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Latinoamérica
 

Muchas incógnitas en las elecciones peruanas

Miguel Urbano Rodrigues

El resultado de la primera vuelta de las elecciones peruanas confirma una realidad que preocupa Washington. En América Latina desde hace años se asiste a un cambio en la correlación de fuerzas en prejuicio de la derecha. El fracaso a nivel continental de las políticas neoliberales contribuyó a elevar el nivel de conciencia politica de amplios sectores populares.
Los pueblos saben lo que no quieren. Condenan las agresiones imperiales, el saqueo de sus recursos naturales, rechazan el ALCA. Pero el consenso entre las fuerzas progresistas termina cuando se formula la inevitable pregunta: que hacer?
Del Río Bravo a la Patagonia, con raras excepciones, los latinoamericanos siguen pagando un elevado precio por el funcionamiento de los mecanismos de instituciones de fachada democrática, concebidas para servir a los intereses de las clases dominantes.
Los pueblos tienen dificultad en comprender que, por si sola, la elección de presidentes que se presentan con programas anti-neoliberales y antiimperialistas no es garantía de políticas orientadas a la transformación radical de sociedades sometidas al sistema de poder impuesto por EE.UU. Las promesas electorales son casi siempre, no solamente olvidadas, sino negadas por estrategias incompatibles con ellas.
Todo indica que en el Perú empezamos asistiendo a la repetición de un espectáculo bien conocido.
Ollanta Humala, un ex oficial del Ejército, fue el vencedor de la primera vuelta. Durante meses, la candidatura de la derecha oligárquica, representada por Lourdes Flores, lideró las encuestas. Pero perdió ímpetu en las ultimas semanas .Para la mayoría de los 27 millones de peruanos quedó claro que ella seria en la Casa de Pizarro el instrumento de una politica de privatizaciones, una defensora del Tratado de Libre Comercio –TLC con los EE UU, una dócil ejecutora de las exigencias de la Administración Bush, del FMI y del Banco Mundial. La diferencia de votos-en el momento en que escribo-entre ella y Alan Garcia es mínima Cualquiera de los dos puede pasar a la segunda vuelta y enfrentar Ollanta Humala.
La Presidencia de Alan Garcia, en los años 80, dejó memoria por una ola de escándalos de tal magnitud que fue forzado a dejar el país para no enfrentar la Justicia. Nunca respondió por los crímenes y la corrupción de que fue responsable.
Ollanta Humala, para la mayoría de los europeos, es una incógnita. Entre las fuerzas progresistas, sin embargo, un sector importante ,sobre todo de jóvenes, identifica en él a un revolucionario. Intelectuales con responsabilidades, en Francia, Italia y España, ya lo compararon a Chavez, sugiriendo que, si es elegido, optará por una politica bolivariana, de orientación claramente antiimperialista.
Esos ejercicios de futurología son, como mínimo, livianos.
El pasado de Ollanta Humala no justifica el optimismo prematuro de admiradores que hace pocos meses desconocían incluso su existencia. Se presentó como el candidato de los pobres y el marketing de su campaña funcionó .
El discurso inflamado de Ollanta y su tónica antiimperialista no apagan sin embargo la memoria del pasado cuando ejerció como militar el comando de una guarnición en áreas selváticas. La represión sobre los pobladores fue entonces enmarcada por actos de barbarie.
El esfuerzo que desarrolla para convencer al electorado progresista que Fidel y Chavez son para él referencias en lo que se refiere a la defensa de la soberanía nacional, no impresiona aquellos que ven con aprensión sus relaciones con gente que tiene cuentas pendientes con la Justicia. Además de apoyar a candidatos al Parlamento como Torres Caro, que fue un hombre de Fujimori y se mueve en un mundo de negocios oscuros, atribuyó tareas de responsabilidad en su campaña a hombres que trabajaron con Montesinos, quizás el más siniestro aventurero peruano del siglo XX.
En un comunicado hecho público hace días el Partido Comunista Peruano le pidió que aclare los motivos del nombramiento de Salomón Lerner y de coroneles de pasado sombrío para el control de las finanzas de su campaña.
Es un hecho que los hombres cambian a lo largo de la vida y muchas veces avanzan con la historia. Pero no tranquiliza que Ollanta evite el diálogo con las organizaciones de trabajadores, prefiriendo negociar entre bastidores con personalidades políticas.
Frente a tres candidatos-los principales- que inspiraban legítima desconfianza, no sorprende que se hable mucho del «mal menor» y que un porcentaje significativo del electorado haya afirmado que solamente a la hora de votar tomaría su decisión.
El precedente de Alejandro Toledo, un populista que funcionó como marioneta de Washington, preocupa. La izquierda peruana no consiguió unirse en torno a una plataforma programática asumida por un candidato común con prestigio nacional.
Hace cuatro décadas, un soldado progresista, el general Juan Velasco Alvarado, utilizó las Fuerzas Armadas para implantar reformas de contenido revolucionario que, en media docena de años, transformaron profundamente la sociedad peruana. Velasco emprendió la reforma agraria mas profunda de América del Sur, socializó los grandes diarios, expropió la IPC, la transnacional que controlaba el petróleo, y el gigante minero Cerro de Pasco; creo las comunidades industriales, nacionalizó casi todo lo que había que nacionalizar. Pero esas grandes reformas fueron emprendidas verticalmente, sin participación popular. Cuando, alejado Velasco de la Presidencia, su sucesor , un cómplice del imperialismo, el general Morales Bermúdez, abrió las puertas a la contrarrevolución – invocando la democracia- el pueblo permaneció pasivo y no supo defender lo que había recibido como dádiva, casi sin lucha.
En pocos años, Perú volvió a ser un país sometido al imperialismo, tratado por Washington como semi-colonia.
Sintetizando: la victoria de Ollanta Humala en la primera vuelta de las elecciones peruanas ha sido, sin duda, una derrota de la derecha. Pero el futuro próximo es todavía impredecible. Las incógnitas, muchas, persisten.
El Partido Comunista Peruano llama la atención del pueblo con respecto a ellas al dirigirse al candidato:
«Esperamos, señor Ollanta Humala que, de ser elegido, cumpla con las demandas populares y todo su nacionalismo y antiimperialismo no sean una pose; de no ser elegido, esperamos que este con el pueblo, luchando por sus reivindicaciones en las calles, construyendo la unidad de la izquierda, que no sea solo alternativa de gobierno sino de poder popular».       


Fuente: lafogata.org