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Latinoamérica

El bunker arriba, la resistencia abajo

Editorial del Mensuario Construyendo *
Montevideo
construyendo.cur@gmail.com
 
La pieza teatral del 29 de mayo, transmitida por cadena nacional, es una fotografía nítida y reveladora. La plana mayor del gobierno y el Frente Amplio, dirigentes blancos y colorados, jefes militares, corporaciones empresariales y "representantes de las organizaciones sociales", juntados y entreverados en una prueba de "unidad nacional". Encerrados en el bunker de hormigón (construido por la dictadura) y custodiados por un gigantesco operativo policial, oficialistas y opositores se dieron cita para justificar la instalación de las multinacionales papeleras.

Un acto repelente de manipulación mediática, sin duda. Pero expresivo de una coyuntura política que revela, de manera contundente, el total divorcio del gobierno y de la llamada "clase política" respecto a las demandas y necesidades populares más básicas; y al mismo tiempo, dice del carácter de una "institucionalidad democrática" que excluye de toda decisión gubernamental al pueblo trabajador, verdadero protagonista y depositario de la soberanía. El espectáculo circense del Edificio Libertad, no hizo otra cosa que mostrar, televisivamente, la naturaleza elitista y politiquera de la democracia burguesa.

Subordinado al programa neoliberal del FMI, seducido por el dinero de la "inversión" extranjera, abrazado al "libre comercio" de Bush, garante del "clima de negocios" que exigen las patronales, y aferrado al mantenimiento de la Ley de Impunidad, el gobierno de Tabaré Vázquez ha desempolvado, más temprano que tarde, su rostro real. Por encima de todo, está el "orden" y la "gobernabilidad". Y el pleno funcionamiento de una economía capitalista de mercado que fabrica, todos los días, miles y miles de trabajadores pobres, trabajadores desempleados, hogares "indigentes" y jóvenes "excluidos". Entonces, ningún cambio. Ni siquiera el "posible".

En todo caso, la novedad estriba en la obsesión gubernamental por el disciplinamiento en el gabinete ministerial. Controlada o minimizada cualquier disidencia proveniente de la interna frenteamplista, donde la hegemonía del gobierno es aplastante, el presidente de la República se dio en llamar al orden a Mujica y Astori y, de paso, de recordarles quien manda. El momento no es casual. Coincide con una crisis que tiene dos factores esenciales. Por un lado, el creciente descontento con la política económica y social del gobierno, lo cual se manifiesta en una pérdida de credibilidad en Tabaré Vázquez. Por otro lado, el aumento de la protesta y la resistencia abajo. Bajo estas condiciones, el gobierno y el Frente Amplio asumen como imprescindible reforzar la imagen de "unidad" y disciplina.

Si el contubernio de los de arriba pone al desnudo el carácter de clase del régimen de dominación y la naturaleza política del gobierno, las movilizaciones de protesta, las huelgas, paros, ocupaciones de fábricas, toma de tierras y acciones contra la impunidad, ponen a la resistencia de los de abajo como el factor social decisivo. Los cientos de luchadores sociales y militantes de la izquierda radical que estuvieron repudiando el conclave realizado en el bunker, apenas son un componente de ese movimiento mucho más amplio que, aún en un cuadro defensivo, comienza a sacudirse la "hipnosis progresista". Los maestros y profesores, las mujeres por el derecho al aborto, los jubilados, los trabajadores de Dancotex y de la salud, y las organizaciones de derechos humanos, confirmaron por estos días, que los de abajo mantienen la capacidad de pelea y reinician un proceso de resistencia popular de masas.

Evidentemente, no desconocemos las dificultades. Que se remiten no sólo a la dispersión de las luchas y a la fragmentación de la izquierda clasista y revolucionaria. También a los obstáculos que enfrenta la lucha política en la fase actual. Las clases dominantes ya no ejercen el poder a través de dictaduras sanguinarias, sino mediante la sutileza "constitucional" y el servicio de gobernantes identificados con una historia de izquierda.

Es clave, entonces, una práctica política de izquierda revolucionaria que, sin abandonar la demanda reivindicativa socio-económica del movimiento obrero y popular, incorpore la dimensión democrático-radical como elemento sustancial en la estrategia de la acción emancipatoria. Lo que significa promover la defensa de todos los derechos democráticos políticos, económicos y sociales recortados y confiscados, al tiempo que impulsar la auto-organización y la auto-actividad de los de abajo, como única vía de superar el chaleco de fuerza de una "democracia representativa" funcional a los de arriba.

* Publicación de la Coordinadora de Unidad Revolucionaria (CUR)                 


Fuente: lafogata.org