VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Argentina: La lucha continúa

La otra versión de los "ddhh tuertos"

Correpi

Durante su apogeo como formador de opinión pública, el periodista Bernardo Neustadt popularizó la expresión "DDHH tuertos" para referirse a quienes defendíamos "los derechos humanos de los delincuentes", omitiendo los de los "ciudadanos honestos" como él o el Ingeniero Santos. Hasta llegó a convocar masivos actos en el Luna Park bajo esa consigna que hoy sólo es levantada, con similar contenido, por ejemplares paleolíticos como la diputada peronista K Mirta Pérez.
 
Sin embargo batallamos a diario con ideas que bien podríamos llamar de los "DDHH tuertos", originadas en el propio campo popular y adoptadas --por convicción o por un superficial análisis- por muchas organizaciones y militantes. Nos referimos, claro está, a la represión actual y su saldo permanente de violaciones a los derechos humanos, sistemáticamente silenciados, o a lo sumo enunciados por compromiso, reducidos a una categoría inferior de "conflicto sectorial".
 
Durante años dimos el debate al interior del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, defendiendo la posición de que ningún contenido de lucha puede tener un acto de repudio al 24 de marzo si se omite el eje central de la represión actual, en sus dos vertientes: el disciplinamiento social por el gatillo fácil, las torturas y las detenciones arbitrarias, y la persecución política y criminalización de los sectores organizados. Durante el menemismo no fue tan difícil lograr que los documentos consensuados y las consignas principales contuvieran claramente el planteo antirrepresivo. Un poco más dura fue la discusión en la primavera aliancista, cuando algunos organismos argumentaban el remanido "no es lo mismo...", defendiendo la presencia en el gobierno de De La Rúa de ciertos "progres" con los que se sentían hermanados por un pasado común, como la viceministra de interior Nilda Garré, hoy ministra de defensa kirchnerista, o un gobierno municipal "amigo" que proveía escenario, sonido y fondos para el acto.
 
Desde el advenimiento del kirchnerismo, con su pretensión de "gobierno de los DDHH" que tan bien sirve como pantalla para reprimir más y mejor a díscolos e indisciplinados, lo que fue debate se convirtió en diálogo con sordos, motivo por el que nos alejamos, después de diez años, del Encuentro. Este 24 de marzo, como nunca antes, quedó claro que en la concepción lamentablemente mayoritaria del activismo político de izquierda hay "derechos humanos" para unos, y no para otros. Y nos remitimos a los hechos:
 
En una conferencia de prensa llevada a cabo en la sede de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, según informó ANRed, Patricia Walsh, oficiando como vocera del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, dijo: "Todos los días el gobierno de Néstor Kirchner viola los Derechos Humanos. Esto se prueba con la cantidad de luchadores procesados por participar de protestas sociales, y la cantidad de genocidas que siguen indultados....", para finalizar acusando la existencia de un "doble discurso en relación a estos temas". En declaraciones radiales de la mañana del 24 de marzo, explicó que MVJ "denuncia la impunidad de ayer y la de hoy", aclarando que la de hoy se expresa en la subsistencia de los indultos, la cantidad de genocidas en libertad, y el secuestro de Julio López.
 
Según estas declaraciones, el gobierno de Kirchner sólo viola los DDHH cuando persigue luchadores y porque no derogó los indultos, además del caso López, cuya gravedad de ningún modo minimizamos, sino que incluimos como una víctima más del aparato represivo del estado, en una lista que desde 1983 supera los 2.200 nombres. Ni una palabra hubo para denunciar los más de seiscientos cincuenta pibes fusilados o muertos en la tortura por el gobierno actual, que no tiene un "doble discurso", sino uno solo, que usa descarada y eficazmente la cooptación y la prebenda para poder aplicar sin cuestionamientos una política de violación a los derechos humanos aquí y ahora.
 
Pero no se trata de un "olvido" o de una posición personal de la dirigente. En el documento aprobado por las 300 y pico de organizaciones que marcharon el sábado 24 de marzo a Plaza de Mayo después de acordar el horario para no confrontar con la marcha oficialista, se denuncia la
impunidad de ayer y de hoy, sin la menor referencia a la política represiva actual, al extremo que no hay en las consignas principales una sola antirrepresiva: ni contra el gatillo fácil, ni contra la tortura, ni contra la militarización de pueblos y barrios, ni contra los escuadrones de la muerte ni la ampliación de facultades policiales para reprimir jóvenes y pobres. 
 
En el afán por "cubrir todos los reclamos sectoriales", se introdujo un apartado que enumera una miscelánea de injusticias: la condena a Romina Tejerina, la masacre de Cromagnon, el encarcelamiento de Roberto Canteros, el atentado a la AMIA, el gatillo fácil y la tortura. Suponemos que por error y no por deseo, se reduce a la mitad la cantidad de víctimas fatales, y se afirma que sólo a partir del crimen de Darián Barzábal "el pueblo dijo basta a la impunidad", como si no hubiera existido la lucha antirrepresiva antes de este verano. Y para completar el cuadro, aun en las consignas secundarias de este acápite, otra vez se omite a la represión y se sustituye por la equívoca "impunidad", como si la lucha de los familiares de víctimas del gatillo fácil o de los torturados se constriñera a una causa judicial, y terminara si se obtiene "una sentencia justa", que quiebre la "impunidad".
 
En resumen, el documento destaca el carácter de crimen de estado, de crimen de lesa humanidad, de los homicidios y torturas cometidos por la Triple A y la dictadura, al tiempo que niega esa calidad a los fusilamientos policiales y la tortura actual, que son simples "injusticias", no política de estado. La política represiva del estado no es una "injusticia" más. Es la herramienta permanente, imprescindible y siempre en vías de perfeccionamiento del estado que, gobierne quien gobierne, debe reprimir para proteger los intereses de sus mandantes.
 
Los militantes de CORREPI, que nos habíamos convocado en Congreso, frente al panorama que incluía exhortaciones a "arribar en forma armónica" (con el PJ) a la Plaza, decidimos no sumarnos, y en cambio preservar nuestra independencia de criterio, realizando una jornada de propaganda sobre la represión actual, pegando varios centenares de afiches y repartiendo miles de volantes para explicar que la tortura también es un crimen de estado hoy, aunque los defensores del gobierno lo intenten silenciar, y convocando a la movilización del lunes por el caso Gallardo.
 
En definitiva, como lo destacan los diarios del domingo 25 de marzo, no hubo mayores diferencias entre el discurso presidencial en Córdoba, y las dos marchas a Plaza de Mayo, aunque la segunda tuviera consignas "fuertemente críticas al gobierno". Desde los tres escenarios se reclamaron la aceleración de juicios a los represores y la aparición con vida de Jorge Julio López.  Desde ninguno de los tres se denunció la política represiva del gobierno de Néstor Kirchner, que como cantan los compañeros en las marchas, "mata y tortura, como en la dictadura". En los dos primeros actos, es comprensible: eran el gobierno y su partido. En el tercero, debemos concluir que tienen un solo ojo, que mira para atrás.

Fuente: lafogata.org