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Argentina: La lucha continúa

Pagan más los que menos tienen

José Castillo
LA ARENA

El anuncio sobre el aumento del ABL en la Ciudad de Buenos Aires abrió un debate que importa a todo el país: la estructura tributaria argentina es una de las más regresivas del mundo. Esto se verifica en los niveles nacionales, provinciales y municipales.

Los medios nacionales le dedicaron profusa cobertura al aumento del "impuesto inmobiliario" en la Ciudad de Buenos Aires (en realidad la tasa de Alumbrado, barrido y limpieza, ya que la Capital no cuenta de hecho con un impuesto inmobiliario). Un habitante de cualquier otra región del país descubrió, azorado, que en la ciudad del boom inmobiliario, de las propiedades más caras de la Argentina, se pagan cantidades irrisorias. Veremos más abajo, que la famosa propuesta de aumento planteada por las autoridades porteñas no tiene nada de progresiva. Pero el debate excede la discusión porteña, porque pone al desnudo algo que ningún gobierno se ha decidido a atacar desde hace décadas: lo increíblemente injusto del pago de impuestos en nuestro país.

La terrible regresividad de los impuestos nacionales

Comencemos por una simple pregunta: ¿en nuestro país se pagan pocos o muchos impuestos? La primera respuesta, visceral, que daría cualquiera es: ¡mucho! Nosotros, con los números en la mano, podríamos demostrar que somos uno de los países con las presiones tributarias (relación de la masa de impuestos pagadas dividido el PBI) más bajos del mundo. ¿Cómo se resuelve esta contradicción?

Lo que sucede es que pagamos una enormidad de impuestos indirectos. Estamos hablando de aquellos que gravan directamente el consumo, siendo el más conocido el IVA (también podemos incluir aquí otros impuestos internos, como a los cigarrillos, bebidas alcohólicas, a los combustibles, al servicio telefónico). O un impuesto fuertemente distorsivo como el de los "débitos bancarios" (conocido como impuesto al cheque). Para ser claros, es una barbaridad que la tasa del IVA sea tan alta que distorsione el precio final del producto. Los impuestos indirectos son terriblemente regresivos, ya que "pega" de igual manera sobre todos, no importando lo que signifique en su monto total de ingresos. Así, si alguien tiene un ingreso de 20.000 pesos paga el mismo porcentaje de IVA por un producto que un jubilado que percibe la mínima. Es obvio que para el segundo el impuesto pagado pesa infinitamente más sobre su bolsillo.

Vayamos a los números concretos. Los impuestos indirectos generan en nuestro país una presión del 8% del PBI. Comparemos: en Estados Unidos, Japón y Australia se paga de impuestos similares una proporción del 2% del PBI, en Alemania el 3%, en Canadá y Suecia el 4% y en el Reino Unido el 5%. Hasta aquí, entonces corroboraríamos la "sensación" de nuestro lector: estaríamos abrumados de impuestos.

Pero todavía no relatamos lo peor. Hablemos ahora de los "otros impuestos", los llamados impuestos directos. Todos los especialistas coinciden que en ellos reside la esencia de la justicia impositiva: que pague más el que más gana, o el que tiene una mayor riqueza. En nuestro país se trata centralmente del impuesto a las ganancias, pero también de otros como "ganancia mínima presunta" o bienes personales. Y en este ítem tenemos que sumar los impuestos al comercio exterior.

Apenas miramos los números entendemos la perversión de todo el sistema: es vergonzoso lo poco que se paga en la Argentina por impuestos directos. Hagamos ahora el ejercicio comparativo: los países capitalistas "modelo" son los que tienen sistemas tributarios más fuertes con respecto a las ganancias y el capital. Veamos ahora la presión tributaria del impuesto a las ganancias: mientras que en nuestro país es del 4% del PBI, en Estados Unidos y Japón es del 9%, en Alemania del 11%, Australia y el Reino Unido del 14%, en Canadá del 18% y en Suecia del 21%.

Y si buscamos dar una respuesta general, y preguntarnos sobre la presión tributaria global, o sea sumando todos los impuestos, vemos que en Argentina es del 22% del PBI, cuando en Australia y Estados Unidos es del 29%, en Alemania, Canadá y el Reino Unido del 37% y en Suecia del 52%. Conclusión: pagamos menos impuestos que los otros países, pero el problema es que sólo los pagan los sectores populares.

Podríamos completar la perversión si dijéramos que ni siquiera "todo" el impuesto a las ganancias puede ser considerado progresivo en nuestro país: una parte importante de la recaudación de ese tributo corresponde a lo que abonan los propios trabajadores por retenciones, ya que el mínimo no imponible sigue estando lo suficientemente bajo como para gravar sus salarios. O el escándalo de que todas las actividades financieras y bursátiles están "exentas" de impuestos.

Y encima las provincias

Además de estos impuestos nacionales, los atribulados contribuyentes deben luego pagar los impuestos provinciales. Y acá vuelve a repetirse la estructura regresiva. De nuevo los que menos tienen, más pagan. En las provincias la masa de la recaudación consta de dos impuestos: ingresos brutos e inmobiliario. El primero, un impuesto terriblemente injusto, que termina recayendo sobre el precio final de los productos, técnicamente incluso peor que el IVA. Y el impuesto inmobiliario, que debería hacer las veces de "impuesto progresivo" por excelencia, donde las subvaluaciones de propiedades y las maniobras con las alícuotas lo terminan transformando en su contrario. Agreguemos que la falta de normativa clara hace que estos impuestos a la propiedad inmueble, que deberían ser afrontados por el dueño, terminan muchas veces siendo pagados por la persona que alquila la propiedad. Y, por si todo esto fuera poco, todavía nos faltaría sumar las tasas municipales.

¿Un caso particular? ABL en la Ciudad de Buenos Aires

El caso de la Ciudad de Buenos Aires es paradigmático, ya que concentrando la mayor riqueza del país, tiene un sistema tributario terriblemente regresivo. La mayor parte de la recaudación impositiva (60%) proviene del Impuesto a los Ingresos Brutos. En este tributo hay una terrible evasión por parte de las grandes empresas, con el sencillo trámite de poner un domicilio legal en algún lugar "fuera" de la Capital. Lo terminan pagando los pequeños comerciantes, y, en general, va al precio final de los productos, como el IVA. O sea que lo pagan los trabajadores. El impuesto que le sigue en importancia es justamente el ABL (10%). Formalmente es una tasa por "Alumbrado, barrido y limpieza". Siempre fue una vergüenza, siendo una verdadera carga para los pequeños propietarios de vivienda familiar y apenas "un vuelto" para las grandes propiedades y mansiones.

Ahora se publicita un incremento que lo haría más equitativo. ¿Es así? Rotundamente no. Mientras que, tal como lo dijo el propio Telerman "con una mano en el corazón, para la gente que tiene propiedades de alto valor de mercado, el aumento no significa nada", la suba del ABL es un verdadero golpe al bolsillo del trabajador, en particular para los inquilinos.

De hecho se consideró a todos los habitantes de la Ciudad como pertenecientes a la misma clase social. Y se divide la ciudad en tres zonas. Así, el "vecino de Palermo" tendrá un aumento del 175,36%, sin tener en cuenta que esa área incluye muchas viviendas de clase media y clase media baja, al lado de megatorres e incluso las mansiones de Palermo Chico. Y, en el otro extremo, en Parque Chacabuco, donde el aumento será "menor" (48,17%) hay también inmuebles de alto valor de mercado.

Para poner un ejemplo, en la Villa Riachuelo (zona Sur) se está proponiendo un aumento del 46,89%. Un vecino de esa zona tendrá que soportar un aumento de 112 pesos. Probablemente tendrá que dejar de comprar un remedio, o achicar su dieta alimentaria, para poder pagar el impuesto. En Puerto Madero, la zona más "fashion" de la Ciudad, el incremento llega al 225%, pero eso en pesos es apenas 694,07, el equivalente a una cena de 4 personas en cualquiera de los restaurantes del barrio. ¿A alguien le parece equitativo?

La necesidad urgente de una reforma tributaria progresiva

Pasan los gobiernos y siempre hay otras urgencias. La realidad es que se prefiere "hacer caja" recaudando impuestos indirectos, más fáciles de cobrar, o impuestos directos sobre los sectores con menos poder de la sociedad. Dicho blanco sobre negro: hay que tener voluntad política y capacidad para aumentarle los impuestos a los grandes grupos económicos, tocar el negocio de la especulación inmobiliaria, ni que hablar de los pulpos de la ruleta financiera. Hay algo que se impone por sí mismo: en la Argentina no se podrá hablar de justicia social mientras no se avance en una verdadera e integral reforma impositiva, donde los que tengan más riqueza o ingresos sean los que más paguen.       

Fuente: lafogata.org