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Medio Oriente - Asia - Africa

IRÁN: El peligro de un nuevo conflicto militar

Luis M. García Cuñarro*
Cubadebate

La amenaza de la extensión a Irán del conflicto militar en el ya explosivo Medio Oriente parece que toma cuerpo definitivamente. Francia, Alemania y Gran Bretaña han solicitado el examen en el Consejo de Seguridad de la ONU de la decisión iraní de continuar su programa de investigaciones nucleares y Estados Unidos, sin la decisión del Consejo, como se ha hecho habitual, ya prepara su dispositivo militar para actuar. Está pasando lo que era lógico que pasara: Europa trató de alcanzar los objetivos hasta llegar a la "línea roja" de la acción militar, los pasos siguientes, en lo esencial, los dará Washington.

La génesis aparente del tema se centra nuevamente en la ambigüedad y carácter de la "no proliferación", que permite un desarrollo nuclear sin límites a los países poseedores de las armas nucleares y restricciones al resto de los países, incluso para el uso de la energía nuclear con fines pacíficos.

Es posible explicar como aparente la génesis del nuevo conflicto, porque tras las explicaciones y expresiones públicas del "problema nuclear iraní" están ocultos múltiples intereses, algunos de larga data, que reflejan los verdaderos hilos que mueven el accionar y la visión occidental hacia Irán.

Para los Estados Unidos, el verdadero "enemigo tradicional" en la región ha sido Irán. Después del surgimiento de la Revolución Islámica iraní, Washington no ha dejado de hostigar a ese país. Detrás de la guerra entre Iraq e Irán el pasado siglo estaba el apoyo estadounidense al propio Saddam Hussein, ahora estigmatizado por los mismos a los cuales sirvió. Pero no solamente Irán ha sido visto como peligro específico para Estados Unidos, sino que, dentro de la estrategia estadounidense para la región, ha tenido una prioridad tradicional el sostén de los intereses de Israel, quien en su papel de potencia regional, considera a Irán como un reto a su accionar. Sumemos sin vacilación a esto que Irán es una potencia petrolera, aporta el 5.2% de la producción mundial y tiene una reserva probada que, a los actuales ritmos de explotación debe durar alrededor de 88,7 años y que sitúa al país en el segundo lugar después de los Emiratos Árabes Unidos.

La inminencia del nuevo conflicto en la región podría tener, sin embargo diversas connotaciones. En el plano regional significa de hecho una extensión del mayor conflicto armado regional del presente: la Guerra de Irak, en circunstancias que aportan complejidad, como son la inestabilidad política interna israelí, el estancamiento del proceso de paz palestino y la propia encrucijada en que Estados Unidos y la coalición enfrentan en la guerra a partir de una insurgencia creciente, un proceso de "democratización" precario y disensiones en las alianzas.

Por otra parte, solamente el anuncio de un conflicto en Irán, independientemente de la magnitud que alcance, incluso solamente la probabilidad de que comience, es un enorme impacto para el mercado petrolero mundial, habida cuenta de la posición privilegiada del país como productor y exportador del crudo y de gas.

En términos concretos, una eventual acción de Estados Unidos contra Irán en el plano militar significaría un enorme reto para la Administración Bush, a pesar de que solamente sería puntualizada, pues los planes agresivos datan de los años 80 del siglo pasado. La dinámica del conflicto se podría concentrar inicialmente en el empleo de los llamados "ataques quirúrgicos" contra blancos seleccionados en el país, y que podrían presentarse como golpes de castigo. Para ello el Pentágono podría emplear los recursos que tiene a la mano en el propio Irak ocupado y que no desempeñan un papel principal en la ocupación del país árabe, como puede ser la aviación de combate.

Si los "golpes quirúrgicos" no producen los resultados políticos deseados entonces las acciones podrían tornarse sistemáticas y alcanzar niveles similares o superiores a los que nos mostró la Guerra Aérea contra Yugoslavia en 1999.

Junto a los golpes aéreos podrían también ser utilizados efectivos de las fuerzas de operaciones especiales norteamericanas para realizar acciones punitivas selectivas contra objetivos claves en Irán. Contingentes de estas fuerzas elites se encuentran en Irak.

Sin embargo, deben ser advertidos determinados riesgos como el que Irán no es Irak. El país persa tiene intacta y desarrollada su capacidad militar; no ha estado sometido a un proceso de desgaste sistemático como sí lo sufrió Irak entre 1991 y 2003; existe un favorable estado de cohesión nacional y se ha estado preparando para un enfrentamiento de este tipo. Ello apunta a que, como en otras oportunidades anteriores, al atacar militarmente a Irán resulta mucho más fácil de identificar el comienzo, más complejo sería determinar la evolución del conflicto y extremadamente difícil avizorar el final.

Iniciar una guerra contra Irán no le conviene a nadie, ni tan siquiera a la propia Administración estadounidense. Las cifras de gastos de guerra, mucho más allá de las cifras públicas y expeditas que se aprueban al Pentágono para sostener las guerras en Irak y en Afganistán, se incrementarían geométricamente y en plazos muy breves. Solamente recordar que conjuntamente con el lanzamiento de un cohete crucero se lanza también un millón de dólares. El precio de la Guerra Tecnológica, que parece ser la modalidad más apropiada a emplear contra Irán en los momentos iniciales, tiene un altísimo costo.

Por otra parte: ¿cómo convencer a la opinión pública norteamericana de desatar un nuevo frente de guerra?, sobre todo si partimos del concepto de que para el pueblo norteamericano se tratará de un conflicto, aún más extraño que el iraquí y el afgano. En tiempos en que en Estados Unidos se trata de asimilar la promesa de Bush de retirar tropas de Irak durante el 2006, iniciar una cruzada militar contra Irán significaría, además de un nuevo desastre en toda la línea para la Administración, una confirmación reiterada de que el callejón de la racionalidad política se cierra cada vez más para Bush y sus asesores allegados.

En estos momentos la solución del problema se define en que Irán debe aceptar las exigencias de Estados Unidos y Europa y detener su programa nuclear.

Por todos los argumentos anteriores la evolución inmediata del conflicto podría ser, en términos generales de la manera siguiente:

· Búsqueda de Occidente de una condena explícita a Irán en el Consejo de Seguridad de la ONU que podría dar paso, en lo inmediato a la imposición de sanciones económicas a ese país por parte Estados Unidos y de las principales potencias europeas y eventualmente por el conjunto de la Unión Europea. En un plazo mayor, de no tener solución el problema, esas sanciones, como ya se hizo contra Iraq en 1991, pueden extenderse al ámbito de Naciones Unidas.

· Presiones intensas en todos los terrenos contra Irán y una acelerada y creciente campaña mediática contra ese país, de manera que comiencen a sentarse las bases de manipulación de la opinión pública estadounidense y mundial para pasar a la acción militar, si ello se requiere.

Esperemos, por el bien de toda la Humanidad que la cordura y la comprensión primen para enfocar y resolver el conflicto. El Medio Oriente y el planeta en general no admiten muchas más tensiones como la que podría generar una eventual guerra de agresión contra Irán.

*El Dr. Luis M. García Cuñarro, Vicepresidente del Centro de Estudios de Información de la Defensa, de Cuba.  

Fuente: lafogata.org