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        Argentina: La lucha continúa 
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La pulseada con los docentes 
Entretelones de una paritaria que se complicó 
Daniel Cadabón 
Doble comando 
Lo que parecía ser un acuerdo que correría sin demasiado tropiezos se fue 
transformando en una pulseada que termina complicando los mejores pronósticos. 
De nada le sirvió a la burocracia sindical centroizquierdista, el haber 
trabajado de oficialista todos estos años. El jueves 7 de febrero, se los vio a 
la salida de una larga reunión con Cristina Fernández-Kirchner, caminando 
cabizbajos por Balcarce 50, revelando en su andar las fracasadas esperanzas de 
obtener la tan preciada personería gremial para la Central de trabajadores 
argentinos; una forma de poder mostrarse frente a los trabajadores públicos en 
posesión de una carta ganadora "para luchar por sus reivindicaciones". 
  
Lejos de eso, Hugo Yasky, la misma noche del jueves 7 en un programa televisivo, 
pretendiendo justificar la negativa presidencial para otorgarle la personería 
gremial a la CTA, terminó denunciando la existencia de una política de Estado 
dictada por un "doble comando". Según este dirigente kirchnerista, "Cristina 
está presionada por círculos con un enorme poder –empresarial y sindical- los 
que le impiden otorgarnos la personería". Yasky, con su denuncia, se adelantó a 
Duhalde en casi 2 semanas, sin embargo no fue tomado en serio. Tanto va el 
cántaro a abrevar de la fuente del oficialismo, que finalmente, nadie termina 
escuchando sus quejas cuando se rompe. 
  
El reto presidencial 
Como sea, la presidenta les abrió la casa rosada a los lideres sindicales de la 
CTA, el jueves 7 de febrero, sólo para "recagarlos a pedo", y esto, en 
medio de una cobertura mediática montada de ex profeso, para que el país se 
entere sobre cual son sus opiniones, con relación a los conflictos salariales 
que asoman al despuntar el marzo de 2008. Sobre todo el conflicto con los 
docentes. 
  
La presidenta, se sabe, no deja de aprovechar las oportunidades que se le 
presentan para darle "con un caño" a todo lo que huela a tiza y vista 
guardapolvo blanco. Recordemos que Cristina debutó en diciembre pasado con una 
fuerte descalificación a las "maestras y profesores que saben menos que sus 
alumnos". 
  
En esta oportunidad, con la plana mayor del sindicalismo docente sentado frente 
a ella, tampoco se quedó en silencio. Acusó a los trabajadores de la educación 
de tener una conducta extremadamente conflictiva. "El país ha cambiado; es un 
necio quien no lo reconozca", las afiladas palabras presidenciales atravesaron 
la sala de reunión, llenando sorpresa de sus adictos interlocutores. Al reproche 
sobre la necedad de los presentes, la presidenta agregó: "la forma en que los 
maestros utilizan los paros para presionar sobre sus reclamos", amerita "cambiar 
sus métodos de protesta porque muchas veces se vuelven injustos". Para finalizar 
comparando el crecimiento de los paros, "como otra paradoja", ya que, las 
mejoras de sus salarios habían sido del 168% de 2003 a 2007. Y más crecieron los 
paros... los paros se incrementaron notablemente". 
  
Puede que la presidenta "no este preparada para gobernar"; pero, para hablar en 
contra de los docentes, sin duda, le sobran las palabras. Tan fuerte golpeó el 
conflicto santacruceño al kirchnerismo. 
  
La paritaria muestra la hilacha 
De acuerdo a las ingenuas versiones burocráticas, las cosas iban sobre rieles 
con la "histórica" Paritaria nacional docente, lógicamente que estas versiones 
fueron dadas de alta en el curso de la negociación, ya que obviaron tener en 
cuenta, el uso que el gobierno pretende hacer de este "caso testigo" para fijar 
un techo al incremento salarial del resto de los gremios por todo el 2008. 
  
La "combativa" CTA, está siendo utilizada como un recurso "in extremis" 
que permita una discusión salarial, con los gremios que organizan a los 
trabajadores privados, sin que nadie tenga la necesidad de pasarse a la vereda 
de enfrente. 
Si el gobierno logra cerrar con los laderos de Yasky en un 25%, esto servirá de 
condicionante para el resto de convenios salariales que se vienen. 
  
Las bravuconadas discursivas, que la burocracia centroizquierdista viene 
sosteniendo a través del tiempo en contra de los gordos de la CGT, que son los 
que fijan las pautas salariales para el resto, fueron como escupir para arriba. 
Ahora, mientras su conciliación con las políticas kirchneristas, los han 
colocado en la primera línea de los humillados del poder, en una negociación 
ruin por poco más de 200 pesos de aumento de sueldo para los educadores, Hugo 
Moyano espera y se entretiene, tratando de convencer a sus afiliados, sobre que 
él si va a pelear aumentos de acuerdo a "la inflación del supermercado". 
  
Triste papel el de la burocracia docente, que terminará vendiendo el derecho de 
huelga (180 días de clases) por 200 pesos de aumento y aceptando, además, la 
formación de una comisión nacional que reprima cualquier seccional díscola que 
pretenda sacar los pies del plato. Tal el objetivo de la flamante Comisión 
Federal de Mediación que se conformó para actuar "teniendo en cuenta el grado de 
virulencia de los conflictos que hubo durante 2007". El yaskismo, tan 
acostumbrado a las maniobras sin principios en sus propios gremios, ha quedado 
encerrado ahora en la red de los campeones de las maniobras. 
  
Porcentajes o canasta básica 
El kirchnerismo es un verdadero fanático de los índices, sea para manipularlos 
para abajo, sea manipularlos para arriba. El primer caso es el del indec (la 
inflación), el segundo, tiene que ver con el crecimiento económico, la 
popularidad de los personajes en el gobierno, el crecimiento del empleo, etc.
  
En el caso de los salarios hablar de porcentajes sin tener en cuenta la base 
desde donde se toman es una forma infame de discusión destinada a engañar a la 
clase trabajadora. El ajuste de sueldos siguiendo el curso inflacionario, es una 
actitud defensiva de los trabajadores frente a la licuación que la inflación 
produce en sus ingresos (en caso de que no se comprenda lo que significa 
técnicamente "licuación salarial", hay que imaginar poner el dinero del cobro en 
una licuadora y después tratar de usarlo). 
  
El incremento salarial debe prosperar de acuerdo a una base fijada por la 
canasta familiar básica, hoy en $ 3200 para que cubra las necesidades primarias 
de cualquier familia trabajadora. Hablar de un 30 o un 40 % de incremento sin 
tener en cuenta la base de la que se parte es una estafa. 
  
Un ejemplo para salir corriendo atrás de las bolsas 
  
Para una docente cobra 1040 $ de mínimo, sin descuentos, un 30 % de aumento 
equivalen a poco más de 300 pesos por mes durante todo el año. Cualquiera de 
nosotros sabe de las virtudes "licuadoras" de los billetes de cien pesos en 
cualquier supermercado. Más que esto; como los precios siguen en "expansión" los 
300 pesos de marzo, no son los mismos 300 pesos de abril y mucho menos de mayo, 
etc. Por eso, un acuerdo salarial que no tenga en cuenta esta simple ecuación, y 
que se comprometa a garantizar la paz social, sin reclamos de nuevos incrementos 
hasta diciembre es una usurpación. 
  
El obrero que recolecta residuos cobra, hoy por hoy 3500$ por todo concepto. En 
su caso un incremento del 30% significan 1050 $ de aumento; si bien el costo de 
vida terminará licuando gran parte de su salario hacia fin de año, el ritmo de 
"licuación" será menor porque la base desde donde parte el calculo de porcentaje 
esta más cerca de lo que fija la canasta básica. 
  
Entre los docentes, más allá de los exabruptos de la presidenta, la discusión 
que se ha impuesto es la mejora del sueldo básico, y que este se acerque a la 
canasta familiar. El docente con los 1300$ que la burocracia se apresta a 
firmar, terminado el año será más pobre que cuando lo inició. Y esto, es lo que 
viene reproduciendo a lo largo de los años. 
  
A los trabajadores de la educación nos quedan pocas alternativas. Seguir la 
lucha por un incremento del básico que se acerque a la canasta familiar, 
repudiando el acuerdo por 260$ y la tregua por 180 días que la burocracia se 
apresta a firmar con el gobierno, o salir corriendo detrás de las bolsas de 
residuos.