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Argentina: La lucha continúa

Le llegó la mala al 'Mataguachos' de Fiorito

Correpi

El 3 de junio de 2003 Matías Bárzola, de 17 años, caminaba por la calle Recondo de Villa Fiorito con dos amigos. Desde un auto le dispararon. El tiro entró por la parte de atrás de su cabeza, debajo de la oreja. Los otros dos chicos salieron corriendo.

Cuando su mamá, Estela, se acercó a CORREPI, nos contó que estaba segura que el asesino era el 'Oso' Peloso, un policía exonerado de la bonaerense, que aunque tenía un almacén a pocas cuadras del lugar, era conocido porque actuaba informalmente como policía, acompañando a la brigada de calle o directamente actuando como 'escuadrón de la muerte' unipersonal. Poco a poco se fue cerrando el círculo de indicios. Una vecina la fue a ver a Estela y le contó que tres meses antes que mataran a Matías, su hijo, Jonathan, había recibido un disparo en el glúteo. Ella fue a la comisaría esa noche, y la atendió un hombre alto y canoso, de civil pero con el arma en la cintura, que se presentó como el 'Mataguachos', y le pidió disculpas por haber baleado al pibe. 'El que yo buscaba era Barzolita', le dijo. Era José Ramón Peloso.

Los dos pibes que acompañaban a Matías estaban aterrados y no querían hablar. 'Matías tenía carta blanca, tarde o temprano el viejo Peloso lo iba a matar' fue lo más que se animaron a decir. Estela pasó tres años caminando el barrio, buscando testigos, averiguando, mientras los abogados de CORREPI rastreábamos los antecedentes del 'Mataguachos'. Varias causas por homicidio, todas sobreseidas por legítima defensa, con el aporte inestimable de la comisaría 5ª de Lomas (Fiorito), el segundo hogar de Peloso. Para fin de 2004 no teníamos dudas de la autoría. Empezaron los escraches. En cada uno, siempre algún vecino o vecina se nos acercaban a darnos un dato más, un nombre, una fecha.

En el último, la casa de Peloso quedó cubierta de consignas antirrepresivas y señalando que ahí vivía un asesino. A la semana nos enteramos que se había mudado, porque ya nadie le hablaba en el barrio y, a pesar de la falta de laburo, no encontraba quien agarrara la changa de pintarle de blanco el escrachado frente. Al calor de la movida, los testigos se fueron animando. Uno a uno fueron pasando por la fiscalía, y el silencio se conviertió en acusación frontal y directa. Algunos hasta contaron que en los primeros meses Peloso los visitaba, para recordarles que si había preguntas, tenían que decir que a Matías lo habían matado para robarle las zapatillas, no que fue él. Tampoco se libraron jueces y fiscales de los escraches, que incluyeron el corte total del cruce de Camino Negro y Larroque en más de una ocasión.

Párrafo aparte para la constancia y decisión de Estela Velázquez, que no dejó una semana sin ir a la fiscalía 'a molestar', como ella dice con razón, mientras hacía banderas, iba a las marchas con sus otros hijos y su marido, y le enseñaba a las mamás de casos más recientes cómo encarar en tribunales sin dejarse ningunear y cómo caminar el barrio. Una verdadera demostración de que en estas causas no es el trabajo profesional, por bien que se haga, el que define, sino la movilización popular y la intervención consciente de quien deja de ser simple 'víctima' para convertirse en protagonista a través de la militancia.

A mediados de diciembre la buena noticia fue que estaban allanando la casa de Peloso, y que lo habían detenido. La semana pasada el juez de garantías aceptó el pedido del fiscal de convertir en prisión preventiva su detención, por el homicidio de Matías. El 'Mataguachos', en su indagatoria, contó que estaba trabajando como contratado del municipio de Ezeiza en el Comando Patrullas, haciendo rondas armado en un móvil. Tomen nota los que cada tanto se preguntan adónde van los policías exonerados. También se declaró inocente, y dijo que la culpa de su prisión la tienen la familia Barzola y CORREPI. En esto, tiene razón.

Fuente: lafogata.org