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Argentina: La lucha contin�a

Argentina: En la ribera

Daniel Cadab�n  

"Nosotros vivimos tras las rejas, mientras los presos est�n libres"(sic) de la marcha de Blumberg

Verdades oxidadas

En el debate sobre la "inseguridad ciudadana" se demuestra claramente que tanto en sus enfoques como en sus proyectos, a la burgues�a la motoriza el odio clasista en contra de los sectores populares y una desbordante y permanente excitaci�n reaccionaria. No podr�a ser de otro modo en una sociedad que se asienta en relaciones de producci�n basadas en la explotaci�n y en la desigualdad.
Los capitalistas, que promueven y participan de este debate, no olvidan ni por un instante que en la sociedad existe una constante guerra de clases y que, en la guerra, no es bueno dormirse en los laureles. Las clases dominantes hacen circular a diario "verdades" recubiertas de oxido -como si se tratara de realidades indiscutibles y novedosas- donde lo que predomina es el odio social.
Mientras conciencia ling��stica com�n, no pueda descifrar los intereses latentes de las clases dominantes detr�s de las afirmaciones y alternativas pol�ticas propuestas por los representantes de la burgues�a en el gobierno para frenar la ola de inseguridad, el programa de "la derecha" ira consolidando sus hip�tesis en forma devastadora.
Los hombres y las mujeres comunes, aquellos que desde el punto de vista pol�tico y medi�tico han sido bautizados como "la gente", pagar�n cotidianamente los altos costos de trasformarse en v�ctimas de estas grotescas maniobras pol�ticas.
Los trabajadores y el pueblo, s�lo en circunstancias muy excepcionales pueden llegar a comprender que detr�s del debate por la inseguridad se expresan cuestiones de profundidad pol�tica que los tienen por protagonistas.

La ideolog�a del temor

Cada vez es m�s evidente, que el fen�meno de la delincuencia no es una cuesti�n de resoluci�n policial y que, hoy por hoy, se ha transformado en un campo de maniobras donde repercuten las posiciones m�s reaccionarias de una clase social cuyo �nico eje y su argumento de mayor peso es la represi�n.
La apelaci�n al miedo, tiene la virtud de comprometer gran parte de la conciencia y de los sentimientos de las clases populares a intereses ajenos a ellas mismas, y claramente opuestas a reivindicaciones que deber�an formar parte del patrimonio social.
El miedo, entra en "la gente" y genera conductas y opiniones subordinadas al enga�o, la negaci�n y la violencia social propiciada por los sectores dominantes.
De lo que se trata en esta nueva cruzada, que demanda sangre, es de crear la ficci�n de un enemigo social emparentado con los sectores que hist�ricamente forman parte de las clases populares y que potencialmente est�n en condiciones de rebelarse contra el r�gimen de explotaci�n.
Esta ideolog�a del temor tiene un largo proceso de engendramiento y est� asistida por toda una serie de cuadros cient�ficos sociales, que son los encargados de explicar las razones por las cuales la violencia se instala socialmente: a partir de la consolidaci�n de la marginalidad como una opci�n individual o, a lo sumo, grupal y con una orientaci�n unilateral: de abajo hacia arriba, del suburbio al centro. La indignaci�n que manifiestan los funcionarios del estado y de las clases poseedoras en contra de los "pobres que delinquen", jam�s toma en cuenta que la violencia y la opresi�n es lo que justifica la existencia del estado capitalista.
Vivir al margen (en la ribera) Las pol�ticas de hambreamiento sistem�tico, precariedad laboral, desocupaci�n y recortes de los "gastos sociales", hunden a sectores cada vez m�s numerosos de la poblaci�n dentro de una dimensi�n de barbarie planificada. El "ej�rcito de reserva", armado originalmente por la burgues�as para atentar en contra del salario del trabajador ocupado ha tomado un car�cter permanente y amenaza con incrementarse en los pr�ximos meses y a�os.
Sin embargo para los capitalistas "vivir al margen" (en la ribera) no es un producto del capitalismo, para la burgues�a es una construcci�n voluntaria.
"La ribera", bajo el capitalismo, se forma y se explica como una conspiraci�n delincuencial que tiene una �nica funci�n: ocultar y proteger a los delincuentes necesitados de guaridas donde amontonarse despu�s de sus fechor�as. Pasando de esta manera de ser el producto que expresa un r�gimen de profunda desigualdad, a ser la opci�n y el convencimiento que anida en un grupo de argentinos y latinoamericanos por una forma de vida que nadie quiere.
Los poetas le pueden cantar a la ribera, adulando una diferenciaci�n cultural, como si se tratara de una tribu suburbana m�s, pero en definitiva no es m�s que la radiograf�a de todo un r�gimen pol�tico profundamente desigual y acabado.

Andar derecho

Mientras el terror se va apoderando de las conciencias de los sectores de clase media amenazados por las plagas sociales inherentes al funcionamiento del r�gimen capitalista, la situaci�n pol�tica se agravar� y el avance de la posiciones de la reacci�n ser�n una constante. En este sentido, el kirchnerismo y la centroizquierda, no tienen una pol�tica para frenar este avance derechista, que se justifica en la falta de seguridad, sino que, por el contrario, son la causa del fortalecimiento de estas posturas.
Ahora est� de moda identificar a la delincuencia en el rango que se ubica entre la indigencia y la l�nea de la pobreza. Esto, no es menor, da la base de sustentaci�n para los que pretenden reconocer el robo y el asesinato como resultado del resentimiento de los sectores empobrecidos de la sociedad en contra de los que se ganan la vida honestamente.
El rango socioecon�mico da cuenta tambi�n del enemigo m�s buscado: pobre, radicado en villas o barrios marginales y en general, joven y menor.
Tenemos as� 3 elementos centrales para la elaboraci�n de una estrategia de guerra de clases que sostiene las siguientes hip�tesis de conflicto.

Una zona geogr�fica: "La ribera"; los barrios pobres de capital y suburbanos.
Un enemigo: Los pobres.

Un perfil: el joven o el menor, que destruido por el paco, el pegamento y el tetrabrik, se ha convertido en una especie de animal violento y cebado, al que s�lo atrae la propiedad privada ajena.
Los vecinos indignados amasan todos estos componentes y elaboran su reclamo, auspiciados por la "inescrupulosa derecha que pide mano dura y balas a los delincuentes".
El "progresismo" no ayuda, explicar la delincuencia en t�rminos de la injusta distribuci�n de la riqueza y de falta de oportunidades para los m�s j�venes; no cambia un �pice a las hip�tesis de conflicto elaboradas por la derecha. Deber�an explicar el porque en medio de un cuadro de pobreza que alcanza a 10 millones de personas s�lo algunos pocos optan por el delito, mientras la mayor�a se conforma en una resistencia pasiva de ganarse el mango diario; mientras que, los �ltimos y rutilantes hechos de sangre tienen como protagonistas a due�os de mansiones, autos importados y elementos reclutados en las fuerzas de seguridad.
Las alternativas Por supuesto, que a la hora de discutir alternativas al delito hay diferencias entre derecha y progresismo.
Para la zona de conflicto, la derecha, propicia la militarizaci�n o una mayor intervenci�n policial, ejerciendo un poder discrecional sobre vidas y bienes de la poblaci�n de la ribera.
La centroizquierda, promueve la autogesti�n de entidades comunitarias y ONGs que generen pol�ticas de saneamiento "que permitan una vida m�s digna para nuestros pobres". Estas pol�ticas de autogesti�n r�pidamente caen en desuso o son capturadas para el negociado de punteros que responden a los pol�ticos en el poder. El armado de un "cord�n sanitario", que permita la pobreza digna y feliz, fracasa estrepitosamente "por que la gente no se compromete o porque le gusta vivir as�" Para el enemigo: la derecha propicia las rejas, los muros, las empresas de seguridad privadas y un plan de expulsi�n sistem�tica de las ciudades.
Mientras tanto, la centroizquierda plantea la captaci�n clientelar, con pol�ticas subsidiarias del estado (planes sociales, asistencia econ�mica), adem�s de t�cnicos y profesionales que, como nuevos punteros pedag�gicos, expliquen el evangelio de la resignaci�n a la pobreza democr�tica, esta es un valor superior a cualquier reivindicaci�n popular. Por las dudas, el progresismo tambi�n apela a una mayor intervenci�n policial, aunque, eso si, "sin abusos".
Para el joven y el menor: la derecha se relame en una baja en la edad de imputabilidad, un mayor endurecimiento de las leyes, el gatillo f�cil y otras recetas de muerte.
La centroizquierda progresista, por el contrario, declara al joven pobre como una victima y no como victimario, que se ve obligado a delinquir producto de su entorno cultural y falta de proyectos a futuro. En realidad, el progresismo con esto no hace m�s que seguir reconociendo en los j�venes y menores pobres, el sujeto social responsable del delito.
Determinados desde la cuna La baja de edad de imputabilidad a los 14 a�os, es una cantinela destinada a sacarle presi�n a los vecinos indignados, que vienen reclamando en movilizaciones callejeras la sanci�n de leyes penales mas duras en contra de la delincuencia.
La heterog�nea tribuna que orienta estas marchas, compuestas por rabinos, ex comisarios, ex militares, ex ingenieros, etc. levanta fundamentalmente posiciones ideol�gicas que est�n muy lejos de dar una respuesta a los familiares de los asesinados en hechos delictivos.
El discurso es duro, afectado de planteamientos pol�ticos, que asocian la supuesta protecci�n de los delincuentes por parte de los jueces garantistas y de las leyes permisivas al desenlace de la resoluci�n 125, al costo de los insumos para la industria lechera, a la defensa de las AFJPs y a luchar en contra de que se establezca una doble o triple indemnizaci�n para los trabajadores despedidos. Un planteamiento pol�tico redondo que no disimula nada.
El sciolismo, en provincia de Buenos Aires, le pone letra a la m�sica que tocan tanto la derecha como la centroizquierda: "pobre soy, robar es mi destino" y determina la impugnaci�n del delito, impugnando a la pobreza, no para terminar con ella, sino. para terminar con ellos. Est� determinado.
Bajar la edad de imputabilidad a los 14, o si los dejamos a los 12, es la denuncia de un sistema que est� podrido y que ya no tiene m�s respuestas para los sectores m�s din�micos de la sociedad: los j�venes.

La delincuencia �es institucional?

Reci�n llegado al poder el ex presidente Kirchner denunciaba las redes que un�an a la delincuencia con la caja pol�tica y policial en los distritos de conurbano bonaerense.
Los vecinos indignados, que en ocasiones van a las marchas de la derecha y defienden las reformas de mano dura sin importarle lo b�rbaras y podridas que parezcan, tienen en el imaginario el concepto del chorro cuentapropistas como par�metro.
El infantilismo que rodea sus concepciones represivas se resumen en la consigna de "muerto el perro, se acab� la rabia"; justifican y facilitan la intervenci�n del gatillo f�cil, "de �ltima son ellos o nosotros"; aprueban la cultura de la razzia y de la militarizaci�n de barrios y asentamientos.
Pero, el chorro cuentapropista que de sus "afanos" incrementa sus bienes y capital es uno de los m�s graves y peligrosos errores de los vecinos manoduristas. La zona liberada, la comisi�n a la yuta, el proteccionismo pol�tico se pagan.
Si bien no se puede negar la aparici�n del cuentapropismo, por lo menos en una primera etapa de la "carrera delincuencial" esto no dura. Con el tiempo la mayor�a de los delincuentes se "proletarizan" y comienzan a trabajar bajo patr�n. Lo mismo sucede con otras actividades ilegales ("laburos" en la jerga callejera): prostituci�n, juego clandestino, narcotr�fico.
Directa o indirectamente el bot�n termina en mano de representantes institucionales ("si no arreglas sos boleta) Sea mediante comisiones directas, sea cuando el bot�n termina en manos de los narcos y/o el proxeneta que maneja el negocio con complicidad politico-policial.
Scioli y derecha, intentan tranquilizar el animo de los sectores de clase media, otorgando licencia para que se aplique la mano dura tanto a menores delincuentes como a menores pobres en general; con una idea mas amplia: el acostumbramiento de la mirada social a la militarizaci�n de las barriadas y a la represi�n policial.
La aceptaci�n del cerco de Gendarmer�a a "Fuerte apache", la vuelta indisimulada de las razzias, el desalojo de asentamientos y villas, implican el disciplinamiento ciudadano al movimiento de tropas.
La crisis mundial avecina un crecimiento de la conflictividad social. La burgues�a, justificada en la cruzada contra la inseguridad, ya ha se�alado un enemigo: barrios, villas, asentamientos: el n�cleo duro de la pobreza.
La inseguridad, desde hace mucho tiempo es, desde el punto de vista econ�mico, un negocio rentable para muchos sectores con poder.
Ahora, se preparan para ganar una batalla ideol�gica que los sostenga al frente de un r�gimen podrido que se cae a pedazos.

Fuente: lafogata.org

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