Desalojo de la familia Gramajo
Las pertenencias tiradas al costado de una ruta, la familia amontonada en la precaria carpa-rancho; del otro lado del alambrado, custodiadas por policías que tienen expresamente prohibido realizar "adicionales", las ruinas de lo que hasta el día anterior fue su vivienda. Parece una imagen tomada en la "época del juarismo". Miedo, impotencia, desazón, desesperanza, indignación, incomprensión eran los sentimientos que se apoderaban de quienes padecían los típicos desalojos del juarismo. Esa misma mezcla de miedo, impotencia, desazón, desesperanza, indignación, incomprensión es lo que hoy, en plena "nueva era de Democracia en santiago", atormenta a la familia Gramajo. La policía lo sabe y por eso cada tanto, cuando los vecinos se acercan empujados por la solidaridad y la indignación y los desalojados toman fuerza, realiza ostentosos despliegues intimidatorios (camionetas cargadas de efectivos y armas).
Los Gramajo no llegan a comprender cómo es que la inmaculada Justicia, corporizada, como en el juarismo, en la vieja tríada de jueces, policías y empresarios, los eche como perros a la calle. Sin contemplaciones. No la tuvo ni siquiera con Franco Padilla el changuito discapacitado físicamente por una escoliosis, vive con un solo riñón y con problemas auditivos, y luego de una operación en su columna, tiene que soportar una incómoda prótesis, ahora incompleta, por que la parte que le sostiene el cuello se perdió en el desalojo y la policía no los deja entrar a buscarla.
La "justicia" ignoró derechos fundamentales de esta antigua familia ocupante del campo del paraje Ing. Ezcurra, a 20 km al sur por ruta 9 en los límites del departamento Capital. Justamente, su principal argumento, el derecho posesorio, años de ocupación y trabajo en el campo (ellos calculan 150 años de posesión), fueron olímpicamente dejados de lado por la jueza Maria Andrea Suárez, aunque sí acepto como argumentos valederos la sórdida e inédita demanda del Doctor Ignacio Paz, administrador de los bienes de su consorte, consiguió sus propósitos aduciendo la existencia de supuestos comodatos "de palabra" y en virtud de ello los derechos posesorios de la familia desalojada nunca se discutieron en sede judicial. Los Gramajo, además, fueron sistemáticamente engañados por los distintos abogados que los representaban, y otros que no quisieron enfrentar al influyente abogado del Banco de la Nación Argentina.
Mientras tanto Los Gramajo, antigua familia de la zona han decidido no aceptar la propuesta del gobierno que consiste en ir a vivir una casa en la ciudad, seguirán acampados en el lugar esperando que la juez desalojadora restituya la posesión a Los Gramajo, con esperanza y dolor esperan la solidaridad de los santiagueños...
Santiago del Estero, 22 de Febrero del 2007.-