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Medio Oriente - Asia - Africa

Lo que revelan los documentos de la Policía israelí acerca de la ocupación de Palestina
En el nombre de la seguridad

Amira Hass
Counterpunch
Traducido para Rebelión por LB.

Seis iglesias palestinas de Cisjordania y de la Franja de Gaza han sufrido daños y tentativas de incendio como reacción a las palabras del Papa Benedicto XVI. Portavoces palestinos de toda ideología han condenado esos ataques y han declarado que la nación palestina —cristianos y musulmanes por igual— es una y permanece unida en su lucha contra la ocupación. Informaciones sobre los ataques en los medios palestinos describen a los perpetradores como "desconocidos". En el subtexto palestino, "desconocido" significa "de identidad sospechosa", una frase que bordea la acusación medio velada de que el servicio de seguridad israelí del Shin Bet ha enviado a agentes provocadores.
En Tubas, donde un intento para quemar una iglesia fracasó gracias a la intervención de los vecinos, la gente decía abiertamente que la persona que lanzó el cóctel molotov podría estar relacionada con el ocupante israelí. Sin embargo, el alcalde de Tubas, Oqab Darghmeh, que evocó esta posibilidad, también sugirió otra opción: quizá el perpetrador actuó por ignorancia.
La mayoría de los críticos, sin embargo, no apuntaron con dedo acusador al Shin Bet. No pueden negar los males que se han hecho tan comunes en la sociedad palestina: conducta criminal y gamberrismo enmascarado bajo la imaginería y la jerga de una lucha de liberación nacional, así como el creciente empleo de armas en conflictos personales y públicos, animados por agentes políticos palestinos que precisan de una atmósfera de caos para poder ser vistos como "fuertes".
Ahora bien, ¿es posible desvincular completamente esas disfunciones de la ocupación israelí?
El último libro del historiador Hillel Cohen, Aravim Tovim (Los buenos árabes), aporta diversas pruebas históricas que avalan la "paranoia" palestina sobre la motivación política oculta tras el control que los israelíes aplican con el pretexto de la seguridad. Aunque el tema del libro es la actividad de los servicios israelíes de seguridad e inteligencia entre los árabes inmediatamente después de 1948, una consistente línea política de acción y pensamiento que se extiende desde los años del Mandato británico hasta la actualidad nos permite extraer conclusiones igualmente aplicables al control israelí sobre los palestinos en Cisjordania y Gaza.
La investigación de Cohen se apoya principalmente en documentos policiales de la época que han sido puestos recientemente a disposición del público (los documentos del Shin Bet siguen estando clasificados). Dichos documentos revelan, por ejemplo, que el abastecimiento de armas a colaboradores por parte de las autoridades locales era una forma de recompensarlos. No obstante, el comité de liaison de las fuerzas de seguridad mencionaba en 1949 que "la distribución de armas a un elemento o a miembros de un grupo puede ser de utilidad para nuestros intereses". Las agencias de seguridad, revela Cohen basándose en documentos escritos, ocasionalmente llegaron incluso a incitar conflictos internos.
Por otro lado, el comité regional para asuntos árabes en el triángulo (el organismo que coordinaba las diferentes agencias de seguridad que operaban en esta región) "no aprueba facilitar educación superior a los habitantes de la región", según las actas de una reunión de 1954, y el comité trabajó para impedir que los árabes fueran aceptados en los centros de enseñanza superiores. Cohen se permite especular que el motivo era su deseo de impedir la creación de una clase educada que pudiera conseguir organizarse y plantear exigencias al Estado.
En otras palabras, los servicios de seguridad israelíes —aunque actuaran por propia iniciativa en diversos lugares— trabajaban en el contexto de un paradigma oficial: robo continuo de tierras, constante fragmentación y debilitamiento de la sociedad árabe, y socavamiento de la posibilidad de que los árabes desarrollaran un liderazgo independiente. Las voces críticas que se alzaron contra las políticas de la Administración Militar —árabes israelíes y el principal partido de la oposición, Maki (el Partido Comunista israelí)— fueron descritas como "paranoicas". Sin embargo, a través de los numerosos ejemplos que incluye en su libro Cohen prueba retroactivamente que aquellas voces críticas tenían razón.
Indirectamente, este libro escrito por un antiguo periodista afirma que uno no debe basarse en la documentación escrita —en documentos que serán hechos públicos dentro de otros 50 años— para dar crédito a un análisis político que difiere del sostenido por los gobernantes. Así pues, no fue sólo por miopía y por negligencia por lo que los territorios palestinos se vieron inundados de armas durante los años 90. No fue la "seguridad" lo que provocó la creación de una casta de nuevos muktars de Fatah que recibieron privilegios especiales denegados a otros palestinos y que venían a profundizaban las tensiones internas. No fue la "miopía" lo que provocó el debilitamiento y la trivialización política de Mahmoud Abbas (Abu Mazen) como presidente de la Autoridad Palestina, igual que no fue por simple ingenuidad por lo que en los Acuerdos de Oslo se omitió el punto principal: la creación de un Estado palestino dentro de las fronteras de 1967.
No son las decisiones locales de comandantes militares regionales las que están fragmentando Cisjordania en "células territoriales" aisladas. No son exclusivamente consideraciones de índole territorial lo que impide a los estudiantes de Gaza estudiar en Cisjordania y a académicos usamericanos enseñar en instituciones educativas palestinas. En el nombre de la seguridad —aunque no por garantizarla— Israel está fomentando la ignorancia y el deterioro económico en los territorios ocupados.
Según este análisis —para sustentar el cual las pruebas no escasean—, los servicios de seguridad israelíes tienen mucho cuidado de operar en del marco de un paradigma político nítido: máximo debilitamiento, en todas las formas posibles, de la comunidad nacional palestina, para que no pueda alcanzar su objetivo y establecer un Estado digno de ese nombre de acuerdo con las resoluciones internacionales.
Texto original:
http://www.counterpunch.org/hass09212006.html        

Fuente: lafogata.org