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Palestina
La pol�tica israel� hacia el pueblo palestino: un "sociocidio"
Saleh Abdel Jawad *
Viento Sur N� 87, julio 2006
El sociocidio es un concepto que significa la destrucci�n total de los
palestinos, no s�lo en tanto que entidad pol�tica o grupo pol�tico nacional sino
en tanto que sociedad. Su objetivo final es la expulsi�n de los palestinos de su
patria (es decir una purificaci�n �tnica total o a gran escala). Este concepto
es utilizado aqu� en dos acepciones diferentes. La primera, para definir las
consecuencias de la "guerra" de 1948, que fue en realidad un programa unilateral
de purificaci�n �tnica; la segunda, como proceso a largo plazo, para definir la
pol�tica israel� hacia el pueblo palestino en los Territorios Ocupados desde
1967: en este caso, el sociocidio ha tomado la forma de una guerra total por
otros medios, a saber, medios pol�ticos, econ�micos, sociales, culturales y
psicol�gicos.
El sociocidio, como el genocidio, tienen en com�n el mismo objetivo; la
diferencia est� en los medios para alcanzar esos objetivos. Afirmo sin embargo
que el sociocidio (como el etnocidio y los dem�s t�rminos en cidio) es una forma
de genocidio. Los organizadores de genocidios como en el caso del Holocausto o
de Ruanda han utilizado principalmente y esencialmente una violencia directa y
masiva. Su objetivo era aniquilar y exterminar f�sicamente al "enemigo", es
decir en lo esencial poblaciones civiles. El sociocidio, por su parte, puede ser
realizado de dos formas : en el primer caso (en el curso de la "guerra" de
1948), por la guerra total acompa�ada de una guerra psicol�gica muy elaborada
para conducir a la destrucci�n de la sociedad enemiga. La purificaci�n �tnica es
realizada sin exterminio f�sico del enemigo. En el curso de esta "guerra" las
fuerzas israel�es ten�an la posibilidad, dada la correlaci�n de fuerzas militar,
de matar a la mayor parte de la poblaci�n palestina. Sin embargo, y a pesar de
un estudio reciente que muestra que decenas de "peque�as" masacres fueron
cometidas durante la guerra por el Ej�rcito sionista, luego israel�, la
intenci�n no fue nunca exterminar f�sicamente a los palestinos, las masacres no
eran practicadas m�s que cuando eran "necesarias", e incluso en ese caso bajo la
forma de matanzas sabiamente dosificadas y normalizadas para crear un clima de
p�nico y de terror que les llevara a irse. Los t�rminos del problema y el
mensaje eran muy sencillos: partir o morir. Estos cr�menes de guerra lograron
conducir a una cuasi destrucci�n de la sociedad palestina.
En el segundo caso (bajo la ocupaci�n israel� de los Territorios a partir de
1967) el objetivo de la purificaci�n �tnica se persigue con la ayuda de un
proceso a largo plazo, utilizando todo un arsenal de medidas "silenciosas" de
orden administrativo y que afectan a la infraestructura econ�mica. Los derechos
civiles y pol�ticos son sencillamente negados de forma sistem�tica. Todos los
aspectos de la vida, incluso los desplazamientos y el ocio, son ocasi�n de
obst�culos y humillaciones. La mayor parte de esta pol�tica intenta frenar y/o
paralizar el desarrollo de la sociedad, el objetivo �ltimo es llegar a su
descomposici�n. Un palestino del campo de refugiados de Jenin expresa s� lo que
es el sociocidio: "Tengo ahora cuarenta y tres a�os y en toda mi vida no he
vivido un solo d�a feliz" /1.
Esto no significa que el sociocidio en el caso de 1967 excluya la violencia. Al
contrario, la violencia es utilizada permanentemente en la vida cotidiana pero
bajo forma de medidas "calculadas": por ejemplo en las confiscaciones de tierras
para disuadir a los palestinos de resistir a esta desposesi�n, en las
manifestaciones, en los puntos de control para poner trabas a los
desplazamientos cotidianos de la gente normal, etc. Sin embargo, en general, el
n�mero de muertos y heridos est� previsto por adelantado en el marco de una
pol�tica global, para tener en cuenta las repercusiones sobre la opini�n p�blica
internacional y los medios, y su reacci�n. La violencia es utilizada
esencialmente en el marco de una guerra psicol�gica para intimidar y debilitar
la voluntad de resistencia (por un sentimiento de impotencia).
Es importante refutar el argumento israel� seg�n el cual esta pol�tica de
medidas destructoras ser�a necesario para su seguridad. Se podr�a responder,
como veremos m�s adelante, que el sociocidio no exige para ponerse en marcha, o
para mantener la seguridad un per�odo de guerra o de conflicto agudo (como la
actual Intifada palestina); al contrario un per�odo de seguridad y de paz puede
tambi�n permitir su aceleraci�n. La etapa posterior a los Acuerdos de Oslo
mostraron que las pol�ticas de sociocidio se aceleraban independientemente del
proceso de paz. Seg�n Sara Roy, por ejemplo, "el proceso de Oslo no ha
representado el fin de la ocupaci�n israel� sino su prosecuci�n, bajo una forma
menos directa. La relaci�n estructural entre ocupantes y ocupados, y el
desequilibrio flagrante en t�rminos de poder que ello comporta, no han sido
desmantelados por los acuerdos sino al contrario reforzados. Los Acuerdos de
Oslo han formalizado e institucionalizado la ocupaci�n de una forma totalmente
nueva" /2.
�Por qu� el "sociocidio "?
Desde el comienzo, la mayor parte de los dirigentes sionistas indicaron
claramente que su Estado ser�a total y exclusivamente para los jud�os. Aunque
algunos documentos internos muestran que eran conscientes de la existencia de
los palestinos /3, descritos a veces incluso como un grupo cuya existencia les
molestaba y que ten�a aspiraciones nacionales ambiguas, adoptaron el c�lebre
eslogan de Lord Shaftsbury: "una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra"
/4.
La idea de una tierra "vac�a" es un concepto colonial occidental que apunta a
legitimar la ocupaci�n y la presencia de los colonos /5. Cuando los sionistas
retomaron la idea a finales del siglo XIX, se publicaban todos los a�os gu�as
tur�sticas sobre Palestina y su poblaci�n real y se encontraban en las
estanter�as en todas las librer�as occidentales /6. Los sionistas en su mayor�a
abrazan una empresa colonial similar al modelo norteamericano, que implicaba una
sociedad y una econom�a jud�as, que no dejaba ning�n lugar para los aut�ctonos.
Esto contribuir�a a reconstruir un sentimiento de homogeneidad cultural,
religiosa y �tnica semejante al del nacionalismo en Europa /7. En virtud de este
modelo, los habitantes originales fueron expulsados no solo m�s all� de los
l�mites de las colonias protegidas, sino tambi�n claramente fuera de la entidad
colonialista /8.
Pero contrariamente al modelo de exclusi�n que acaba su proyecto mediante el
genocidio de las poblaciones ind�genas, en el caso de Palestina el contexto y
las realidades locales e internacionales impidieron la realizaci�n de ese
objetivo final. Tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo, adem�s de la evoluci�n
de los principios y del discurso sobre los derechos humanos, estaba mejor
informado, m�s consciente y m�s reactivo, gracias al desarrollo de los medios de
comunicaci�n masivos, a atrocidades a gran escala, como el Holocausto por
ejemplo. A pesar del apoyo que ten�an los sionistas en Occidente, un genocidio
era dif�cil de aprobar. Hay que decir tambi�n que los palestinos formaban parte
de un conjunto m�s amplio, el mundo �rabe, que era considerado como una naci�n,
y que no permitir�a su exterminio. Por estas razones, entre otras, el exterminio
se convirti� en una forma inaceptable de evacuar la tierra de su poblaci�n
original. Por tanto los dirigentes sionistas fueron obligados a tomar nuevas
v�as, un nuevo m�todo.
El nuevo m�todo va a utilizar la violencia y las matanzas, pero sin tomar la
forma de un genocidio "cl�sico". Las masacres y el terror se convirtieron en una
pr�ctica bien planificada y cuidadosamente orquestada /9. Integr�ndose en una
guerra f�sica y psicol�gica total, se expandieron en 1948 al conjunto de
Palestina, desmoralizando a los palestinos, y han conducido al hundimiento de su
sociedad. La violencia y las masacres organizadas no tomaron una forma ca�tica y
permanecieron bajo el control de quienes las organizaban. La violencia ca�tica e
impulsiva tal como se ha producido en otras partes no tiene lugar en los
proyectos sionistas. Este orden y esta disciplina, entre otras cosas, indican
que hay una inteligencia superior detr�s del proyecto de expulsi�n. Pero este
nuevo m�todo ha logrado suscitar una purificaci�n �tnica semejante a la que s�lo
un genocidio puede realizar.
Hay que se�alar, sin embargo, que el sionismo tiene una historia larga y
compleja. Ha tenido siempre partidarios que ten�an una actitud m�s conciliadora
hacia los palestinos. Por ejemplo, ha habido intelectuales humanistas como Ahad
Ha�am (Arthur Ginsberg) que, desde finales del siglo XX, han criticado el trato
infligido por el Yishuv (la comunidad jud�a) a los palestinos. El profesor
Yehuda Magneee, director de la Universidad Hebraica en su creaci�n en 1925 y
durante el per�odo del mandato, era partidario de un Estado binacional que
hiciera un lugar a los palestinos, igual que Martin Buber, c�lebre escritor y
fil�sofo. El Partido Comunista Palestino, compuesto de miembros �rabes y jud�os,
era tambi�n partidario de un Estado binacional. Adem�s, "ha habido siempre una
corriente de la cultura del Yishuv que ten�a tendencia a rebelarse contra el
car�cter malsano de los jud�os de Europa reivindic�ndose de la vuelta a una
cultura sem�tica, cercana a la cultura �rabe" /10. Desgraciadamente, estas voces
humanistas han permanecido minoritarias y no han moldeado a fin de cuentas la
pol�tica sionista.
Pero, quiz�s porque esta voz humanista ha formado siempre parte del sionismo,
las razones religiosas para justificar la expulsi�n de los palestinos no eran
enteramente convincentes por s� mismas. Es por lo que, paralelamente a los
argumentos religiosos, los dirigentes sionistas han optado por deshumanizar a
los palestinos y subrayar las diferencias culturales entre jud�os y �rabes, todo
ello para legitimar un plan de expulsi�n.
La deshumanizaci�n de los palestinos comenz� muy pronto y prosigue hoy. Por
ejemplo, Abraham Yair, conocido por su seud�nimo de "Stern", que dirig�a el
grupo terrorista jud�o Lehi, defin�a a los �rabes como "bestias salvajes del
desierto y no un verdadero pueblo" /11. En otro art�culo declara que "los �rabes
no son una naci�n sino un topo que vive en las zonas apartadas del desierto
eterno. No son sino asesinos" /12. A lo largo del tiempo, los palestinos han
sido comparados a numerosos animales da�inos del arca de No�: los escorpiones,
las serpientes, las cucarachas, los topos, etc. Este g�nero de ep�tetos y las
creencias que revelan nos permiten comprender por qu� individuos del grupo IZL o
del grupo Lehi se disfrazaban de �rabes, iban a los mercados populares y hac�an
estallar bombas entre los clientes acompa�ados de sus familias.
Esta deshumanizaci�n no se limita al primer per�odo. Schmail Agnoon, premio
Nobel de literatura en 1966, dice en su novela Antes de Hitler, escrita en 1945,
que los �rabes son gentes "sin dignidad, que acepta la humillaci�n, que explota
a los colonos, responsables de la destrucci�n de la tierra, molestos, sucios,
que roban a los jud�os, que detestan la civilizaci�n, semejantes a perros" /13.
Paralelamente a la deshumanizaci�n de los palestinos, se ha puesto tambi�n el
acento en las diferencias culturales. Esto ha tomado dos formas. En primer lugar
la unidad de una poblaci�n jud�a muy diversa ha sido exagerada ampliamente,
haciendo como si no hubiera existido la di�spora de 2000 a�os durante la cual
los jud�os han vivido en toda una serie de pa�ses, han hablado numerosas lenguas
diferentes y han evolucionado en direcciones muy diversas. De hecho, s�lo a ojos
del sionismo del siglo XIX los jud�os han sido considerados como un �nico
pueblo. En segundo lugar, las diferencias entre los jud�os y sus vecinos �rabes
han sido groseramente exageradas, sobre todo neg�ndose a ver las experiencias
hist�ricas de los jud�os arab�fonos /14.
La acentuaci�n de la distancia entre las dos comunidades no se ha limitado al
nivel ret�rico. La separaci�n ha sido aplicada en todas las instituciones,
incluido todo el sistema de educaci�n jud�o bajo el mandato brit�nico. En 1937,
el informe de la comisi�n Peel, documento de tonalidad prosionista, se�alaba con
consternaci�n en su cap�tulo sobre la educaci�n que la educaci�n jud�a estaba
consagrada a la "glorificaci�n de la patria como obra llevada a cabo s�lo por
los jud�os". Prosegu�a indicando que "la idea de compartir su vida con los
�rabes no est� nunca presente bajo ninguna forma. Formar ciudadanos, compa�eros,
amigos de los �rabes en un Estado palestino com�n, es algo que no existe (en el
programa escolar jud�o). El sistema educativo jud�o no intenta crear ninguna
comprensi�n entre los dos pueblos" /15. La distancia cultural, la
deshumanizaci�n y el acento puesto en la autodenominada "crueldad del enemigo"
han sido utilizadas no s�lo para crear una muralla para separar a jud�os y
�rabes, sino tambi�n para facilitar la expulsi�n de los palestinos. Al mismo
tiempo, parad�jicamente, la propaganda sionista ha logrado, por toda una serie
de razones, presentar el comportamiento israel�, tanto del pasado como del
presente como un acto de autodefensa. Mitos tales como el supuesto deseo �rabe
de "echar a los jud�os al mar" han sido moneda corriente /16.
�Hubo verdaderamente purificaci�n �tnica en 1948?
La forma en que el terror fue practicado durante la guerra de 1948 no habr�a
podido producirse sin la creencia de que los �rabes no ten�an ning�n derecho a
vivir en Palestina y que eran subpersonas o al menos inconmensurablemente
diferentes del colono jud�o. Estas ideas han alimentado la m�quina de matar
sionista. Una vez que esta utilizaci�n de la violencia ha parecido lograr
�xitos, los sionistas se han encontrado atrapados en la trampa de una adicci�n
sin fin, pues el terror puesto en marcha por el Estado se ha convertido en su
principal instrumento en su b�squeda de poder y de hegemon�a. Dejemos hablar a
los hechos por s� mismos: el 80% de los pueblos palestinos que cayeron bajo el
domino del nuevo Estado de Israel fueron completamente destruidos y sus
habitantes fueron obligados a refugiarse en el otro lado de la frontera o en
otras partes de la Palestina hist�rica /17. Estos pueblos representaban el 50%
del conjunto de los pueblos de Palestina con referencia a las fronteras
hist�ricas durante el mandato brit�nico. Todos estos pueblos fueron destruidos,
aunque no hubieran sufrido ninguna destrucci�n notable en el curso de la guerra.
En numerosos casos no participaron nunca en actividades militares /18.
Estos pueblos fueron destruidos a pesar de la necesidad desesperada de encontrar
hogares y techos para el mill�n de inmigrantes jud�os que afluyeron a Israel en
los tres primeros a�os que siguieron a la guerra. La l�gica existente detr�s de
esta decisi�n de destruir los pueblos era aplastar la presencia y el paisaje
palestino �rabe, y hasta su existencia, y reivindicar la propiedad de la tierra
/19 pero tambi�n, y m�s importante a�n, impedir a los refugiados volver a sus
hogares /20. �Qui�n creer�a que la zona en el sur de la carretera que une
Jerusal�n y Jaffa hasta Eilat no tenga ya ni un solo pueblo �rabe? Y en la
propia ruta no quedan m�s que tres pueblos (Abou Ghoush, �Ein Rafa y Beit Naquba).
En la larga carretera entre Jaffa y Haifa en las llanuras costeras (alrededor de
100 km.), que atraviesa la regi�n m�s f�rtil de Palestina, no han quedado m�s
que dos pueblos (Jisr al-Zarqa, Freideiss). Los campesinos, mayor�a de la
poblaci�n, fueron v�ctimas de lo que el soci�logo jud�o americano Don Peretz
defini� como un proceso de "descampesinizaci�n" /21 en el que perdieron su
trabajo, su renta y su identidad campesina sin adquirir nuevas competencias no
agr�colas. Durante numerosos a�os, la mayor parte de ellos permanecieron como
refugiados sin empleo viviendo en la miseria y la pobreza, en un medio
completamente diferente al suyo /22.
Una componente importante del sociocidio es el hecho de tener en el punto de
mira los centros urbanos de poblaci�n mezclada. Hay un elemento anti-urbano que
es una caracter�stica com�n de las pol�ticas israel�es, tanto del pasado como
del presente. Las ciudades palestinas son consideradas como un objetivo
principal de las pol�ticas de sociocidio.
En 1948 las comunidades pluralistas de las grandes ciudades como Jaffa, Haifa y
Jerusal�n fueron los objetivos principales de las autoridades militares
israel�es. No es extra�o que los palestinos que viven en las zonas urbanas hayan
tenido una suerte peor que la de la gente que vive en los pueblos. De once
ciudades palestinas ca�das entre las manos de Israel, cinco fueron completamente
vaciadas de su poblaci�n, siendo sus habitantes reducidos al estado de
refugiados desenraizados, sin domicilio y sin dinero. Estas cinco ciudades son:
Safad, Majdal, Tiberiades, Beisan, Beer-Saba�. Adem�s la parte �rabe de
Jerusal�n oeste, el centro de la intelectualidad palestina de Jerusal�n, tuvo la
misma suerte. Otras cinco ciudades fueron casi totalmente vaciadas de su
poblaci�n palestina, salvo algunos centenares o miles de habitantes, incluidas
familias dispersas en pueblos vecinos de la periferia de estas ciudades, a
quienes fue prohibido permanecer en sus casas. Todos fueron reagrupados y
amontonados en peque�as zonas de fuerte densidad de poblaci�n (reservas),
mientras que sus casas as� como las de quienes hab�an "partido" eran ocupadas
por jud�os. Durante d�as y semanas, actos de vandalismo y progromos fueron la
regla /23. Los palestinos restantes se hab�an convertido en ciudadanos de
tercera clase (en el Estado de Israel la segunda clase estaba compuesta por
inmigrantes jud�os venidos del mundo �rabe /24). Estas cinco ciudades son Jaffa,
Haifa, Iod, Ramallah, Acre. Una sola ciudad permaneci� intacta: Nazaret, porque
los dirigentes sionistas no quer�an disgustar al Vaticano y al mundo cristiano
/25.
En estas ciudades, que representaban el n�cleo intelectual de la sociedad
palestina, los israel�es destruyeron, robaron o confiscaron la mayor parte de la
herencia cultural escrita incluso las bibliotecas p�blicas, los archivos, la
prensa, las imprentas y las editoriales, el catastro, los centros culturales,
los cines y los teatros. A esto hay que a�adir los archivos de los consejos
municipales, de los hospitales, de las escuelas, las bibliotecas privadas, los
papeles de familia y los diarios �ntimos de los intelectuales como Georges
Antonius, �Aouni Abdel Hadi, Henri Cattan, Mustaf� Mourad Eddbagh, entre otros
/26.
Adem�s de la destrucci�n pol�tica y social de m�s del 60% de la sociedad
palestina, la "guerra" condujo a su desmembramiento en fragmentos min�sculos
viviendo en medios y realidades diferentes: en pa�ses diferentes, con sistemas
pol�ticos diferentes, programas escolares diferentes y un medio econ�mico y
social diferente. Lo peor es que esta purificaci�n �tnica y cultural �nica en su
g�nero, con toda su crueldad, permanece en gran parte desconocida, salvo algunos
peque�os grupos de especialistas. Extra�amente ni el gobierno de Israel ni su
pueblo (con la excepci�n de una peque�a minor�a) han expresado el menor lamento
o el menor sentimiento de culpabilidad. Al contrario, como medio de esconder o
negar lo que hab�a ocurrido, una gigantesca m�quina acad�mica y pol�tica ha sido
puesta en marcha, la historia reescrita. Los mitos israel�es, tanto los del
pasado como los del presente, sirven para intentar evitar a los israel�es tener
que mirar de frente las injusticias hechas a los palestinos.
Ciertos defensores incondicionales dicen que los palestinos se negaron a apoyar
el plan de reparto de la ONU en noviembre de 1947 y desencadenaron la guerra.
Adem�s, seg�n este argumento, dado que los palestinos son los iniciadores de la
guerra, son responsables de todos sus males, incluso las masacres que se
produjeron en el curso de esta guerra. El mismo tipo de argumento ha sido
utilizado tras el fracaso de las negociaciones de Camp David en julio 2000. Los
israel�es han repetido el mito seg�n el cual han "movido todas las piedras para
alcanzar la paz con los palestinos, que no la quer�an".
El fracaso de las negociaciones ha desencadenado una ofensiva a gran escala
contra todos los aspectos de la vida palestina. Para decir las cosas con
crudeza, es el argumento del "se lo han buscado" /27. Otros apologistas intentan
explicar y justificar impl�citamente cada masacre como una medida de represalias
contra una mala acci�n palestina. Por ejemplo Morris describe las matanzas de
Eilaboun y de Wara al Sauda como respuestas tras la decapitaci�n de dos soldados
israel�es. Considera adem�s que la masacre de Madj al Krum fue la consecuencia
de la mentira de los aldeanos que no hab�an entregado todas sus armas, y que las
de Jish y de Safsaf resultaban de su resistencia militar. Para decir las cosas
crudamente, es la justificaci�n por el "se lo han merecido".
Seg�n una tercera alegaci�n, los palestinos son ellos tambi�n asesinos. Israel
tuvo 6.000 v�ctimas durante la guerra, lo que representa el 1% de su poblaci�n
total. Dicho crudamente, es el argumento del "ellos tambi�n lo hicieron" /28. En
�ltimo lugar, ciertos apologistas recurrieron al argumento seg�n el cual los
jud�os, tras el Holocausto, tienen el derecho a utilizar todos los medios
posibles para defender sus intereses. Esta posici�n est� siempre acompa�ada por
esta afirmaci�n : comparado con el Holocausto, la expulsi�n de los palestinos
ser�a un asunto min�sculo e insignificante. Es el argumento de la "necesidad" y
del "�y luego?" /29.
No deseo abordar la pol�mica a prop�sito de la guerra de 1948, pero he publicado
recientemente un estudio en el que rechazo la idea de que son los palestinos
quienes comenzaron la guerra /30. Adem�s, aunque los palestinos hubieran
desencadenado la guerra, tal acto no justificar�a verdaderamente los cr�menes de
guerra contra civiles que se hab�an rendido. Querr�a insistir sobre esta idea
indicando que la mayor parte de las masacres israel�es se produjeron cuando las
fuerzas �rabes no representaban ya una amenaza. Invocar el mito israel� de una
"lucha por la supervivencia" es inconveniente en tales casos. Es rid�culo
pretender que la fuerza militar m�s poderosa, la mejor equipada y la m�s
disciplinada del Medio Oriente haya sido llevada al l�mite por el deseo de los
campesinos palestinos de aferrarse a sus pueblos y a sus olivos. �Es posible
comparar la culpabilidad eventual de pobres campesinos palestinos a la
culpabilidad de los nazis?
El tercer argumento, "tambi�n lo hicieron ellos", tiene alg�n fundamento. Los
palestinos tambi�n cometieron atrocidades. Robaron cada vez que fue posible.
Tambi�n mutilaron a combatientes jud�os, pero hay que se�alar que las matanzas
cometidas por los palestinos eran muy diferentes de las masacres israel�es, por
toda una serie de razones. Estas matanzas no se integraban en una estrategia
agresiva de anexi�n o de expulsi�n; no eran perpetradas por fuerzas militares
organizadas, sino que eran acciones espont�neas de la multitud; y en fin, en
relaci�n al n�mero de masacres israel�es, eran acontecimientos raros. Estas
explicaciones no las justifican, pero ponen en cuesti�n la tentativa de poner
las matanzas israel�es y las palestinas en un pie de igualdad.
Esta cuesti�n sigue siendo de actualidad hoy. Por ejemplo, el problema de los
atentados suicidas que es p�blicamente y vigorosamente condenado. Sugerir que
esas acciones de una minor�a en el seno de una poblaci�n sin Estado que vive
bajo ocupaci�n militar, pueden ser juzgadas al mismo nivel que la puesta en
marcha de una pol�tica declarada de opresi�n por las fuerzas armadas altamente
militarizadas de la potencia ocupante, es algo absurdo. Adem�s, a diferencia de
los atentados suicidas de la segunda Intifada, las masacres israel�es de 1948 no
nacieron de la desesperaci�n, del exilio y de la expoliaci�n, sino al contrario
fueron los instrumentos de la construcci�n de una naci�n. Algunas de esas
masacres fueron practicadas por gentes que, seg�n los criterios de hoy, se puede
definir como zelotes de derechas. Pero otras masacres fueron practicadas por
gentes que, sobre algunas cuestiones en debate, pueden ser identificadas como
liberales.
* Saleh Abdel Jawad es profesor asociado del departamento de Historia y de
Ciencia Pol�tica de la Universidad de Birzeit.
Notas
1/ Este palestino figuraba en el documental "Jenin, Jenin", de Mohamed Bakri.
Luego fue matado por el Ej�rcito israel� varios meses despu�s de haber sido
entrevistado.
2/ Roy,S. (2002) "Why peace failed an Oslo autopsy", in Maur�n and Robin Tobin
How long O Lord, Cambridge, Cowley publication. Roy, americana y jud�a,
profesora en Harvard. Es la hija de dos padres que sobrevivieron al Holocausto.
3/ Shapira, S. (1992) Land and power, the Zionist resort to force, 1881-1948,
Stanford University Press, 1992, pp. 42, 45; ver tambi�n Masalha, N. (1992)
Expulsion of the Palestinians: the concept of transfer in Zionist political
thought 1882-1948, Washington DC, Institute for Palestine Studies.
4/ Lord Shaftsbury (1801-1885, nacido Anthony Ashley Cooper antes de convertirse
en el 7� conde de Shaftsbury en 1851). Sionista cristiano brit�nico, formul� su
eslogan en 1853. Para una historia del t�rmino, ver A. M. Garfinkle, (1991) "On
the origin, meaning, use and abuse of a phrase", Middle Eastern Studies.
5/ Rodinson, M (1967) "Isra�l, fait colonial" en Les Temps Modernes n� 253 bis,
p. 51.
6/ La insistencia en la "vacuidad" de Palestina no se limita a los sionistas del
siglo XIX. Por ejemplo Benjamin Netanyahu, antiguo primer ministro israel�,
retoma en su libro Un lugar al sol (1993, p. 40) la imagen de un vac�o f�sico.
Cita a Arthur Stanley, el cart�grafo brit�nico que escribi� en 1881: "En Judea
no es exagerado decir que en kil�metros y kil�metros no hab�a apariencia de
vida". Pero en un testimonio contradictorio muy oportunamente ignorado por
Netanyahu, el predicador sionista Israel Zangwill hablaba de una poblaci�n
palestina densa. Israel Zangwill (Speeches, articles and letters, 1937, p. 210)
deplora el hecho de que "Palestina tenga ya una densidad de poblaci�n doble que
los Estados Unidos".
7/ Shafir, G. (1996) Land, labor and the origins of the israeli-palestinian
conflict 1882-1914, edici�n actualizada, Berkeley, University of California
Press, pp. 7-20.
8/ Ibid.
9/ La obra m�s detallada y m�s documentada hasta hoy sobre la utilizaci�n de las
masacres y de la violencia se encuentra en Saleh Abdel Jawad, (2003) "Massacres
and the creation of the Palestinian refugee problem in the 1948 war", Actes de
la conf�rence internationale: Israel and the Palestinian refugees, Heidelberg,
Max Planck Institute for comparative public and international law, 103 p. Se
puede obtener del autor un documento pdf en Saleh_jawad@yahoo.com.
10/ Comunicaci�n privada al autor del profesor Joel Perlmann, de Bard College.
11/ Perlmutter, A. (1987) The life and times of Menachem Begin, p. 212.
12/ Masalha, ver nota 48, p. 30.
13/ Citado en Shalhat, A. (1983) "An introduction to the study of the Arab
personality in Zionist literature", el- Karmel, vol. 7, p. 259.
14/ Por ejemplo Maxime Rodinson, en Israel y los �rabes se�ala que los jud�os
yemenitas, que hablaban una forma de hebreo muy cercana al �rabe fueron
humillados y que se les " recicl� "para hacerles hablar un hebreo m�s cercano
del hablado por los inmigrantes de Europa que no ten�an ning�n conocimiento del
�rabe.
15/ Royal Committe for Palestine (1937), #5479 informe completo, versi�n oficial
en �rabe. Livre Blanc, 1937, p. 440.
16/ Para un estudio de estos mitos, ver Simha, F (1987) The state of Israel :
myths and realities, London & New York, Croom Helm, 1987.
17/ Para un estudio completo de los pueblos destruidos, ver Khalidi, W (1992)
All that remains: the Palestinian villages occupied and depopulated by Israel in
1948, Washington DC, The Institute for Palestine studies.
18/ Ibid.
19/ Ghazi, F (1986) "The 1948 Israeli-Palestinian war and its aftermath : the
transformation and designification of Palestine�s cultural landscape" , Annales
de l�Association of American Geographers, 1986-2, p. 256. Ver tambi�n Meron
Benvenisti, M (2000) Sacred landscape, the buried history of the Holy Land since
1948, Berkeley, University of California Press, Berkeley, pp. 11 � 54.
20/ Morris, B. (2004) The birth of the Palestinian refugee problem revisited,
Cambridge University Press, 2004, pp. 309-334.
21/ Peretz, D. (1977), "Palestinian social stratification: the political
implications", Journal of Palestine studies, vol.7, n� 1, pp. 48-74.
22/ Rosemary Sayegh, R. (1979) Palestinians, from peasants to revolutionaries,
Londres, Zed Press.
23/ Seguev, T. (1986) 1949, The first Israelis, Nueva York, The Free Pess, p.
68-91.
24/ Seg�n Robinson, "de agosto 1948 a diciembre 1966, una administraci�n militar
estricta ha regido la vida cotidiana de la poblaci�n �rabe palestina que quedaba
en el pa�s, restringiendo sus movimientos, su expresi�n y sus empleos, y
aisl�ndola fuertemente de la sociedad jud�a israel�. El desarrollo de las
pr�cticas de vigilancia y de mantenimiento del orden a las que se han enfrentado
los palestinos bajo este r�gimen no han servido m�s que para reforzar sus
p�rdidas de guerra y para recordarles que su presencia no era deseada en el
nuevo Estado". Robinson, S. (2003) "Local struggle, national struggle:
Palestinian responses to the Kafr Qasim massacre and its aftermath, 1956 �66",
International Journal of Middle East Studies, pp. 393-416.
25/ Ben Gourion, D. (1984) "Yumann Hamilhamah, 1947-1949" (en hebreo), Diaries
of war I947-49 ; ed. Gershon Rivlin et Elhanan Orren, ver las entradas para el
15 de julio de 1948, p 591.
26/ Jawad Saleh, A. (2005) "194 Rosemary Sayegh, R. (1979) Palestinians, from
peasants to revolutionaries, Londres, Zed Press.8, Entre archives et sources
orales", Revue d��tudes Palestiniennes, verano 2005, pp. 59-77.
27/ Se trata de un discurso muy corriente, ilustrado por este comentario de Ygal
Allon: rechazando el relato de
Ytzak Rabin sobre la expulsi�n de los �rabes de Lod, termina afirmando que "si
no se nos hubiera impuesto una guerra, todos estos sufrimientos habr�an sido
evitados". (Citado por Shipler, D.K. (1986) Arab and Jew: wounded spirits in a
promised land, 1986, p. 35.
28/ Se trata tambi�n aqu� de una actitud corriente, que se infiltra en el
discurso m�s reciente del "nuevo historiador" israel� Benny Morris: "The
survival of the fittest" (La lucha por la supervivencia), entrevista por A.
Shavit en Ha�aretz del 9/1/2004.
29/ Cf. Z. Sternhell que dice que "los padres fundadores y quienes les
sucedieron inmediatamente sab�an que si los jud�os quer�an heredar la tierra,
les ser�a necesario tomarla por la fuerza. Hasta la guerra de independencia, no
ten�an otra opci�n". Z. Sternhell, Z(2004) "The logic of body counts" (La l�gica
de contar los cad�veres), Ha�aretz, 2/4/2004.
30/ Abdel Jawad, S "The Arab and Palestinian narratives of the 1948 war", en:
Rotberg, R (ed). (2003) The intertwined narratives of Israel-Palestine: history�s
double helix, Indiana University Press, pp. 93-142.
Fuente: lafogata.org