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Nuestro Planeta

El arroz transgénico no soluciona la pobreza ni el hambre

John Hepburn
Ecoportal.net

El Día Mundial de la Alimentación, que se celebró hace poco, es un buen momento para reflexionar sobre la proveniencia de nuestra comida: la abundancia que algunos disfrutan y la falta de acceso para tantos otros. Es el momento de reflexionar sobre la historia de la alimentación y su futuro.
La importancia que tiene la comida para nuestra supervivencia y su papel principal en nuestra economía significan que se trata de un tema muy politizado. A través de la historia, las civilizaciones han experimentado auges y caídas en su capacidad de alimentar a sus poblaciones respectivas. Hoy se estima que 840 millones de personas están severamente desnutridas, mientras que en otros países la obesidad está alcanzando proporciones epidémicas. Cabe esperar que, con una población mundial en constante aumento, las políticas agroalimentarias se recalienten considerablemente en las décadas venideras.
El cultivo alimentario más importante del mundo es el arroz. Constituye la dieta básica de unos 3.000 millones de personas de todo el mundo, y para muchas culturas, el arroz, es la vida. No sólo desempeña un papel central en la cultura; la cultura también desempeña un papel central en la producción de arroz. Durante miles de años, los agricultores de subsistencia han desarrollado decenas de miles de variedades distintas de arroz, adaptándolas laboriosamente a las condiciones culturales y ambientales locales. Y es esta diversidad lo que conforma las bases de nuestra seguridad alimentaria.
El Día Mundial de la Alimentación de este año, dedicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) a la "Agricultura y el diálogo de culturas"; conmemora la contribución de las diferentes culturas a la agricultura mundial y pretende destacar, con este tema, la intersección de las diversidades cultural y agraria.
Sin embargo, muchas de las miles de variedades de arroz que existían hace 50 años han desaparecido, fueron reemplazadas por las prácticas del monocultivo de la revolución verde.
Y la sostenibilidad y diversidad del cultivo de arroz se enfrenta, ahora, a una nueva amenaza en forma de modificación genética (GM).
Las dos variedades de arroz GM que se quiere comercializar se conocen como Bt y BB. El arroz Bt está genéticamente manipulado para exudar un pesticida conocido como Bacillus thuringiensis (Bt), mientras que el arroz BB es resistente a las plagas bacteriológicas. Ambos conllevan los riesgos medioambientales inherentes a esta tecnología, al igual que también existe la sospecha fundada de que el arroz Bt, en particular, es perjudicial para la salud.
Del hecho de que China fuera el primer país que diera luz verde al arroz transgénico, se ha hecho una gran publicidad. Sin embargo, un cambio reciente en la Comisión Estatal de Bioseguridad Agraria de Cultivos Genéticamente Modificados indica que China está enfocando de una manera más cauta la aprobación de cultivos GM. La estructura de la nueva comisión reduce la influencia de los investigadores de cultivos GM y ello hace más probable que las decisiones de comercializar estos cultivos se basen en criterios ecológicos y alimentarios. El Gobierno chino es perfectamente consciente de que si aprueba el arroz GM, entraría en terreno desconocido y sería el primer país en permitir que se manipule genéticamente su fuente alimentación básica.
El arroz GM se está promocionado en base a algo que guarda poca o ninguna relación con las características actuales de las variedades GM, y cuyo lanzamiento comercial está siendo impulsado con tanta agresividad. La necesidad de solucionar el hambre mundial y superar las hambrunas se usa de forma grosera como chantaje emocional para fomentar la aceptación de productos que son totalmente innecesarios e indeseados.
Para resolver el problema del hambre no basta con producir comida solamente, sino que hay que distribuirla a la gente que pasa hambre. La gente no se muere de gana porque no se produzca suficiente comida, sino porque son pobres y no tienen acceso a ella. Como ejemplo llamativo, en 2001, el Gobierno indio fue demandado por permitir que el grano se pudriera en los graneros del Gobierno mientras había innumerables muertes por inanición en todo el país. Muchos países de Europa pagan a los agricultores para que no siembren alimentos, mientras en otros países la producción se destruye rutinariamente por fallos de comercialización. Mientras tanto, millones de personas mueren de hambre.
En cuanto a la producción, a penas existen pruebas que demuestren que los cultivos GM aumentarán la producción en cualquier caso. Lo contrario está probablemente más cerca de la realidad. La experiencia de la cosecha GM más generalizada muestra que a pesar de que se anuncie que se ha incrementado el rendimiento, esta soja rinde un 5% menos que la soja convencional.
Las variedades de arroz GM que se están desarrollando tampoco vienen respaldadas por ninguna alegación creíble de un aumento en la producción.
En vez de dirigirse a las verdaderas causas de la malnutrición y el hambre, muchos de nuestros fondos para investigación se gastan en inventar nuevas variedades, remedios de alta tecnología, para reforzar y extender un sistema agroalimentario principalmente diseñado para sacar provecho del negocio de la producción agrícola, más que para alimentar a la gente.
En el Día Mundial de la Alimentación de 2005, el mito absurdo de que el arroz genéticamente manipulado tiene algo que ver con el fin del hambre debería por fin sepultarse en el cubo de la basura de la historia.
* John Hepburn es miembro de Greenpeace International - Título original: GM Rice No Solution To Poverty And Starvation
Origen: Znet Daily Commentaries; Sábado 19 de Noviembre, 2005 - Publicado en http://www.zmag.org
Traducido por Genoveva Santiago y revisado por Maite Padilla 

Fuente: lafogata.org