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Latinoamérica

Venezuela desde el (mal) periodismo

Rubén Darío Buitrón

Que el periodismo es vida pura no me queda duda. Que es acercarse a la realidad lo más honestamente posible pero no desde las suposiciones sino desde lo que se ve, se escucha, se comprueba.
Estuve en Caracas durante el proceso que terminó con la estrecha derrota de la propuesta constitucional chavista.
Vuelvo al Ecuador y, por curiosidad profesional, reviso la prensa internacional de esos días.
Reflexiono: el periodismo está en crisis. Hemos dejado de pisar tierra, sudar la camiseta y gastar zapatos. Escribimos desde la mesa de trabajo basados en percepciones y no en hechos. A veces me da miedo formar parte de esta extraña especie que somos quienes tenemos el deber de explicar al mundo lo que es el mundo.
En nuestras manos está la responsabilidad de informar, orientar, dar elementos de juicio al público. Pero no lo estamos haciendo bien, con ética y desde el oficio, sino desde la ideología. Decimos lo que creemos y no lo que en realidad es.
Con razón, Néstor Busso, argentino, suele decir que cuando llega a una nación extranjera y recorre sus ciudades, "el país que veo en la televisión no es el país que siento en las calles".
Pongo ejemplos.
Primer maniqueísmo: Venezuela está partida en dos. Mentira. Existe una enorme diversidad de pensamiento. Incluso dentro del chavismo hay sectores reflexivos, serenos, centrados, que frenan a los radicales fanáticos e intolerantes.
Segundo maniqueísmo: Chávez está perdido. Quien asegure aquello no se ha enterado de que aún le quedan cinco años en el poder, que sus militantes son mayoría absoluta en la Asamblea y que el Presidente puede gobernar por decretos especiales (sin ir a la Asamblea entran en vigencia).
Tercer maniqueísmo: La gente se muere de hambre y nadie puede hablar contra el Gobierno. En el restaurante Sazon Grill, de La Candelaria, un grupo de opositores bebe whisky Something Special (60 dólares en bolívares). De pronto inundan el salón cantando consignas contra Chávez. Nadie se acerca a pedirles que no lo hagan o, peor, censurarlos.
Cuarto maniqueísmo: El populismo hace daño a los pobres. Falso. Los pobres no son politólogos. Su realidad es que reciben salud y educación gratuitas, alimentación subsidiada y vivienda propia a largo plazo.
No digo que esté bien o mal. Digo lo que vi.
Vi la corrupción e ineficencia de la burocracia. Vi que Chávez calculó mal el momento para proponer sus reformas, justo cuando la gente reclama contra los burócratas, exige que se pare la inseguridad urbana y que se ponga fin a la escasez de leche que el gobierno no ha podido frenar.
Vi que por eso fue que tres millones de chavistas que no fueron a votar.
Les cuento a los medios internacionales, por si acaso quieran enterarse que, como decía Kapuscinski, hay que salir de los hoteles cinco estrellas y sudar la calle para contar la realidad.

Rubén Darío Buitrón

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Fuente: lafogata.org