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Argentina: La lucha contin�a

La verdad sobre la desocupaci�n de un d�gito

Diego Di�guez
Prensa Obrera

Casi todos los diarios y analistas resaltaron la baja de la tasa de desocupaci�n a un d�gito y hasta lo presentaron como una consecuencia del supuesto modelo industrialista de "inclusi�n social" que se atribuye Kirchner. Pero incluso ellos no han podido negar que a�n "contin�an los graves problemas de calidad del empleo, entre ellos, trabajo en negro, niveles de remuneraci�n por debajo de la l�nea de pobreza y subempleo" (P�gina/12, 4/3).

Lo que nadie hizo, sin embargo, fue explicar por qu�, luego de entrar en el quinto a�o consecutivo de aumento del PBI al 9% anual, la desocupaci�n, ahora de un d�gito, sigue siendo alta (con los planes sociales sigue en dos d�gitos, 10,1%), pues todav�a comprende a casi 2 millones trabajadores.

Tampoco explican por qu�, con ganancias sin precedentes, "la informalidad laboral es m�s alta" y "los ingresos a valores de pesos de 2006 muestran, en promedio, una p�rdida de m�s del 25 por ciento de su poder adquisitivo, siendo la p�rdida mayor en el caso de las mujeres que en los hombres" (�dem, Paula Nahir�ak, Fundaci�n Mediterr�nea).

Faltan las explicaciones tambi�n de por qu� "dentro de los ocupados, el trabajo asalariado en negro sigue siendo importante" y "tambi�n es importante el trabajo informal (las empleadas dom�sticas, los trabajadores familiares no remunerados, los trabajadores por cuenta propia y los que trabajan en microempresas de menos de cinco trabajadores). Por otra parte, desde que la dictadura militar modific� la ley de contrato de trabajo se legitimaron diversas formas de trabajo precario, es decir sin estabilidad, como contratos por tiempo determinado, a tiempo parcial y temporarios. Adem�s, se fortalecieron las tendencias a la subcontrataci�n y a la tercerizaci�n de actividades que afectaron la anterior relaci�n salarial" (�dem, Julio C�sar Neffa, investigador superior del Conicet y director del Ceil Piette).

Otros, como el ex funcionario del Ministerio de Trabajo, Daniel Kostzer, en su af�n por reivindicar el "modelo de inclusi�n social", llegan a decir que ahora "no se requieren de bajas en la contribuciones patronales ni contratos precarios para que las empresas realicen sus operaciones" (Clar�n, 4/3). La verdad es que, con salarios reales m�s bajos, el kircherismo mantuvo la reducci�n de las contribuciones patronales del menemismo y de la Alianza y agreg� otras (reducci�n de los aportes patronales del 33% para las empresas de hasta 80 trabajadores) y mantuvo la precariedad de los contratos a tiempo parcial, temporarios, de aprendizaje y pasant�as, que nunca fueron utilizados por las patronales tan intensamente como ahora. Mientras sectores de la burgues�a pretenden justificar los bajos salarios y la mala "calidad" del empleo en la supuesta falta de educaci�n y capacitaci�n de los trabajadores, los datos estad�sticos indican que "mientras en 1993 del total de los ocupados s�lo un 22,9 por ciento ten�a estudios superiores (incompletos o completos), esa proporci�n aument� a 33,1 por ciento en 2006, pero la informalidad laboral es m�s alta y los ingresos en pesos de 2006 son m�s bajos" (�dem, Paula Nahir�ak, Fundaci�n Mediterr�nea).

Este cuadro laboral y social pinta de cuerpo entero la reactivaci�n kirchnerista. La mayor ocupaci�n con relaci�n al peor momento de la crisis se explica por la ampliaci�n de los mercados interno y externo, como consecuencia de la mayor demanda, reforzada por la devaluaci�n del peso. El modelo de "inclusi�n social" o el "industrialista" ha provocado el abaratamiento del valor de la fuerza de trabajo, porque mantuvo y reforz� el andamiaje de la precarizaci�n laboral (esto gracias a la pol�tica de colaboraci�n de la burocracia de la CGT y CTA con las patronales y la burgues�a dominante).

El deterioro de las condiciones de trabajo fue acompa�ado de un incremento sin precedentes de la superexplotaci�n obrera. La industria ocupa menos trabajadores que en 1998 -r�cord anterior de producci�n industrial- pero produce un 40% m�s. Ha crecido el nivel de superexplotaci�n, en especial en tres sectores clave: construcci�n, autos y turismo. Con el precio de la propiedad en d�lares por encima de los mayores valores alcanzados durante la convertibilidad, hubo una reactivaci�n especulativa que aprovech� los bajos salarios para obtener ganancias exorbitantes de m�s del 100% en d�lares. Con el sector automotor pas� lo mismo, y eso a escala continental, porque la combinaci�n de d�lar alto y salarios bajos ayud� a que las automotrices planificaran la colocaci�n de autos en Chile, M�xico y otros pa�ses de Am�rica Latina desde la plataforma argentina. En tanto, los turistas redescubrieron a la Argentina simplemente porque compran todo a menos de la mitad del valor que tienen en sus pa�ses de origen. Por su sumisi�n a las necesidades de la burgues�a, la burocracia sindical no aprovech� la mayor demanda de trabajadores para replantear todas las condiciones de trabajo heredadas del menemismo y la crisis. Como vuelve a mostrarse en docentes o en las paritarias actuales, la burocracia fue negociando los convenios en funci�n de las "pautas" fijadas por el gobierno y las patronales.

Si este es el panorama con m�s de cuatro a�os de recuperaci�n capitalista, ahora los l�mites de la reactivaci�n kirchnerista, por la crisis capitalista mundial, amenazan con una superexplotaci�n mayor. La "burbuja inmobiliaria" comenz� a pincharse porque no hay demanda que pueda absorber los edificios y departamentos construidos. Al mismo tiempo, la inflaci�n fue deteriorando el "d�lar alto", lo cual ha deteriorado la protecci�n del mercado interno, como lo demuestra el crecimiento de las importaciones. De ah� la fuerte ca�da del saldo comercial y las acusaciones contra la invasi�n de productos brasile�os y chinos. Todo esto ya est� pasando cuando el crack burs�til mundial todav�a no hizo sentir su fuerza en el movimiento econ�mico internacional. Cuando esto pase, el kirchnerismo habr� quedado como un fen�meno pasajero en el que no tuvo arte ni parte.


Fuente: lafogata.org

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