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Latinoamérica

En la ruta de La Otra Campaña

(reflexiones críticas a un artículo de E. Dussel)

Por: Adrián Sotelo

En el contexto de la coyuntura político-electoral y de La Otra Campaña, Dussel expone un argumento que, según él, contiene dos premisas: a) La primera sostiene que "…el enemigo a vencer por la elite en el poder en México, después de 76 años, es el candidato de un partido de izquierda (¿?) a la presidencia".

b) Amparado en "especialistas nacionales y extranjeros en encuestas políticas" el autor esboza su segunda premisa: indica que, ante un umbral de alto abstencionismo —como históricamente es en México de hasta 60% en promedio debido a los altos niveles de corrupción y desconfianza del pueblo hacia el régimen político, incluyendo aquí a los gobiernos actuales foxistas y perredistas—, es la "población indecisa" la que define las elecciones; pero que, cuando "…hay votación masiva (mayor de 65 por ciento) el candidato indicado (¿?) difícilmente será derrotado", por lo que "Hacer que la población no vote es un objetivo táctico fundamental para la elite en el poder".

Aquí es preciso hacer tres comentarios críticos puntales a estas dos premisas del argumento central de Dussel.

En primer lugar, el autor tendría toda la razón del mundo si realmente el "candidato de izquierda" al que él alude (se infiere que se refiere al candidato único del PRD, el señor López Obrador) fuera de izquierda y no socialdemócrata, como verdaderamente es, un neopriísta refuncionalizado en los contornos del poder dominante en México.

En segundo lugar, sin cuestionar ni un ápice la naturaleza de las elecciones en México y el férreo control que el Estado y la elite política ejercen sobre ellas, Dussel esboza un argumento falaz al decir que si el voto es ejercido por una mayoría de 65% o más del padrón electoral, entonces el candidato de "izquierda" será el seguro ganador. Por ello, concluye, la "elite del poder (que no identifica y no define) está empeñada en promover y difundir el abstencionismo. De donde resulta, entonces, que todo ciudadano y ciudadana que no vote, automáticamente está en contubernio con la elite del poder y en contra el candidato de izquierda (¿?).

En este contexto Dussel inscribe La Otra Campaña que ha emprendido el movimiento de la izquierda no parlamentaria y revolucionaria y el EZLN en México.

Según él, la susodicha elite del poder manipula a La Otra Campaña con el fin de "dividir a la izquierda" —sin identificar a quién o a quiénes les atribuye ese apelativo. En seguida, mañosamente y para enturbiar el movimiento horizontal emprendido por la izquierda revolucionaria y antiparlamentaria, dice que esa división se va a dar entre la primera campaña (¿?) y La Otra Campaña. Pero hay que subrayar que la campaña electoral de los partidos políticos y, en particular, la del PRD de López Obrador, no constituye para nada "la primera campaña" sino más de lo mismo, es decir, el ritual electorero groseramente multimillonario que cada sexenio se desarrolla en el país impulsado por el gobierno en turno y justamente en concordancia con los intereses estratégicos y hegemónicos de la mencionada elite del poder para perpetuar y reproducir el sistema de dominación y de explotación del capitalismo dependiente y subdesarrollado. Y aquí todos los partidos políticos ponen su granito de arena. Por lo tanto, histórica y políticamente sólo existe La Otra Campaña, porque la electoral se extingue el día 6 de julio del 2006, cuando todos los burócratas y funcionarios de partido se reparten el pastel con puestos, privilegios y prebendas y se olvidan justamente de sus promesas de campaña.

Es completamente falsa la afirmación de Dussel en el sentido de que las dos campañas son "complementarias" en el tiempo y en el espacio, así dice: "Todo se trata, tácticamente, de un problema de ritmo y de uso del tiempo (que en la estrategia política es esencial) ...Por ello no hay que equivocar los tiempos. Las dos campañas son complementarias y estratégicamente deberían tener un mismo fin. Oponerlas daría lugar a muchos equívocos teórico y práctico (sic). Hay que ordenar los tiempos y dosificarlos tácticamente". La pregunta necesaria es: ¿quién opone las dos campañas? Claro, diría el señor Dussel: la elite del poder interesada en afianzar la "ruptura de la izquierda" y evitar que se afiance la "…significación latinoamericana, el ‘cambio de rostro’ del que nos habla Fidel Castro que viene produciéndose en América Latina (con Néstor Kirchner, Tabaré Vázquez, Luiz Inacio Lula, Hugo Chávez, Evo Morales) [que] cobraría un carácter irreversible con la presencia de un presidente de la misma inspiración (¿?) en México. Adviértase que en 2006 habrá además elecciones en Haití, Perú y Nicaragua (pudiendo volver al poder el Frente Sandinista de Liberación Nacional, sea cual fuere el estado en que se encuentre). La potenciación de la experiencia del Mercosur, con la entrada de Venezuela y Bolivia, recibiría un remate final si México pudiera igualmente intervenir en ese organismo de integración latinoamericana creciente".

Aquí nos enfrentamos necesariamente a dos problemas conceptuales irresueltos en el artículo que criticamos. El primero se refiere a la concepción de la naturaleza de los personajes y gobiernos latinoamericanos aludidos: ¿son de izquierda Lula, Tabaré, Kirchner o Evo Morales y, aún, Chávez o de la mal llamada "centroizquierda" que resulta tan neoliberal y hasta más radical en sus praxis que los gobiernos de cuño conservador y neoliberal al estilo de Fujimori o de Fox?

El segundo problema concierne a una visión fetichizada de los sujetos: no se habla de clases sociales, de intereses concretos de las mismas, a los que representan, de una u otra forma, los partidos y sus candidatos a los puestos de elección. Sino de la "izquierda unida", "el centro izquierda ampliado y los ciudadanos de buena voluntad". ¿A quién se refiere Dussel aquí: al operador político de López Obrador, René Bejarano (conocido como "el señor de la ligas"); al cuarto burgués más rico del mundo, Carlos Slim; a Salinas de Gortari; al perredista jugador de casinos quien manejaba ¡nada menos que las finanzas del Distrito Federal!, actualmente encarcelado, el señor Gustavo Ponce; a toda la podredumbre priísta que va saliendo de su partido, el PRI, para incorporase oportunistamente al neopri (el PRD)?

Por otra parte, según Dussel, "Una elección presidencial en México tiene hoy importancia capital en la historia latinoamericana y nacional", pero no explica en qué consiste esa importancia, simplemente la enuncia, ni para qué; a lo sumo afirma que "Un gobierno que pudiera invertir el ejercicio del poder desde el Ejecutivo es también muy importante…Lograr que se ejerza de otra manera el poder, de manera que dicho ejercicio delegado del poder sea un servicio responsable al pueblo mexicano, a la gente…no es pequeño intento". Y la pregunta que de aquí se deriva es: ¿y todo esto lo garantiza del señor López Obrador una vez que se trepe al trono presidencial?

Luego esboza una serie de ilusiones tales como: "devolver el poder al pueblo (el único y último soberano)" y "reformar el Estado (lo que a corto o largo plazo supone un cambio radical de la Constitución y de la concepción misma del Estado)". Pero el único instrumento para lograr estos objetivos depende, según Dussel, de la "política electoral" que se convierte así en alfa y omega de la historia.

En seguida esboza una serie de buenas intenciones que dependen de quién sabe qué buena voluntad divina: la ocupación del ejército en Chiapas "debería terminar de inmediato" (Fox dijo en su momento que en 15 minutos); "la autonomía indígena entraría en una fase de estudio efectivo" (¿?); "rescatar (¿?) PEMEX", "el gas y la energía eléctrica"; después los "expertos" (¿del FMI, del BM?) verían la importancia de estudiar la reducción de la deuda externa e interna" y otras ilusiones similares como el problema del Fobaproa y el IPAB al que se ha referido públicamente el candidato único del PRD en el sentido de que formaría una "comisión" no resolutiva para afrontar este problema, claro sin poner fechas ni responsables concretos.

Dussel llama a armonizar las presuntas dos campañas, pero ocultando que su naturaleza política, ideológica y de clase son absolutamente diferentes y hasta encontradas. Parte de una falsa premisa: la de que la centroizquierda (cualquiera que sea su color) y los partidos neopriístas (como el PRD encabezado por AMLO) son "izquierda". Nada más falso: existen, se mueven, sí, pero en la esfera del poder del Estado capitalista y a él obedecen su existencia y reproducción. Conforme avance la susodicha y multimillonaria campaña de los partidos oficiales en México es evidente que sus promesas y candidatos se inclinarán cada vez más a la derecha en aras de obtener los codiciados votos de una sociedad de clases sociales fragmentada y partida entre las estrechas minorías opulentas y las enormes y extensas mayorías de pobres y miserables.

La lógica sexenal del poder y sus rituales, se extinguen una vez agotado el proceso electoral; pero no los problemas de los trabajadores, campesinos y del pueblo en general. Las clases sociales explotadas, que ahora se organizan en La Otra Campaña, continuarán, aún después del espectáculo mediático electorero, ahondando el deterioro de sus condiciones generales de vida y de trabajo al compás de la profundización del patrón de explotación y acumulación neoliberal. Cada vez más como ejércitos industriales de reserva y como fuerzas de trabajo superexplotadas por el capital nacional y extranjero y con el beneplácito de los gobiernos "centroizquierdistas" como el de Lula en Brasil o el de Kirchner en Argentina. Y, por supuesto, de ganar la elección presidencial, el gobierno neopriísta-perredista de López Obrador no va a ser la excepción. Por lo que la única alternativa del pueblo mexicano a mediano y largo plazos es La Otra Campaña y la organización política, ideológica y de clase desde abajo que logre concretar para trascender el universo del sistema de relaciones sociales de explotación y de miseria vigente en México y que ningún partido político, de los hasta ahora existentes, se ha propuesto, siquiera, modificar.

Fuente: lafogata.org