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Latinoamérica

Shafick: un hombre cabal

El movimiento revolucionario latinoamericano ha perdido a uno de sus más prestigiosos líderes

Marina Menéndez Quintero

En la plaza de la revolución, durante el primero de mayo del 2005. Foto: Angelito Baldrich

Nadie podía ignorar la relevancia trágica de la noticia que dio a conocer un portavoz del FMLN, cuando un despacho de prensa anunció: "El líder del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional y ex candidato presidencial de El Salvador, Shafick Handal, sufrió la tarde de este martes un paro cardiaco al llegar al aeropuerto internacional de Comalapa, 40 km al sur de la capital".

Poco después, las mismas agencias cablegráficas confirmaban la irreversibilidad del suceso que priva a América Latina de uno de sus dirigentes revolucionarios más consecuentes. Shafick, como solíamos referirnos a él los cubanos con el mismo afecto que nos demostró, no se había recuperado y fallecía ayer mismo en un hospital de San Salvador.

Hacía apenas unas horas había asistido a los actos de toma de posesión de Evo Morales en Bolivia con el regocijo propio de alguien que, como él, confiaba en los cambios que están abriendo las puertas de una era mejor en Latinoamérica.

A poco de conocerse su deceso, el periodista salvadoreño Juan José Dalton confió en una nota de prensa que Shafick estaba alegre por los resultados electorales recientes en Bolivia y Chile. "Es la ola de la izquierda...".

Mientras los mensajes de condolencia afloraban en su país al tiempo que se conocía su fallecimiento, llegaban allí, desde La Paz, las expresiones de pesar en la voz del legislador del Movimiento al Socialismo (MAS), Antonio Peredo, con quien Shafick había compartido dos días antes en los actos de asunción: "Lo siento mucho porque Handal ha sido un hombre que levantó en alto las banderas de la revolución y pudo conducir al FMLN en esa transición tan grande que fue pasar de la guerra del enfrentamiento a la oposición, y a la lucha democrática en un Salvador que estaba desgarrado".

 LÍDER ESTUDIANTIL, MILITANTE POLÍTICO, GUERRILLERO Y LEGISLADOR

Si algo descuella en la prolija hoja de servicios a favor de su patria que deja Shafick Handal es, justamente, eso: la inamovilidad de sus principios, aun en los muy distintos escenarios en que desarrolló esa lucha.

Antes de verle en Cuba como invitado a más de una concentración popular en su calidad de legislador, su nombre estaba más asociado a los partes de guerra del guerrillero FMLN.

Sin embargo, Shafick asumió su compromiso revolucionario desde que era casi un niño.

La dirigencia estudiantil durante la vida secundaria le permitió ser partícipe del derrocamiento del dictador Maximiliano Hernández Martínez, en 1944. Era alumno de Derecho en la universidad cuando ingresó al Partido Comunista, lo que le costó varias veces el exilio. Su vida siguió marcada por la clandestinidad luego de que, en 1973, fue electo secretario general de esa agrupación política.

Cuando más candente era el conflicto que enfrentaba al guerrillero FMLN y al ejército de El Salvador, provisto de las armas y la asesoría del Pentágono, mientras los escuadrones de la muerte masacraban a las masas, Shafick se incorporó al movimiento insurgente. Era el año de 1980. Poco después su nombre estaría entre los miembros de la Comandancia General de la guerrilla.

Las negociaciones de paz que pusieron fin a la guerra salvadoreña en marzo de 1992, y en las que Handal fungió como uno de los negociadores de la guerrilla, no cambiaron su derrotero.

Desde el Parlamento y como jefe de la bancada efemelenista, continuó fustigando las políticas entreguistas y neoliberales que hacían cada vez más precaria la vida de los salvadoreños.

LEAL A SUS CONVICCIONES

El prestigio que se había ganado entre los salvadoreños pudieron convertirlo en el hombre que dirigiera las transformaciones en su país cuando el FMLN lo postuló como presidente, en los comicios del año 2004.

Pero la manipulación, el chantaje y las presiones de Estados Unidos se convirtieron en lo que el propio Handal denunciaría como una "campaña del terror".

El FMLN y su aspirante fueron satanizados haciendo volar sobre ellos, otra vez, al fantasma del anticomunismo. Washington amenazó con impedir la llegada de las remesas que constituyen hoy la principal fuente de ingresos de una economía devastada por el mal quehacer de sus gobernantes. Así se le robó el voto a un partido que se había propuesto luchar contra la corrupción, salvar de las privatizaciones al maltrecho sistema de salud, acabar con la funesta dolarización de la economía, e incentivar la mediana y pequeña empresa poniendo freno al maremoto neoliberal que tantos estragos había causado en la región.

"En nuestro programa —adelantaría a una periodista de Resumen Latinoamericano a poco de conocerse su nominación— hemos definido ya acciones y políticas encaminadas a desmontar el modelo neoliberal (...) Se trata de sustituirlos por otras políticas pensadas con cabeza propia".

Con él pudieron cambiar los destinos de El Salvador.

No fue de los que se amilanó cuando la caída del Muro de Berlín desvertebró a tantos. Tampoco se retractó alguna vez de sus convicciones.

Reciprocó la solidaridad de Cuba, y jamás escondió la admiración y el respeto que sentía por su Revolución y por Fidel.

Así, la pasión del verbo con que más de una vez fustigó el injusto y cruel asedio de EE.UU. contra nuestra Isla, desbordaba en Shafick al denunciar el amparo que distintos gobiernos salvadoreños han dado al terrorista Luis Posada Carriles.

Similares posiciones podían escucharse, lo mismo desde su curul en el legislativo salvadoreño, que durante alguna de sus alocuciones como invitado a los actos por el Primero de Mayo, en la Plaza de la Revolución.

Enérgico, pero atento y cordial, atendía al momento si una llamada desde Cuba irrumpía en sus labores congresionales o la tranquilidad del hogar, para rogarle una breve entrevista telefónica.

Su más reciente aparición pública pudo ser durante el Aló Presidente donde, invitado por Hugo Chávez, vio y escuchó a los médicos cubanos que desarrollan en Venezuela la Operación Milagro. Shafick también intervino, y estaba igualmente feliz. Así lo recordamos, fiel a su pueblo y vibrando con las causas nobles y hermosas de todo el continente.

Fuente: lafogata.org