Latinoamérica
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En Venezuela no nos escuchamos
José Del Grosso
Rebelión
¿Tiene usted voz? ¿Es usted escuchado?
Todo ser humano sin excepción necesita ser escuchado. Cuando somos escuchados,
sentimos que somos aceptados, que somos tomados en cuenta, que somos respetados,
que somos valiosos…
La importancia de tener voz y ser escuchado no se limita a la vida familiar y
privada, sino que se extiende a toda la sociedad, es decir, a la administración
pública, la educación, la política…
Si no fuera por nuestra capacidad de relacionarnos no habríamos desarrollado el
lenguaje, nuestra consciencia sería muy limitada, nuestra inteligencia no nos
habría permitido ir mucho más allá de la posibilidad de sobrevivir y, por
supuesto, no habríamos construido una cultura y organizado una sociedad.
Toda organización social es el resultado de las relaciones entre las personas,
lo que implica haber adoptado un estilo de comunicación.
La cultura occidental, el mundo civilizado, escogió un estilo autoritario de
comunicación basado en el arquetipo del machismo, es decir, en un estilo de
comunicación vertical, en el cual los mensajes, mejor dicho, las órdenes, van de
arriba hacia abajo y excepcionalmente de abajo hacia arriba. Esto quiere decir
que los de arriba no tienen consciencia de los de abajo, que no los escuchan.
Quiere decir que hay un abismo entre la "realidad" creada en la cúspide de la
pirámide y la realidad de la base; y que los que "mandan" no tienen remota idea
de qué está pasando en el mundo material.
¿Cuántas veces ha visto que en las universidades los rectores y vicerrectores se
tomen la molestia de "conversar" con los profesores o con los estudiantes en el
cafetín? ¡Dios mío, que falta de glamour!
¿Cuántas veces el ministro de educación o su secretario se dignan a salir de sus
oficinas para dirigirse a las escuelas y tomarse el tiempo de hablar con los
niños? Ni siquiera los docentes lo hacen con sus alumnos. Igual que los padres,
no oyen.
Estando "abajo", tener voz en casa, en el sistema educativo, en la
administración pública, la empresa privada, el partido político, las
organizaciones religiosas es algo excepcional, pues el estilo de comunicación
que hemos desarrollado no es de Ser Humano a Ser Humano, sino de Superior a
inferior; de sabelotodo a ignorante…
Lo anterior genera, aunque lo neguemos, un estilo de violencia abierto y
soterrado de los ricos, de la clase media, de los pobres, de los
políticos, de los educadores, de los empleados públicos y privados, de los
sindicatos, los religiosos… "entre", "desde" y "hacia" los
demás.
¿Usted que se queja de la tiranía y ¿lucha? por la igualdad se ha dado cuenta,
ha tomado consciencia de su tendencia al monólogo, al autoritarismo, de su
tendencia a tomar decisiones unilaterales, de que es un pequeño dictador, un
pinche tirano?
La gente, las personas subordinadas en ámbitos sociales claves como la
administración pública o la educación, en su mayoría son tratados como niños, no
se les escucha, se les reprende si tienen opinión propia, si advierten
incongruencias en lo que dicen o hacen los que "mandan".
Las personas "sólo deben obedecer porque sí, porque lo dice el jefe, el líder,
el mandamás, el neo-caudillo…", y ello, aunque diga disparates y los lleve a
todos por el camino de la destrucción.
Ese no tener voz, no poder emitir opinión alguna, el no ser escuchado… lleva
mensajes implícitos tales como: "¿Quién eres tú para que yo te tome en cuenta?";
"!Ubícate!"; "tus ideas no me interesan"; "no eres tan inteligente como para
saber lo que estás diciendo"; "eres un pobre ignorante, un bruto"; "métete en
tus asuntos y no molestes"…
¿Democracia? ¿De cuál democracia hablarán los que se hacen llamar líderes de los
partidos políticos? ¿De cuál democracia hablan los docentes? ¿De cuál democracia
se habla en la administración pública? ¿De cuál democracia hablamos todos? ¿Será
que la palabreja nos gusta y en manos de los supuestos líderes sirven de motivo
para ocultar males como la discriminación y la segregación?
¿Qué es lo que no queremos escuchar? ¿Por qué no lo queremos escuchar? ¿Habrá al
mismo tiempo algo que nos impide escucharnos?
Si no somos escuchados: "¿Cuál democracia puede existir en este país, Venezuela,
si por hábito la mayoría de las personas que ocupan un "medio carguito", o es
padre o madre de familia; o docente; o portera o portero…; se comporta de manera
despótica, como cualquier vulgar dictadorzuelo?
A la calle ha salido cualquier cantidad de gente, cualquier cantidad de veces, a
gritar y a exigir libertad con cabilla o pistola en mano, incluyendo no sólo a
los politiqueros de costumbre, sino también los que se esconden detrás de la
fachada de buenos estudiantes, de buenos ciudadanos, de gente con buenas
intenciones que quieren salvar al país…
En el partido, sea amarillito, verdecito o azulito, el que le guste…; existe el
hábito de callar a la gente pensante… sólo quieren borregos… entonces yo me
pregunto: "¿Con qué autoridad están pidiendo democracia? ¿Con qué autoridad
piden libertad? ¿Qué ocultan detrás del pedir? ¿Amordazar a la mayoría?
La historia se repite en nuestra educación, sea en la escuela, el bachillerato o
la universidad pública o privada; en la escuela, el bachillerato o universidad
religiosa o seglar… El cura sabe lo que me pasa sin escucharme, es obvio que soy
un maldito pecador, y me impone penitencias sin escucharme; el psiquiatra me
manda pastillas porque se considera más experto que yo en cuanto a mis
problemas; nuestros padres siempre supieron lo que nos pasaba y nos mandaban a
callar, o bien, nos decían: "Tú debes hacer…". ¡Cuánto ansiábamos tener más edad
para que nos dejaran tranquilos y poder mandar a los demás!
En todas partes, casi siempre, enfrentamos un forcejeo, enfrentamos escaramuzas
de poder y seguimos sin ser escuchados.
La historia de los oídos sordos se repite en la administración pública, en los
medios privados de comunicación masiva, en la junta de vecinos, en la junta de
condominio, en la sociedad de las hermanitas de la caridad, la legión de María y
no se diga en el Opus Dei y el Partido Episcopal Democrático…
Si uno termina por hacerse oír es un mal educado, un grosero, un malcriado, un
alzao, un entrometido, un busca pleitos…
Mi derecho a hablar, a opinar, a aportar…, me lleva a ser considerado hasta un
delincuente, mientras que los supuestos líderes políticos, religiosos,
educadores…; que están para servir y deberían escuchar, son los únicos que
hablan. Y hablan por mí, por usted, sin habernos dirigido jamás la palabra
porque, como ya sabemos todos, están muy ocupados, porque nunca se encuentran,
porque no nos dan una cita sino para dentro de tres meses.
El ciudadano modelo, según el mensaje de nuestras prácticas sociales, es aquel
que es un borrego: "Mientras más borrego sea usted, mejor ciudadano es". Pero ni
usted ni yo somos borregos y nos hierve la sangre cuando no nos oyen y nos
irrespetan.
Sin excepción todos queremos ser felices, ser capaces de disfrutar la vida y
estar en paz y satisfechos con nosotros mismos, es decir, queremos ser
psicológicamente sanos, pero hay un pequeño inconveniente. En este país, dicen
los expertos en la conducta, que tener salud mental es verse obligado a sentirse
contento en una sociedad que ha sido construida arbitrariamente a los porrazos y
sin que a la mayoría nos hayan tomado en cuenta. Una sociedad que ha sido
organizada tanto en su infraestructura, como en lo económico, en sus relaciones,
lo educativo, lo político, lo religioso, la justicia… de manera unilateral, casi
siempre improvisada, a la carrera, para obtener votos, conseguir una opinión
pública favorable, para que apoyemos y seamos usados…, por los que ¿saben?
En las calles, no lo podemos negar, hay una queja permanentemente, una
insatisfacción que no se aplaca, porque no nos oyen, no nos oímos, no oigo…
Cuando el otro habla, sencillamente estamos comparando lo que nos dicen los
demás con nuestros viejos esquemas, con paradigmas caducos, es decir, con
aquellas ideas nuestras que creemos verdades absolutas, eternas e inmutables, de
forma que el otro habla solo, al viento…, porque yo, mientras el otro habla,
estoy preparando mi discurso para rebatir todo o la mayor parte de lo que el
otro diga.
¡Cómo nos gusta discutir sin razón, sólo por ganar una discusión y sentirnos
superiores!
Cuando alguien nos habla, lo típico es que el otro nos quiera imponer una idea y
lo típico es que nos defendamos, que tengamos a mano, listos, nuestros
argumentos, de modo que la comunicación es puro ruido de la mejor sepa.
¡Qué trabajo cuesta hacernos entender cuando tenemos algo que decir!
En el ámbito que no has dado por llamar político, que creemos que es político,
es increíble que cuando alguien de algún partido hace algo positivo, alcanza
algún logro social, económico o de cualquier naturaleza, lo que es la mejor
manera de comunicar algo de manera auténtica y expresar amor hacia nosotros; los
¿opositores? no lo reconozcan, se muestren indiferentes, como si no hubiese
ocurrido nada. ¡Ah, si los ¿opositores? lo toman en cuenta es para denigrar o
decir: "nosotros lo hubiéramos hecho mejor"!; lo cual es la mejor manera de
decirnos lo mediocre que son y cuánto miedo sienten, cuánto nos odian.
Un momento, los ¿opositores? denigran y descalifican las cosas positivas que
hace algún otro para el país. ¿Para qué equipo juegan entonces? ¿Están con
nosotros o contra nosotros?
En los años de gobierno del presidente Chávez hemos visto que los logros son
reconocidos casi siempre por instituciones u organizaciones extranjeras. Los
ricos de este país dicen que les va muy mal, pero en lo que va de año han
ampliado sus negocios, se han comprado un nuevo palacio y hasta han comprado
tres o cuatro vehículos de 200 y 300 millones. ¡Ojalá todos fuéramos ricos y nos
fuera tan mal!
Desde lejos todos los partidos políticos en este país huelen mal, huelen a
podrido. Entre los miembros de todos los partidos políticos, y ello excluye a
las honrosas excepciones que existen en cada uno, la mayoría define actividad
política como hacer trampa, denigrar, deshonrar, injuriar, ofender… a "los
enemigos". Lo hacen para ganar aceptación, porque a falta de verbo, de don de
ser, es más fácil llegar a la emocionalidad reactiva de la gente que usar el
cerebro, escuchar, informarse, pensar.
Tan podrido están los partidos políticos en Venezuela que dentro de cada uno de
ellos la mayoría es sorda y ciega a la delincuencia interna disfrazada de lucha
política: "En la política todo vale". ¡No tienen palabra, no podemos confiar en
ellos!
Siempre de "imita monos", copiando a la crema política de USA, por cierto, muy
oscura; los supuestos líderes políticos dentro del perímetro del partido nos
mandan a callar por aquello de "mantener las apariencias", de que no hay que
darle armas al enemigo, de que debemos mantener la unidad a pesar de que todos
terminemos embasurados y degradados.
Debemos callar por las buenas o por las malas: "Ya sabes lo que te conviene". Lo
cierto, es que la "mayoría" en cada partido no habla porque está prohibido,
porque siente miedo, porque ha probado la amenaza, la tortura, la muerte de
algún amigo o familiar".
En lo que llamamos política hay verdades que no se dicen, pero ¿para qué se van
a decir si no hay receptores que las oigan? ¿Para qué si los que viven
declarando en los medios acusan sin pruebas, si no tienen más argumentos que el
insulto, si hoy dicen una cosa y mañana se contradicen… y su palabra "tiene más
valor" que la de cualquier ciudadano honrado?
¡Pero qué increíble, basta que algún asomado de otro país diga lo que pasa en
Venezuela, expertos en terrorismo, como un Bush, un Gaviria, un Negroponte…;
aunque no sepan dónde queda nuestra patria, para que, particularmente la gente
de la clase media ", levante las orejas y diga amén"! "Son buenos ciudadanos,
son buenos borregos".
Estos dóciles y "buenos" ciudadanos, sin identidad nacional, en su mayoría
imitan todo lo extranjero porque lo nacional es pura porquería. Quieren ser
europeos o gringos aunque la realidad física, política, económica, cultural y
social sea distinta, diferente, no se parezca en nada y no tenga nada que ver
con nosotros. Aunque Venezuela sea el cielo, quieren convertirla en el infierno
porque eso parece que les permite elevar una auto-estima que no tienen.
En la calle, la queja continua y más frecuente va del lado de lo económico y lo
político. Se habla de las metidas de patas hasta la saciedad de esta sarta de
ignorantes que nos rodean económica y políticamente, se los insulta y mucho más;
pero son tan sordos que ellos piensan que han ganado popularidad. ¿Esto tendrá
algo que ver con aquello de que mejor que me saquen la madre y me pateen el rabo
a ser ignorado?
Pobrecitos politiqueros, ellos no tienen la culpa de ser así porque nosotros
entendemos y defendemos la idea de que ser líderes es mandar sobre los demás, es
controlarlos, es decidir por ellos,! y claro, cuando se obliga al otro a decidir
por nosotros, qué cómodo queda responsabilizar y culpar al otro!
La gente parece no querer líderes y asumir responsabilidades, parece desear
politiqueros que sean caudillos, unos machos, por no decir matones, que a la
menor diferencia saquen sus colmillos a relucir. Muchos hasta quieren ver sangre
en la calle y que saquen a la policía como un Alfredo Peña o un Radonsky
cualquiera. ¡Qué hombres tan bellos! Dicen algunas mujeres: "¡Esos si son
hombres de pelo en pecho!"; para luego lamentar el maltrato físico.
¡Qué curiosos somos! Cuando nos dan palo y/o vemos quemar las barbas de nuestro
vecino, los pobres desgraciados, el montón de politiqueros que les hace el juego
a los que creen en las bondades de las dictaduras, son llamados "tiranos".
Cuando hay quien lidera y gobierna con justicia es llamado blandengue,
amanerado, mariposo, pargo…
Cómo nos gusta quejarnos y catalogar a los demás de injustos y tiranos aunque no
los sean. Es tirano el docente que cumple con su deber de dar clases y nos
recuerda nuestra responsabilidad de estudiar; el jefe que nos reclama porque
"hoy quisimos tomarnos la mañana libre sin decir nada". Todo ello sin que nos
paseemos ni remotamente por la idea de ¿Cuán tirano somos nosotros con los
demás?
¡Claro, aquí no se puede hacer nada! ¡Nunca cambiaremos! ¡Me siento estancado!
¡No vale la pena estudiar! ¡Esto no es vida, estoy harto de todo, siento que mi
vida no tiene más sentido que el de trabajar, producir para ganar cuatro monedas
y apenas comer!
Concretemos un poco. ¿Qué dicen el estudiante, el profesor, el trabajador…?
"No me toman en cuenta". "Nadie me valora ni aprecia de verdad"; "el otro, el
profesor, mi jefe, el ¿líder?... ignoran mis capacidades y me matan de
aburrimiento". "Cualquier persona sin mi preparación puede hacer esto". "Siento
que el país, que la universidad… igual marchan conmigo o sin mi". "Me siento
frustrado, desanimado, solo, estresado y no siento que la vida tenga sentido,
algo me falta, algo nos falta". "Corro todo el tiempo, el tiempo no me alcanza,
¿y para qué?". "Con frecuencia siento miedo y estoy ansioso por saber que haré a
continuación". "Me aburre la escuela, el bachillerato, la universidad, el
trabajo, la tonterías del partido, las agresiones gratuitas de los 4 Jinetes del
Apocalipsis…, no le encuentro sentido a lo que hacemos".
Pero quienes usurpan y deforman el liderazgo, es decir, los padres, los
docentes, los políticos, el jefe, el cura…, están metidos en su mundo, no oyen…,
ni siquiera nosotros mismos nos escuchamos cuando decimos estas cosas y no
hacemos nada por cambiar esta situación. Típicamente ante esto salimos del paso
y no se nos ocurre mejor idea que cambiar al presidente, al gobernador, al líder
del partido, al jefe…, pero de cambiarnos a nosotros mismos, ¿estás loco? ¿Qué
te pasa?
Tenemos un complejo de perfección, somos soberbios, desconocemos el significado
de la humildad, lo cual no nos deja admitir que debemos cambiar aun cuando
estamos plenamente conscientes de que somos nosotros mismos los que "metemos la
pata y mucho más allá".
Lo que vengo diciendo supone un grupo que habla y no es escuchado y un grupo
que, además de no escuchar, habla por todo el mundo.
El juego es tú te callas y yo hablo. ¡Está bien, me callo!, pero ¿qué nos dicen
quienes hablan todo el tiempo? ¿Cuál es su mensaje?
Lo siento, hablar no es emitir sonidos por la boca. ¡Está bien, emitir palabras
usando la boca! Entre tanta verborrea, que nos cansa, que nos fastidia, que
carece de mensaje concreto y que transpira discordia, no veo sino un hacerse
notar.
No, un momento, sí existe un mensaje entre quienes hablan y hablan para hacerse
notar.
Hay, por ejemplo, entre los que fingen ser políticos, un señor, una señora,
desesperados porque los tomen en cuenta, porque los oigan… Nos envían a gritos
un mensaje de auxilio: "por favor, le suplico que piense que soy importante, que
digo cosas importantes… y la mejor manera, bueno, la única que aprendí en este
mundo del machismo, es la de ser violento, la de hacerme del poder y que la
gente se calle y me obedezca. No tengo nada que decir, es verdad. Lo peor es que
yo también me siento tan inconforme como ustedes, me siento desgraciado,
solitario… necesito que alguien me oiga y me aprecie, por eso, tal como me
enseñaron, para ser alguien, me paro sobre la cabeza de los demás y ya sabe de
sobra lo que hago. Por todo eso robo, por eso mato, soy corrupto y acumulo
dinero sin importarme las consecuencias sociales y sin poder y sin saber
disfrutarlo. Yo también soy víctima de la sociedad que entre todos hemos creado.
¡Por Dios vote por mí, hágame sentir importante!".
¡Bueno, yo soy como soy. Respéteme! ¿Cuál es el problema de ser como soy. No soy
yo el que debe cambiar, son todos los demás lo que están en la obligación de
hacerlo?
Hay un grupo que no es escuchado y un grupo que sin tener nada que decir habla
hasta por los codos por doquiera que vayamos, pero la tragedia no termina allí.
Entre todos nos hemos rodeado de tales niveles de ignorancia y de
desconocimiento de quiénes somos los Seres Humanos que hasta los Ph.d,
los philosofical doctors, confunden amor con sentimentalismo y debilidad;
liderazgo con poder; ser honrado con ser pendejo; estupidez, ser vivo y corrupto
con ser inteligente; humildad con sumisión y postrarse a los pies de los demás;
tener voluntad y ser disciplinado con coacción de la libertad. "Que se le ponga
límites a alguien, que se la hagan observaciones… ¡Dios mío, qué agravio, que
ofensa!".
Si cree que exagero, vaya a la universidad y dígale al rector que la universidad
no es un estado dentro de otro estado, dígale a los profesores que en lugar de
dedicarse a hablar en contra de los "amarillitos y los azulitos", de vez en
cuando y para variar, al menos dicte un ratito la materia".
En este mare mágnum de cosas, de confundir las palabras e ignorar su
significado y de no ser escuchado, de hablar como la mayoría de los medios
privados de sentido y de comunicación, de docentes y curas que nos quieren
obligar a actuar de cierto modo mientras ellos hacen todo lo contrario…; muchos
han sido quienes han perdido la capacidad de entenderse tanto a sí mismos como a
los demás; desconocen qué es eso de ponerse en el lugar del otro…, no extraña
entonces la amargura, el que se pasen la vida entre mal entendidos y
desavenencias.
¡Claro, no nos han enseñado a valorar la vida, a vivirla, a amar y con
frecuencia hacemos de esta una sociedad en la cual vivimos "como sea"!
Lo grave es que muchos venezolanos han perdido su capacidad de reírse de sí
mismos y no hallan sino euforia en tantos vicios, en supuestos éxitos
pasajeros…; la juventud no encuentra norte porque ni es tomada en cuenta ni se
la valora…
¡Y para que lo sepa, ni nos importa lo que pase con la juventud, ellos deben
hacer lo que les ordenamos. Nada más!
¡Perdone usted, don!
Junto a ello, muchos venezolanos también han perdido su capacidad de ver lo
bueno en los demás. Muchas personas, en medio de su miedo y resentimiento, han
desarrollado una espectacular capacidad para ver lo negativo en los demás a
niveles "ultramicroscópicos", y si abren la boca no es sino para destacar lo
negativo de los demás. Son sujetos que aunque viven en el mejor país del mundo,
no hacen sino decir que todo es pura m…
¿Cuál puede ser la autoestima de un grupo significativo de personas que viven en
un ambiente en el que "no quiero oír a nadie y quítate de ahí para ponerme yo"…?
¿A dónde se fueron el amor, la confianza, el compromiso, el liderazgo?
A falta de hablar desmedidamente, por querer ser oídos y de no ser escuchados,
observamos a nuestro alrededor una sociedad enferma en la cual muchos de sus
miembros se han vuelto y son jactanciosos, pretensiosos, echones, arrogantes,
vanidosos, autosuficientes, pedantes; mientras que su contraparte para mantener
el juego, es decir, los que se dicen débiles, han desarrollado el esquema de
"pobrecito yo" y de auto-indulgencia.
La gente se ha olvidado así de ser auténtica y actúa como si trabajara, como si
fuera honrada, como si fuera padre de familia, como si fuera un político, un
comunicador social, un sacerdote, un docente…
De los 10 Mandamientos cometen el peor de todos los pecados porque a través de
él se cometen al mismo tiempo los otros 9: "no mentiras"; porque se han
inventado una imagen que no son ellos mismos, traicionándose a sí mismos; porque
atacan su amor propio y el amor hacia los demás, hacia a la vida.
Nuestros líderes son transgresores permanentes del "no mentiras", tal vez por su
miedo a vivir, a amar y sentir que deben controlarlo todo para asegurar
efímeramente su integridad psicológica. Por afirmarse, mienten y son capaces de
degradarse y degradar, de imponernos mundos que no existen, imposibles…, que nos
destruyen, usando ideas como la de que son autosuficientes y hasta Mesías que
nos salvaran a todos.
¿No es eso pedantería, vanidad, echonería que trasluce la poca confianza que
tienen en sí mismos?
Me impresionan esos "líderes" que son sabelotodos, que todo lo van a arreglar,
deben haber leído mucho a "superman", visto muchas películas del "Sucio Harry"
protagonizado por Clint Eastwood o haberse embasurado el cerebro con esa
historia oficial en la cual los héroes logran todo sin la participación y
compromiso de los demás.
La realidad es muy diferente: "Nos necesitamos los unos a los otros"; no hay
nadie que lo sepa todo, ni que lo pueda hacer todo". Les falta humildad, no
conocen la palabra humildad, que no significa desmerecerse, disminuirse, sino
saber ¿quién soy yo?, para ser consciente de las propias capacidades para actuar
en congruencia con nuestras limitaciones y con las maravillas que
individualmente cada uno de nosotros es capaz de realizar.
A pesar de lo dependientes que somos, llegamos a la soberbia de reventarnos con
tal de no admitir nuestras limitaciones.
En el caso de quienes se hacen pasar por líderes políticos, tenemos que la
mayoría se ha vuelto una cuerda de mentirosos compulsivos que han olvidado que
no son omnipotentes, que no pueden gobernar solos, ello, el mentirse a sí
mismos, con tal de mantener a flote su imagen y su importancia personal y el
mantener la actitud de que nos pueden controlar a todos "por nuestro bien".
Como modelos que son, muchos de los que actúan como si fueran líderes políticos,
religiosos… han copiado la ilusión de que no necesitamos del prójimo, algo muy
particular entre los hombres venezolanos, y el precio es que deben cargar con su
complemento en el juego: "los dependientes". Deben vigilarlos para que el mundo
sea como ellos conciben que este pudiera darles seguridad.
No tenemos entonces un problema de raza, de clase social, de sexo, de religión…
Tenemos un problema de soberbia, de mentirosos, de negadores de la realidad:
"negamos las manos de nuestra madre que nos alimentó de niños, de lo necesario
que fueron los maestros para que aprendiéramos a leer"... Hoy adultos: ¿Quién
hace el pan, quiénes nos suministran el agua, recogen la basura, fabrican la
cama en la que dormimos todos los días?
¡Yo, señor!
¡Qué arrogancia! ¡Qué personalidad tienen! la cual por definición, es máscara!
Esta dinámica de la soberbia, de los superiores y los inferiores, del mejor y el
peor, de los buenos y los malos… no ha hecho más que destruir nuestras
relaciones con los demás y con nosotros mismos; ha generado rencor, un rencor
que entre algunos busca la salida en un baño social de sangre, que no sería sino
una catarsis temporal, una liberación efímera del ahogo que produce toda la
comedia social que vivimos.
Somos ladrones ocultos en las sombras de la noche porque nos estamos estafando a
nosotros mismos y a los demás al negar el amor, al negar la vida. Somos
mentirosos compulsivos, ciegos, que pretendemos que todo está mal o que
pretendemos que todo está bien.
Por ello estamos pagando Karma, construimos un destino inevitable: "Hemos creado
un ambiente social insano en el cual la gente no crezca y no prospere"; pero aún
estamos a tiempo de cambiar.