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Latinoam�rica
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La verdad que la ONU calla acerca de las pandillas en Hait�
Editorial de Kevin Pina
Traducci�n Jos� Luis Vivas

Las recientes operaciones militares de la ONU en Cite Soleil revelan una
estrategia soterrada que se basa en una serie de falsos supuestos que vienen
siendo propagados por los responsables pol�ticos de la administraci�n Bush a
trav�s de la embajada de los Estados Unidos en Hait�. El argumento para tal
estrategia es el siguiente:
1. Aristide foment� y arm� a redes de pandillas con el fin de hostigar a la
oposici�n y mantenerse en el poder.
2. Lo que tenemos ahora son los restos de esas mismas pandillas que controlan el
mayor barrio de chabolas de Hait�, y que siguen recibiendo apoyo de Aristide.
3. Esas pandillas est�n por detr�s de las grandes manifestaciones que siguen
llev�ndose a cabo en apoyo a Aristide y a su movimiento Lavalas.
4. Si las pandillas fuesen expulsadas, las manifestaciones cesar�an.
Los generales brasile�os, que lideran la campa�a militar de la ONU en Hait�,
han combinado esta estrategia con t�cticas que han desarrollado para hacer
frente a sus propios problemas de "pandillas" en las favelas de Rio y S�o Paulo.
Esto es lo que ha dado a luz a un entorno d�nde el due�o de maquilas Andy Apaid,
miembro de la coalici�n anti-Lavalas de entidades de la "sociedad civil" llamada
Grupo 184, pudo apoyar a las bandas paramilitares como una fuerza de
contraposici�n en las chabolas de la capital de Hait� donde el apoyo a Aristide
sigue fuerte.
Ha sido esta amalgama de t�cticas brasile�as con estrategias estadounidenses la
que ha permitido que la banda Labanye pudiera proveerse de armamentos en Cite
Soleil en 2004, y tambi�n la subsiguiente constituci�n por la polic�a haitiana
del tristemente c�lebre Ej�rcito Peque�o Machete en 2005. La ONU tambi�n dio
cobijo a conocidos pandilleros que ayudaron a derrocar a Aristide y que
actualmente gobiernan la cuarta mayor ciudad de Hait�, Gonaives. Tampoco
lograron desarmar al antiguo y brutal ej�rcito de Hait�, y de hecho lo premiaron
con una recompensa de 29,5 millones de d�lares. La estrategia pol�tica de la ONU
ha sido la de propiciar, con la ayuda de elecciones, el lavado de la bien
merecida reputaci�n que esos individuos tienen como violadores de los derechos
humanos. A pesar de que se cree que esos grupos est�n moment�neamente durmientes
y/o que han sido suficientemente cooptados, la larga b�squeda de la ONU de la
estabilidad pol�tica ha relegado a las futuras generaciones al carrusel de la
instabilidad pol�tica.
Mientras que la ONU ha implementado fielmente la estrategia de la administraci�n
Bush de desmembrar el movimiento Lavalas de Aristide, este ha sido infiltrado
tambi�n por las opulentas elites de Hait�, que fue la verdadera fuerza detr�s de
lo que los grandes medios informativos proclamaron como el "levantamiento
popular" que derroc� a Aristide en febrero de 2004. Se puede decir que fue la
forma de hacer negocio de la reducida elite adinerada lo que acab� creando un
abismo enorme entre ella y gran parte de la mayor�a haitiana desesperadamente
pobre, lo que hist�ricamente ha dado origen a Aristide y a su movimiento Lavalas.
Las masas de pobres marginados ve�an a Aristide y al movimiento Lavalas como la
�nica fuerza pol�tica que jam�s haya representado sus intereses en toda la
historia de Hait�. Por este motivo solamente resistieron a la violencia
patrocinada por el Estado y a las persecuciones pol�ticas llevadas a cabo
durante el r�gimen de Gerardo Latortue, instalado por los Estados Unidos y
provista de legitimidad bajo la �gida de una resoluci�n del Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas. Siguen hasta hoy arriesgando la vida en manifestaciones
de apoyo a Aristide y a Lavalas, a pesar del precio tan alto que han tenido que
pagar por su confianza en Lavalas, cuyo principio primordial era de que las
masas pobres ten�an derecho a jugar un papel en la determinaci�n del futuro de
Hait�, y por ende del futuro de sus hijos.
Las multitudinarias manifestaciones de 7 de febrero a lo largo del pa�s,
exigiendo el retorno del derrocado presidente Jean-Bertrand Aristide, pasaron en
su mayor parte desapercibidas por los grandes medios informativos, en contraste
a la avalancha de informaciones dos d�as m�s tarde cuando las fuerzas de las
Naciones Unidas, conocidas por el acr�nimo MINUSTAH, lanzaron otra de una larga
serie de operaciones militares en el barrio costero de chabolas Cite Soleil. A
pesar de que el objetivo de la incursi�n fue supuestamente librar al barrio de
las pandillas, sigui� un patr�n que apuntaba a la estrategia central adoptada
por la administraci�n Bush.
Con anterioridad a esta �ltima ofensiva militar de la ONU en el barrio de
chabola m�s desesperado de la capital de Hait�, ya se hab�a establecido un
patr�n entre las expresiones de apoyo al presidente derrocado y las operaciones
militares de la ONU. En 16 de diciembre pasado vimos a otra gran manifestaci�n
de apoyo a Aristide que comenz� en Cite Soleil, y seis d�as m�s tarde la ONU
llevar�a a cabo un asalto mort�fero que los residentes y grupos de defensa de
los derechos humanos dicen que ha ocasionado una gran matanza de v�ctimas
inocentes. No miembros de pandillas como la ONU dir�a m�s tarde, si no
residentes desarmados que intentaban huir de los disparos que seg�n ellos ven�an
mayormente de las fuerzas de paz de la ONU.
El 22 de diciembre de 2006 hubo lo que ser�a llamado una segunda masacre
perpetrada por las fuerzas de la ONU en Cite Soleil, parecida a las acusaciones
anteriores provocadas por la operaci�n militar de 6 de julio de 2005. En la
matanza producida en 6 de julio de 2005, la ONU sosten�a que solamente "seis
bandidos" hab�an sido muertos, al paso que organizaciones locales de defensa de
los derechos humanos y activistas comunitarios alegaban que unos 70 residentes
desarmados podr�an haber ca�do ante los disparos de la ONU. La ONU fue a�n m�s
lejos y asever� que, a pesar de que no estaban en condiciones de precisar el
n�mero exacto de muertos, si hubieran residentes entre los muertos esto se debi�
a la acci�n de los las pandillas en venganza contra aquellos que ellos cre�an
que hab�an aplaudido las operaciones militares de la ONU.
Para los partidarios del presidente derrocado, la incursi�n del 6 de julio de
2005 fue vista mayormente como un ataque preventivo de la ONU y de las elites
opulentas de Hait� para sofocar el impacto de las protestas que estaban
programadas para el d�a del aniversario de Aristide, que tendr�a lugar nueve
d�as despu�s del 15 de julio. El paralelismo entre los dos acontecimientos es
innegable, y la mayor verg�enza es que ninguna organizaci�n internacional de
derechos humanos, inclusive Amnist�a Internacional, jam�s quiso llevar a cabo
una investigaci�n seria sobre esas acciones militares de la ONU, a pesar de las
peticiones de los supervivientes y de las familias de las v�ctimas.
Las manifestaciones exigiendo el retorno de Aristide y justicia para el
movimiento pol�tico Lavalas no cesar�n a pesar de las operaciones militares de
la ONU contra las pandillas que ellos err�neamente creen que est� detr�s de
ellos. A pesar de la propaganda de parte de periodistas bien situados, que
alimentan la imagen de Lavalas como la de un grupo constituido exclusivamente
por matones, la inmensa mayor�a del movimiento est� compuesta por los mismos
representantes de las mayor�as pobres de Hait� que est�n siendo asesinados por
las balas de la ONU.
Mientras muchos en los grandes medios informativos describen la realidad de la
poblaci�n de Cite Soleil como formada por dos categor�as de personas, la primera
compuesta por residentes indefensos atrapados por el fuego cruzado, y la segunda
por pandilleros, hay una tercera fuerza que no va a desaparecer. Se trata de
gente conciente e inteligente que se opone a la ocupaci�n de su pa�s por la ONU.
No tienen ning�n tipo de armas m�s que la convicci�n de que son Aristide y
Lavalas los que representan a ellos y a un futuro mejor para sus hijos. Los
partidarios de Aristide y de Lavalas creen que tienen el derecho de manifestar
p�blicamente sus convicciones. Desafortunadamente, la ONU ya ha demostrado cu�l
es su postura en relaci�n al derecho de expresi�n reivindicados por los
seguidores de Aristide y su movimiento Lavalas.
Aqu� sigue una traducci�n de un texto sobre Hait� cuyo original est� disponible
en la p�gina
Fuente: lafogata.org