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Latinoamérica

Del terror imbécil al optimismo bobo

Roberto Bardini
Bambu Press
Argenpress

Aunque a mediados de los años 70 Alan García cursó estudios de sociología en la universidad de La Sorbona y el Instituto de Altos Estudios de América Latina de París, es poco probable que haya leído al hoy prácticamente desconocido Thierry Maulnier, autor de "Más allá del nacionalismo" (editorial Gallimard, 1937). El presidente electo de Perú debería hojear este librito, que fue uno de los principales referentes en las décadas de 1940 y 1950 para los grandes movimientos nacionales iberoamericanos, entre ellos la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), a la que él pertenece.

En la introducción a ese texto hoy difícil de conseguir, Maulnier escribe: "No crearemos cosa alguna a la que no debamos hacer frente luego. Solamente con esta condición podremos enfrentar los problemas planteados por el mundo moderno sin el desdén estúpido, el terror imbécil y el bobo optimismo que son las máscaras de una inteligencia impotente; y podremos considerar la confusión y la anarquía no como obra de una fatalidad incomprensible, el signo de la decadencia de una civilización o el castigo de nuestros pecados, sino como las dificultades naturales creadas por el desenvolvimiento de la historia humana".

García, que obtuvo la presidencia gracias al "terror imbécil" de la derecha liberal, los nada nacionalistas empresarios "nacionales" y la oscilante pero siempre arribista clase medias peruana, ha prometido que su gobierno será de "centroizquierda". ¿Le bastará su "inteligencia impotente" para luego enfrentar este compromiso, formulado claramente para apaciguar a quienes votaron por Ollanta Humala?

El canditato del APRA sólo ganó en nueve de los 24 departamentos electorales de Perú, mientras que el aspirante nacionalista lo hizo en quince, fundamentalmente en el sur andino y la selva, donde se concentra entre el 70 y el 80 por ciento de la población más pobre. En el paupérrimo Ayacucho, por ejemplo, el candidato nacionalista alcanzó el 80 por ciento de los votos. Las papeletas decisivas a favor de García estuvieron en Lima, el departamento más poblado, que alberga a un tercio de los electores.

Pero el futuro no se presenta fácil para García. Aunque ningún partido tiene mayoría absoluta en el Congreso, la Unión por el Perú, de Humala, cuenta con 45 de los 120 escaños. El resto se divide entre el APRA (36 bancas), seguido de la conservadora Unidad Nacional (17) y la fujimorista Alianza por el Futuro (13).

A lo largo de la campaña electoral se agitaron tres fantasmas contra Humala: su origen militar, su nacionalismo y su falta de experiencia política anterior. Esa triple característica también la tuvieron, en algún momento de sus vidas, el argentino Juan Perón, el peruano Juan Velasco Alvarado, el panameño Omar Torrijos y el venezolano Hugo Chávez. Los tres primeros, al menos, gozan de mejor recuerdo en sus pueblos que del que padece García por parte de sus compatriotas.

Otro fantasma que se agitó muy bien fue el de la injerencia interna del presidente venezolano, sin hacer mención a que está legitimado en su cargo nada menos que por nueve procesos electorales. Y cuando García recurrió a la consigna "Chávez o Perú" no hizo más que desempolvar el lema "Braden o Perón", que fue casi decisivo para la victoria del justicialismo en las elecciones del 24 de febrero de 1946.

García, que es civil y socialdemócrata, posee más trayectoria política que Humala, aunque no puede enorgullecerse de ella ni un gramo: su presidencia (1985-2000), que concluyó en medio de acusaciones de corrupción y violaciones a los derechos humanos, se caracterizó por una hiperinflación de siete mil 600 por ciento, precios que aumentaron 33 mil veces, masacres campesinas en 1985 y 1988, la matanza de 250 presos en tres cárceles de Lima en 1986 y, sobre todo, por abrirle el camino a la "década infame" de Alberto Fujimori.

En adelante, es posible que el futuro juegue a favor de Humala, de sólo 44 años, si logra curtirse más y mejor en las aguas negras de la política demoliberal peruana. Por lo pronto, en noviembre habrá elecciones muncipales y regionales. Quizá entonces llegue -por citar al poeta salvadoreño Roque Dalton- el "turno del ofendido".

Mientras tanto, pasado el "terror imbécil" y en medio del "optimismo bobo", ya corre tiempo de descuento para García antes de que vuelva a sumergirse en el pantano del descrédito político en su segundo mandato o que deba renunciar anticipadamente a la presidencia y fugarse en helicóptero por el techo de la Casa de Pizarro.  

Fuente: lafogata.org