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Latinoamérica

Con el general Víctor Licandro
"Me rechina que se acepte la intromisión del Comando Sur"

En diálogo con BRECHA el general Licandro, uno de los fundadores del Frente Amplio, explica los componentes militares, políticos y comerciales que guían los intereses de Estados Unidos, y cómo debería ubicarse el gobierno de izquierda frente a ellos

Guillermo Chifflet
Brecha

-Hay un tema planteado desde largo tiempo atrás que resulta inquietante: las llamadas misiones de paz de las Naciones Unidas, en algunas de las cuales Uruguay participa. ¿Qué son, cómo han surgido, y cuál es su opinión sobre esas misiones?
-Las misiones están establecidas en la propia Carta de las Naciones Unidas. En ella ya se prevé la existencia de fuerzas de las Naciones Unidas para atender desajustes en la paz mundial. En un momento de la Guerra Fría, el manejo de la tranquilidad en países con conflictos quedaba en manos de alguno de los grandes grupos: del bloque comunista, o de Estados Unidos y sus aliados. Pero cuando desaparece la Guerra Fría hay un cambio. Desde hacía tiempo se venían organizando misiones de paz.
¿Cuál fue su origen? Ocurrió que en el proceso de descolonización que siguió a la Segunda Guerra, las potencias colonialistas perdieron la administración de algunos países y éstos quedaron en manos de los propios nativos. Cuando surgen, entonces, desequilibrios internos, intervienen las Naciones Unidas.
-¿A pedido de quién?
-De acuerdo a las normas internacionales tiene que ser a solicitud de las autoridades del país. Las misiones, que son para mantenimiento de la paz, se pueden enviar a pedido de las partes: si un país cuenta con una autoridad superior o reconocida internacionalmente y hay otro sector con el que se plantean enfrentamientos que perturban la paz, a pedido de las autoridades se puede enviar una misión. Pero ¿qué es lo que personalmente veo? Como se sabe, los países fueron colonizados para extraer de ellos sus recursos naturales. Así funcionaron las grandes compañías, o las multinacionales, como decimos hoy. Lo que veo es que cuando hay un desequilibrio en uno de esos países y van las fuerzas de paz, lo hacen para poner orden. ¿Para atender las necesidades de la gente? No. Inicialmente ha sido para establecer la seguridad que las multinacionales exigen para cumplir sus objetivos sin obstáculos.
-Le he escuchado poner el ejemplo de Mozambique.
-Lo recalco siempre porque es claro. Los recursos de los países vecinos de Mozambique salían, a través de ese país, hacia el océano Índico. Cuando se plantean problemas en Mozambique se resuelve enviar determinada ayuda humanitaria. Pero fundamentalmente lo que se buscó fue cuidar las comunicaciones hacia el Índico, para que las compañías pudieran actuar sin inconvenientes.
Está también el caso del Congo. Todos los intereses extranjeros, de empresas que están en zonas de la periferia de ese país, siguen metiéndose en el Congo. Allí hay un cambio marcado: antes se iba para el mantenimiento de la paz, poniéndose entre las fuerzas en conflicto para de-sarmarlas, e ir hacia una pacificación. Paralelamente, frente a los desequilibrios y las hambrunas, iba la ayuda humanitaria. Pero ¿por qué yo digo que hay cosas laterales? A veces, estos asuntos estallan en las propias Naciones Unidas, donde se descubren negociados. Hay un tema que ahora en Afganistán y en Irak está bien claro: en este momento Estados Unidos y sus aliados son los que llevaron adelante las operaciones. En el caso de Afganistán participaron las Naciones Unidas. En Irak no. Allí el que interviene es Estados Unidos y algunos aliados. ¿Qué sucede allí? En primer lugar hay destrucción, para poder dominar la situación; rompen todo, hay grandes desplazamientos de gente, debe intervenir la oficina de los desplazados. Después de que participan las fuerzas de paz es necesaria la reconstrucción. ¿Y quién reconstruye? Las grandes empresas de las antiguas potencias colonialistas. Y la reconstrucción trae aparejada la remodelación de las fuerzas armadas y de seguridad. Para ello hay que venderles armamento a esos países. Hay que comprar las cosas para cumplir con la ayuda humanitaria y hay empresas que se dedican a eso. Y hay que aportar toda la infraestructura de salud, de enseñanza, hay que recomponer al país. Y a eso se dedican sobre todo grandes compañías intermediarias, que hacen su negocio. Por eso soy contrario a las llamadas misiones de paz, porque digo: lo que suele suceder en tal o cual país no es responsabilidad de Uruguay, porque nuestro país no tuvo intervención. En algunos casos, muy justificados, se podrá comprometer tropas y ponerlas a disposición de las Naciones Unidas. Pero no es todo igual.
Al respecto, el Frente Amplio tiene sus documentos, que en algunas cosas son muy definidos. Por ejemplo, la relación militar con Estados Unidos es clara: el Frente no quiere Unitas, no quiere ejercicios.
-Se ha argumentado, sobre todo cuando esos temas se tratan en el Parlamento, que esas misiones son muy importantes desde el punto de vista del entrenamiento para la defensa nacional. ¿Es así?
-Acá, en Uruguay, se creó una escuela de preparación y entrenamiento para esas misiones. Y queda clarísimo, por toda la documentación, que se necesita una preparación particular para cada misión.
¿En qué consisten las misiones? En ir, ocupar un territorio, y a partir de ahí separar a las partes en conflicto y generar la paz. Eso es en el orden interno. Lo que hacen las tropas es prepararse para el orden interno. Y eso no es lo mismo que hacerlo para una guerra frente a un ataque exterior, que sería, para Uruguay, todo lo que el Frente Amplio acepta para las Fuerzas Armadas. En Uruguay es claro: las Fuerzas Armadas son para atender al país en la defensa frente a un ataque exterior. El orden interno está en manos del Ministerio del Interior y la Policía.
En esto el Frente Amplio es clarito: no quiere fuerzas armadas para el orden interno. Entonces yo me pregunto: si se preparan para hacer de policía en el interior de un país, la práctica es de policía y de orden interno. Pero no se preparan militarmente para la defensa nacional.
-Desaparecido el fantasma del bloque soviético se explotan, hoy, problemas reales pero que se utilizan como nuevos fantasmas: el narcotráfico y el terrorismo.¿Cuál debería ser el camino de nuestros países?
-Trazar el futuro es difícil. Desde que, allá en el 86, en el Frente Amplio se creó una comisión de defensa nacional, y editamos un documento ("Pautas para una defensa nacional y pautas para una ley orgánica") que fue aprobado por la dirección, reclamábamos que el tema era tan importante que debía democratizarse la discusión de la defensa nacional. Que no es tema exclusivo ni aun del Parlamento; que tenían que abrirse las puertas. Con frecuencia preguntaba a profesores si en la Universidad se analizan estos temas, y siempre me informaron que no. Sin embargo, es una temática sobre la cual hay gran cantidad de libros y hasta universidades especializadas. Pero en la nuestra no se trataba el tema. No es fácil, pues, dar una receta. Pero cuando estudiamos el proceso que se dio acá, nos encontramos con las influencias externas: antes de la Segunda Guerra tuvimos la influencia europea (en Uruguay influencia francesa, en Argentina influencia alemana). Luego la influencia de la concepción imperialista de Estados Unidos se proyecta a las Fuerzas Armadas.
Nosotros no somos imperialistas; al contrario: por eso de la denominación Ministerio de Guerra pasamos a llamarlo Ministerio de Defensa. Porque no somos expansionistas. Cuando estalla la Segunda Guerra mantuvimos la neutralidad, hasta que en algún momento acompañamos declarando la guerra. Pero no mandamos tropas afuera. Aunque después, por el camino de la instrucción, las Fuerzas Armadas se fueron comprometiendo con Estados Unidos. Cuando vienen los pedidos de las Naciones Unidas ya Uruguay había puesto tropas a disposición de Estados Unidos, en 1982, cuando la paz entre Israel y Egipto por los tratados de Camp David. En ese momento Estados Unidos pidió a Uruguay (y nuestro país aceptó) mandar tropas al Sinaí (entre 80 y 100 personas), que todavía están allí desde hace 25 años. No están esencialmente en tareas de paz; trabajan como mecánicos y conductores de autos, al servicio de otras fuerzas.
-Ha habido toda una evolución que en Uruguay se fue sintiendo. Pero es importante plantearse, en este momento, para qué están las Fuerzas Armadas de nuestro país.
-Uruguay tiene afuera del país (entre Congo, Sinaí, Eritrea, etcétera) más de 3 mil efectivos militares (el 10 por ciento de su tropa). Eso significa que a esos efectivos los hemos estado preparando no sé si cuatro o cinco meses, y cuando vienen del exterior (después de actuar fuera de sus mandos naturales, en un medio hostil o diferente, con geografías distintas y pueden venir con enfermedades, y algunos hasta con conflictos psíquicos por el alejamiento de sus familias) hay que recuperarlos y destinar un tiempo a eso. Hay que recuperar soldados desde el punto de vista de su instrucción, de la disciplina, de su inserción en la sociedad y en la familia. También aparecen problemas de salud. Y la sanidad militar tiene que hacerse cargo de eso.
-Para esas misiones hay, entonces, muchos gastos que paga Uruguay.¿Se han evaluado esos gastos? ¿Cuánto paga nuestro país?
-Estoy esperando la contestación. Cuando el subsecretario de Defensa fue a la Mesa Política a pedir el apoyo del Frente para enviar tropas de relevo a Haití (porque España retiraba las que tenía allí) se plantearon estos temas, y yo señalé que deseo saber cuánto paga el Estado para enviar a esa gente y para recuperarla. Y cuánto pagan las Naciones Unidas.
-¿Ya tiene esos datos?
-El subsecretario quedó en enviarlos pero yo todavía no los tengo.
-Ex directores de la Escuela de las Américas han dicho que allí se prepararon muchos de los dictadores de la región. Ahora se indica que esa "escuela" cerró. Pero se ha informado que se ha reabierto, con otro nombre, en Costa Rica. ¿Qué información tiene usted?
-Es así. Se han abierto en otros lados. Cuando en el propio Estados Unidos se informó que eran escuelas de torturadores, tuvieron que cerrarlas. Pero se reabrieron con otros títulos, en Estados Unidos y en otros lados. En algunos países de América están funcionando centros de entrenamiento con otro nombre, que enseñan otra cosa. Pero hay todo un complejo, sustitutivo de la Escuela de las Américas. Eso está claro. A veces no aparecen como centros de entrenamiento militar. La flexibilidad del imperio lleva a cambios de nombre. Es frecuente ver a gente civil haciendo cursos y participando en entrenamientos y cuestiones cuyo objetivo no se dice. Pero acá lo podemos ver. Porque el Comando Sur (que es la autoridad militar para esta quinta parte del mundo, puesto que hay cinco comandos) tiene autoridad en todo lo que Estados Unidos invierte en ese tipo de emprendimientos. Como Uruguay no firma el convenio que concede un trato especial a los eventuales delitos que puedan cometer los nacionales estadounidenses militares ( ya que nuestro país está comprometido con la Corte Internacional de Justicia por el Tratado de Roma), le quitaron la ayuda militar. Pero por otro lado, con el nombre de ayuda civil, siguen aportando. Hay documentos que he tenido en mis manos, con el registro de esos hechos, que se me ha solicitado estudiar. De modo que puedo hablar con cierta propiedad. Esas son cosas que están pasando actualmente. Uno ve que hay ayudas del Comando Sur para hacer tal o cual emprendimiento. Aparentemente son de ayuda humanitaria, para atender una policlínica…
-Como la de Santa Catalina, en el Cerro.
-...O para hacer una escuela. Todo eso está en la concepción estadounidense de poner el pie acá, dominar determinadas líneas o redes, que tienden a la extensión del poder de Estados Unidos en todo el continente. En algunos lados tienen, abiertamente, bases militares. En otros son centros de entrenamiento.
-Se ha dicho que en Uruguay se prepararía a tropas de distintos países para las llamadas misiones de paz. ¿Qué información tiene sobre eso?
-Lo más reciente es lo que ha dicho el subsecretario de Defensa: que fue el gobierno de Uruguay el que pidió apoyo para emprendimientos que involucran esa preparación. Él ha explicado que otros países del Cono Sur (como Argentina y Chile) aspiran también a tener esa escuela de preparación de tropas con destino a esas misiones, en el marco de las Naciones Unidas. De modo que parecería que es el gobierno nuestro que está pidiendo eso.
-¿No le parece muy grave ese dato?
-A mí me rechina mucho, porque no está en la esencia de los documentos de defensa nacional del Frente Amplio.
-Parece obvio que la política militar de una potencia que ha sido considerada como el centro imperial más poderoso de la historia, está ligada a la política económica. En ese sentido, un tratado de libre comercio de acuerdo al modelo acordado por Estados Unidos con otros países, ¿está ligado a la política militar?
-Voy a hacer dos o tres referencias. He estado recordando que en Washington funciona el Colegio Interamericano de Defensa. Y allí se realizó la XIX Reunión de Comandantes de Ejércitos de América. En su inauguración hizo un discurso Richard Cheney, hoy vicepresidente de Estados Unidos (entonces secretario de Defensa). En esa conferencia explicó los intereses nacionales de Estados Unidos, la defensa nacional, y la importancia del libre comercio. Al respecto dije en un documento del Frente Amplio que esto del libre comercio es la tercera pata del trípode que apuntala al imperialismo estadounidense. Para mí, hoy, lo económico, lo comercial, está íntimamente ligado a la política, a lo diplomático y a lo militar; todo eso es un conjunto: todas son partes de la política general de un país en función de sus intereses nacionales.
-Por lo que corresponde, en consecuencia, estar alerta.
-Cuando en el Plenario Nacional que se iba a hacer en setiembre pasado el Frente distribuyó un documento sobre relaciones de Uruguay con el exterior, había una frase que quitaba connotaciones ideológicas a un TLC con Estados Unidos. Eso me sorprendió. Me dirigí entonces a la dirección del Frente, señalando que desde mi punto de vista (de acuerdo a esos enfoques que acabo de reiterar) el TLC tiene una connotación ideológica muy fuerte: es una herramienta fundamental para el funcionamiento del imperio.            

Fuente: lafogata.org