Medio Oriente - Asia - Africa
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Por tan poca cosa se traiciona a un hombre
Robert Fisk*
La Jornada
Hace un a�o, vi a un viejo amigo m�o a mi lado, quem�ndose sobre el pavimento.
Seamos sinceros; muchos millones de libaneses consideraban un viejo amigo a
Rafiq Hariri. Pero era mi amigo. Me llam� cuando sufr� una golpiza en la
frontera afgana, en 2001, y ofreci� llevarme a mi hogar en Beirut a bordo de su
jet privado. "Musharraf es mi amigo", me grit� correctamente, y con algo de
malicia, en la l�nea telef�nica a Quetta.
Desde luego, rechac� su ofrecimiento; los periodistas no deben aceptar obsequios
de primeros ministros. Y as�, otra vez, este 14 de febrero, en el aniversario de
la fecha en que fue asesinado junto con otras 21 personas en el barrio Corniche,
no lejos de mi casa, recuerdo a este hombre y todas las solemnes promesas que
hemos hecho de averiguar la verdad sobre su asesinato.
Primero vino un enviado de la comisi�n Garda, de Dubl�n. Luego un pomposo fiscal
alem�n. El mes pasado lleg� un humilde abogado de B�lgica. Todos ellos tuvieron
el encargo, nada menos que de la ONU, de encontrar la verdad. �Estuvieron
involucrados los sirios? Esta era la pregunta.
Cuatro altos funcionarios libaneses de seguridad, todos ellos "cercanos" (como
dicen) a Siria, fueron arrestados. El ministro sirio de Interior, el ex jefe de
la polic�a secreta del ej�rcito Ghazi Kenaan, se suicid� de un disparo en su
propia oficina en Damasco. Oh deus ex machina. Yo tambi�n conoc�a a Ghazi,
viejo compa�ero de sparring desde los 80, quien sol�a hacer chistes de
mal gusto sobre el secuestro de Terry Waite*. Aplaudan, mis damas y caballeros.
"El sab�a lo que se sent�a ser ejecutado", coment� m�s tarde uno de los amigos
menos agradables de Kenaan. Sin duda.
Yo ni siquiera me enter� de que se trataba del jeque Rafiq sino hasta que vi las
im�genes en el peri�dico al d�a siguiente. Cre� que el cad�ver en el barrio
Corniche era de un vendedor de zaatar, uno de esos hombres grandes que venden
pan duro como roca en el malec�n. Deb� notar el peque�o rizo de cabello sobre el
cuello de su camisa, que era el signo de que el hombre que se quemaba era el ex
primer ministro de L�bano; el mismo que me hab�a llamado para ofrecerme ayuda en
2001.
S�lo cuando vi el pie de foto -"El m�rtir Rafiq Hairir" - me di cuenta. Lo vi
quemarse, como si hubiese yo sido el espectador en una contienda. Estuve a s�lo
400 metros del lugar de su inmolaci�n. Todos los que estaban ante m� estaban
muertos o heridos. Otra vez me salv�.
Luego los libaneses vieron el poderoso paso de la justicia avanzar
inexorablemente. La ONU encontrar�a la verdad. Uno de los funcionarios de la
comisi�n Garda me habl� de su profunda preocupaci�n por los libaneses. "Ellos
vinieron, en verdad vinieron a buscarnos, y nos pidieron que hall�ramos la
verdad", me dijo. S�, claro, as� fue.
Los asesinatos sin resolver en L�bano: el de Kemal Jumblatt, el de Renee Mouawad,
el del gran mufti Hassan Khaled y el de Rashid Karami y todos los dem�s
(no hablemos de Elie Hobeika, quien encabez� a la milicia falangista hacia Sabra
y Chatila, en 1982). Todos esos asesinatos cuelgan como cortina negra en la
historia libanesa.
Cuatro hombres fueron encarcelados, incluido el general que sol�a intervenirme
el tel�fono en L�bano. De hecho, hice publicar mi tel�fono en The Independent
-Beirut 370615- en caso de que tuviera un n�mero equivocado. �Fiu! Eso fue
suficiente para poder platicar con mis amigos en mis restaurantes favoritos sin
tener que estar mirando constantemente sobre mi hombro. Pero, �en verdad fue
as�?
Y es que la otra ma�ana un pajarito entr� por la ventana de mi rec�mara. Mi
mam�, Peggy, hablaba del "pajarito"; el peque�o gorri�n que llegaba a darle
trocitos de informaci�n que ella hubiera preferido no escuchar. Como
corresponsal es mi l�gubre deber, supongo, decirle a los lectores lo que yo
preferir�a no escuchar. As� que esto es lo me cont� el pajarito.
Los estadunidenses, hundidos en la aflicci�n de su ocupaci�n en Irak, han ideado
un trato con los sirios. En respuesta a la petici�n de que insten al l�der
chi�ta iraqu�, Moqtada Sadr, a que conserve su distancia de los insurgentes
sunitas, y tambi�n que exhorten a �stos a jugar respetando las reglas durante
las elecciones, Siria ha prometido usar su "influencia".
Atendiendo a la petici�n estadunidense, Siria ha arrestado a cerca de 8 mil
insurgentes iraqu�es dentro de sus fronteras. En atenci�n a la solicitud de
Washington, Siria est� recortando la asistencia que los rebeldes iraqu�es
reciben del pa�s vecino.
Conscientes de que los m�s altos mandos del aparato de seguridad sirio pueden
ser sometidos a juicio, en el contexto de la investigaci�n de la ONU por el
asesinato de Hariri, los sirios est�n actuando "responsablemente". El nuevo y
muy humilde investigador belga no da conferencias de prensa, �lo han notado?, y
no hace declaraciones.
Silencio, caballeros, por favor.
Claro, Condi Rice se la pasa diciendo que la verdad ser� descubierta. �No estuvo
Hariri detr�s de la resoluci�n 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU que
orden� a los sirios salir de L�bano? �No fue por esto que fue asesinado? No creo
que haya estado detr�s de la resoluci�n 1559, si bien esto hubiera sido
suficiente para que la polic�a secreta del Baaz sirio lo asesinara.
Pero todas las grandes promesas de justicia, libertad y la "revoluci�n de cedro"
-invento del Departamento de Estado que el New York Times adopt�
obedientemente- parecen estar desapareciendo. George W. Bush, quien esta semana
estrech� la mano de Saad, el hijo de Rafiq, en la Casa Blanca, se est� apartando
de la verdad.
Hacer que los muchachos estadunidenses salgan de Irak es m�s importante,
sospecho, que averiguar qui�n mat� a Hariri. A�n siento una profunda pena por el
hombre que vi quem�ndose frente a m� hace un a�o. Y creo que va a ser
traicionado.
* Enviado de la iglesia anglicana brit�nica que viaj� a L�bano en 1987 para
negociar con Jihad Isl�mica la liberaci�n de varios rehenes ingleses. Durante
las negociaciones, el grupo lo secuestr� tambi�n y fue liberado hasta 1991.
� The Independent
Traducci�n: Gabriela Fonseca
Fuente: lafogata.org