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Latinoamérica

El fracaso neoliberal parió la posibilidad de que haya democracia en Colombia

Entrevista a Antonio García, jefe militar del Ejército de Liberación Nacional de Colombia/II parte y última

Gerardo Arreola
La Jornada

En el gobierno del presidente Alvaro Uribe aún no hay un claro reconocimiento del conflicto interno en Colombia, dice a La Jornada el jefe militar del Ejército de Liberación Nacional (ELN), Antonio García.
"Se sigue considerando que lo que existe es una amenaza terrorista y eso limita el tratamiento del problema", afirmó el jefe de la segunda guerrilla colombiana.


Además, considera que el recién firmado Tratado de Libre Comercio (TLC) "se atraviesa de manera transversal" en el proceso de paz. La agrupación guerrillera es favorable a un referendo para ratificar o descartar ese acuerdo.
García, quien encabeza en La Habana la delegación rebelde a las conversaciones con el enviado gubernamental, Luis Carlos Restrepo, evalúa esos encuentros en forma muy cautelosa.
"Estamos avanzado, hay giros muy leves -dice-, aunque aún no sabemos el real fondo de la postura del gobierno. Creemos que es importante avanzar y que el país sea el que vea. La disposición del ELN es honesta, es seria, tiene voluntad de construir un camino de paz, pero no depende solamente de su voluntad".
El comandante guerrillero explicó que el anunciado cese del fuego para el próximo domingo 12, cuando se elegirán diputados y senadores en Colombia, comprenderá todo ese día y "unas horas antes y después".
El ELN suspenderá "esencialmente operaciones ofensivas que tengan que ver con la jornada electoral y cualquier otro acto militar que pueda incidir" en las votaciones.
No han tomado una decisión para repetir esa minitregua en los comicios presidenciales del 28 de mayo. Esperarán a ver el cuadro político del país y la suerte que corra el diálogo, que ya lleva dos rondas (diciembre y febrero) y tiene prevista una tercera (abril).
Sobre las conversaciones, dijo García: "Nunca antes había estado tan distante un gobierno de la negociación y de la posibilidad de abrir un camino de paz. Eso sigue siendo una realidad. Lo que hemos tratado aquí es darle cierta formalidad". Hasta ahora solamente hay "pequeños pasos": la declaración pública de las partes de buscar la paz y la identificación de los actores.
-Es difícil imaginar un eventual acuerdo de paz entre el ELN y el gobierno sin tomar en cuenta la influencia de otros factores, como el desenlace de la desmovilización de paramilitares, la posición de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, principal guerrilla), el recién firmado TLC y el narcotráfico...
-Por supuesto que en un proceso de paz de largo plazo y estable tiene que contarse con todos esos factores, inclusive con un desenlace favorable. Este proceso que intenta abrir el ELN pretende estar conectado con la solución general: cómo desde la dinámica del ELN se puede alumbrar, no quiero decir meter a todo el mundo, en el mismo proceso. Creemos que cada situación debe generar su propia lógica, en una gran lógica nacional. El tema del narcotráfico es un asunto que estamos obligados a superar.
"El ELN no tiene nada que ver con el narcotráfico, por tanto se le facilita más, a lo mejor, diseñar escenarios, diseñar propuestas, activar mecanismos que permitan tratar de resolver el problema. Tiene que ser dentro de los marcos de la soberanía nacional y de la corresponsabilidad internacional. El tema de los compañeros de las FARC pensamos que pueden gestar una nueva lógica, a lo mejor no igual a la del ELN. Otra lógica, que pueda enriquecer el proceso global de solución política. El paramilitarismo es un tema que está cruzado ahí, que aún no se ha resuelto..."
-Ya Venezuela protestó por la actividad de los ex paramilitares en la frontera...
-El problema es que hay desmovilización y desarme parciales, hay activación de nuevas unidades paramilitares con destinos en varias partes. Núcleos pequeños quedaron cuidando laboratorios. Hay un traslado de unidades de centros rurales a centros urbanos, aparentemente desarmadas, pero con protección de fuerzas estatales como la policía y el ejército. Tienen la presión de estos grupos aparentemente desarmados para cuidar a determinados candidatos aliados al uribismo. En fin, la expresión del paramilitarismo, su acción, no ha cambiado. Hay una legalización de la impunidad. El tema del paramilitarismo tiene una deuda muy grande en lo humanitario y en lo social. ¿De qué manera esa deuda se va a cancelar? No lo sabemos.
-¿Y el TLC?
-El TLC se atraviesa de manera transversal, podemos decir, en el camino de la paz y de la salida política al conflicto. Lo correcto hubiese sido consultar a la sociedad. Hay que ver si el acuerdo beneficia al país o a las trasnacionales. Si se beneficia la producción nacional, los agricultores, qué tan afectado queda el consumo, qué tan dependientes quedamos en el plano alimentario.
"Creemos que es una gran irresponsabilidad tratar todos estos temas de manera unilateral por círculos muy reducidos del establecimiento con Estados Unidos. Hasta ahora lo firmó el Ejecutivo. Tiene que ir al Congreso y a la Corte Constitucional, pero también al pueblo. A lo mejor tengamos que dinamizar una propuesta mucho más amplia, restaurando la necesidad de hacer un referendo nacional.
-Volviendo a las FARC, ¿ustedes tienen en el horizonte una puerta abierta para incorporarlas a un debate sobre el proceso de paz, compartir su propia experiencia?
-Nosotros somos muy respetuosos de esos compañeros. Los consideramos hermanos de lucha, hermanos de ideales y no va a haber de nuestra parte desconocimiento de su soberanía. Por tanto, creemos que las FARC construirán su propia lógica, en la misma expectativa que tenemos todos los colombianos: queremos una Colombia diferente, una Colombia en paz. El ELN no tiene ninguna pretensión de que las FARC estén en el proceso del ELN. Es FARC con su propia autonomía, con su propia visión, que podrá generar su propia dinámica. A lo mejor podemos tener puntos de encuentro, de confluencia. Por supuesto que nos gustaría trabajar escenarios comunes con las FARC y en ningún momento, ni de aquí ni de allá, va a haber dependencia.
-Pero algo discutirán...
-Tenemos mecanismos de comunicación interna, de comentarnos qué estamos pensando, qué estamos haciendo. Hay intercambio de correspondencia...
Todo continúa igual
-¿Qué significaría un segundo gobierno de Uribe?
-Tiene que mirarse si la estrategia que ha pretendido adelantar Uribe dio resultados o no. El empezó un mandato en el que a los 18 meses la insurgencia iba a ser aniquilada. Eso no ha resultado cierto. Tampoco la resolución de los grandes problemas sociales. Eso esta ahí latente. Además, el gobierno está en el contexto de un proceso de democratización de América Latina. Tiene que flexibilizarse. Este país es el único que trata de mantener la hegemonía con la vieja política estadunidense, que ya no tiene el mismo filo. Es de esperar que si hay una repetición del gobierno de Uribe, deban darse cambios.
-Tomando en cuenta ese nuevo panorama de América Latina, con la tendencia de gobiernos progresistas, ¿cómo hay que entender la experiencia de la lucha armada?
-En otros países se logró evolucionar desde el movimiento insurgente hacia estadios de represión brutales. Los estados no pudieron interpretar lo que el movimiento insurgente buscaba. Pero fue desde el movimiento social y con la participación de expresiones políticas venidas desde la insurgencia que se logró transitar a una democratización, en un momento de desgobernabilidad. No fue la evolución del sistema lo que provocó los cambios democráticos. Los cambios no se dieron por voluntad de los partidos tradicionales, de la oligarquía.
"Fue el fracaso del neoliberalismo lo que hizo parir la posibilidad de una democracia. La ausencia de soluciones alternativas a su modelo creó un vacío de gobernabilidad. No podemos decir que son bondades del sistema. Es un fracaso del sistema. Pensar que se pueda dar un proceso de democratización sin el uso de las armas es la gran interrogante. Al existir la insurgencia como un factor que va a permitir la democratización de Colombia en una negociación política, nos parece que es un ingrediente novedoso en este proceso de América Latina, como factor que permita recomponer todo ese tejido social que fue destruido con la violencia". 

Fuente: lafogata.org