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Latinoamérica

Delincuencia y aborto

Gabriela Rodríguez
La Jornada

¿Por qué se redujo abruptamente la delincuencia en Estados Unidos de 1970 a 1990? Esta fue la pregunta de investigación de John Donohue, doctor en economía por la Universidad de Yale, quien ha enfocado sus estudios al impacto de las políticas públicas en el empleo, en la violencia y en la delincuencia.
El también profesor en Stanford y Harvard se vio de pronto muy intrigado al no encontrar una explicación satisfactoria sobre el extendido y persistente decremento del crimen en su país y la casi nula correlación con factores generalmente asociados, tales como los niveles de encarcelamiento, el número de policías, la tasa de empleo, el ingreso per cápita o la tasa de pobreza; y más aún, al observar que ciudades sin estrategias específicas para mejorar el trabajo policiaco, como Los Angeles, registraban también un sustantivo declive de la delincuencia.
En colaboración con Stephen Levitt, economista del MIT y profesor de la Universidad de Chicago, se dieron a la tarea de profundizar en el análisis de otros factores y fueron sorprendidos al descubrir que la única variable explicativa era el acceso a servicios de aborto legal.
Efectivamente, El impacto de la legalización del aborto en la delincuencia, estudio publicado en mayo de 2001 por el Quarterly Journal of Economics, ofrece evidencia de que la legalización del aborto contribuye significativamente a la reducción de la delincuencia.
En los cinco estados donde se inició desde 1969 la liberalización del aborto bajo ciertas circunstancias (Nueva York, Washington, Alaska, Hawai y California) la reducción de la delincuencia comenzó más tempranamente que en el resto. Los estados con tasas más altas de aborto en los años 70 y 80 presentan las mayores reducciones de delitos en los 90; en otros se registra un declive del crimen entre jóvenes que nacieron posteriormente a la legalización nacional del aborto, y que presentaron una alta incidencia de aborto, llevando control estadístico sobre el factor del boom económico.
Entre las correlaciones importantes hay que señalar que la edad pico para la actividad criminal se ubica entre los 18 y los 24 años, que es el tiempo relativo en que empezó a declinar la delincuencia, y que se presentaron tasas desproporcionadamente altas de aborto entre madres pobres y con baja escolaridad, cuyos hijos califican con probabilidad estadística para convertirse en delincuentes, así que el estudio también enfatiza que el riesgo de criminalidad sigue siendo una de las consecuencias de la inequidad social.
Los investigadores afirman: "Nosotros solamente encontramos que los niños no deseados son más propensos a cometer delitos que los que fueron deseados" y ante discusiones sobre posibles intereses ideológicos o clasistas se defienden: "No consideramos que abortar sea un buen método para prevenir el delito". El estudio concluye que la legalización del aborto da cuenta de 50 por ciento de la reciente reducción de los delitos (sobre todo homicidio, robo y violencia) y que la evidencia es consistente: se reducen las tasas con un intervalo de 20 años.
El aumento del encarcelamiento entre 1991 y 1997 creció 50 por ciento en este periodo, pero el crimen descendió a 10 por ciento, así que juntos, aborto y aumento del encarcelamiento explican en mucho, si no es que el total del decremento de la delincuencia. La mitad de los delitos ocurridos en Estados Unidos fueron cometidos por individuos que nacieron antes de la legalización del aborto y fueron remplazados por agresores que nacieron después; asimismo, se puede decir que en el futuro las tasas de delincuencia seguirían en descenso a razón de uno por ciento en los siguientes dos años.
"Aunque ese descenso es un fenómeno muy positivo -señalan los autores-, el vínculo entre el aborto y el crimen no debe ser interpretado como respaldo al aborto ni como un llamado a la intervención del Estado en decisiones que sólo competen a las mujeres. Es necesario considerar que las adolescentes, las solteras y las mujeres pobres son quienes más enfrentan embarazos no deseados y que las opciones de vida de quienes nacen únicamente porque sus madres no pudieron abortar son relativamente opacadas frente a los bebés que sí fueron deseados, y cuya probabilidad de ser delincuentes es baja."
Ser deseado y esperado no debiera ser un lujo, sino un derecho. Ojalá que los legisladores de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal logren despenalizar el aborto cuando obstruye los proyectos de vida de la progenitora. Para que todas y todos los futuros habitantes de la ciudad de México puedan contar con una madre o unos padres que los esperan, preparan cuidadosamente su llegada y atenderán durante años sus necesidades para que nunca se vean orillados a cometer crímenes.

gabriela_afluentes@prodigy.net.mx              

Fuente: lafogata.org