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Argentina: La lucha continúa

No olvidamos, no perdonamos y no nos reconciliamos

Prof. Juan Carlos Sánchez

Entre la desaparición de Jorge Julio López, acaecida hace casi tres meses, y la continuidad del gatillo fácil no existen diferencias. Menos aún, ante el virtual fusilamiento de Darián Barbazal denunciado por la CORREPI. Las fuerzas de seguridad siguen el mismo libreto que hace 31 años, con los mismos aprendizajes, con las mismas mañas que todos conocemos.

No podemos olvidar que la Bonaerense conserva los preceptos recibidos de Ramón Camps y de Miguel Etchecolatz, con la bendición de Von Wernich y de Monseñor Plaza. A pesar de los años transcurridos, la 'mejor policía del mundo', así bautizada por el ex-presidente y otrora Gobernador, Eduardo Duhalde, continúa siendo una de las policías "bravas" a nivel provincial, junto con la mendocina, que prosigue con su proceder represivo. Ni aún en democracia, atina a adecuarse a los tiempos; antes bien, prefiere las mismas metodologías represivas que la caracterizaron en el pasado reciente.

El poder político bonaerense, en la eterna duda cartesiana, no se decide a exonerar a los 9.026 efectivos heredados de la dictadura y con actuación comprobada. No encuentra el camino hacia la definitiva eliminación de los viejos rastros o, mejor dicho, no le conviene que ellos se encuentren fuera de la fuerza porque se quedarían sin la lanza fundamental para la represión de los luchadores populares.

Sin embargo, no podemos perdonar el asesinato de Kosteki y Santillán, la desaparición de Miguel Bru y, mucho menos, la alevosía en casos tan resonantes como los de Ingeniero Budge o de la Confitería Dalí, en Lomas de Zamora. Todos estos hechos acontecieron en esta falsa democracia. En todos ellos participaron integrantes, algunos de ellos prófugos de la justicia, de la temible Bonaerense...

Pero tampoco nos podemos reconciliar. Ni con los genocidas, ni con los represores. Fueron ellos quienes moldearon la actual estructura represiva que continuaron los sucesivos gobiernos constitucionales y que, ahora, pretenden proteger de alguna manera. No basta con la detención de algunos o con el traslado de otros, porque no puede existir el olvido ni el perdón a quienes osaron y osan violar los Derechos Humanos.

Más grave que la inacción estatal, lo es la indiferencia social. La sociedad argentina, su medio pelo almidonado y bronceado en las playas del Partido de la Costa o en las sierras cordobesas, no se da cuenta de la gravedad de todos estos hechos salvo, claro está, cuando un familiar o un amigo resulta ser una víctima fatal de este accionar delictivo.

No hay diferencias entre represores y genocidas. Y eso lo debemos tener en cuenta para no olvidar, no perdonar y no reconciliarnos con estos personeros de la muerte y la tortura. Anteayer, fue Julio López; ayer, fue Derián y ¿mañana?. Ojalá, la próxima víctima no sea usted o un familiar o amigo, cuyos allegados tengan que marchar para obtener justicia, al igual que todos los que lo hacemos los días 18 por un compañero o cualquier otro día por aquel que lo necesite.

* Juan Carlos Sánchez es Profesor de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales en I.S.P.'Dr. Joaquín V. González'.

Fuente: lafogata.org