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        Latinoamérica 
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De la democracia electoral y la democracia económica
Grover Cardozo 
Alai-amlatina 
Si algo está sometido a una rigurosa revisión en Bolivia y en los otros países 
pobres y atrasados como el nuestro, es el contenido y proyecciones integrales 
del modelo democrático representativo-electoral y formal de Estado.
Nadie ya parece estar contento con mantener los pilares esenciales de la 
democracia representativa y electoral. Cada vez se patentiza más la necesidad de 
transitar a una democracia social y económica que no sólo dé el derecho al voto, 
sino también el derecho a preservar las necesidades que emergen del estómago de 
la gente.
La crisis política de octubre del 2003, fue el resultado de la acumulación de 
varios problemas, pero Carlos Sánchez de Lozada (Goni) y sus aliados pagaron 
toda la factura, no sólo porque quisieron vender el gas de espaldas a la 
población, sino esencialmente porque no interpretaron las necesidades materiales 
de los sectores sociales de base que en ese momento ya eran apremiantes.
La expulsión de Goni y el ascenso de Evo al poder, son dos fenómenos políticos 
que directamente se explican por las condiciones materiales en las que se 
reproduce hoy la sociedad boliviana. El 54% obtenido por Evo Morales representa 
un grito de los excluidos, de los pobres , y de todos los sectores medios que 
hoy no la están pasando bien porque la torta todavía está muy mal distribuida y 
porque persiste poco alterado el déficit de empleo.
Lo claro es que el 54% del 18 de diciembre significa un mandato. Ese mandato es 
generar políticas de Estado para frenar el acrecentamiento de las diferencias 
sociales y más bien promover una sociedad más igualitaria, un estado social de 
derecho que garantice democracia electoral, pero ante todo democracia económica 
y social. Si por una u otra razón Evo no tiene la capacidad de cumplir ese 
mandato, nada tendría que hacer en Palacio de Gobierno.
A 18 meses de su ascenso, el Presidente está dando la batalla para que Bolivia 
pase de una democracia electoral a una democracia económica. Están surgiendo 
acciones estatales, que tienen un vigoroso respaldo en movilizaciones sociales.
La concentración de Santa Cruz del pasado lunes tiene esos ribetes, porque 
existe una Santa Cruz en bonanza y otra marginal y esa concentración tuvo la 
motivación de dar una señal. No se puede olvidar que precisamente la elite 
cruceña es la más interesada en preservar la democracia electoral y bloquear el 
tránsito a una democracia económica.
En esa movilización, miles de almas cruceñas de todas las edades rompieron con 
el miedo, hicieron añicos los burdos regionalismos y manifestaron que por las 
buenas o las malas, harán que se distribuya a los viejos la Renta Dignidad.
Con voces resquebrajadas, casi lindantes en el llanto y muy parecidas a las de 
Octubre del 2003, esos millares de cruceños señalaron con sus propios conceptos 
que al pueblo le importa un cacahuete la democracia, si ésta democracia solo se 
desarrolla en su forma electoral y no como reivindicación plena e integral de 
derechos económicos y sociales de la población.
Dijeron a voz en cuello que la democracia electoral no le sirve al ciudadano de 
a pie, si ésta no va acompañada de la democracia económica. De nada importa que 
el pueblo sea llamado cada cinco años a votar, si junto a eso no es llamado 
también a tomar una parte de la comida, es decir una pequeña porción de los 
excedentes que salen de la extracción y explotación de nuestros hidrocarburos.
En 25 años de democracia se educó al país en el vacuo concepto de que la 
democracia es ante todo la realización política del ciudadano, es decir el 
derecho a voz, derecho a voto y derecho a protestar en las calles contra el 
poder establecido. También es eso la democracia, pero no lo fundamental , porque 
el ser humano puede sentirse pleno solo si es libre, y es libre y siente la 
libertad sólo cuando están aseguradas sus necesidades vitales de subsistencia.
En los 25 años de democracia se ampliaron los derechos políticos y se crearon 
más instituciones democráticas, pero también se ampliaron las distancias entre 
los de arriba y los de abajo. Por esa razón hoy Bolivia se asemeja una perfecta 
y bien aceitada fábrica de pobres y no precisamente a un país democrático. Por 
eso la lucha por la Renta Dignidad y la mejor distribución del Impuesto Directo 
a los Hidrocarburos (IDH) es una medida revolucionaria que cambiará para siempre 
el carácter de la democracia y sin la cual no tendría sentido que el MAS 
continúe en el poder. Entregando una renta a los viejos se socializa la riqueza, 
y se comienza a construir un modelo incluyente en los hechos y no en la 
asfixiante y asqueante demagogia discursiva.
Esta nueva forma de administrar los recursos, implica toda una redefinición de 
la democracia, una reinvención del concepto de democracia. Una forma de perforar 
el pensamiento único y el simplismo con el cual se pretende seguir sosteniendo 
este modelo político.
- Grover Cardozo es periodista boliviano.