares anuales y el campo evade por más de 300 millones de esa moneda, es
lógico que en la caja del Estado haya muchos agujeros.
En esa circunstancia podrían caber los argumentos de las provincias y la Nación,
en el sentido que no pueden satisfacer los reclamos salariales de sus agentes,
por ejemplo en materia educativa.
Acaba de fracasar la audiencia de CTERA con las autoridades de Educación, a las
que solicitaron un sueldo de 1.400 pesos para el cargo inicial. El ofrecimiento
oficial se quedó en 1.200, lo que equivaldría a un 15 por ciento. Los gremios de
la educación piden 34 por ciento y esta semana tendrán asambleas para decidir el
curso a seguir, que amaga con un comienzo irregular de las clases.
Si el gobierno no mejora su oferta, el panorama se poblará de paros aunque a
Cristina de Kirchner no le agraden, tal como se lo hizo saber a la conducción de
CTA semanas atrás. También les dijo que no compartía la metodología de los
cortes de rutas a los ambientalistas de Gualeguaychú, recibidos esta semana,
pero tampoco podrá impedir que persista el corte contra Botnia. Al menos en este
caso la jefa de Estado tiene un freno de última instancia en el tribunal de La
Haya, cuyo fallo habrá que atender, aunque duela, si resulta adverso.
Pero en el tema salarial y social, la presidenta no tiene más "airbag" que los
que puedan y quieran proporcionarle Hugo Moyano y los dirigentes de la CGT, si
aquellos reclamos se hacen más extendidos.
En cierto modo Cristina es prisionera de sus propias palabras. En su visita a
Mendoza, donde siguió repartiendo subsidios a grandes empresas -a los
productores de vinos espumantes-, ella se congratuló que 2007 había cerrado con
un aumento del 8,7 por ciento del Producto Bruto Interno. La oradora subrayó que
en los últimos cinco años la economía había crecido con porcentajes similares,
lo que redondeaba un 45 por ciento de crecimiento, batiendo el récord de los
últimos cien años.
Si esto es así, al margen de la cuota de falibilidad que tienen desde hace algún
tiempo las estadísticas del Indec, entonces se convierte en un bumerán para los
argumentos oficiales de que no hay plata para atender la más que razonable
requisitoria de los docentes.
Si el PBI ahora es de 255.000 millones de dólares, 100.000 millones más que en
los años anteriores, quiere decir que recursos hay. Lo que discuten la CTA,
Proyecto Sur, la izquierda en sus distintas variantes, la centroizquierda y
otros sectores políticos y sociales nacionales y populares, etc, es qué se hace
con esa plata. El debate sobre cómo se distribuye el ingreso y cómo se invierte
y se gasta luego de un quinquenio de prosperidad, se dará con más fuerza que
antes.
Y encima, sin que aquél se haya librado en su totalidad, el cambio de dirección
del viento internacional, con la amenaza de decaimiento del comercio mundial,
puede añadirle un toque distinto. En tal caso se luchará para que con esa excusa
o circunstancia internacional no se vuelva al remanido discurso del ajuste,
sobre las mismas y ya pauperizadas cabezas.
El ex presidente Néstor Kirchner está tejiendo desde Puerto Madero una coalición
amplia del oficialismo, que tendrá como núcleo duro al Partido Justicialista y
acompañamiento "transversal". El variado arco incluye desde los cotizados ex
radicales K, ex duhaldistas, ex frepasistas, ex piqueteros y ex todo, que
secundarán al kirchnerismo. El amontonamiento, aunque luce con objetivos muy
elevados de presunta renovación política, tendrá como tarea urgente inhibir y en
la medida de lo posible deglutir a lo que luce como un peligro para aquel
proyecto: el conflicto social y la construcción política a la izquierda de
Kirchner. Para éste no debe haber nada a su izquierda, tal es su presupuesto
básico para que las ofertas de Mauricio Macri y Elisa Carrió queden desubicadas
como más reaccionarias. La suya quedaría como la única progresista aunque las
multis tengan sus mayores ganancias y Pan American nade en el petróleo
argentino.