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Latinoamérica

Celulosa y soberanía
    ¡Guerra al imperialismo porteño!    

Andrés Capelán

El otro día, leyendo en el diario todo esto del aumento de la tensión entre estas  provincias del Virreinato del Río de la Plata por la instalación de las fábricas de pulpa de celulosa, me dió por pensar qué pasaría si nuestro país le declarara la guerra a Argentina...
En principio, no sería difícil hacer un paralelismo entre esta lucha por nuestro derecho a contaminar un río que al fin de cuentas lleva el nombre de nuestro país y no el del suyo, y la lucha del Padre de la Patria contra el Directorio Porteño. Mejor aún, es a todas luces evidente que la actitud del actual gobernador de Entre Ríos, Jorge Busti, guarda una asombrosaa correspondencia con la de su antecesor Francisco Ramírez, el más connotado traidor a Artigas.
El presidente Vázquez podría salir por cadena de radio y televisión haciendo notar que, así como en 1820 Ramírez firmó las cláusulas secretas del Tratado del Pilar con el Directorio Porteño a espaldas del Protector de los Pueblos Libres, su heredero Busti ha firmado ahora un pacto secreto con los patoteros de Greenpeace y la Asamblea Ambientalista de Gualeguaychú para evitar que nuestra Patria se desarrolle y se independice del Mercosur.
Pero además, en caso de ser necesario, nuestro país podría solicitar la ayuda militar de Finlandia y España, ya que esta guerra tiene como origen no sólo la defensa de nuestra soberanía, sino la del derecho de las dos naciones europeas a hacer sus buenos negocios en estas tierras.
Ambas fuerzas armadas están altamente calificadas para darnos una buena mano. De más está decir que los españoles tienen más de 500 años de experiencia en esto de hacer guerras en América, y se conocen de memoria la ruta Cádiz - Buenos Aires. En cuanto a los finlandeses, no hay que olvidar que ese país le dió terrible paliza a la Unión Soviética cuando la guerra "fino-soviética" de 1939-40, y que su ejército es experto en combatir en la nieve. Los finlandeses podrían atravesar fácilmente los Andes e invadir Argentina por Bariloche, con la complicidad de los chilenos, que odian a los porteños, y ya han hecho cosas de esas.
Por otro lado, España y Finlandia integran la Unión Europea, así que no sería descabellado pensar que podríamos lograr fácilmente el apoyo militar de Gran Bretaña, un país que tiene experiencia reciente en esto de ganarle guerras a los argentinos, y experiencia antigua en eso de invadir Buenos Aires. Llegado el caso, hasta podríamos lograr el apoyo de Estados Unidos, simplemente apurando el trámite del Tratado de Libre Comercio.
Y si los porteños no se doblegan ante todo ese despliegue militar internacional, bastaría con esperar a que las plantas de celulosa comenzaran a funcionar y poner unos grandes ventiladores para mandar todo el humo para allá, o fumigar Buenos Aires con sus efluentes. Yo estoy seguro de que el presidente Vázquez pasa tanto tiempo en Anchorena porque está planificando algo de eso. Me lo imagino en lo alto del mirador de la estancia, mirando con sus binoculares hacia el otro lado del río...
Pero bueno, cuando me puse a analizar la situación militar, casi deseché la idea: "Los milicos uruguayos y argentinos son amigos, se conocen personalmente desde las épocas del Plan Cóndor, no se van a andar peleando entre ellos si no hay plata de por medio" -pensé. Claro que eso se podría solucionar haciendo una colecta -colegí- pero casi enseguida me dí cuenta de que de todos modos eso sería inútil, ya que los amigos argentinos de los militares uruguayos en actividad, o han sido pasados a retiro a prepo, o están en cana.
Así que, a pesar de la diferencia cuantitativa entre ambas Fuerzas Armadas, los uruguayos tenemos lo cualitativo a nuestro favor. Porque al contrario de la novata oficialidad argentina, la nuestra tiene una valiosa experiencia acumulada desde la década del setenta en esto de "hacer la guerra" de un lado y del otro del Río de la Plata (el comandante Bonelli, por ejemplo, conoce como nadie la ruta del "puente aéreo" Buenos Aires-Montevideo).
Si lográramos apresar a algunos comandantes argentinos, marinos como Craigdallie, Semblat, Maglioca o Lebel, podrían lograr fácilmente que nos contaran sus secretos, aplicando los ricos conocimientos que adquirieron a su paso por la cárcel clandestina de los Fusileros Navales, por ejemplo.
Pero además, nuestros militares en actividad son muy amigos de nuestros militares retirados (algunos hace muy poco tiempo), por lo que podrían recurrir a ellos en caso de alguna duda sobre los procedimientos a utilizar para enfrentar al enemigo.
El Mercosur, al decir del ministro Mujica "no sive para un carajo"; el presidente Kirchner no hace nada para impedir los cortes de ruta en los puentes, y hasta ampara a los patoteros de Greenpeace que violan nuestra soberanía invadiendo nuestro territorio con helicópteros y gomones; el gobernador Busti nos quiere denunciar ante jueces y tribunales internacionales; hace años que ni Peñarol ni Nacional pueden ganarle a Boca o a River; los turistas porteños son imbancables; la televisión argentina es una basura; ellos dicen que Gardel era francés e incluyen a Florencio Sánchez y a Horacio Quiroga en las listas de escritores argentinos; Charly García viene a Punta del Este a trompear fotógrafos; Roberto Giordano hace desfilar a menores de edad y monta su escenario estropeando las impolutas dunas de nuestro principal balneario; Pancho Dotto se porotea a nuestras mejores minas...
¿Qué estamos esperando entonces para declararle la guerra a Argentina? ¡Nos sobran los motivos!. Y por si fuera poco, en esta cruzada, el presidente Vázquez cuenta con el apoyo de todos los partidos políticos como la gente.
¡Nunca tuvimos tanta unanimidad! Están dadas tanto las condiciones objetivas como las subjetivas, sólo falta dar un poquito de manija para enfervorizar al pueblo y lanzarse a la lucha. La coyuntura es la ideal, la correlación de fuerzas está a nuestro favor, contamos con la experiencia necesaria para triunfar y tenemos aliados poderosos. ¡La historia nos llama! ¡Es hora de vengar al Padre de la Patria! ¡Guerra al imperialismo porteño, a sus alcahuetes entrerrianos traidores de Artigas y a esos patoteros de Greenpeace! ¡A las armas compatriotas que la Victoria es nuestra! ¡Habrá celulosa para todos o celulosa para nadie! ¡Botnia y/o Muerte, venceremos!          

Fuente: lafogata.org